𝟎𝟏| 𝐅𝐈𝐍𝐄 𝐋𝐈𝐍𝐄
𝐅𝐈𝐍𝐄 𝐋𝐈𝐍𝐄, 𝐞𝐥 𝐯𝐚𝐬𝐚𝐥𝐥𝐚𝐣𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝟐𝟓
𝙥𝙪𝙩 𝙖 𝙥𝙧𝙞𝙘𝙚 𝙤𝙣 𝙚𝙢𝙤𝙩𝙞𝙤𝙣, 𝙄'𝙢 𝙡𝙤𝙤𝙠𝙞𝙣𝙜 𝙛𝙤𝙧 𝙨𝙤𝙢𝙚𝙩𝙝𝙞𝙣𝙜 𝙩𝙤 𝙗𝙪𝙮
Aquí hay una cosa que deben de saber: Los juegos no eran más que una masacre para convertir a niños en armas sin rostro y asesinarlos uno por uno. No habían vencedores, eso era una mentira. Habían sobrevivientes que morían poco a poco por dentro.
La pérdida y el dolor podían transformar a las personas. Ver a su hermana ser asesinada en una pantalla sin poder hacer nada la llenaba de ira, escuchar que lo último que había salido de los labios Clove era el nombre de su hermana lo hacía mucho más difícil. Beatrix lo había prometido, le había prometido a su hermana que regresaría a casa, a salvo. Mentira.
No había nada que Beatrix odiara más que la gira de los victoriosos. Palabras llenas de hipocresía para intentar hacer sentir mejor a los distritos y las familias de los tributos, palabras llenas de falso arrepentimiento y falsas esperanzas. Palabras sacadas de un guión que no reflejaban nada. Y este año, lo odiaba aún más.
Beatrix asesinaba con la mirada a Peeta Mellark hablando mientras citaba las cartas que tenía en las manos. Estaba parada en una especie de plataforma con el rostro de su hermana detrás de ella. Escuchaba las palabras de Peeta con repulsión. ¿Cómo podía estar parado ahí hablando de esperanza y victoria cuando su hermana yacía muerta? Ridículo.
Katniss veía a Beatrix aún sin reconocer su rostro o su nombre. Lo único que veía era a una mujer llena de odio y dolor. La intimidaba.
Beatrix bajó de la plataforma con un semblante frío. Todos la miraban con lástima pero ella no miraba a nadie. Se limitó a mirar a la familia de Cato suavizando un poco su semblante.
En cuanto llegó a su casa, cerró la puerta detrás de ella y se tiró al suelo a llorar. La extrañaba, extrañaba a Clove más que a nadie en el mundo, era la única familia que le quedaba.
Los días pasaban y el enojo no disminuía.
Ahora, el anuncio del capitolio sería dado.
Beatrix no prestaba atención ante las palabras del presidente Snow, estaba muy ocupada sacándole filo a sus cuchillos que ahora no significaban nada.
La familia de Cato había invitado a Beatrix a cenar para escuchar al presidente Snow. Ellos sabían que la chica no tenía a nadie más en casa y creyeron que tal vez, eso no la haría sentir tan sola.
- ¿quien creen que será el tributo de este año? - preguntó la madre de Cato intentando romper el hielo
- Casspien ha mejorado mucho estos últimos meses - respondió Beatrix con amabilidad, intentando cambiar su humor
- Aún así, no creo que sea el mejor aún - dijo el padre de Cato mientras se sentaba en la larga mesa del comedor - ¿finalmente serás mentora este año? - preguntó con curiosidad
- hace meses me solicitaron para ser mentora y cuando estaba a punto de dar mi respuesta revocaron la solicitud - respondió sin darle tanta importancia mientras comenzaba a servir su cena
- Quizás es lo mejor para ti - afirmó la madre de Cato mientras se sentaba al lado de su marido - tal vez no te querían tan cerca de los juegos después de lo que sucedió - mencionó bajando un poco la cabeza ante el fugaz recuerdo de su hijo
- Damas y caballeros - el presidente Snow comenzó a hablar desde la reproducción en casa de la familia de Cato, todos desde la mesa giraron su atención hacia la reflexión - este es el septuagésimo quinto año de los juegos del hambre - las multitudes comenzaban a estallar en gritos, contrario a todos los victoriosos que sabían lo que en verdad eran los juegos del hambre - y fue escrito en la carta de los juegos que cada veinticinco años, habría un cuarter quell - (na: no se como se escribe en español jojo) - para mantenernos frescos para cada nueva generación, la memoria de aquellos que fallecieron en el levantamiento contra el Capitolio. Cada Cuarter quell es distinguida por juegos de un significado especial - las palabras del presidente Snow habían comenzado a aburrir a Beatrix
Y la había aburrido más viendo que todo lo que decía era leído de un papel, así de rápido perdía interés. Pero la parte importante había llegado, y junto a la madre de Cato, ambas se sentaron en el sofá frente a la reproducción.
