𝐵𝑟𝑒𝑒 𝑇𝑎𝑛𝑛𝑒𝑟
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, no estoy de acuerdo, las heridas perduran. Con el tiempo la mente, para proteger su cordura, las cubre con cicatrices y el dolor se atenúa. Pero nunca desaparecen.
- Rose Kennedy.
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Existe el famoso dicho de que todo sucede por alguna razón, sólo hay que ser pacientes para recibir la recompensa. Tal vez toda su angustia fue lo que la guió hasta éste momento. Todo en su vida dio un giro de 180° luego de que Riley Biers entrara a su vida o quizá antes.
Bree Tanner era un chica retraída, miedosa y ahora su mayor arrepentimiento era haber confiado en las personas incorrectas. Notaba las consecuencias de sus actos y la atormentaban cada segundo de su existencia. Temía que pronto perdería la poca cordura que le quedaba.
La recién nacida aún estaba aprendiendo acerca de su especie y no podía estar más inconforme. Todo lo que parecían ser sólo historias de horror para asustar a los adultos y asombrar a los niños, eran reales. Pero ella nunca imaginó que de un momento a otro formaría parte de ese mundo.
Ella no tenía intenciones de pelear por Victoria y los Cullen lo notaron, ofreciéndole así su protección. Ellos demostraron ser generosos y la trataron con humanidad, cosa que no había recibido hace mucho tiempo. No tenían interés en acabar con ella a menos de que fuera incapaz de controlarse. Le ofrecieron la oportunidad de marcharse, pero no tenía a donde ir.
Tampoco comprendía la idea de que un aquelarre le tuviera tanto aprecio a un humano. Tenía muchas preguntas acerca de Bella. "¿Quién era esa chica y por qué nadie parecía querer clavarle los dientes?" Le quedó claro el tipo de clan que eran los Cullen, al ver como permitían a una mortal caminar junto a ellos.
Desde la pelea con Victoria y su ejército, la había pasado confinada en la residencia, totalmente aislada de cualquier ser vivo y sus ojos la delataban.
Eso es lo que podía deducir sobre ella. Durante los últimos días me había dedicado a estudiar a la chica esperando que ella no lo notase, por supuesto.
Estábamos en la sala viendo las noticias y lo único de lo que hablaban era de política y el clima. Presioné los botones una y otra vez sin encontrar nada bueno. Había ayudado a Esme en la limpieza de la casa y ahora no tenía nada que hacer.
Salí al porche y me detuve un momento. Bree leía frente a una pequeña fogata. Parecía estar muy sumida en las páginas del libro que no se percató de mi presencia. Desde que llegó sólo habíamos cruzado unas palabras mientras que con Esme y Carlisle ya había interactuado un poco más. De cualquier modo sabía que aún se sentía incómoda y para ella seguíamos siendo unos extraños.
── Orgullo y Prejuicio, un clásico. ── La chica abrió los ojos en grande y dio un saltito al escuchar mi voz.
── Lamento haberlo tomado. ── Miró el libro entre sus manos.
── No, está bien. Jamás te negaría una buena historia. ── Dije cálidamente.
── Te debe gustar mucho. ── Asentí con rapidez.
── Culpo a Jane Austen por mis altos estándares. ── Sonreí pensando en como continuar con la plática. ── Tus ojos... ── señalé ── dijo Jasper que te rehusaste a volver al bosque.
── No quiero hacerlo.
── ¿Hacer qué?
── No quiero herir a nadie más.
── No tienes que hacerlo, hay otra opción. No es mejor pero siempre tienes la oportunidad de decidir.
Bree sonrió con pesar en sus ojos. Apartó su mirada de mí como si estuviera pensando en algo, puso sus dedos entre las hojas del libro para evitar perderse la lectura y lo cerró.
── Pero algo me dice que no es eso lo que te preocupa.
No contestó y mantuvo su mirada perdida.
── Sabes, leí por ahí que si le hablas al fuego, él se encargará de llevarse todas tus penas. ── Susurré señalando las llamas ── sea cierto o no, es bueno hablar para desahogarse.
Tomé asiento a su lado y me dediqué a contemplar el oscuro bosque. Desde ahí era más fácil ver las estrellas y escuchar la fauna nocturna. Nos mantuvimos un buen rato en silencio, cada quien perdida entre sus pensamientos. La noche cayó permitiéndole a la Luna lucirse.
A veces me gustaría ser Edward y saber lo que las demás personas piensan. Creo que de esa forma, sería más fácil que expresarse que en voz alta, aunque hay algunas otras cosas que deben permanecer ocultas.
── Ellos lo sabían.
── ¿Qué cosa?
── Que estábamos ahí ocultos.
Aún no entendía a que se refería. Pensé cautelosamente en lo que diría porque no quería tocar ningún punto sensible, pero tampoco sabía cómo echarme para atrás. Así que decidí callar y escuchar.
── No estaba segura de querer ir con él. Pero también sabía que no duraría mucho con vida en las calles. Entonces lo seguí. Mi papá tenía razón.
── ¿Tu padre? ¿Dónde está él?
Bree alzó su hombro indicando que no sabía el paradero de su progenitor.
── En las Vegas, supongo.
── ¡Wow! No sabía que eras de las Vegas. No he ido ahí pero oí que es colorido. ── La chica asintió con media sonrisa.
