Capítulo 21. Interrogatorio


Querido diario....

Hermanos enemistados, vampiros, muerte, agonía, miedo, caos... Todo eso ya es terrible y horripilante. El solo hecho de que los vampiros sean reales es ya toda una locura, pero, de acuerdo con Damon y Stefan, los hermanos vampiros cabe resaltar, afirman que no solo soy una bruja, sino una bruja que se considera un mito para las propias criaturas sobrenaturales.

Leerlo, pensar eso solamente suena estúpido. Llegaría a pensar que he perdido la cordura, pero sé perfectamente que ellos dicen la verdad. Hay algo malo en mí, y si bien mi objetivo central de llegar a Mystic Falls era tener una vida tranquila, aquella idea acaba de morir anoche junto a Vicki. Mi vida jamás volverá a ser la de una adolescente normal sana o enferma de leucemia. Estoy condenada a luchar contra la verdad y morir en el intento (o peor, matar a alguien) o rendirme ante ella. Y honestamente ya no quiero pensar. Solo quiero descubrir que soy, y si este poder que hay en mi tiene antecedentes.

Damon insinuó que no soy la primera bruja caótica. Tal vez existió otra bruja y de ser así debo encontrar su historia y aprender de ella. Debo aprender a controlar este poder antes de lastimar a alguien más.



Cora pestañeó cuando la luz del sol se coló por la ventana de su habitación y con un suspiro cerró las cortinas. Ya había amanecido, y no había conseguido dormir en absoluto. ¿Cómo hacerlo cuando sabía que había un cuerpo desaparecido al cual jamás se le daría la debida sepultura como muestra de afecto y respeto? ¿Cómo dormir cuando Matt Donovan nunca más vería a su hermana porque ésta estaba muerta?

Cerró su diario y acercó sus piernas hacia su pecho hasta apoyar su mentón en sus rodillas. La noche de Halloween se sentía como un mal sueño. Su celular no había dejado de sonar con mensajes por parte de Ava, Bonnie y el propio Stefan preguntando si se encontraba bien. No respondió a ninguno de ellos, pues no sabía que decir. Ava preguntaba si estaba bien, y si sabía algo acerca de Vicki, Bonnie igual, solo que también le decía que cuando lo deseara podía buscarla. Aquello sorprendió a Cora, pero no propinó respuesta alguna. Su cabeza no podía pensar en nada más salvo en Damon volando por aquella puerta y en la piel de Vicki tornándose gris.

Solo deseaba desaparecer. Irse a alguna parte del bosque, perderse y gritar a los cuatro vientos. Se sentía atrapada en su casa, en ese pueblo, pero, sobre todo, se sentía esclava de su propia mente, en la cual ya ni siquiera sabía si podía confiar. Quería creer que eso sucedía cuando las personas descubrían que se ven arrastradas al mundo sobrenatural y ya no pueden volver a la vida ordinaria a menos que quieran morir o condenar a sus seres queridos.

—Veo que no soy el único atormentado.

Cora alzó su mirada y le dedicó una amarga sonrisa a su amigo pelirrojo, quién acababa de salir de su baño envuelto en una toalla.

—Necesito anestesia para dormir esta noche, porque de otro modo creo que viviré una noche semejante a ésta.

—Ni me lo digas. Ni siquiera sé con qué cara volveré a casa—resopló—. Por cierto, nuevamente te agradezco por dejarme estar aquí. Yo...

—Oye—interrumpió ella, dedicándole su mejor sonrisa dadas las circunstancias—, estamos juntos en esto ¿Recuerdas?

Cedric asintió con una débil sonrisa y se dispuso a vestirse.

Después de dejar la casa de Elena, Cedric le había contestado a Cora que no dormiría en su casa porque no estaba capacitado para encarar a sus padres o a su prima, por lo que dormiría en la iglesia. No obstante, Cora inmediatamente reprochó aquello y lo invitó, o más bien obligó, a pasar la noche juntos como una pijamada. Él durmió en el suelo, o más bien intentó dormir, pero pronto los dos se encontraron despiertos a las tres de la madrugada y desde entonces se vieron incapaces de cerrar los ojos, pues todo lo que veían eran sucesos de aquella noche macabra.

Cora se había duchado a primera hora, sabiendo que sus padres dormían profundamente, y después le cedió el baño a Cedric para aparentar ante sus padres que era ella la que se estaba duchando. Ninguno de los dos tenía idea alguna que él pelirrojo había pasado la noche en la habitación de su hija. De hacerlo André lo perseguiría con un bat, y Lydia le apuntaría con su arma.

Todavía no resolvían el cómo saldría de ahí, pero hasta el momento no había gritos, por lo que se daban por satisfechos.

—Aun no puedo creer lo que hice. —susurró él tras ponerse ropa interior y un pantalón que Cora consiguió de la ropa sucia de su padre. Después se preocuparía de cómo explicar la ausencia de dicha prenda.

—Lo que Damon nos obligó a hacer—espetó ella—. No puedo creer que lo estemos cubriendo. Deberían dispararle con estacas hasta perforar su pecho.

