𝐎𝟓. 𝐥𝐨𝐨𝐤 𝐨𝐟 𝐥𝐨𝐯𝐞
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El día catorce de febrero por fin había llegado. Esta festividad se comenzó a celebrar en el año 496, gracias a que el papa Gelasio I lo declaró “patrón de los enamorados”. La tradición de celebrar dicho acontecimiento surgió a mediados del siglo XIX, cuando Esther A. Howland comenzó a vender más tarjetas para motivos románticos. Este tipo de acontecimientos marcaron la historia, para que hoy en día se celebre dicha fecha.
En este día se resalta la importancia del amor y la amistad. Las parejas enamoradas expresan su profundo amor hacia la otra persona, mientras que los amigos deciden pasarla bien, disfrutando la compañía del otro. Suelen haber muchas confesiones en esta fecha en específico, debido a que las personas deciden arriesgarse y profesar sus sentimientos a la persona que más aman en el mundo, corriendo el riesgo de ser rechazados o que la otra persona les diga que el sentimiento es recíproco.
—Deberías hacer un cartel en el cual diga: “¿Quieres ser mi novia?” Así te le declaras, son novios y viven felices para siempre.—Natsuo se encontraba en la sala de estar junto a Touya y Fuyumi, discutiendo sobre lo que harían en esa fecha—Yo puedo sostener el cartel.
—¡Natsuo!—el mayor lo miró mal.
—Ya, ya.
Usualmente los menores de la familia Todoroki no celebraban ese día. Endeavor les tenía prohibido tener una relación a esa edad, cosa que Rei también apoyaba. Eran tan solo unos niños, y no estarían listos para sobrellevar una relación amorosa a tan temprana edad. Lo único que la matriarca permitía era que gustasen de alguien, algo que a Enji no le simpatizaba tanto, más que todo con Touya y Shoto.
Los únicos que celebraban esa fecha—de forma romántica, pero no cursi—eran Rei y Enji. Era costumbre que el mayor le enviará a Rei sus flores favoritas, las cuales eran las Rindou. El héroe no era de ser tan cursi, pero le gustaba tener ese tipo de detalles con Rei. Sabía que no tenía otra opción al tener que casarse con él. Su familia estaba llena de deudas y necesitaban que su hija se casara con un hombre exitoso y de renombre.
El Todoroki recuerda como si fuese ayer cuando se llevó a Rei con él para que vivieran juntos. Ese día, ella paró por un estanque cercano a su casa para admirar las flores que estaban ahí. Investigo qué tipo de flores eran, y al saberlo, le enviaba un ramo todos los meses. En San Valentin, se encargaba de que fuera extra grande, acompañado de los chocolates o las golosinas favoritas de su esposa. También solían ir a cenar, pero esta vez no será así. La misión de Kyushu se extendió más de lo previsto, así que estaría un largo tiempo fuera de casa.
—Puedes darle sus flores favoritas, así como lo hace papá con mamá.—sugirió Fuyumi. A ella le gustaba que su padre le diera flores a su madre. Era un detalle pequeño, pero muy lindo.
—No está mal la idea.—opinó Natsuo—Pero, ¿cuáles son sus flores favoritas?
—No lo sé.—el mayor se encogió de hombros. De un momento a otro, ambos varones quedaron viendo a su hermana, como si quisieran darle a entender lo que querían que hiciera.
—¿Por qué me ven?—la femenina los miro—¿Quieren que le pregunte, no es así?
—¡Si!—respondieron al unísono.
—Bien, lo haré. Regresaré enseguida.
—¡Gracias Yumi!—el albino se despidió de su hermana, luego, volteo a ver a su hermano—Tienes la oportunidad de que tu novia que aún no es tu novia sea tu novia.
—Primero, no es mi novia. Segundo, por ahora no lo será.
—¡¿Por ahora?! ¡Ay, todo un enamorado!—Natsuo soltó una carcajada mientras las mejillas de su hermano se teñían de rojo. No podía creer como su hermano había admitido abiertamente eso.
—¡No la vas a contar!—el contrario se asustó un poco y paró de reírse.
—Ya, ya. No hay necesidad de que no la cuente.—el albino sonrió inocentemente.
—Tch.—el mayor rodó los ojos.
Ambos quedaron en silencio por unos minutos. Touya aprovechó ese silencio para pensar en algo más. Vamos, era Reiko, alguien muy especial para él. Tenía que darle algo más que solo unas simples flores. Tendría que ser algo especial.
—Natsuo, ¿que podría darle a Reiko además de las flores?
—Bah, la quieres conquistar y no tienes la menor idea de que regalarle. Que mal novio serás.
—Callate. Le quiero dar algo especial, pero no se que.
—Para eso me tienes a mi, querido hermano.—el menor sonrió con orgullo—Podrías hacerle una carta, darle chocolates, hacer su dulce favorito o comprar algo que tenga un significado especial para ustedes dos, o al menos para ella.—Natsuo sujetó su barbilla, pensativo—También podemos hacer su dulce favorito o algo que sea de su agrado.
El mayor quedó pensativo ante lo último que mencionó su hermano. ¿Un significado especial? Inconscientemente pensó en el cuento que le había contado hace un par de semanas y todo lo que ocurrió esa noche. Ahí es cuando el foco dentro de su cabeza se prendió. ¡Tenía que comprar algo relacionado con la luna y las estrellas! Sería un regalo perfecto y tendría lo que buscaba: un significado especial.
