❛ 𝗶𝘃. 𝖼𝖺𝗍𝖼𝗁 𝗆𝖾 𝗂𝖿 𝗒𝗈𝗎 𝖼𝖺𝗇, 𝖻𝗂𝗍𝖼𝗁𝖾𝗌!
❛ 𓄼 CAPÍTULO CUATRO 𓄹 ៹
EL ANOCHECER CAYÓ Y LA MAYORÍA DE ADOLESCENTES SE HALLABAN EN EL CENTRO DEL PUEBLO LISTOS PARA JUGAR. Megan era una de ellas, sentada en el capo del auto de Harry deseosa de ser perseguida, y posiblemente cazada.
—Okay, vamos a... Hola —Harry se subió sobre su auto llamando la atención—. Vamos a esperar unos minutos antes de formar equipo. Vamos a ver quién más viene, vamos a... Esperar.
Se recostó en el parabrisas, teniendo una amena charla con Jason y Luke en lo que el resto llegaba. Reían de idioteces como la vez en que Luke se cayó torpemente frente la escuela en una ceremonia, o cuando Megan, por una apuesta, se besó con la novia de Clark, Gwen. Clark fue el que salió ganando esa noche.
De imprevisto, el mencionado llegó conduciendo una patrulla con las sirenas encendidas y el volumen en alto.
—Qué entrada, hermano.
—¿Qué opinan? —pregunta a Megan y Jason—. Venía con todo y llaves.
—Okay, ¡Okay! —Harry se encontraba nuevamente sobre el auto, gritando—. Hagamos equipos. La mitad son fugitivos, ya saben quiénes son. El resto policías.
Megan, con ayuda del castaño, se levanta dando órdenes a su lado. —Los fugitivos van en pie, los policías en auto. La iglesia es segura, la cárcel es la fuente en el jardín. Hemos hecho una modificación al juego; los policías ganan atrapando a todos los fugitivos, y los fugitivos ganan evitando que atrapen a la reina en una hora. Sabemos quién es la reina, ¿No? —los fugitivos gritaron una eufórica afirmación—. Entonces no dejen que me atrapen.
—Tienen tres minutos para escapar. Todo el maldito pueblo es zona de juego. Vamos, divídanse. A jugar —Megan saltó del auto, agrupándose con su equipo—. Fugitivos, sus tres minutos empiezan ya.
—¡Atrápenme si pueden, perras! —gritó Megan a sus amigos, siendo empujada por dos chicos dispuestos a ganar y proteger a la reina.
—¡Voy por ti, Megs! —apenas alcanza a escuchar la lejana voz de Harry, señalándola con una divertida cara.
Al principio estaban todos corriendo, hasta que las bocinas de los autos sonaron y se separaron. Megan y aquellos dos chicos corrieron con dirección a Maple, para acortar el camino decidieron pasar por los patios de las casas donde uno fue embestido por Jason.
—Corre, Megan —apresuró el que seguía en pie, abandonándolo.
Una hora más tarde, los fugitivos habían sido los vencedores logrando mantener a su reina fuera de las manos policiacas. Megan ofreció una fiesta de la victoria en casa de Harry, todos los jugadores se encontraban ahí bebiendo, y otros fuera del juego que recién se unían.
Miró a Harry, charlaba con Allie, que solía quererla y ahora el único sentimiento que le era dirigido era de detesto. Pero no era su culpa, jamás supo la verdad de lo sucedido entre Cassandra y Megan, la rubia nunca le contó la verdad a su pequeña hermana.
—Meg —mira con una sonrisa a Grizz, caminando hacia ella tambaleándose, y de no ser por sus reflejos, hubiese caído.
—Hola, oso grizzli —saludó tratando de burlarse de su derrota, pero sus labios chocaron salvajemente contra los suyos antes de poder continuar.
Megan lleva sus manos a su cuello profundizando el beso, dando gracias a sus tacones que la hacían de su misma estatura y no tener que pararse de puntas. De un brinco enrolla las piernas alrededor de su cintura; nadie les presta atención, no ahora que pueden hacer lo que quieran, lo que agradece.
Grizz camina hacia el interior de la casa entrando en una habitación al azar, ella esperaba que no fuera la de Harry, sería sumamente vergonzoso. El chico, dejando que los dos caigan en la cama, desviste a Megan mientras ella hacía lo mismo con él, sin perder el tiempo a causa del alcohol.
Ambos se besan, tocando y rozando sus cuerpos.
—Oh, mierda, Meg —una de las manos de Grizz está en su cadera, y la otra sobre la almohada junto a su cabeza.
—Grizz... —los besos del castaño se expanden a su cuello y su torso, sacándole suspiros a la azabache, antes de que la misma se encuentre montando el regazo del muchacho.
