40 - Reunión

La reunión con el nuevo socio había comenzado hacía más de media hora, y Jake se limitaba a complementar brevemente lo que su sector aportaba. Helen, la jefa del departamento de marketing, dominaba la conversación y respondía la mayoría de las preguntas con confianza. La reunión avanzaba de manera rutinaria hasta que el socio, un hombre de mediana edad con una expresión de impaciencia, soltó un suspiro y chasqueó la lengua.

—Durante todo este tiempo, solo he escuchado las mismas estrategias que veo en cientos de marcas. Díganme, ¿qué tiene Courante de diferente? Ustedes, como marketing, ¿qué proponen como contenido innovador y actual? Porque, hasta donde sé, ese es el mensaje de la marca, ¿no?

El comentario sorprendió a Helen, quien se tomó un momento para encontrar una respuesta adecuada. —Bueno, hemos estado al tanto de las tendencias y usamos ampliamente las redes sociales para la difusión de Courante...

—Eso ya lo he visto —la interrumpió el socio, visiblemente irritado—. Suben exactamente lo mismo que en sus revistas, solo que dividido en publicaciones. ¿Qué tiene de innovador?

Jake había permanecido en silencio, observando el desarrollo de la conversación. Sabía que este era su momento. Se inclinó ligeramente hacia adelante, aclarándose la garganta con discreción, intentando no parecer demasiado ansioso. Su corazón latía rápido, consciente de que tenía algo valioso que aportar.

—Hay contenido que... —empezó a decir, su voz un tanto insegura al principio, buscando captar la atención del socio.

Pero antes de poder continuar, Helen, que había estado controlando la reunión con precisión, levantó una mano suavemente, pero con autoridad. La expresión en su rostro era decidida, y sus ojos dejaron claro que no había espacio para discusión.

—Lo revisaremos con el departamento, y para la próxima reunión tendremos algo que se ajuste mejor a sus peticiones —dijo, su tono firme pero cortés, cortando a Jake sin siquiera mirarlo. Sus ojos se dirigieron hacia Helen, observando cómo mantenía su postura erguida y segura, con los hombros relajados pero la mirada fija, mostrando un dominio indiscutible sobre la sala.

El socio asintió con aprobación, relajando la tensión en su expresión. Parecía satisfecho con la dirección que Helen había establecido. Jake notó el cambio en el ambiente: el peso de la negociación había caído a su favor, mientras él quedaba relegado a un segundo plano, como si sus palabras nunca hubieran sido pronunciadas.

—Retírense de la sala, por favor —dijo Helen, manteniendo un tono firme y profesional.

Todos comenzaron a recoger sus cosas, murmurando en voz baja. Jake, con la sensación de que no había podido defender su propuesta, sintió cómo la frustración crecía en su interior. Justo cuando estaba a punto de salir, Helen alzó la voz.

—Jake, tú quédate.

El ambiente cambió de golpe. Jake sintió un nudo en el estómago mientras los demás abandonaban la sala, dejándolo a solas con Helen.

Cuando finalmente se quedaron solos, Helen se cruzó de brazos frente a Jake, su expresión era una mezcla de impaciencia y desaprobación.

—Jake, ¿puedes explicarme qué fue lo que intentaste hacer? —preguntó, con un tono distante que parecía casi condescendiente.

Jake frunció el ceño, la frustración visible en su rostro. —Tenía una propuesta que encajaba perfectamente con lo que el socio pedía. Era algo realmente innovador...

—No es el momento de tus ideas, Jake —lo interrumpió Helen, sin inmutarse–. Ya hemos discutido las estrategias y estamos alineados en eso. No podemos permitirnos improvisar ahora solo porque te surgió una idea en medio de la reunión.

Jake intentó replicar, su frustración creciendo. —No era improvisado. He estado trabajando en esa idea durante años...

—Eso es irrelevante —lo cortó Helen nuevamente, con un gesto de mano que dejaba claro que no estaba dispuesta a escuchar más—. La decisión final la tomo yo, y ya hemos terminado aquí. Lo revisaremos después, si es necesario.

Jake sintió cómo la impotencia lo consumía, sin poder defender su propuesta ni siquiera terminar una oración. La actitud despectiva de Helen y la falta de oportunidad para exponer su idea lo hacían sentir inútil, como si su opinión no tuviera ningún valor solo porque ella era la jefa.

Helen levantó la vista brevemente, con una expresión de impaciencia apenas contenida. —Ya puedes retirarte.

Jake asintió lentamente, pero no se movió de inmediato. La decepción y la rabia contenida bullían en su interior, formando un peso cada vez más insoportable. Se quedó en silencio un momento, mirando al suelo mientras intentaba calmarse. Sin embargo, las palabras de Helen resonaban en su mente, y la frustración se volvía insoportable. ¿Cómo podía hacer entender a Helen que su idea no era solo una ocurrencia pasajera, sino el resultado de años de trabajo e investigación?