—¡Ya lo tengo!—anunció el pelirrojo—A veces sí te funciona la cabeza por lo que veo. Esas neuronas todavía no se te queman.
—Mejor agradéceme, Touya.
El mayor soltó una pequeña risa.
—Gracias, bro’.
—Un gusto.—Natsuo volvió a sonreír, claramente orgulloso por su aportación—Por eso dicen que una cabeza trabaja mejor que dos. Pero creo que mi cabeza trabaja mejor que las dos.
—Aja si.—el mayor rodó los ojos—Mejor vamos a decirle a mamá.
—Si. Esperemos que Yumi venga antes de que vayamos a hacer las compras.
Rápidamente los menores se dirigieron a la habitación en donde se encontraba su madre. Se encontraron con la albina bordando una diseño elegante en uno de los pañuelos de su padre, mientras que por otro lado, Shoto estaba jugando con un par de figuras de acción. Al ver a los menores, Rei arqueo una ceja, curiosa ante tal aparición. Pudo deducir una sola cosa al ver que Natsuo acompañaba a Touya, pero antes de decir algo, decidió escuchar a sus hijos.
—¡Mamá, mamá! Tenemos un par de ideas para celebrar San Valentín este año.—el primero en hablar fue Natsuo, introduciendo el tema de conversación rápidamente.
Rei sonrió con ternura. Era la primera vez que los menores le querían proponer un par de ideas para celebrar tal fecha. Usualmente lo dejaban pasar por alto, restándole importancia. Estaba segura que todo esto estaba ligado a los sentimientos de Touya y Reiko. Por lo tanto, decidió escuchar las sugerencias de los infantes. Desde su punto de vista, el amor de niños era el más puro e inocente que existía. No había ningún tipo de sentimiento negativo o intenciones malas; tampoco usaban máscaras, ocultando su verdadero ser. Simplemente era algo tan bello y puro que era inevitable desear algo así.
—Los escucho.—pronunció, dejando que sus hijos prosiguieran.
—Yo quisiera…regalarle algo a Reiko.—dijo el mayor, con algo de nerviosismo notorio en su tono de voz.
—También quisiera hacer el dulce favorito de ella o algo que sepa que le gustaría.—agregó Natsuo, ayudando a su hermano.
—Me parece bien. Iremos de compras ahora, así aprovechan el día.—Rei dejó la actividad que estaba llevando a cabo en ese momento, guardando los materiales requeridos en la mesa de noche que tenía al lado de su cama. Mientras ayudaba a Shoto a ordenar sus juguetes, supo que faltaba Fuyumi en ese lugar. Conociendo a la menor, ella desearía ayudar a su hermano, por lo tanto, debería estar ahí ahora.
—¿Y Fuyumi?—preguntó Rei, algo preocupada.
—Está en la casa de Reiko. Necesitábamos saber cuales eran sus flores preferidas para regalárselas.
—Oh, bien. Entonces vamos a esperar que venga para irnos de compras todos juntos.
Ambos varones se dirigieron a la sala de estar para esperar a su hermana. Ciertamente, Touya estaba muy ansioso. Los segundos le parecían horas, y los minutos años; quería que Fuyumi llegará lo antes posible para poder comprar todo lo necesario para celebrar San Valentin junto a su persona especial. Quería disponer de una buena cantidad de tiempo para elegir minuciosamente el regalo de Reiko, para que así fuera perfecto.
Movía su pie constantemente en el suelo, sin despegar en algún momento la mirada de la puerta principal.
Su corazón sintió un gran alivio recorrerlo al ver que Fuyumi pasaba por la puerta principal, sonriente. Touya se le acercó impacientemente, esperando que su hermana le dijera cuáles eran las flores favoritas de Reiko para ir a adquirirlas.
—¿Y bien? ¿Cuáles son las flores favoritas de Reiko?—el primero en hablar fue el mayor, con un tono algo impaciente.
—A este punto pensé que te habías peleado con cinco villanos diferentes y que los derrotaste a cada uno de ellos. De seguro esa es la razón por la que tardaste tanto.—una sonrisa socarrona apareció en el rostro del albino, quien estaba cruzado de brazos.
—Sí claro.—Fuyumi respondió con sarcasmo, rodando los ojos con claro fastidio.
—Yumi…—dijo Touya con un tono suplicante, pidiendo indirectamente que no se desviaran del tema principal.
—Mejor dile cuales son las flores favoritas de Reiko. Ha estado desesperado, ya que es lo último que nos falta saber para ir de compras.—las palabras de su hermano hicieron que la albina soltara un suspiro y decidiera decirle a su hermano lo que tanto quería saber.
—La verdad era algo que podíamos adivinar.—comenzó—Son las rosas, específicamente más rojas. Estas flores simbolizan el amor, la pasión, el romance, el deseo, respeto y admiración; por esta razón le gustan mucho a Reiko.—Fuyumi miró a Touya antes de continuar—Anota este dato, campeón. Es importante para Reiko.—Fuyumi hizo otra pausa—Y por último, su dulce favorito son los mochis de fresas. Deberías comprarle unos cuantos o hacérselos de manera casera. Eso hará que tu regalo sea mejor.
—¡Claro!—asintió con determinación. Gracias a esa breve información, tenía otra pieza crucial para hacer el mejor regalo de todos—Gracias, Yumi.
