Capítulo 5
─ Realmente... te enfrentaste a madre. ¿Estás segura que seguimos con vida? ─ Kagura preguntó mientras veía el leve temblor en sus manos.
─ Dejame confirmar. ─ Kagome golpeó el brazo de la otra. Recibiendo el mismo golpe.
─ Si, seguimos con vida por desgracia.
─ Fue horrible. ─ Sango se detuvo. Llamando la atención de ellas. ─ ¿Esto es recurrente?
─ ¿Te refieres a nosotras? ¡Solo jugamos!
─ Me refería a ... Naraku y Kikyo.
─ ¿Nuestros padres? ─ Kagura alzó una ceja.
─ A eso me temo.
─ Bueno, es el pan de cada día cuando están existiendo en la misma habitación. ─ Kagome se encogió de hombros.
─ ¿Cómo pueden soportarlo?
Ambas se quedaron calladas. Era una muy buena pregunta.
─ De hecho, nosotras estamos obligadas a estar aquí. ─ Kagura habló. ─ Al menos tú hasta que llegue el día de tu boda y te vayas a vivir con los Jin.
─ ¡No me recuerdes tan desastroso futuro acontecimiento! ─ Kagome chilló, sin previo aviso, se abalanzó hacia Sango.
Si no fuera por sus buenos reflejos ella se hubiera caído de cara al suelo.
─ ¡¿Qué voy hacer el día que nos dejes?!
─ Ya quitate, estorbosa. ─ Kagura la regañó.
─ Esperen. ¿Yo no estoy comprometida o si?
─ ¡Si desgraciadamente!~
─ Olvidó eso también.
Kagome al darse cuenta soltó a su hermana mayor, se puso derecha, sorprendida por la noticia.
─ ¿Ya olvidaste al pavo real?
La cara de confusión de Sango respondió por sí sola a esa pregunta. Presuntamente su prometido al que acaban de apodar como el Pavo Real era lo suficientemente odiado para que la felicidad se pintara en el rostro de las dos. Especialmente Kagome.
─ ¡Es nuestra oportunidad de huir, cambiar nuestros nombres y comenzar una nueva vida lejos de aquí!
─ Ya quisiera. ─ respondió la menor.
─ Eh ─ Sango habló. ─ Me gustaría que me revelaran más detalles.
─ ¿Pará qué quieres acordarte de esa porquería?
─ Kagome, mide tu lenguaje, si nos oyen nos van a delatar.
─ ¡Deja que me castiguen a mi! A pesar de que pensamos igual.
─ ¿No me van a decir? ¿Qué clase de hermanas son ustedes?
Golpe bajo. Últimamente la dulce Jiang Sango estaba siendo cruel y malvada con sus seres queridos. Los corazones de Kagome y Kagura dieron un salto al oír esa pregunta, aunque Sango no quiso expresarse de mala manera.
Kagome puso sus dos manos dramáticamente sobre su pecho.
─ Dime que no vas a llorar. ─ Sango sintió un gran peso de culpa.
─ ¡Deja de exagerar! La amnesia de A-Li está empeorando. ─ Habló duramente Kagura. Luego se dirigió a la mayor ─ Mejor vayamos a tu habitación.
Una vez que cerraron la puerta, de la manga de la chica de vestimentas oscuras sacó un talismán y lo pegó a la puerta.
─ ¡Es un talismán silenciador! Nadie de afuera escuchará nuestra conversación. ─ explicó.
─ Creo seriamente que si su condición no mejora pronto, tendremos que comunicárselo a mis padres. ─ Kagura ya se había posicionado en la mesa junto a Sango.
─ Casualmente me gustaría que me aclararan ese asunto. Entonces ¿Naraku y Kikyo son ... nuestros padres? ¿Padres biológicos?
─ Hasta donde sé si. Pero solo nuestros. Esa de allá es adoptada. ─ respondió señalando a Kagome.
─ Jum, de hecho, no soy adoptada como tal. Es decir. ¡Soy la discípula principal de la secta! Oh, oh. ¿Tengo que contar mi historia de origen?
─ No.
─ Si. ─ respondió Sango.
─ Bueno, como ya dijimos, claramente el tio Jiang y Madam Kyo no son mis verdaderos padres. Alguna vez tuve padres. Mi padre era el asistente personal del tío Jiang. Es decir, del actual líder de secta Jiang Fengmian o Naraku, para simplificar. Mi madre solía ser una cultivadora errante, eso quiere decir que no pertenecía a ninguna secta. Ellos se enamoraron, decidieron recorrer el mundo juntos y se casaron. Hicieron el cuchi-cuchi ...
─ Pff. ─ Una risa casi escapa de los labios de Sango.
─ Por eso le dije que no.