—Helen, con todo respeto, no se trata solo de una idea en medio de una reunión. Es algo en lo que he estado trabajando desde antes de unirme a Courante —comenzó, su tono firme pero aún cauteloso—. El mercado está saturado, lo sabemos. Lo que propongo es una estrategia digital que combine lo interactivo con lo experiencial, algo que conecte realmente con los usuarios de manera que no se sienta como otro anuncio más. Estoy seguro de que eso es lo que el socio estaba buscando.

Helen soltó un leve suspiro, sin parecer impresionada. Su mirada seguía clavada en Jake, aunque ahora con un toque de escepticismo.

—Jake, ya te dije que lo revisaremos después. Ahora no es el momento de reinventar el enfoque. Nos estamos ajustando a lo que funciona. No vamos a arriesgar la relación con el cliente por algo que ni siquiera hemos probado.

—Pero esa es precisamente la cuestión —insistió Jake, alzando la voz sin querer—. No estamos innovando, estamos repitiendo lo que ya funciona para otros. Si queremos que Courante destaque, necesitamos algo que realmente hable a la audiencia, no simplemente seguir una fórmula segura.

Helen lo miró fijamente, su paciencia parecía agotarse.

—Mira, Jake —dijo, su tono más frío y cortante que antes—. Eres joven, y lo entiendo, quieres hacer algo diferente. Pero en el mundo real, no podemos lanzarnos con propuestas que no han pasado por la cadena de aprobaciones y análisis. No es personal, es profesional.

Jake sintió que sus palabras no penetraban en la barrera que Helen había levantado. Había estado tan cerca de finalmente exponer su propuesta, pero ahora se daba cuenta de que, en ese ambiente, la innovación no era bienvenida si no venía de las altas esferas.

—Si tienes algo más que añadir, escríbelo en un informe detallado y me lo envías. Pero te aviso que no garantizo que lo vea antes de la próxima reunión.

Jake apretó los puños. Las palabras "no garantizo que lo vea" quedaron suspendidas en el aire como una burla silenciosa. Sabía lo que significaba: su idea, sin importar cuánto potencial tuviera, iba a quedar en el olvido. Pero también sabía que si no se rendía, de alguna manera, encontraría el momento adecuado para demostrar su valor.

—Entendido —respondió, aunque su voz sonaba apagada.

Estaba a punto de salir cuando Helen, con un destello frío en los ojos, volvió a alzar la voz, deteniéndolo en seco.

—Y otra cosa, Jake —dijo con una severidad que no había mostrado antes—. No creas ni por un segundo que por ser novio del heredero puedes tomarte el atrevimiento de pasar por encima de mi autoridad.

La acusación lo golpeó como un balde de agua helada. Jake se giró lentamente hacia ella, su mente aturdida, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. El peso de esas palabras comenzó a aplastarlo de inmediato, más fuerte que la rabia y la frustración que había sentido antes. Helen no había terminado.

—He trabajado demasiado duro para llegar a donde estoy como para que alguien, con una relación personal, intente subvertir mi posición aquí. Así que no pienses que puedes usar esa carta en esta mesa. Aquí, tu relación no tiene ningún peso —su voz estaba cargada de veneno, cada palabra destinada a cortar con precisión, como si quisiera enterrarle la idea de que, en su mundo, no tenía lugar.

Jake intentó abrir la boca para responder, pero de repente sintió que un nudo se formaba en su garganta. La rabia que había sentido momentos antes dio paso a una sensación mucho más pesada: una tristeza que amenazaba con desbordarlo. El calor en su rostro y el ardor en sus ojos lo tomaron por sorpresa, y se dio cuenta de que estaba a punto de llorar, justo allí, frente a Helen. Luchó desesperadamente por contener las lágrimas, tragando con fuerza, sin éxito.

¿Es eso lo que todos piensan?

¿Todo mi trabajo no vale nada?

La inseguridad lo inundaba de golpe. Recordó cada mirada en las reuniones, cada comentario hecho por esos hombres en el baño. Se preguntó cuántos más en la empresa compartían la opinión de Helen.

Intentó recuperar el control, pero no podía evitar la marea de pensamientos que lo asfixiaba.

¿Qué pasa si nunca puedo demostrarles lo contrario?

—Eso no tiene nada que ver con esto —logró decir al fin, aunque su voz sonaba más débil de lo que quería. Sentía que estaba al borde de derrumbarse—. Nunca he utilizado mi relación para obtener ningún tipo de ventaja aquí, y nunca lo haré. Solo quiero que me escuches, porque mi propuesta es válida... no por con quién esté relacionado.