—Si, gracias Yumi. Ya no soportaba a Touya.—ambos hermanos soltaron una pequeña carcajada al ver la reacción de su hermano, la cual fue irse con una cara de fastidio y a la vez vergüenza.
Después de esa pequeña charla, los Todoroki se dispusieron a ir hacia donde se encontraba Rei para ir a comprar las cosas que iban a necesitar. Decidieron ir al centro comercial Kayashi Ward; un lugar inmenso con muchas tiendas y variedad de cosas. Era el centro comercial más grande de Japón, y aseguraban que se podía encontrar todo lo que se necesitará ahí.
Primero, se dirigieron al supermercado para comprar los ingredientes necesarios para hacer los mochis. Mientras estaban en el pasillo de repostería, Natsuo miró un estante lleno de una gran variedad de chocolates. En ese momento, tomó a Touya del brazo, impidiendo que continuará caminando detrás de su madre, Fuyumi y Shoto.
—Deberías llevarle un par de chocolates a tus suegros.—sugirió, sin despegar la mirada de los chocolates, tratando de pensar en cuál es el sabor que más les podría gustar a los señores Nishimura.
—No son mis suegros.
—Si, pero pronto lo serán.—el albino tomó dos barras de chocolate; una era de chocolate blanco mezclado con chocolate amargo, mientras que la otra era de chocolate con leche. Tomó una barra más, esta vez, de chocolate amargo al 80%.
—No creo que llevarles algo tan amargo sea una buena idea. No sabemos si les gustará eso.—indagó el mayor.
—Lo sé, esta barra es para papá. Sabes que mamá siempre le regala algo, y al viejo le gusta el chocolate amargo.
—Con razón es tan amargado.—ambos Todoroki se rieron del chiste que hizo Touya.
—Tan real.
Luego de comprar los ingredientes que necesitaban, los Todoroki comenzaron a caminar por el centro comercial, en busca del regalo para Reiko. Touya examinaba cada una de las tiendas, fijándose en si tenían algún artículo que tuviera ese significado especial que tanto buscaba.
Mientras caminaban, Touya paró por un momento, dejando de seguir a los demás y quedándose atrás. Tras la vitrina de una de las tiendas se encontraban un par de anillos muy bonitos; uno de ellos era totalmente blanco y tenía una luna dibujada con color negro. Por otro lado, el otro anillo era completamente negro, con una estrella dibujada con color blanco. Touya ni pudo evitar admirar la joyería por unos segundos, pensando en que era perfecto; definitivamente era lo que tanto había estado buscando.
Uno de los trabajadores de la tienda miró el interés que tenía el menor por la joyería, así que se atrevió a acercarse para vender mejor el producto.
—¡Buen día, joven! Por lo que veo, estos anillos han captado su atención.—el vendedor señaló los anillos—Gracias a la introducción de dones en la sociedad, todos los comercios han tenido que acoplarse a todo tipo de kosei, y nuestra tienda no es la excepción. Estos anillos están creados con un material especial, el cual es resistente a todo tipo de dones. No importa si es de fuego, hielo, ácido, explosiones, o cualquier otra cosa. Esta joyería podrá soportar cualquier tipo de don.—la explicación tan detallada del producto captó la atención de Touya en segundos, pensando que eran aún más perfectos, gracias a que nunca se iba a derretir por su don o dañarse por el don de Reiko.
El vendedor lo invitó a entrar a la tienda para poder visualizar de mejor manera los anillos. Cuidadosamente los tomó de la vitrina, trayéndolos hasta el mostrador para que el menor los pudiera ver mejor.
Con sumo cuidado el mayor tomó uno de los anillos, inspeccionando cada detalle del objeto. Luego sujetó el otro, haciendo el mismo proceso que realizó con el otro anillo.
—Son hermosos, de verdad.
—Lo sé. Parece que te han gustado mucho, pequeño muchacho.—formuló, recibiendo una sonrisa algo tímida de parte del contrario—Se que te van a gustar aún más cuando veas esto.—el vendedor tomó ambos anillos, uniendolos delicadamente. Los ojos de Touya brillaron con asombro al ver que la luna y la estrella se iluminaban con una luz tenue pero bonita.
—Ahorita no brillan mucho debido a que se alimentan de la luz del sol y la luna, pero casi no los hemos expuesto a eso.
—¿Brillan aún más?—se atrevió a preguntar el menor.
—Si.
—¡Me los llevaré!—afirmó sin ninguna duda. Le pidió al vendedor que le apartara las piezas de joyería, debido a que debía traer el dinero para pagarlo.
Rápidamente salió de la tienda, buscando a su madre y hermanos con la mirada. Los Todoroki se encontraban buscando a Touya, claramente preocupados. Al ver al menor, se acercaron rápidamente, soltando un suspiro de alivio junto a varios regaños. Touya se disculpó, explicando la razón por la cual dejo de seguirlos.
—No vuelvas a hacer eso, Touya Todoroki. Nos preocupaste mucho.—reprendió Rei.
—Perdón ma’.
La familia se dirigió hacia la tienda para poder comprar los anillos. El trabajador sonrió al ver que Touya estaba de vuelta para adquirir la joyería. Le entregó una caja muy bonita de color azul con toques de escarcha azules y morados. El Todoroki sonrió satisfecho; por fin tenía aquel regalo que tanto anhelo.