—Hablando del diablo ¿Sabes qué es de él?

—No. Solo sé que nosotros iremos a testificar, y él estará escondido en algún lugar mientras se divierte con nuestra desgracia—bufó—. Te juro que si no fuera por Stefan, Damon Salvatore sería hombre muerto.

—Bueno, me gusta creer en el karma—musitó él—. Dejemos que la suerte decida.

—La suerte se ha tardado.

Cedric terminó de ponerse una sudadera que habían tomado prestada del ático de las cosas viejas que guardaban los padres de la rubia, y le dedicó una mirada inquisitiva a su amiga ojiazul.

—Cora—llamó—. ¿Está todo bien? Digo, lo de anoche tal vez jamás me dejará descansar en paz ni en la tumba, pero noto cierta ira de tu parte hacia Damon. Es un bastardo, pero ¿Acaso es personal?

Cora tragó en seco. Aún no le había dicho que era una bruja caótica, y dadas la situación, dudaba que el pelirrojo deseara saber que su amiga era una bruja que sacaba a flote sus poderes con emociones caóticas cómo el miedo o la ira. Además, si, ella tenía asuntos personales con Damon, pero iban más allá de lo que él sabía por el momento.

—Casi me mata, Cedric. Claro que es personal. —siseó.

Cedric alzó sus cejas, sin embargo, no pudo añadir nada más ya que en ese momento sonó su celular, el cual descansaba en el librero de Cora. Tomó el dispositivo y exhaló.

—Es Elena—dijo—. Está llegando a la estación. Y la sheriff Forbes nos espera también a nosotros.

Cora hizo una mueca. A primera hora del día Elena les había mandado un mensaje diciéndoles que ellos tres, junto a Stefan, Matt y Jeremy, habían sido convocados a la estación de policía cuando Matt levantó a la media noche el reporte de la desaparición de su hermana. Y ellos, al ser las últimas personas en estar con ella de acuerdo con testigos de la fiesta, debían responder algunas preguntas.

—¿Que diremos?—preguntó ella en voz baja.

—No lo sé. Creo que lo pensaremos sobre la marcha.

Cora se mordió el labio. Era la hija de una policía e iba a mentir. Independiente de ser una bruja, tenía más que asegurado su lugar en el infierno. En menos de una semana se había convertido en una persona que ya no reconocía, y le asustaba descubrir en que se podía estar convirtiendo.

No obstante, la rubia pronto se vio envuelta en otro problema que era imperativo resolver, pues en ese momento escuchó las pisadas de su padre subiendo las escaleras. La joven Beckham se incorporó rápidamente y lanzó su diario hacia su cama para así volverse hacia el pelirrojo.

—Mi padre viene subiendo ahora mismo—dijo, presa del pánico—. No puede verte aquí.

Cedric, quién estaba igual o más asustado que ella, recogió su celular y metió bajo la cama de Cora su disfraz de Halloween e hizo ademán de esconderse en el cuarto de baño. Sin embargo, cuando las pisadas se volvieron más cercanas, Cedric se giró abruptamente y sin darle tiempo de reaccionar a la rubia se abalanzó sobre la ventana, la abrió, y saltó por ella.

Los ojos azules de Cora se abrieron como platos al ver cómo Cedric se había alcanzado a sujetar de la rama del árbol que daba a su ventana, y, entre jadeos, se movió por las ramas hasta deslizarse por el tronco y caer de bruces al césped.

La rubia se acercó a la ventana para asegurarse de que siguiera vivo, o al menos que diera señales de que mantenía sus costillas enteras. Pero en lugar de preguntarle por su estado, tuvo que cerrar su ventana y se aproximó a su librero para sacar el primer libro que su mano encontró en el momento preciso que la puerta se abría y a su habitación ingresaba André, totalmente ajeno a lo que acababa de pasar en dicha estancia y en el patio de su casa.

—Cariño, hola. —saludó él con una cálida y paternal sonrisa. Cora le devolvió el gesto con sus labios temblorosos.

—Hola, papá.

—Escucha, tu mamá llamó hace una hora. Me informó que Vicki Donovan ha desaparecido y la sheriff Forbes desea interrogar a su hermano, así como a algunos chicos que fueron vistos con ella anoche en la fiesta de la escuela—carraspeó—. Me temo que unos compañeros te vieron buscándola con Cedric y Elena, y también te llamaron para testificar. Será algo breve—aseguró, en un intento de calmarla—. Liz solo quiere cubrir todas las bases, saber por qué desapareció. No eres sospechosa, solo ayudarías a la investigación.

Cora tragó en seco. Su padre no tenía idea de lo que decía. Más que ser sospechosa, más que ocultar la verdad, ella había presenciado el asesinato de Vicki, y no podía decir nada. Tal vez nunca lo haría. Sería un secreto que se llevaría pronto a la tumba.