─ y como resultado ¡Vine al mundo! ─ Kagome completó. ─ Lamentablemente un día los perdí. Yo era muy pequeña, apenas puedo recordar sus rostros. Pase mucho tiempo sola en las calles hasta que el Tío Jiang me encontró. ¡Y me trajo a vivir aquí!
─ No quiero recordar ese día.
─ ¡Pobre de mi! ¡Era una niña desamparada! ¡Tú querías alimentar a tu ejército de bestias conmigo!
─ ¿Bestias?
─ Oh. Claro, antes de que Kagome llegara a perturbar mi poca paz, yo solía tener gatos de mascota.
─ Con solo escuchar esa palabra me dan escalofríos. ─ la mencionada chilló. ─ Mi temor a esas criaturas se debe a que fui atacada por varios gatos en lo que duró mi estadía estadía las calles. ¡Un día casi perdí el ojo!
─ ¿Le tienes miedo a los gatos? ─ Sango no lo creyó al principio.
─ ¡No hables de ellos como si fueran tiernos y no lo son!
─ Esa vez padre insistió que debíamos compartir habitación, luego de enterarse de su fobia, yo debí decirles adiós a mis mascotas. ─ Kagura terminó el relato aún si no estaba segura de ser escuchada, rememorando tan amargo recuerdo.
─ Si pudiera superar mi miedo algun día, sabes que levantariamos la prohibición. ¡Ya sabes cuanto lo he intentado!
─ Eres una ridícula. ¡Te enfrentas con valentía a un monstruo araña que duplica tu tamaño cien veces y le temes al más simple y pequeño gatito! No tienes coherencia.
─ Si me dejan opinar, creo que todos tenemos un miedo y que no deberíamos juzgar a nadie por más grande o pequeño que sea. Por otro lado, realmente siento que es una lástima. ─ Con esto último recordó a Kirara.
Tan acostumbrada a sentir su pelaje bajo sus manos. A sus maullidos y ronroneos, aún si no era una gata normal. Pensó realmente que no podría presentar a Kirara con la nueva versión de Kagome aún si todavía no planeó como haría para regresar a su propio mundo.
Notó el rostro contorsionaso de Kagura, quizás sonó un poco dura con ella.
─ ¿Qué sucedió con ellos?
─ Padre los envío a vivir con un granjero, afuera de Yunmeng.
─ ¿Tenían nombres?
─ ... Wei Wuxian, si te llegas a reír, voy a romperte las piernas. ─ Kagura amenazó. ─ Eran tres, se llamaban Princesa, Jazmín y Amor.
─ Ah. Suenan tiernas a decir verdad.
─ Eran machos.
─ JAJAJA ─ Kagome estalló. ─ ¡Lo siento, pero tu también tienes la culpa! ¡Ay! ─ chilló por el los pellizco que recibió cuando Kagura se abalanzó encima.
Con ellas no se podía sostener por mucho tiempo una conversación seria, pero al menos parecía que se llevaban bien. Nunca había visto que dos señoritas llegarán a ese nivel. Cualquiera lo asociarla con dos muchachos.
─ Espera, espera. ─ Kagome pidió clemencia. ─ Shijie otra vez no está haciendo nada para separarnos.
Se tomaron el tiempo para volver acomodarse, aún si sus greñas eran un desastre.
─ Escucho.─ Sango dijo.
─ Eh, bueno, no se donde nos quedamos. ─ Kagome rascó su cabeza.
─ En la parte donde eres la razón por la cual mis padres discuten día y noche.
─ ¿Qué tiene que ver ella? ¿No me dijeron que era adoptada?
─ Bueno, en esa parte de la historia. Mi padre al parecer la trajo a vivir aquí sin consultarle a madre primero, para empezar. Solo que a lo largo de estos años parece ser la favorita. V
─ ¡Que no!
─ Aquí vamos de nuevo... ¿Por que te aferras a seguir negandolo?
─ Oh, creo que estoy entendiendo. ─ Sango habló ignorando la futura discusión. ─ ¿El problema es el favoritismo? Yo creí que esa mujer era gruñona y estaba siendo problemática sin razón. ¡Es horrible un padre que hace la diferencia a un hijo sobre los demás sin importar qué! ¿Es eso?
─ Va más o menos por ahí.
─ Nada que ver. ─ Kagome aseguró. ─ Solo me felicita como lo hace con el resto de los discípulos. Obtuviste muchos logros, completaste y liberarte cacerias nocturnas tu sola. ¡Él solo está dejando que forjes tu carácter!─ Se sentó a su lado y la tomó de sus hombros para ser escuchada─ ¡Eres su heredera! ¡Serás la líder de esta secta el día de mañana! Yo solo estaré ahí a tu lado como tu mano derecha.
─ ¿Eres la heredera? ─ la mayor la miró sorprendida.
─ Si, y no por gusto. Madre mantiene una vieja amistad con Madam Jin, en su juventud hicieron la promesa de comprometer a sus futuros hijos.