Después de salir de la tienda, se dirigieron a la floristería más cercana para poder comprar las rosas rojas que a Reiko tanto le gustaban. Como siempre, Touya se aseguró de elegir el mejor ramo para la castaña.
Al terminar las compras, los Todoroki se dirigieron a su hogar para preparar todo. Decoraron un poco la casa con un par de decoraciones que tenían de años pasados y que estaban en buen estado. Dejaron los ingredientes para hacer los mochis en la encimera para no tener que buscar los ingredientes cuando Reiko llegará.
Solo faltaba algo, y era lo más crucial: el regalo.
Con letra impecable, Touya escribió en una pequeña tarjeta que las rosas tenían: “Feliz San Valentin, Estrellita”, dibujando un corazón al lado. Se tomó el tiempo de dibujar una luna junto a una estrella de manera detallista y elaborada para que se viera bien. Luego recorto el dibujo, pegando con un poco de cinta adhesiva en la parte de adentro de la caja, así para que cuando Reiko la abriera, viera el dibujo que le había hecho. Por último, tomó los chocolates y los juntó, colocándolos uno encima del otro. Los tomó por un momento para poder posicionar una cinta de color rojo abajo de ellos; luego colocó los chocolates nuevamente e hizo un bonito moño encima para que se viera más bonito.
Ahora todo estaba listo.
En ese momento, Touya se dirigió hacia la casa de los Nishimura. Al estar enfrente de su puerta, no pudo evitar sentir algo de nervios. Nunca había hecho esto, por lo tanto, esperaba no arruinarlo. Inhalo un poco de aire, lo retuvo un par de segundos y luego lo exhaló, tratando de calmar sus nervios. Tocó la puerta un par de veces, para luego, esperar que alguien le abriera.
Tragó grueso al ver que quien le abría no era nada más y nada menos que Ren. El mayor lo miró de arriba a abajo, arqueando una ceja al ver que tenía flores, chocolates y una caja en su mano. Touya le sonrió, tratando de no mostrarse nervioso.
—Joven Touya, ¿qué hace usted aquí?—preguntó con algo de recelo claro en su tono. Reiko era su princesa, su más preciada joya, y como la mayoría de padres, era muy celoso con ella, más cuando se trataba de que un niño la pretendiera. Ren quería cuidar el corazón de su pequeña a toda costa, porque no quería que le rompieran su corazón.
—Vengo a buscar a Reiko.—el pelirrojo se impresionó a sí mismo cuando aquellas palabras salieron con tanta seguridad de su boca.
—¿Y qué intenciones tienes con mi h- —en ese momento, Nara llegó, tomando a su esposo de los hombros y apartándolo de la puerta. No quería que asustara al pobre Todoroki, quien con mucho esfuerzo había preparado el regalo para su hija.
—¡Oh, Touya! Me alegra verte por aquí.—la mayor le sonrió—Reiko está en su habitación, pero su padre puede ir a llamarla, ¿no es así, querido?
—Claro, volveré en seguida.
El Todoroki soltó un suspiro de alivio al no sentir tanta tensión en el ambiente. Le sonrió y entregó los chocolates a Nara, quien los aceptó muy agradecida por el gesto. Poco tiempo después, llegó Ren junto a Reiko, quien sonrió de oreja a oreja al ver que Touya se encontraba ahí.
—¡Touya!—la menor miró con curiosidad los regalos después de ver a su amigo—¿Para quien es eso?
—Para ti.—dijo con algo de timidez.
—¡¿Enserio?!—exclamó la menor con sorpresa, sintiendo como sus mejillas se calentaban de golpe. Touya le entregó el ramo de rosas a Reiko con una sonrisa en su rostro. Al tomarlas, la menor se acercó las rosas y las olió, disfrutando el aroma que emanaba las bellas flores. También leyó la pequeña nota que había en ellas, lo cual causó un pequeño cosquilleo en su estómago. Luego se las entregó a su madre para que las colocará en agua, de ese modo no se marchitarán.
—Te traje algo más, espero que te guste.—el mayor abrió la caja, mostrando la joyería que contenía junto al dibujo que había hecho. Reiko miró con asombro tal detalle, sintiendo una calidez en su pecho al recordar lo que ocurrió esa noche. Miró con ternura a Touya y sonrió, amaba que las personas recordarán pequeños detalles tan especiales para ella.
—¡Son hermosos, Touya!—el mayor le sonrió dulcemente. Acto seguido, tomó el anillo de estrella y lo colocó en el dedo anular de Reiko, quien juró haber sentido mariposas revolotear en su estómago ante tal acción. Luego, Touya colocó el otro anillo en su dedo anular. Tomó la mano de Reiko, acercando los anillos para hacerlos brillar. La Nishimura se emocionó mucho al ver esto, pensando en que eran perfectos, como si los hubieran hecho especialmente para ellos.
Por otro lado, Nara miraba con ternura y emoción aquella escena, emocionada por cómo Touya trataba a Reiko. Ren, quien también miraba aquella escena, soltó un suspiro de alivio. Touya, a pesar de estar a diario con Enji, no era igual que él. Por lo tanto, el mayor supo que podía confiar en aquel varón, y que tenía la certeza que nunca iba a romper el corazón de su princesita.
—Hoy vamos a hacer un par de cosas por San Valentin, y…no se si quieres venir.—dijo el mayor, esperando que aceptará venir y que sus padres le dieran permiso.