── Lo es. Aunque no viví ahí por mucho, nos mudamos luego de que un día mamá sólo... se fuera. Y la verdad no la culpo.
Soltó con acidez en su boca e hice un mohín indicando que podía seguir.
── Yo tenía cuatro cuando ella nos abandonó. Papá se molestó, tomó todas nuestras cosas y nos mudamos a Idaho.
── Debió ser duro para ambos.
── Para él no. En realidad la razón por la que ella decidió marcharse, fue por él. Ella se hartó de él y se fugó. Sólo espero que ahora esté teniendo una buena vida.
── Estoy segura de que lo hizo en modo de supervivencia. Dudo que lo haya hecho con intenciones de lastimarte.
── Nunca podría odiarla por tomar la misma decisión que yo. ── Ella asintió con una sonrisa de nostalgia.
Me recorrí sobre el el tronco para quedar más cerca suyo. Lentamente pasé mi mano sobre la suya en muestra de apoyo, temiendo a que ella la apartara, pero no lo hizo.
── ¿Cómo fue que conociste a Riley?
Otra vez hubo un silencio.
── Él gritaba todo el tiempo y no tenía miedo de dejar marcas, aún así nadie lo notó. ── Entendí que no hablaba de Riley, sino de su padre. ── Una noche llegó a casa muy molesto. Se tambaleaba cuando caminaba y apestaba a sexo y alcohol. No sabía porque discutía conmigo, pero estaba tan cansada de ese ambiente. Amenacé con irme como mi madre y él sólo se burló de mí. Dijo que no sobreviviría por mi cuenta, que moriría de hambre a menos de que me vendiera a mi misma para subsistir. ── Hizo una pausa para tomar aire que no necesitaba. ── Entonces recogí todos mis ahorros y huí. Tomé un autobús hacia Seattle, creyendo que todo sería más fácil ahí. Pasé un tiempo buscando trabajo pero nadie quería contratar a una niña de dieciséis. ── Fruncí el ceño con inquietud. ── No te preocupes, también había días buenos, encontraba comida por ahí o la tomaba sin permiso.
Una nube de melancolía se posó sobre nosotras. Era una emoción que solía alejar. Bree Tanner era una niña inocente ante mis ojos, que se hacía un nudo en la garganta al tratar de imaginar la maldad suficiente como para hacer sufrir a alguien más.
── Luego me encontró. Riley fue amable desde el primer momento. Lo primero que pensé cuando lo ví, es que era el hombre mas guapo que alguna vez hubiera visto, aunque debí sospechar apenas noté la extrañeza en su comportamiento. Él sólo quería hablar, dijo que estaba reclutando a personas para un trabajo. Me ofreció una hamburguesa a cambio de que yo escuchara. Era mi cumpleaños y no había mejor regalo que algo de comida, así que acepté. Pero no me estaba guiando a ningún restaurante. Con fuerza sobrehumana, me metió en un callejón y llegamos a una casa abandonada. Miles de ideas aterradoras cruzaron por mi mente, tenía miedo de sus intenciones, pero lo que hizo fue peor que lo que imaginé. Desperté luego de unos días, aunque ahora todo se sentía diferente.
Comprendí que hablaba de la transformación.
── Ellos decían muchas cosas, aunque tiempo después Diego y yo nos dimos cuenta de que no eran más que mentiras. Ésta vez no tuve la oportunidad de escapar. Yo nunca creí en Victoria ni Riley, eso te lo prometo.
── Estoy segura de eso Bree.
── En el Claro, luego de la pelea, Jasper y tú se acercaron a mí. Pude ver sus rostros horrorizados, pero no era por mí, sino debido a mí. Ese grupo de vampiros de capaz oscuras, ya los había conocido...
── ¿A los Volturi? ¿Cuándo?
── Cuándo fueron a buscar a Victoria. No los vi pero reconocí la voz de la rubia. Nunca creí que una voz podía llega a aterrorizar tanto.
── Sí, Jane Volturi es siniestra. ── Lo que dije había sido en tono de burla, sin embargo Bree no lo tomó así. Ella me miró aturdida. Como si tuviera pavor de recordarlo.
── Y mentirosa.
Si que lo era. Victoria venía por nosotros con su ejército y los Volturis lo sabían. Lo permitieron pero no sabía el porqué.
Cerró los ojos volviendo a ese momento. ── Su manera tan fantasmal de moverse... Se me helaron los huesos y supuse que no había nada más que hacer. Jane me dedicó una sonrisa luminosa e inocente como la de un niño y de un momento a otro sentí como me quemaba. Fue como retroceder en el tiempo a la noche más dolorosa de mi vida, cada célula de mi cuerpo ardía en llamas y en ese momento no pensé en nada más. Sólo quería que se detuviera.
Sollozó sin soltar una lágrima, su voz se entrecortó y apretó mi mano con pánico. Corté la distancia que existía entre nosotras y la tomé entre mis brazos. Con un nudo en la garganta le susurré: No volverás a eso nunca más.
── Nunca creí que esto apestara tanto.
── No pases mucho tiempo pensando en las cosas del pasado. Pronto descubrirás las ventajas de tú segunda vida.
A sus dieciséis años lo único que existía en su mente había sido desconsuelo. La llegada de los Cullen era lo más cercano a un milagro y estaba en paz con eso.
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