No obstante, se obligó a asentir y esbozar una débil sonrisa, la cual su papá interpretó como temor por ser interrogada, pues nunca antes había vivido algo así, y ningún padre deseaba que su hija pasara por dicha experiencia.

—Claro. Cedric y Elena ya me tienen al tanto de ello—dijo con voz ronca—. De hecho, Cedric se ofreció en acompañarme. Vendrá por mí.

—Oh—alzó sus cejas y se cruzó de brazos, mirando receloso a su hija como todo padre celoso y protector—. ¿Y cuándo estará aquí?

Cómo si hubiera sido ensayado, el timbre sonó en ese preciso instante, y la sonrisa nerviosa de Cora se ensanchó, quién imploraba en silencio porque Cedric no anduviera cojeando o con hojas de árbol en su cabello que delatasen lo que acababa de suceder hace menos de dos minutos.

—Justo ahora.

Cora jamás había estado en una estación de policía, ni siquiera en Chicago, pues su mamá siempre procuró mantenerla alejada de un entorno pesado como lo era aquel sitio. Sin embargo, la estación de Mystic Falls era más pequeña de lo que imaginó.

Cuando Cora llegó junto a su padre y Cedric, quien de milagro caminaba sin quejarse por la caída de casi tres metros que sufrió esa mañana, fueron abordados por un oficial que guió a los adolescentes por el estrecho pasillo, dejando afuera a André junto a Jenna. Cora había deseado quedarse a platicar con la tía de Elena, pero solo pudo sonreírle y saludarla con un gesto de mano.

Stefan y Matt habían sido los primeros en ser interrogados, de eso se pudo percatar Cora ya que ambos chicos salían de dos de las oficinas para darles lugar a Elena y Cedric, quien fue inmediatamente convocado por Lydia.

—¿Mi mamá también lleva el caso?—le preguntó la rubia en voz ahogada a Stefan, quien había sido interrogado por la susodicha.

—Aparentemente. Pero no te preocupes, el protocolo dictamina que no puede interrogarte por cuestiones personales—dijo, en un intento de tranquilizarla—. Eres su hija, así que sería imparcial.

Pero esto no hizo sentir mejor a la joven Beckham, quien aguardó en silencio en el pasillo junto a Jeremy a la espera de sus respectivos turnos. Se sentía más nerviosa que cuando fue a sus primeros tratamientos para la leucemia en Chicago. Tal vez porque estaba por mentirle a la autoridad, o porque era una bruja caótica. No sabía con claridad que era lo que la estaba haciendo sentir un manojo de nervios; de lo único que estaba segura era de que Vicki estaba muerta, y estaba por esconder los sucesos de su muerte. Solo esperaba que Cedric superase aquello pronto. No se veía bien, pero, claro ¿Cómo juzgarlo? Ella no sabía lo que era asesinar a alguien, y esperaba nunca hacerlo.

Miró de reojo a Jeremy, quien sorpresivamente estaba calmado leyendo una historieta. Cora sonrió de lado. Ojalá ellos también pudieran olvidar como el joven castaño los horrorosos sucesos de la noche anterior. Sería tan fácil, pero también sería deshonrar la memoria de Vicki. Cora tal vez no la conocía, pero creía en la justicia, y ella se encargaría de que la muerte de una inocente no fuese en vano.

Los juegos macabros de Damon llegarían a su fin.

Sacándola de sus pensamientos turbulentos, Elena tocó suavemente su hombro y fue cuando la rubia se percató de que era su turno de ser interrogada. Tragó saliva, y sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia la puerta que permanecía cerrada, donde aún seguía Cedric respondiendo a las preguntas de Lydia.

Exhaló. Ahora mismo no debía preocuparse por su amigo o por lo que Elena dijo, debía concentrarse en qué diría y cómo lo haría para acabar con eso de una vez por todas.

Asintiendo con su cabeza a Elena, la rubia se puso de pie e ingresó a la oficina de la sheriff Elizabeth Forbes, cerrando tras de sí la puerta.

—Hola, Cora—saludó la mujer con una cortés sonrisa, indicándole con su mano que tomase asiento frente al escritorio—. Lamento que debamos conocernos bajo estas circunstancias. Por favor, toma asiento.

La ojiazul hizo lo que le pedía, y posó su mirada momentáneamente en el rostro de la mujer. Podía ver el parecido entre madre e hija. Ciertamente Caroline había heredado sus ojos, tenían la misma mirada determinante, pero fuera de eso, Cora suponía que la joven Forbes debía parecerse más a su padre.

—De acuerdo con testigos de la fiesta, y la testificación de Matt Donovan, tú estuviste con Vicki en algunas ocasiones antes de su desaparición ¿Es correcto?—dijo, iniciando con el procedimiento del interrogatorio.

—Así es.

—¿Qué hacías en la casa de los Gilbert aquel día que Vicki desapareció?

—Estaba con Stefan—respondió—. Elena nos llamó diciendo que Vicki estaba ahí, así que fuimos a ayudar.

—¿Por qué Elena les pediría ayuda a ustedes?