En ese momento Reiko volteo a ver a sus padres, sonriendoles inocentemente, esperando conseguir el permiso. Nara miró a Ren, expectante a su respuesta. El mayor solo soltó un “está bien” y entró a la casa. Nara le sonrió a su hija, acariciando su cabello.
—Puedes ir, cielo. Pero pórtate bien.
—¡Claro! Gracias ma’.
Touya, al ver la confirmación, le extendió su mano a Reiko para ir a la casa. La castaña la tomó, entrelazando sus dedos con los de Touya. El Todoroki sintió su pecho llenarse de calidez, siendo este un sentimiento ameno para él. Así es como partieron a la casa de los Todoroki, agarrados de la mano. El mayor abrió la puerta para Reiko, quien fue la primera en entrar. Natsuo, Fuyumi y Shoto los estaban esperando en la entrada principal; al verlos, el primero en ir a saludar a Reiko fue Shoto, quien la recibió con un gran abrazo.
Touya miró la escena y frunció un poco el ceño. Natsuo, quien observó todo, se acercó disimuladamente a su hermano. No podía desaprovechar la oportunidad para molestarle.
—Tranquilo bro’, Shoto no te va a robar a tu novia. Solo son buenos amigos.—el albino sonrió pícaramente—Estas claramente celoso, pero tranquilo, no hay nada de qué preocuparse.
—Cállate.—fue lo primero que dijo el varón, claramente fastidiado por las palabras de su hermano. Trató de pensar en algo para fastidiarlo a él también. Cuando supo que decirle, no tardó mucho en hacerlo—Deberías guardar silencio más a menudo, cabeza de nabo.
Al oír tal apodo, el albino no tardó en enojarse, mirando al Todoroki mal.
—¡¿Cabeza de nabo?!—exclamó, con un tono cargado de indignación—¿Cómo te atreves? El que debería guardar silencio más a menudo eres tú, cabeza de fósforo mal hecha.—declaró, refiriéndose a un par de mechones blancos que se asomaban en la cabellera pelirroja del varón.
Mientras los varones peleaban, Fuyumi decidió llevar a Reiko junto a Shoto a la cocina. No quería que presenciarán una de las tantas de sus hermanos, quienes peleaban a menudo gracias a los comentarios de Natsuo y porque Touya no se podía quedar callado, siempre teniendo la necesidad de responder a todos esos comentarios. Quería pensar que todos los hermanos eran así y era algo normal.
—Mamá encontró un paquete de galletas que ya traen el glaseado para poder decorarlas. ¿Te gustaría hacerlo, Reiko?
—¡Si, si! Siempre quise decorar galletas.
Fuyumi saco una caja de color rosa y con diseños de corazones de la alacena, indicando que las galletas eran de temática de San Valentin. La albina abrió la caja, tomando 5 empaques de galletas con sus respectivos glaseado y toppings. Habían 5 estilos diferentes: uno de ellos era un corazón con varios tonos de rosa, perfectos para hacer un degradado; el siguiente era un cupido con un arco y flecha en mano, también había una carta de amor llena de corazones, un anillo con piedras rosadas y una caja de chocolates. Todos tenían el diseño dibujado, solo tenía que decorarlo.
—¿Cuál quieres tú, Rei?—preguntó la albina, mirando los diseños y decidiendo internamente cuál quería decorar.
—El de corazón está bien.—la menor tomó la galleta, observando los diferentes tonos de rosados que se encontraban en el paquete.
—Yo elegiré este.—Fuyumi tomó el paquete en donde se encontraba el anillo de piedreria rosada. Le gustó mucho este, debido a que tenía pequeñas piedras comestibles dentro.
—¿Ya están empezando la diversión sin nosotros?—ambos Todorokis penetraron la cocina, con una sonrisa de oreja a oreja, como si no hubieran peleado en algún momento.
—Si, porque no esperamos a personas que pelean mucho.—habló sin tapujos.
—Solo fue un pequeño desacuerdo de hermanos, Yumi. Ahora estamos bien.—el albino le explicó, relajado.
—Si ustedes dicen.—la albina se encogió de hombros—Elijan una galleta para decorar.
—¿Cuando compraron eso?—preguntó el mayor, mirando con curiosidad los diseños de las galletas.
—Las encontramos cuando desapareciste de la nada para comprar el regalo.—explicó Natsuo mientras tomaba el cupido para decorarlo.
Los infantes se sentaron a la mesa, comenzando a decorar las galletas. Reiko y Fuyumi eran las que estaban más concentradas de los cinco, debido a que no querían arruinar la galleta por ningún motivo. Por otro lado, Shoto decoraba la galleta mezclando colores, Natsuo intentaba hacerlo bien pero había elegido un diseño algo complejo, por lo tanto, a veces echaba mucho glaseado a partes que no debía. Touya, al igual que Reiko y Fuyumi, estaba sumamente concentrado. Lo quería hacer bien para que Reiko le felicitara, bueno, eso es lo que él esperaba.
Natsuo ojeo un poco la galleta de Touya, viendo que él había seleccionado la de la carta con corazones. Sonrió socarrónamente al ver esto, sabiendo que era la oportunidad perfecta para decirle algo.