MEGAN SONRÍE, con la sorpresa reflejando su rostro, hacia Harry, luego de atraparlo mirándose con Allie de manera cómplice. Harry ríe, antes de mirarla a ella y Grizz. A causa de eso la chica rueda los ojos, Harry se lo tomaba como si fuese algo nuevo, cuando era lo contrario, aunque sabía que solo lo hacía con motivo de burla.
Ella y Grizz mantenían un ❛ algo ❜ complicado. Amigos con derechos era el nombre considerado, pero Megan tenía sentimientos grandes y fuertes por Grizz, aunque ella no sabía cuáles eran los sentimientos del castaño. Había veces en las que creía que el sentimiento era mutuo, pero otras veces la confundía. Ella y Grizz solían tener sexo cuando sus sentidos se encontraban adormecidos, el otro dejándose llevar, luego de eso no intercambiaban una charla sobre ello. No era común, pero era su forma de estar cerca del otro.
—Oye, ¿Qué pasará cuando se vaya de verdad?
De repente, las luces parpadearon una segunda vez preocupando a los jóvenes, porque segundos atrás se apagaron sin aviso.
—¿Quién lo arreglará? De verdad, ¿Quién las prenderá?
—Tal vez nunca lo hagan —supone Grizz mirando algún punto fijo del suelo. Megan suspira, dando un paso a él frotando los brazos del castaño arriba y abajo, relajándolo.
—¿Alguien tiene linternas? —pregunta Jason.
—No sé, quizá, debe de haber... —divaga Harry. Sus ojos se dirigen a Megan, pidiendo ayuda.
—Los iPhone tienen —responde al instante encogiéndose de hombros, no era su mejor idea, pero era la más rápida que cruzó su mente.
—Las baterías no duran.
—Okay —todos miran a Clark—. Expedición de linternas a la tienda, ¿Quién va?
Scott, antes de verlo suceder, ya pensaba que esa expedición resultaría en un desastre, en especial al ver las expresiones de los adolescentes a su alrededor.
Se separa levemente de Grizz. —Los veré allá —murmura con disimulo, presionando un beso en la coronilla de Grizz cogiendo una mochila que había en el perchero, tomando delantera.
Había sido la primera en llegar, y todo con la ventaja de su motocicleta. Forzar la cerradura no fue difícil, a pesar de que el instinto animal era destrozar y tomar todo, ella aún tenía control. No como el resto de los adolescentes que llegaron y tomaron todo como animales salvajes.
Alcanzó a tomar menos de cinco linternas y varias pilas que le serían de utilidad. —Dame una, Megan —de salida, un chico se paró justo en su camino deteniéndola.
—Lo siento, eso no va a pasar —negó, presionando contra su pecho la mochila en donde guardaba los objetos. De pronto, otro chico estaba del lado de su amigo—. Pueden irse al carajo, chicos.
Ambos caminaron hacia ella, pero dos pares de manos cayeron en sus hombros con pesar. —Pasarán sobre nosotros antes de tocar un solo cabello azabache de ella —espeta en tono de advertencia Clark.
Jason toma de la camisa a uno de ellos, arrojándolo fuera de la tienda, golpeándolo sin cesar. Pronto, los chicos de apariencia inadaptada están siendo golpeados y tratando de golpear a La Guardia, a todos excepto a Megan.
Apenas sale —queriendo detenerlos— un paraguas se posa sobre su cabeza impidiendo mojarse. —¿Qué cara...? —mira a Grizz que hace un ademán sin darle importancia, por lo que ella tampoco lo hace—. ¡Chicos, es suficiente! —grita, pero ellos están ensimismados en lastimar a los otros.
Trata de acercarse, siendo interceptada por Grizz. —No. Será mejor que no te metas, Meg —recomienda—. Solo te están protegiendo.
—No creo que sea la manera. Ay, no —murmura para si al notar la acción peligrosa de un chico. Estampa la mochila contra el pecho de Visser corriendo hacia el sujeto, su intención siendo la de quemar el auto de Clark—. ¡Oye, imbécil! —grita, impactando el puño contra su mandíbula. Se queja de dolor unos segundos después, tallando con sus dedos su mano junto a sus nudillos lastimados, pero eso no impide que con el ceño fruncido y los labios apretados se dirija a Kelly, Will, Gordie y Cassandra con Grizz siguiendo sus talones.
—¿Estás bien, Megan? —cuestiona el castaño, regresando el mechón de cabello que se había soltado tras su oreja.
—Lo estaré —masculla frustrada. Llegando al lado de los antes mencionados—. Esto es un puto desastre —murmura, observando todo el caos.
Segundos después, Harry y Allie aparecen, cubriéndose de la lluvia con la chaqueta del chico, quién al llegar se la tiende a Megan. Oyeron un estruendo, habían roto los cristales de un establecimiento detrás suyo provocando su salto repentino.
—¿Podemos irnos? —pregunta Scott estrujando la chaqueta de Harry entre sus manos—. No quiero quedarme a ver el resto.
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