—Bueno, no a mi exactamente—exhaló—. Ese día Stefan me había llevado a pasear por el pueblo. Quería enseñarme algunos lugares. Recibió la llamada de Elena y yo insistí en acompañarlo. Aparentemente Stefan quería ayudar a Vicki porque sabía que ella y Jeremy salían, y Elena le comentó que le preocupaba porque Vicki consumía drogas. Stefan tenía experiencia con ello por un amigo suyo que desafortunadamente murió por eso, y quería brindarle a Vicki la ayuda que no pudo darle a su amigo. O al menos eso fue lo que él me dijo cuando le pedí detalles.

—¿Y en la fiesta?

—Yo estaba con Cedric. Stefan y Elena me buscaron ya que sabían que yo estaba al tanto de la situación de Vicki. Elena nos dijo que había visto a Vicki, y Jeremy la había seguido. Nos separamos para buscarlos, y Cedric también se ofreció en ayudar. Sin embargo, no había rastro de ella. Jeremy estaba solo, y dijo que notó extraña a Vicki antes de perderla en la multitud. No supimos nada más de ella. Fue como si solo desapareciera.

—¿Cómo describirías su comportamiento en los últimos días que la llegaste a ver?

—Estaba extraña. Era como si se hubiera drogado. Se encontraba errática en la casa de Elena antes de echar a correr por la puerta.

—¿Presentó alguna señal de agresión o violencia?

El recuerdo de ser lanzada por los aires asaltó su memoria, junto a los gritos de Elena cuando Vicki bebió salvajemente de su sangre. Se obligó a sí misma en fruncir su ceño y pestañear.

—No.

—Y ¿Tú crees que Vicki se fue del pueblo?

—Si.

—¿Algún fundamento para creer esto?

—Había un chico en la fiesta—dijo abruptamente, sorprendiéndose a sí misma, así como a la sheriff Forbes—. Estaba en el estacionamiento, pero no pude ver bien su rostro, llevaba un antifaz negro y vestía de cuero. Si me pregunta, creo que él se la llevó. Tal vez es quien le vendía la droga. Esto último solo es una conjetura—aclaró con torpeza—, pero él estaba aislado de todos, y lo vi antes de saber por Jeremy que Vicki ya no estaba.

La sheriff alzó sus cejas, más apuntó esto en una hoja que tenía a la mano.

—¿Viste si había un auto cercas de él?

—No. Estaba cercas de las puertas de la escuela, pero no hablaba con nadie, y se mantenía oculto entre las sombras—se encogió de hombros—. Tal vez estoy equivocada.

—Tal vez—dijo la sheriff antes de sonreírle con gentileza—. Pero dado que tu mamá es policía, no me extraña que tengas su instinto. Gracias, Cora. Hemos terminado. Y si crees recordar algo más no dudes en venir a buscarme o comentárselo a tu madre.

—Por supuesto.

Sin necesidad de añadir más, Cora se levantó de la silla y abandonó la habitación, caminando por el estrecho pasillo hasta casi abalanzarse sobre la puerta de la comisaría e inhalar el aire puro y fresco matutino, embriagándose del aroma de la tierra, el polen y césped.

No podía creer lo que dijo. En el nombre del cielo ¿Por qué hizo eso? Fue un impulso, pero cuando menos lo esperaba se encontró a sí misma entregándole una pista a la sheriff para atrapar a Damon. ¿Es que acababa de perder la cabeza? Si Damon caía, Stefan también lo haría. Y con ellos iría Cedric por ser el que mató a Vicki cómo vampira, y ella misma también por ser una bruja.

Cerró sus párpados con fuerza, y sintió como la corriente de aire cambiaba de rumbo, aumentando la velocidad del viento hasta que su cabello se despeinó y las hojas caídas de los árboles revolotearon sin orden alguno como espirales en el aire. De acuerdo con Cedric, las familias fundadoras sabían de la existencia del mundo sobrenatural, incluyendo a la sheriff Forbes. Si ella atrapaba a Damon, lo mataría, así como a Stefan, y a ella. Tal vez encarcelaría a Cedric, o posiblemente abogarían por él al haber matado a una vampira. ¿Por qué permitió que su ira hacia Damon la cegara de ese modo? No pensó que al dejarle un rastro a Elizabeth Forbes atraparía a más de una criatura sobrenatural.

Todo eso era demasiado. Solo quería gritar tan fuerte hasta perder su voz. Quería...

—Cora.

La suave y reconfortante mano de Stefan se posó sobre sus brazos cruzados, haciendo que la rubia abriera sus párpados y se encontrase con los ojos verdes de Stefan, quién la miraba preocupado. Sin embargo, la preocupación se disipó en cuanto sus ojos se encontraron con los de Cora, y a su mirada vino la sorpresa y miedo. No obstante, no llegó a retroceder o a soltarla.

Stefan tragó en seco, más no dijo nada.

—Cálmate—susurró—. Estas alterando el clima.

—¿Qué?

