❛ 𝘅. 𝗁𝖺𝗋𝗋𝗒 𝖻𝗂𝗇𝗀𝗁𝖺𝗆.
❛ 𓄼 CAPÍTULO DIEZ 𓄹 ៹
VACILA SOBRE SI CRUZAR LA CALLE O NO, tal vez lo que se encontraba del otro lado no resultaría en buenos términos, pero ya era tarde para arrepentirse. Su casa estaba lo bastante lejos de ahí como para regresar en medio de la torrencial lluvia, con toda su ropa empapada hasta el punto de hacerla temblar. Suspiró, y tratando de parecer segura, cruzó la calle hasta llegar a su puerta y tocar.
Un adolescente desconocido le abrió, y tan pronto como la vio empapada la jaló hacia dentro.
—Oh dios, Megan —farfulla preocupado, tomando una manta del sillón y envolviéndola en ella—. ¿Estás bien?
Ella no sabía quién era, no conocía a cada una de las personas del instituto, pero todos conocían a Megan Scott. —Sí, sí, gracias —notó que las luces estaban apagadas, excepto la de la cocina. Cierto, se había levantado en medio de la noche solo para ir ahí.
—Tienes suerte, soy el único despierto —trató de reír, pero estaba nervioso de estar cerca suyo. Megan era una leyenda en la escuela y tanto ellos como ellas se ponían nerviosos de hablarle, o de mirarla.
—Sí, te lo agradezco —le muestra una media sonrisa—. Lo siento, tengo que hablar con Harry, pero gracias por recibirme. De verdad.
—¿Después de lo que hizo? —pregunta el chico cuando le da la espalda dispuesta a subir las escaleras.
—Harry no la mató —niega segura—, solo deseó su muerte y eso no es un delito —lo defiende—. Es algo horrible, pero no un delito. Puede que a Cassandra la amara y tuviéramos un noviazgo, pero a Harry también lo amo y lo conozco desde que tengo memoria, es mi amigo, y ahora me necesita. Si me disculpas...
Dejó al chico atrás y subió las escaleras de forma silenciosa con dirección al cuarto del dueño de la enorme casa.
—Hola, idiota —le saluda apoyándose contra el escritorio, viendo que el castaño trataba de dormir.
—¿Megan? —dándose cuenta de su presencia, se levanta trastabillando—. Oye, oye, Meg, lo siento, ¿Si? —se apresura a hablar antes de que ella diga algo—. No pretendía que Cassandra muriera, sé lo mucho que sufriste por ella, pero sé lo mucho que la amaste. Yo no sabía que el loco de Dewey lo haría. De haberlo sabido hubiera mantenido mi boca cerrada. Solo era un estúpido decir. Megan, por favor —suplicó con los ojos cristalizados acercándose a ella—, perdóname, no me odies, no lo soportaría. No de ti.
Ella baja la mirada, tomando sus manos, sus ojos igual de cristalizados que los de él.
—En ese momento, en la iglesia, yo realmente deseé odiarte —cuenta mirando tras su hombro, a la pared—, te quería culpar de la muerte de Cassandra porque me dolía que tú fueras quién lo provocara.
—Meg... —es callado por la mano de la chica directo a sus labios.
—Pero entendí que jamás podría odiarte, te amo demasiado para hacerlo —lo mira a los ojos por primera vez en la noche, y da un paso al frente ahuecando la mejilla de Bingham en su mano—. Tú la odiabas por lo que me hizo. Tú solo querías protegerme, y eso está bien. Pero no puedes desear la muerte de cada persona que me haga daño.
—Solo quiero que seas feliz.
—Lo sé, Harry, lo sé —tranquiliza, dejando que la abrace acariciando su cabello.
HABÍAN PASADO UN PAR DE DÍAS DESDE EL CASO DE DEWEY EN LA CORTE, donde también arrestaron a Campbell como posible cómplice. Megan tenía claro la decisión con respecto a Dewey, el castigo lo sabía desde que Cassandra murió en sus brazos, quería ejecutar al responsable. Lo creía un castigo justo y merecido, se pagaba por lo que se daba. Pero para Allie no era de sus decisiones favoritas, no sabía qué hacer, ni con Greg, ni con Campbell.
—¡Allie, no puedes hacer esto! —protesta Megan siguiendo a la rubia por los tobillos—. Déjame entrar, conozco a Campbell.
—No entrarás ahí con él, Meg —se niega, pensando que Eliot de alguna forma la convencería.
—Soy tu mejor opción y lo sabes —espeta causando que Allie se detenga frente a la puerta, mirando a Sam y Becca.