Por eso, cuando naciste supieron que harían esa promesa realidad, puesto que un tiempo después fueron bendecidos ─ a esa última palabra la dijo con sarcasmo ─ con su alteza Jin Miroku. Entonces, nuestros padres se vieron obligados a traer al mundo a un heredero para la secta. Esperaban un varón. Nací y ya era una decepción para ellos. ¿No es un récord? No quisieron arriesgarse a volver a intentarlo. Como ya estabas comprometida, no tuvieron otra opción que titularme como la heredera. ─ suspiró pesadamente al terminar.
Aunque Sango escuchó todo el relato, su corazón dio un salto al escuchar ese nombre. En este mundo estaba comprometida. Con nada más y nada menos que ... Miroku, si es que no oyó mal.
No pudo evitar sonrojarse.
En lo que duraba su viaje para derrotar a Naraku y reunir los fragmentos, no podía negar que en su corazón habían florecido ciertos sentimientos ante su compañero de viajes, su excelencia, el Monje Miroku. Su rostro sonriente se apodero de su cabeza. Él existía también en ese mundo. Ya ansiaba conocerlo. Aun si olvidó que las dos chicas habían insinuado mal de él.
─ ¡Ya sé lo que nos va animar! No tuvimos oportunidad de tocar nuestra comida. Así que ~
Ambas quedaron a la espera de la idea de la chica, aunque Kagome esperaba que Sango tomará la iniciativa.
─ ... No nos vendría mal unos calientes tazones de sopa.
─ ...
─ Kagome, creo que A-li no está condiciones. No recuerda ni siquiera nuestros nombres.
─ ¿Ah, se refieren a mi?
─ ¡Tu irreemplazable sopa de raíz de loto y costillas de cerdo alegraría nuestros corazones! ¡Lo juro!
─ Ah, si, esa sopa. ─ fingió recordar. Mala idea.
La peor idea de todas. Es que, no encontró otra salida. Tendría que convencerlos de no revelarles la verdad a esos maniaticos que tenian por padres que más que soluciones solo le darían más problemas.
Sango, la exterminadora de Demonios ha superado innumerables obstáculos y vencido a los más grandes monstruos. Quien diría que ahora, se hallaba en la situación más complicada de su vida; No saber la receta de la Sopa de Raíz De Loto y Costillas de Cerdo.
Estaba sola en la cocina, con los ingredientes a la mano. Si, sabía cocinar como toda persona normal y funcional deberia ser. El problema era no hacer lo que esperaban. Ser delatada. Maldición...
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─ Dejaré que te cambies tranquila.
─ A-Xian, no es buena idea que salgas así. Pones en juego tu reputación.
─ Pero si ya todo el mundo me vio así. No pasa nada ─ minimizó. ─ Además ¿porque me llamas A-Xian? Mi nombre es Kagome. Has estado diciendo cosas extrañas.
Ahí estaban, Kagome Higurashi, la joven reencarnación de Kikyo, la viajera del tiempo. Jiang Sango no sabía eso, tampoco se había percatado que posiblemente había cambiado de mundo con su contratarte.
Pensó en que quizás debía de dejar que su Kagome se saliera con la suya otra vez, después de todo, en sus propias palabras era un espíritu libre. Aun si todavía no estaba de acuerdo con esa vestimentas tan reveladoras.
No tuvo otra opción que vestirse con lo que le ofrecieron. Con la esperanza de salir y encontrar respuestas. Aunque lo único que encontraría fueran más preguntas que respuestas.
Se sentía tan diferente, al verse al espejo. Parecía otra persona y eso la hizo sospechar. Aun si su rostro era el mismo, veía en ellos los ojos el cansancio como si hubiera librado mil batallas y llorado por varias noches. Se sintió tan insegura sin el emblema de loto que la representase.
Tuvo que tomar coraje y verse lo más decente posible. Después de todo, ahí afuera tenía un mundo probablemente desconocido y a su futuro esposo esperando.
Vistiendo de manera tan humilde, se enderezó y camino digna, como pesaba todo el emblema de su secta. Sus padres sobre todo su madre no había criado a una mujer débil. Aunque ella eligiera el camino pacífico no quisiera decir que no fuera fuerte.
Con determinación deslizó la puerta de la habitación, la luz natural golpeó su cara. Sango busco con la mirada a su hermanita por ese pasillo. Al final de él, parecía ser la entrada a un salón. Caminó hacía él lugar luego de tomar aire.
No pudo dejar de contener ese mismo aire cuando todas las miradas fueron dirigidas a ella.
Tantos rostros desconocidos en ese salón comedor.
Hasta que encontró a lo que fuera el grupo que al menos reconocía. Kagome alzó su mano para ser notado.
─ ¡Por aquí!
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