La joven Beckham alzó entonces su mirada al cielo, y vio como varias nubes grises y densas habían cubierto el cielo que hace menos de un minuto había estado despejado y con un cálido sol, provocando que un ventarrón se soltase y tomase desprevenidas a todas las personas que caminaban por ahí.

—Por dios—jadeó—. Yo no...

—Oye—Stefan la tomó con delicadeza por los hombros, trazando círculos con sus pulgares sobre sus hombros que estaban cubiertos por una chaqueta azul eléctrico—. Está bien. Todas las brujas están conectadas con la naturaleza, pero en tu caso el vínculo es más fuerte, especialmente con las emociones caóticas cómo el miedo e ira. Solo debes concéntrate en algo más grato.

Cora intentó relajarse, pero solo podía escuchar las voces de los transeúntes preguntándose entre ellos el cambio radical del clima en cuestión de segundos, e incluso algunos ya estaban culpando al cometa que había pasado hace días.

Sintiendo la angustia de la rubia, Stefan la tomó de los brazos y la obligó a descruzarlos para así sujetar sus manos y conectar con su mirada.

—Puedes hacerlo. —alentó él en voz baja, pero confiando plenamente en ella.

Cora se concentró entonces en su mirada esmeralda. Aquellos ojos que escondían misterio, dolor del pasado, pero en medio de aquel caos y oscuridad había un destello que emanaba paz y seguridad, y aquello buscaba transmitirle él a ella para calmar sus emociones caóticas.

Cora se preguntaba cómo es que un par de ojos verdes podía albergar misterio y serenidad simultáneamente, y como sería retratarlo en un lienzo. No importaba que técnicas y paleta de colores usara, jamás podría plasmar los ojos de Stefan Salvatore y mostrarle al mundo lo que ella veía, y como era verse a sí misma reflejada en aquellos ojos.

Sintiendo como la calma llegaba a ella, Cora se atrevió en alzar la mirada cuando se percató de cómo una luz dorada iluminaba el cabello castaño de Stefan, y descubrió que las nubes grises se habían ido y el sol volvía a estar en lo más alto del cielo azul.

Una sonrisa de alivió cruzó momentáneamente por su semblante antes de aferrarse con fuerza a las manos de Stefan y mirarlo angustiada.

—No puedo vivir así, Stefan—dijo en voz baja, intentando controlar sus pensamientos y emociones—. Encadenar todo, vivir en una mentira—negó con la cabeza para así suspirar en modo de resignación y frustración—. Pero tampoco puedo estar lejos de ti—reconoció, sin apartar un solo instante sus ojos de los suyos, sosteniendo sus manos entre las suyas—. No podría aunque quisiera por muchas razones, entre las cuales destaca el hecho de que soy peligrosa para mi familia. Puedo soportar hacerle daño a tu hermano, pero si hago lo mismo con mis padres, o llego a crear un desastre natural, jamás me lo perdonaré.

—Cora, me encantaría ayudarte, pero inclusive yo desconozco lo que es la magia caótica—dijo—. Para Damon y para mí solo han sido mitos, nunca hemos conocido a una en persona o visto de primera mano lo que pueden hacer. Solo sabemos esto por historias.

—Pero alguien debe saberlo. No puedo desatar el caos en Mystic Falls. No puedo dejar que lo que acabo de hacer se repita.

—Escucha—dijo, y Cora se percató de cómo una chispa iluminaba los ojos de Stefan cuando éste tuvo una idea—, puede ser que haya alguien que conozca más acerca de la magia caótica. Le preguntaré, y si llega a saber algo te buscaré.

—De acuerdo. —era mejor que no saber nada.

—Sé que todo esto es mucho por si solo.

—Es demasiado—asintió con una sonrisa amarga—. Pero no puedo huir de esto. Solo necesito tiempo para meditarlo y asimilar que lo que vivo es mi nueva realidad.

—Lo siento—dijo él entonces, y la aflicción cómo el arrepentimiento llegó a sus ojos verdes, nublado así su mirada—. Jamás pretendí que tú y los demás se vieran involucrados en mi guerra con Damon. Nunca debí regresar.

—Aunque así fuera, yo estaría sola con esta magia—dijo para así encogerse de hombros—. De no ser Damon, alguien más, tal vez Lockwood, habrían llegado a provocarme y hacer que esta magia caótica despertase. Y estaría sola y completamente confundida—chasqueó la lengua—. Y si alguien debe disculparse por el dolor y las muertes es Damon. Tú eres el principal afectado en todo esto, y tampoco estás solo. Ya no más—sonrió—. Ahora estoy involucrada en esto, y como tú me ayudas a controlar mis poderes, es justo que yo te ayude a lidiar con tu psicótico hermano y los cazadores de vampiros de Mystic Falls.

Stefan esbozó una sonrisa, y sus ojos pronto se volvieron un poema que solo Cora fue capaz de leer, y era el más hermoso que ella hubiera visto. Dolor, melancolía, amor, esperanza, temor; Stefan había vivido mucho tiempo aislado del mundo, y ahora aquella chica rubia de ojos azules llegaba de sorpresa a su vida, y en lugar de huir despavorida se queda a su lado sin importar que tan mal se viera el panorama. No había palabras que pudieran expresar lo que él sentía, y a decir verdad no era necesario que hablara.