—Lo haces con tanta dedicación que hasta podría jurar que parece que le escribes una carta de amor a Reiko en la galleta.—se burló. Pero con lo que no contaba es que en ese momento preciso, todos se quedaron en silencio, escuchando el comentario de Natsuo. Shoto, Fuyumi y Reiko miraron a ambos varones, sorprendidos. Cuando Touya hizo contacto visual con Reiko, las mejillas de ambos menores se tiñeron de un rojo carmesí fuerte.
Natsuo retracto las palabras que acababa de soltar, mirando a Touya, esperando una reacción. Sabía que no iba a ser buena, debido a que se sonrojó por el comentario que hizo—el cual todos escucharon al parecer—. El mayor volteo a ver a Natsuo, sin expresión alguna en su cara.
—Touya, hermanito.—habló con un tono dulce mientras retrocedía un par de pasos—Tú sabes que yo te quiero, ¿no es así?
—Natsu.—pronunció con seriedad.
Sin pensarlo dos veces, Touya comenzó a perseguir a Natsuo por toda la residencia con el glaseado de sus galletas, tratando de mancharlo como forma de venganza. Hubiera aceptado aquel comentario si no hubiera sido escuchado por Reiko. Sentía una vergüenza increíble gracias a su hermano.
Fuyumi y Reiko iban detrás de aquellos dos, tratando de frenar lo que podía ocurrir. De un momento a otro, Natsuo tomó el rumbo hacia la cocina, tomando el glaseado de Shoto y el de él para poder defenderse. Así fue como ambos varones comenzaron a mancharse de glaseado como si no hubiera un mañana. Shoto, quien estaba al otro lado de la cocina, observaba todo, soltando un par de risitas. A veces no podía creer lo infantiles que eran sus hermanos.
Por suerte, Reiko y Fuyumi lograron separarlos antes de que se llenarán el cabello del glaseado y se metieran en grandes problemas con Rei.
—No fue mi culpa, es culpa de Natsuo.—habló el mayor, haciendo un puchero mientras Reiko le limpiaba la cara con una toalla húmeda.
—No debiste perseguirlo así, Touya. ¿Qué hubiera pasado si te hubieras lastimado? También pudiste lastimar a Natsuo.—explicó con voz firme y sería.
—Perdón estrellita. No te enojes conmigo.—el mayor la rodeó con sus brazos, atrayendo a Reiko para abrazarla. La menor sintió como su corazón dio un vuelco ante la acción que acababa de realizar Touya.
—No estoy enojada, simplemente deja de pelear con él.
—Está bien, no lo haré.
—Esto cuenta también para cuando no esté.
El mayor soltó un suspiro, mientras levantaba su mano, estirando el dedo meñique.
—Hagamos pinky promise entonces, así estas segura que no pelearé con Natsu.
En el rostro de la menor se dibujó una sonrisa ladina, sintiendo ternura por las acciones de Touya. Reiko entrelazo su dedo meñique con el de Touya, sonriéndole dulcemente.
Los dos varones se encontraban en la sala de estar, sin romper el contacto visual. Ambos tenían el ceño fruncido, negándose a hacer lo que las femeninas les pedían.
—Vamos, abracense.—demandó Fuyumi de brazos cruzados.
—Si. Así se perdonan mutuamente y no habrá rencores.—apoyó Reiko, mirándolos fijamente.
—No se vale, ¿por qué debería disculparme?—el albino hizo un puchero.
—Porque tú soltaste ese pedazo de comentario, llevándolos hasta acá.—la albina le refresco la memoria.
Touya buscó la mirada de Reiko, como si le estuviera diciendo que no lo quería hacer con la mirada. Sin embargo, la menor negó e hizo un ademán para que lo hiciera. Sin esperanza alguna, Touya se acercó a Natsuo, abriendo sus brazos para abrazarlo. Natsuo se acercó a su hermano, concluyendo el abrazo.
Al abrazarse, los menores escucharon un pequeño click proveniente de una cámara. Rápidamente se separaron y vieron a Shoto con una cámara en mano, mientras que Reiko y Fuyumi trataban de contener la risa.
—¡¿Por qué nos tomaron una foto?!—replicó Natsuo, mirando a ambas femeninas primero, para luego ver a Shoto.
—Este momento iba a ser histórico. Hasta pegaré esa foto en mi habitación.—Fuyumi los miró a ambos con una mirada divertida.
—Con razón siempre dicen que la traición nunca vendrá de un enemigo.—resopló Touya, mirando a su hermano menor.
—No se enojen, salen lindos.—Reiko había tomado la cámara para poder ver la foto.
—Si.—Fuyumi hizo una breve pausa—Mejor vamos a hacer los mochis, ya es la mitad de la tarde.
—¡¿Mochis!?—Reiko sonrió ampliamente, con una mirada cargada de emoción.
—Vamos a llamar a mamá para que nos ayude.—sugirió Touya.
Los infantes le pidieron a Rei que los fuera a ayudar a hacer el dulce, debido a que ellos no tenían ni la menor idea de cómo hacerlo. La mayor aceptó gustosa, y más cuando vio el interés de Reiko y Fuyumi por aprender a hacer tal dulce.
La matriarca tomó un par de fresas, chocolates, crema y esencia de vainilla para hacer el relleno de los mochis. Touya le ayudó a lavar las fresas, mientras que Fuyumi, Shoto, Reiko y Natsuo mezclaban la crema para poder añadirle el chocolate, las fresas y la vainilla cuando estuviera lista.