Pero Helen ya no lo escuchaba realmente, y eso lo supo de inmediato. La mirada de escepticismo seguía fija en él, inquebrantable, como si ya hubiera tomado una decisión sobre quién era Jake y por qué estaba allí.

—Eso espero, Jake —replicó ella con frialdad—. Porque si en algún momento siento que estás usando esa relación para forzar algo en mi equipo, sabré cómo manejarlo.

Las palabras finales fueron el golpe de gracia. Jake asintió lentamente, pero el peso en su pecho se volvió insoportable. Cuando finalmente salió de la sala de reuniones con pasos apresurados, tratando de sacudirse las palabras de Helen, pero la ira y la frustración seguían ardiendo en su pecho. "No es el momento de tus ideas", esas palabras le resonaban una y otra vez. Sentía que lo habían callado sin siquiera darle una oportunidad justa.

Las lágrimas que había estado reteniendo empezaron a subir de nuevo mientras caminaba por el pasillo, su mente aún dando vueltas.

Cuando llegó a su escritorio, dejó caer su maletín con brusquedad y se sentó frente a su laptop, mirando la pantalla en blanco. No podía aceptar que su idea, en la que había trabajado durante tanto tiempo, simplemente quedara en el olvido.

Tenía que hacer algo.

Fue entonces cuando recordó algo que Helen le había dicho en su primer día en la empresa, algo que ahora podría usar a su favor.

"Courante se destaca por la unión entre departamentos. Por ejemplo, si mientras revisas el reporte de mercado en el último trimestre notas la depresión en demanda y descubres cuál es la razón de ello, eres bienvenido al Departamento de Ventas a informar, en caso de ser una aportación útil recibirás una bonificación salarial; esto sin dejar de pertenecer a Marketing."

Jake se enderezó en su silla, ese era el dato que necesitaba. Courante valoraba las contribuciones interdepartamentales, y si su propuesta era lo suficientemente sólida, Helen no tendría más remedio que escucharla, le gustara o no.

Con renovada energía, comenzó a escribir su propuesta con todos los detalles que Helen no había querido escuchar. Sabía que la estrategia que había diseñado no solo era innovadora, sino que también respondía exactamente a lo que el socio estaba buscando: una combinación de contenido interactivo y experiencias inmersivas que realmente conectaran con los consumidores, algo que las marcas competidoras no estaban haciendo.

Cuando terminó de redactar el documento, lo revisó varias veces, asegurándose de que fuera claro, conciso y persuasivo.

Tiene que ser impecable.

No solo estaba jugándose su idea, sino también su reputación en la empresa.

Sabía que enviar la propuesta a otros departamentos podría levantar algunas quejas, pero también sabía que tenía el respaldo de la política interna de la empresa.

Jake se recostó en su silla, observando el archivo abierto en su pantalla. La propuesta estaba lista, el documento contenía cada detalle de su estrategia: análisis de mercado, interacción digital, experiencias inmersivas, y cómo todo ello podía diferenciar a Courante de la competencia.

Si Helen no estaba dispuesta a escuchar su idea, podría aprovechar la estructura abierta de la empresa para llegar a otro equipo que sí pudiera. El Departamento de Diseño era su mejor opción. Después de todo, la innovación de su propuesta requería una sólida colaboración entre marketing y diseño, algo que estaba convencido de que ellos entenderían mejor que Helen.

Jake se inclinó hacia adelante, su dedo sobre el botón de "Enviar" en su correo, pero se detuvo. Enviar un correo simplemente no le parecía suficiente. No quería que su propuesta se perdiera entre decenas de mensajes. Esto era importante, y necesitaba asegurarse de que la recibieran en persona, que pudieran ver su entusiasmo y escuchar su explicación en detalle.

Él mismo iría a entregarlo.

Cerró su laptop con decisión y se levantó, listo para imprimir los documentos que había preparado. Sabía que estaba asumiendo un riesgo al dirigirse directamente a otro departamento, pero también que era la única forma de que su idea no muriera sin ser escuchada.

El ascensor llegó a la planta del Departamento de Diseño, y Jake se encaminó hacia la oficina principal, donde Sunoo debía de estar, su corazón latiendo con fuerza. Antes de presentarse, debía asegurarse de que todo estuviera listo.

Entró en la pequeña sala de impresión y, tras un par de clics en su laptop, envió el archivo directamente a la impresora. El zumbido comenzó casi de inmediato. Las hojas salían una tras otra, cubiertas con las ideas que había trabajado durante semanas. Jake las observó caer en la bandeja, su corazón acelerado, como si cada página impresa fuera un paso más hacia el riesgo que estaba dispuesto a tomar.

Cuando la impresora finalmente se detuvo, recogió los documentos, alisándolos con cuidado. Ahora estaba listo. No había vuelta atrás.

Iba a asegurarse de que la tarea que hizo en la universidad, hoy fuera entregada al lugar que correspondía.

Hi bbys

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