—Cora—escuchó la voz de André a sus espaldas, obligándola así a soltar las manos de Stefan y girar sobre sus talones para encontrarse de frente con sus padres. No tenía idea en qué momento habían dejado entrar a su padre, tal vez mientras la interrogaban a ella—. Tu mamá nos llevará a casa en la patrulla, y ya le ofreció a Cedric también llevarlo a su casa.

Fue solo entonces cuando la joven rubia se volvió hacia el pie de las escaleras de la comisaría para encontrarse con el pelirrojo, quién hablaba acaloradamente por celular.

—Mamá, no es necesario que llames a nadie. No soy sospechoso, solo me llamaron para buscar respuestas acerca de Vicki. Pasé la noche con Matt. ¿Sabes qué? No es necesario, estaré ahí en unos minutos.

Cora se mordió el labio inferior e intercambió una mirada con Stefan. Cedric estaba alterado por la muerte de Vicki, y cuando la culpa y la tristeza se disipaban, el enojo se abría paso. Sería muy difícil para el chico Williams superar aquel suceso, y Cora solo podía esperar que con el paso del tiempo lograse seguir con su vida lo más normalmente posible. No se había cumplido ni siquiera veinticuatro horas desde la muerte de Vicki, por lo que era normal y comprensible que él siguiera afectado.

—Claro, ya los alcanzo. —dijo ella con una sonrisa nerviosa, mirando entonces a su mamá, buscando la alianza secreta que casi siempre existía entre madre e hija. Lydia primero se mostró titubeante y recelosa por dejarla sola con Stefan, pero a los pocos segundos suspiró y tomó del brazo a su esposo para así asentir y despedirse cortésmente de Stefan, dejando a los dos chicos a solas.

—¿Que harás hasta entonces?—le preguntó él, curioso por las acciones que llevaría a cabo la joven Beckham.

—Bueno, intentaré averiguar qué piensa mi mamá de todo esto—respondió con una sonrisa seca—. Y creo que descansaré un poco. Tal vez leeré y veré alguna película en casa ¿Qué hay de ti?

—Alguien debe mantener a raya a Damon—chasqueó la lengua, y Cora alzó sus cejas. Más que su hermano menor Stefan se comportaba como un niñero hacia Damon—. Y como dije, buscaré algo referente a las brujas caóticas.

—En verdad apreciaría eso. —musitó.

—Cualquier cosa, no dudes en llamarme.

—Puedo decirte lo mismo. —dijo ella con una media sonrisa, rozando sus dedos con los suyos antes de dar media vuelta y alejarse por los escalones hasta reunirse con Cedric, quién la esperaba a una distancia prudente para darle intimidad con Stefan.

—¿Todo en orden?—inquirió Cedric, dirigiéndose junto a la rubia hacia la patrulla donde los esperaban los padres ésta.

—Si. Solo quería saber cómo estaba él—metió sus manos a los bolsillos de su chaqueta y frunció su ceño—. ¿Qué pasó con Elena y Jeremy?

—Se fueron antes de que tú salieras—dijo él—. Elena estaba cansada, y Jeremy se veía deseoso por irse de aquí.

—Ya veo—murmuró—. Y ¿Tú estarás bien?

Cedric se detuvo junto al hidrante de la acera donde estaban caminando, y Cora imitó su acción, posicionándose frente suyo para así mirarlo a los ojos. El pelirrojo balbuceó algunas incoherencias, reflejando así su tormento y dilema interno para solo después exhalar y encogerse de hombros.

—Lo estaré. Necesito procesar todo esto para saber que haré el lunes en clase.

—Bien.

—Supongo que era cuestión de tiempo ¿No? Solo desearía que no hubiera sido Vicki.

—Todos desearíamos cambiar muchas cosas, Cedric. Fue una noche de terror para todos nosotros.

—Lo sé—suspiró—. ¿Qué haremos, Cora? ¿Esto en verdad se acaba de convertir en algo de nuestra nueva normalidad?

—Me gustaría decirte que no, pero creo que tú ya sabes la respuesta. —dijo en voz baja, casi en un susurro.

Cedric relamió sus labios y cerro sus ojos con pesar para después abrirlos y contemplar el cielo azul claro y despejado que se cernía sobre sus cabezas.

—Nada volverá a ser como antes. —dijo con voz sombría, a lo cual Cora confirmó esto con un asentamiento de cabeza. La noche de Halloween selló sus destinos para siempre y ya no había marcha atrás. Tenían que aceptar esa nueva vida y sobrellevar todo lo que conllevaría. De ellos dependía con que actitud lo afrontarían. Necesitaban tiempo para ello, pero tal vez el tiempo era lo último que tendrían a su alcance.