- En este tercer cuarter quell de los juegos - algo no estaba bien, un escalofrío recorrió la espalda de Beatrix, como un presentimiento - los tributos femeninos y masculinos serán seleccionados del grupo de vencedores de cada distrito - todo lo que escuchaba comenzó a distorsionarse
Las voces comenzaban a sonar lejanas y su visión borrosa. Beatrix se levantó del sofá tambaleándose un poco, ignorando los llamados de la madre de Cato y safandose del agarre de el padre de Cato.
No podía estar pasando, no podía ser real. Cada momento que pasó en los juegos se volvían a recrear en su cabeza, el rostro de cada niño que había asesinado, una y otra vez se repetían en su cabeza. Beatrix salió de la casa de los padres de Cato y regresó a su propia casa.
Cerró con furia la puerta detrás de ella y no se contuvo. Tiraba, rompía y despedazaba todo lo que se cruzaba frente a ella. Gritos y golpes eran ecos que se escuchaban en aquella casa solitaria. Después de un par de horas y de haber destruido su casa entera, decidió salir, encontrándose con todos los vencedores del distrito dos, todos tenían la misma expresión.
- ¿Qué pasará ahora? - preguntó uno de ellos con calma, intentado mantenerse a ralla
- ¿nos ofreceremos como tributos de nuevo? O simplemente lo dejaremos a la mala suerte de alguien - preguntó otra mujer con algo más de pánico
- No puedo volver ahí, ahora tengo una familia ten-tengo todo que perder - titubeo un hombre
Todos derrochaban por sus ojos lo mismo: miedo. Aunque fueran del distrito dos y aunque fueron entrenados para eso, tenían miedo. Y mucho.
- yo ahora soy muy vieja, no puedo levantarme del sillón sin ayuda yo, yo no puedo ir - parecía que todos daban excusas, pero no eran excusas, eran realidades
Lo que cada uno de ellos quería era encontrar a alguien que tuviera la posibilidad de regresar con vida, no de mandar al más débil a la muerte.
Ya no tengo nada que perder pensó Beatrix a punto de decirlo en voz alta, pero el miedo la detuvo de hablar. Todo lo que había pasado en sus juegos eran traumas que durante años había evitado recordar.
- Haremos esto - uno de los hombres habló fuerte, haciendo que todos prestarán atención - hacemos una pequeña competencia, aquí y ahora. Velocidad, puntería y camuflaje nada más y nada menos - dijo con seguridad - los últimos en ser eliminados, hombre y mujer, se ofrecerán como tributos - todos asintieron
Pensaban en la manera más sensata de descubrir quién iría a estos juegos. Para Beatrix, la idea de ofrecer al más fuerte le pareció una buena idea, pues jamás mandaría a Judy, la más vieja de todos a cavar su propia tumba. La persona con más posibilidades de ganar debía de ir, dejando con la esperanza de que regresaría.
Y así, la competencia entre los vencedores del distrito dos comenzó.
Velocidad. Beatrix Kentwell, 10 puntos
Puntería. Beatrix Kentwell, 10 puntos
Camuflaje. Beatrix Kentwell, 9 puntos
Beatrix Kentwell, 29 puntos. Tributo del distrito dos del septuagésimo quinto aniversario de los Juegos del Hambre
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