—Sí, lo sé —la mira por detrás de su hombro—. Pero no le dejaré verte.
La azabache rueda los ojos fastidiada, buscaría un modo de verlo, de eso se encargaría.
—YO RECIBÍ... —balbucea Harry, mirándola con inseguridad—. Sigo recibiendo estas llamadas que cuelgan. Y estos mensajes de números desconocidos. Y creo que son de gente dentro de la casa —supone—. Mira, ❛ come mierda y muere, imbécil. ❜.
Megan frunce su ceño al oír el mensaje, las personas amaban meterse donde no les correspondía.
—Hay muchos peores que esto.
—¿Para eso querías que viniera? —inquiere Kelly con disgusto de perder su tiempo.
—¿Lo están amenazando de muerte y te importa un carajo? Vaya, Kelly —la castaña brinca del susto, al ver a Megan salir de una esquina—, qué linda.
—Solo quieren asustarlo —rueda los ojos creyendo lo dicho.
—¿Solo quieren asustarlo? ¿No crees que sean capaz de matarlo? —cuestiona caminando de forma amenazante hacia ella, con la mandíbula tensa—. ¿Así como no creías que Dewey fuera capaz de matar a Cassandra? —Aldrich, sin saber cómo defenderse, cierra la boca—. Si, bueno, ya vimos que no te necesita. Cierra tu puerta con seguro —ahora se dirige a Harry—, y duerme con un bate, La Guardia sigue sin ser lo suficientemente grande como para cuidarte también. Me quedaré contigo esta noche, pero la quiero fuera de aquí —la señaló. Harry no dudó, y a pesar de que él había llamado a Kelly, hizo que se marchara.
—Lo siento —se disculpa sentándose en la orilla de su cama—. Dijiste que no era buena idea y no te escuché... Siempre debo escucharte.
Megan suelta un suspiro, y sentándose a su lado le coge la mano. —Está bien, pero solo sé algunas cosas, no siempre las sabré —gira el rostro mirando el de Harry, quién se acerca lentamente—. Harry... —titubea, pero no se opone cuando los labios del chico tocan los suyos, sintiendo una inexplicable sensación recorrer su cuerpo.
Ahora tendría dudas, no solo con respecto a Grizz, Harry Bingham se había involucrado en su cabeza confundida.
AL CAER LA MAÑANA, Megan se escabulló del hogar de Harry sin querer abordar el tema del beso, trayéndole recuerdos como por ejemplo los de su relación con Grizz, que era confusa para ella aunque intentara de entenderla. Y ahora estaba Harry, que la ponía inexplicablemente de nervios tras aquel beso.
Caminando a casa de Allie, conversa de temas triviales con Grizz quién la ha recogido y decidido acompañar por el resto del camino, sonrojándose uno cuando conecta miradas con el otro y viceversa. Megan no deja de pensar en Harry, y luego en Grizz, al que había besado solo para callarlo aquella mañana de la redada.
—Harry me ha besado —decide soltar de la nada, sin meditarlo antes, pero sí arrepintiéndose cuando Grizz se detuvo de golpe.
—¿Harry te besó? —repitió con signo de pregunta y rostro confundido.
—Yo... —trata de explicar, costándole mirarlo a los ojos—. Fui a su casa, en la noche, y sucedió algo que terminó besándome.
—¿Te acostaste con él? —preguntó molesto, al menos eso aparentaba su postura y tono de voz. O tal vez solo lo estaba malinterpretando.
—No —se apresura a negar—, ¿Pero importaría? —se cruzó de brazos alzando la barbilla en forma retadora—. No somos nada.
—¿Y por qué me cuentas esto? —rebate.
—Porque te embriagas, me besas y quieres hacerlo conmigo, pero cuando llega la sobriedad no ha pasado nada para ti —admite lo que solo pensaba antes de dormir, evitando decirlo en voz alta porque sería aceptarlo.
—Me gustas, Megan, de verdad lo haces —afirma, quedando a un paso de ella con la mirada herida.
—Lo sé, pero no es la respuesta que quiero oír. No solo te gustan las chicas —niega, gira medio cuerpo retomando la caminata al hogar de Allie—. Debes conocerte primero, antes de que me involucres, porque pienso y creo que a Harry le gusto desde antes de su relación con Kelly, y acabo de descubrir que correspondo sus sentimientos.
Antes de ser la persona por la que tenía un sentimiento platónico, Grizz era su amigo, de los más cercanos, y no sería capaz de mentirle u ocultarle algo que lo haría perderla, si es que no se esforzaba por ganarse su corazón.
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