La patrulla se detuvo frente a la biblioteca, y Lydia, quién solo tenía el pie sobre el pedal del freno sin llegar en aparcar el vehículo completamente, giró sobre su asiento y miró desconcertada a su hija, quién iba en el asiento trasero.

—¿Estás segura de que no quieres que te esperemos aquí afuera?—volvió a preguntar por cuarta vez desde que habían dejado a Cedric en su casa, y eso había sido hace tan solo seis minutos.

—Segura—afirmó con voz cansina. Su madre en serio podía ser ridículamente protectora—. Necesito buscar algo para la escuela—resopló—. Descuida, volveré a casa rápido, y siempre puedes llamarme al celular.

—No has desayunado nada, según me dijo tu padre. Y ¿siquiera tomaste tu medicamento?—interrogó.

—Si—claro que no, no lo haría con Cedric ahí en su habitación, pero ellos no tenían por qué saber eso—. Después de buscar lo que necesito desayunaré en el Grill ¿De acuerdo?

—Está bien—consintió André antes de que Lydia pudiera decir algo al respecto—. Solo no tardes más de tres horas, por favor.

—Gracias. —dijo ella, sonriéndole abiertamente a su papá para así saltar fuera de la patrulla antes de que su mamá sacase algún argumento para ponerle un chip en su cabeza o contratar un guardaespaldas.

Cora escuchó como el vehículo se alejaba tras suyo mientras avanzaba con paso cauto hacia la biblioteca del pueblo. Todo el Mystic Falls tenía un aspecto de ser atemporal. Si bien los diseños arquitectónicos remontaban de la época victoriana, tal vez mucho más atrás, había ciertos elementos más modernos como las puertas o elementos decorativos.

Al entrar por las pesadas puertas de madera color marrón, el aroma a papel y cuero desgastado inundó inmediatamente las fosas nasales de la joven, haciéndola sentir confortada.

El lugar no era tan grande como aparentaba ser por fuera, sin embargo, la falta de espacio era compensada por tener dos pisos y estanterías que median tres metros y medio, repletas de libros y papeles antiguos que permanecía enrollados.

La escalera de caracol que llevaba a la segunda planta estaba al final del amplio pasillo que era escoltado por estanterías. El techo estaba hecho de vitrales, dejando así entrar la cálida luz del sol al sitio, dándole un aspecto luminoso y de fantasía. Sentía que en cualquier momento aparecería una pequeña hada para guiarla por aquel sitio, y eso la hizo sonreír. Dado que ella misma era una bruja, aquello no le sorprendería en absoluto.

Los vitrales que conformaban el techo representaban elementos de la literatura clásica, desde un libro levitando con una pluma salpicando tinta en el libro, hasta los páramos de Cumbres Borrascosas con la silueta de una pareja caminando tomados del brazo. Era como un pequeño rincón del pueblo que ella misma no sabía que necesitaba encontrar, hasta ahora.

—Hermoso ¿Verdad?—escuchó una voz varonil detrás suyo que arrastraba un acento europeo que ya casi había olvidado, pero rehusaba a dejar su voz—. Los vitrales fueron construidos en 1934. La biblioteca estuvo cerrada por más de medio siglo por un terrible incidente, pero después reabrió sus puertas.

Cora dio media vuelta para encontrarse con un hombre alto de cabello castaño claro que era salpicado por la luz del sol, dándole así luces rojizas en su cabello y barba, realzando del mismo modo sus ojos azules celestes, casi grises. Vestía un pantalón de mezclilla con un suéter color chocolate y zapatos del mismo tono, llevando alrededor de su cuello una medalla religiosa. A simple vista aparentaba rondar entre los treinta o cuarenta años, no podía estar del todo segura.

—Mi ancestro fue el encargado de restaurar este lugar, en petición de su amada, quién era apasionada de la lectura—sonrió—. En Mystic Falls abundan muchas historias que a veces parece que salieron de las páginas de un libro—chasqueó la lengua y miró a la joven rubia que tenía ante él—. Pero no vienes aquí para escuchar esa clase de historia. ¿Qué necesitas?

Cora entonces creyó saber quién era el bibliotecario que tenía delante suyo. Era el tío lejano de Cedric, el bibliotecario y párroco de la iglesia de Mystic Falls.

—Esperaba encontrar algún libro que hable de las brujas que existieron en Mystic Falls—tragó saliva—. Específicamente Clarisse Hale.

Sabía que Stefan investigaría aquello, pero ella no podía quedarse en casa a esperar lo peor o lo mejor. Si había una manera de buscar información acerca de su magia, como su origen o como controlarlo, entonces lo haría. Además, era la biblioteca del pueblo, no una cueva en el bosque. En el peor de los casos el bibliotecario sería un vampiro. Pero lo dudaba bastante considerando que él no llevaba ninguna sortija, con la excepción de una sortija dónde estaba escrita una oración de la religión católica.

Robert Blossom enarcó sus cejas apenas escuchó aquel nombre, no obstante, su sorpresa rápidamente se disipó y asintió para sí mismo.

—déjame adivinar, mi primo político, Logan, te contó la historia ¿Me equivoco?