Con sumo cuidado, Rei cortó las fresas en pequeños trocitos para que abundara, así los mochis iban a saber muchísimo mejor. Cuando tuvo las fresas listas, las incorporó con la crema. Todos los infantes comenzaron a hacer pequeñas bolitas apoyándose de una cuchara para que las pudieran hacer bien. Llenaron cuatro bandejas, las cuales metieron al congelador por una hora, para que el relleno no se deshiciera al momento de poner la masa encima.
Fuyumi le entregó la harina de arroz glutinoso a su madre para proceder a hacer la masa que iba a acompañar a los mochis. Colocó diez cucharadas de harina en un bowl, para luego colocar un poco de agua para que quedara una consistencia algo líquida. Al tener esa mezcla, introdujeron la masa dentro del microondas en varios intervalos; dos de un minuto y otros dos de treinta segundos. Después de cada intervalo debían mezclar la masa hasta que obtuviera una consistencia elástica y característica de un mochi. Rei colocó un poco de harina fina de maíz en un plato plano para poder moldear la masa ahí. Al tenerla lista, solo debía esperar una hora para que el relleno estuviera listo.
En el tiempo de espera, los menores jugaron un par de partidas de UNO para matar el aburrimiento. Compartían varías risas y chistes mientras jugaban. Cada ronda era más interesante que la anterior, causando una emoción en cada uno de los niños.
El tiempo pasó volando, de un momento a otro la alarma que Rei había colocado para saber cuando el relleno de los mochis estaban listos por fin había sonado. Los menores corrieron a sacar el relleno, dejándolo listo para que su madre los armará. Cada mochi que Rei armaba era devorado por alguno de los menores presentes, disfrutando la sensación de como el relleno se derretía en su boca y lo suave que se sentía la masa. Se deleitaron enormemente al probar los mochis hechos por Rei.
—¡Están riquísimos estos mochis, señora Rei! ¿Quién le enseñó a hacerlos?—indagó Reiko mientras tomaba otro mochi con relleno de fresa.
—Mi madre me enseñó a hacerlos cuando tenía su edad. Desde entonces, sólo me la pasaba haciendo mochis de pequeña.
—Perfeccionaste la técnica mamá.—Fuyumi le sonrió dulcemente, mientras que su madre enredaba sus dedos por el cabello albino de la contraria.
—Ya quiero ir a jugar, ya me canse de comer mochis.—bufó Natsuo. Touya se sentó a la par de él, concordando con su hermano.
Rei miró a Shoto e hizo un ademán para que fuera a donde se encontraba ella. El menor se acercó obedientemente, recibiendo las órdenes de su madre al oído. Sus ojos brillaron con emoción cuando su madre le terminó de decir lo que tenía que hacer.
El bicolor se dirigió rápidamente a su habitación, para que después de un tiempo, llegará con un disfraz de All Might. Las femeninas al verlo chillaron con emoción, elogiando al menor.
—¡Ya no teman! ¿Por qué? ¡Porque yo estoy aquí!—Shoto dijo la característica frase de All Might, haciendo sonreír a todos.
—Si venía con un traje del viejo me iba a morir.—expresó Natsuo, soltando un par de carcajadas.
—Igual. No debe ser la copia de papá.
—¡Juguemos a los héroes!—sugirió el pequeño Shoto, manteniendo sus manos en su cadera.
—¡Si! Touya será el villano.—dijo el albino sin previo aviso. Todos los infantes comenzaron a correr, y detrás de ellos iba Touya.
Shoto comenzó a utilizar su don de hielo para deslizarse por el suelo junto a los demás, así tendrían más ventaja sobre Touya. Gracias a que él mayor era rápido y bueno corriendo, logró atrapar a Reiko, ya que ella era la última entre todos.
—¡He atrapado a uno de los civiles!—indicó Touya, sonriendo orgullosamente.
—¡Reiko, saca tu poder especial!—el mayor arqueo una ceja ante el comentario de su hermano, confundido. La menor se puso de puntillas, algo apenada, depositando un breve beso en la mejilla del mayor, causando un corto circuito en su sistema. El mayor aflojó su agarre, dejando ir a Reiko. Su cara comenzó a arder y a hacerle competencia a su cabellera carmesí. Se esperaba todo, menos eso.
—¡E-eso es trampa! ¡Natsu!—se quejó el mayor cuando pudo reaccionar por fin.
Poco a poco la noche cayó en Musutafu. Las estrellas iban apareciendo poco a poco, pero la luna aún no. Los menores pasaron toda la tarde jugando y divirtiéndose hasta más no poder. Fuyumi, Natsuo y Shoto se encontraban viendo una película en la sala de estar, mientras que Reiko y Touya estaban a solas en la habitación del mayor. Decidieron ir para estar un rato a solas y hablar sobre el día.
La menor tenía sus brazos apoyados en la ventana del mayor, admirando el hermoso firmamento. Frunció un poco el ceño al no ver a la luna en el firmamento junto a las estrellas. Reiko volteo a ver a Touya, quien no despegaba la mirada del cielo.
—¿Por qué la luna no está? ¿Abandono a Sirius?—preguntó Reiko, un poco asustada ante la posible respuesta del mayor. No podía imaginar que la luna pudiera dejar a su amado Sirius, sería muy cruel de su parte alejarse.
Touya miró a Reiko, tratando de formular una respuesta no tan científica.
—Te voy a contar la segunda parte de la historia que te conté aquella noche. Eso va a resolver tu duda. ¿Te parece?—la menor asintió, emocionada por oír el resto de la historia.
«Desde la creación del mundo, la luna ha permanecido junto a los humanos, observando todo en un silencio sepulcral. Tuvo que ser testigo de muchas cosas llenas de emociones humanas, como despedidas, declaraciones de amor o de algún otro sentimiento, emociones malas, entre otras cosas. Aunque no se crea, la luna absorbía todas las emociones del ser humano, ayudándolos a sobrellevar tanto que tenían en su corazón. Tantas emociones enfermaban a la luna, por lo tanto, debía despojarse de ellas. Cada 28 días lo hacía, y por eso le llaman “luna nueva”, debido a que la dama de plata se iba a deshacer de esas emociones en el manantial de la galaxia. Si no lo hacía, eso podía corromper la luna y hacerla desaparecer.
En esos días de soledad, Sirius sentía una profunda tristeza al no tener a su amada cerca, al punto de sentir que su corazón se iba a desmoronar. Cada segundo de sin ella parecía un año entero para aquella estrella, la cual esperaba con ansias su regreso. Permanecía con los brazos abiertos, dispuesto a recibir a su amada en casa.
Después de esos días, la luna siempre volvía al lado de Sirius, porque era incapaz de dejarlo en el cielo nocturno, completamente solo. Cuando la dama de plata regresaba, muchos juraban que esa noche el cielo siempre brillaba con más intensidad de lo normal.»
Al terminar de oír la historia, Reiko volteo a ver al cielo, para mirar a Sirius desde ahí. Después de un rato, volteo a ver a Touya, con una mirada cargada de preocupación.
—Tú nunca me dejarás, ¿verdad Touya? Eres muy luna, y no sé qué haría sin ti.—aquella mirada de la menor hizo que el corazón de Touya temblará debido a la intensidad de esta.
El mayor se apartó de la ventana, fijando su atención solamente en Reiko. En los orbes color zafiro del joven solo se podía divisar una cosa, y eso era el amor. Un amor desbordante que se reflejaba en sus ojos, un amor que prometía muchas cosas, y eso hizo que el corazón de Reiko comenzará a latir con fuerza. El mayor se acercó un poco más, colocando su diestra en la mejilla de Reiko, acariciándola con suma delicadeza, como si la menor fuera una muñeca de porcelana. La miró directamente a los ojos, suavizando su mirada al verla.
—Nunca me alejaría de ti, mi querida estrellita. La luna era algo cruel al dejar a Sirius a mi parecer. Debía llevar a Sirius con ella, así estarían todo el tiempo juntos. No es justo que la luna haga sufrir a su estrellita.—con algo de nervios, el mayor se inclinó un poco hacia delante, acortando la distancia entre él y Reiko. La respiración de Reiko se entrecorta ante tal acto, sintiéndose nerviosa por el siguiente movimiento de Touya.—Yo nunca te lastimaría, mi amada estrellita. Eres…lo que más quiero en este mundo.—dicho esto, el mayor término de acortar la distancia entre ellos dos, plasmando sus labios contra los de Reiko. Ambos se fundieron en un beso dulce y tierno, tan inocente como lo refleja su amor. No movieron sus labios, simplemente se mantuvieron unidos por unos segundos, segundos que se sintieron como horas, años y siglos. El corazón de ambos latía al unísono, y el silencio los envolvía en un ambiente romántico, en donde se escuchaba solamente sus respiraciones mezclándose entre sí.
Al separarse, lo primero que vio Touya fue el rostro sonrojado de Reiko acompañado de una mirada llena de amor y nervios. La menor sentía una mezcla de diversos sentimientos, los cuales no sabía cómo describir. Había sido su primer beso, uno tan inocente y lleno de nervios como tanto lo soñó.
Touya, por otro lado, no dejaba de verla a los ojos y admirar cada facción de su rostro. La miraba como si fuera lo más bonito del mundo. Su corazón latía, amenazando con salir de su pecho. Esa era la forma en la que Touya sellaba la promesa de nunca irse de su lado.
Sus brazos envolvieron a Reiko en un abrazo, una muestra de su gran afecto. Lo único que la menor logró hacer fue esconder su rostro en el cuello del mayor debido al nerviosismo que experimentaba en ese momento. El mayor enredo sus dedos en la cabellera de su amada, acariciándolos con ternura y cuidado.
Esa fue la noche que quedaría marcada en sus memorias tal tatuaje en la piel. Esa noche fue en la que Touya fue sincero con sus sentimientos, y a pesar de no haberlos expresado, los demostró con un beso cargado de todos sus sentimientos que ha retenido durante mucho tiempo. Nunca fue bueno con más palabras, pero desde ese día iba a tratar de mejorar para poder expresar todos sus sentimientos a Reiko. Mientras trabaja en eso, va a demostrarle su amor a Reiko por medio de muestras de afecto tan sinceras, bonitas e inocentes.
❝The look of love, the rush of blood. The 'she is with me' is the gallic shrug.❞
Les traigo el cap de San Valentin antes de San Valentin ajdjks. No he actualizado en un mes debido a que estábamos a la vuelta de la esquina con los exámenes, pero ya los rendí. Al fin termine el capitulo y quede muy satisfecha, y espero que ustedes también. Se les quiere mucho. No se les olvide votar y comentar <3.
PD: Reiya canon.
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