Los ojos de Cora se agrandaron y titubeó.

—¿Cómo lo...?

—Conozco lo suficiente a mi familia para saber cuándo alejarme de ellos—murmuró—. Soy servidor de Dios, pero eso no impide que yo mismo sienta exasperación e irritación hacia algún pariente mío y prefiera trazar mi distancia—exhaló—. Logan siempre se sintió atraído a esa historia y cada que puede la cuenta. Especialmente a los turistas o forasteros—entonces le sonrió afectuosamente—. Eres la hija de Lydia Shade. Es como ver su vivo retrato en ti, con la diferencia de que tienes los ojos de tu padre.

Cora esbozó una tímida sonrisa y como gesto nervioso pasó un mechón de su cabello rubio tras su oreja. Ella sabía que se parecía a su madre por la estatura, pero nunca pensó que era casi idéntica a ella. Tal vez porque se dejaba guiar demasiado por el color de cabello, pero viéndolo en retrospectiva, tenía muchas facciones de su madre, así como sus gestos y el modo en cómo se expresaba.

—Gracias—enarcó su ceja—. ¿Sabe? Conozco a su sobrino, Cedric. Pero creo que olvidó comentar que su familia es en verdad bastante numerosa. Solo dijo que las cenas de navidad son memorables y con mucha gente.

—No se equivoca—dijo con una pequeña y elegante risa—. Cedric es un buen muchacho, y es bueno saber que se abrió con más personas además de su familia. Él es mejor que sus padres, seguro—comentó para después sacudir su cabeza y extender su brazo izquierdo hacia al frente, esbozando una sonrisa—. No hay mucho acerca de Clarisse, pero lo poco que tenemos se encuentra arriba.

Siendo así, Cora avanzó hacia las escaleras con el bibliotecario Blossom siguiéndola de cercas, cediéndole el paso a ella.

—Tal vez me equivoque, pero esto parece que alguna vez fue una casa. —observó ella cuando llegaron a la segunda planta.

—No estás equivocada—dijo—. Thomas Fell transformó esta casa, que antes estaba abandonada, en la biblioteca del pueblo, pues solo había una pequeña librería. Sin embargo, después del incendio se fue con su hermano mellizo del pueblo, y jamás volvieron. No fue hasta que Richard Blossom restauró este sitio y desde entonces así se ha mantenido.

—Interesante. ¿Sabe? Mystic Falls tiene historias más interesantes que Chicago—comentó con una risa ahogada—. Para ser un pueblo pequeño y tranquilo muchas cosas han sucedido aquí.

—Bueno, muchos creen que esto es un lugar tranquilo, pero nunca lo fue—frunció su ceño—. El señor Tanner sabía de la historia de Mystic Falls lo que yo sé acerca de álgebra: absolutamente nada. Fue un buen hombre, no digo que no—añadió tranquilamente—, pero era joven, e ignorante. No tuvo la suerte de reunir más conocimiento en vida. Pobre hombre. —se lamentó.

Cora solo fue capaz de asentir, sin poder verse capaz de decirle que ella sabía cómo murió Tanner, y quién era su asesino.

El señor Blossom la llevó al final de uno de los pasillos y tomó de una de las estanterías un libro de encuadernación antigua color marrón con detalles verdes que simulaban ser raíces y hojas de árboles rodeando el libro.

—Mitos y leyendas de Mystic Falls—leyó él el título del libro en voz alta—. El autor se centra más en los hombres lobo y vampiros, pero hay un capítulo dedicado a Clarisse. De hecho, es el libro que cuenta con más información acerca de ella y lo que ocurrió en la hoguera aquella noche. ¿Te es útil?

Más que útil. Le sería de ayuda no solo para Clarisse, sino también para comprender el resto del mundo sobrenatural.

—Si, gracias—dijo ella con una sonrisa—. No tiene idea de cuánto significa esto para mí.

LUCIE HERONDALE SPACE
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Después de andar desaparecida cien años, de nuevo, por fin doy señales de humo y traigo este capítulo jajaja

Honestamente tenía pensado que fuera más largo éste capítulo, pero luego me di cuenta de que iba a estar demasiado saturado así que decidí dejarlo así.

Perdón por ausentarme bastante tiempo. La preparatoria me ha tenido secuestrada, y ya son mis últimos meses, por lo que tengo que revisar las carreras y elegir una, y no ha sido una decisión fácil. Sin mencionar que también estudio inglés y voy muy atrasada. Pero ya regresé, y como tendré unas semanas libres, tengo el propósito de avanzar varios capítulos a esta historia y darle mayor prioridad por encima de mis demás Fanfics.

No hay mucho que contar en este capítulo, con la excepción de que se introdujo a otro personaje que también cobrará relevancia más adelante ¿Para bien o para mal? No puedo decir eso aun. La diversión, el caos y el drama se desatarán en el siguiente capítulo, el cual espero traer para el próximo lunes.

Que tengan un excelente inicio de semana y nos leemos muy pronto ❤️



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