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❛ 𓄼 APARTADO CUATRO 𓄹 ៹




          LOS NERVIOS INUNDARON EL CUERPO DE MEGAN DESDE LA NOCHE ANTERIOR A AQUELLA MAÑANA. No había podido conciliar el sueño del todo, al su cabeza formular diferentes pensamientos que la conllevaron a hacer cada acción meticulosamente desde que despertó, pasando sus manos más de lo usual por el vestido rosa floreado y cepillando sus dientes cada que su camino y el baño se cruzaban. También, le era imposible ocultar la sonrisa bobalicona de su rostro.

—¿Crees que les guste? —había preguntado a Becca pasando sus dedos por su azabache cabellera, cepillándola por tercera ocasión. Los indicios de inquietud se encontraban ahí, pero la adolescente era lo suficientemente orgullosa como para admitirlo si se lo echaran en cara.

—Meg, si no lo hace, puedes dejarlos y venir directo a la cama de esta adolescente embarazada —palmeó delicadamente su vientre abultado subiendo su mano al hombro de Scott, ocasionando una risa en ella. Megan agradeció las intenciones de su adorable y pequeña amiga por liberar su cuerpo de la tensión y las inseguridades.

—¿Estás queriéndome decir que puedo suplantar a Sam y ser la madre? —llevó su mano al corazón con una sonrisa que mezclaba la burla y la incredulidad—. Oh, Bex, te pediría matrimonio antes de llevarte a la cama —la morocha y la azabache rieron suavemente.

—Listo, ya he colgado las luces —Will se acercó a ellas sosteniendo con el brazo la parte superior de la escalera, mientras Shoe sostenía la base de esta llevando sus ojos de un lado a otro del establecimiento, felicitando mentalmente a Megan por el esfuerzo y esmero empleado en la decoración—, y se encuentran encendidas. Pero asegúrate de que no se sobrecalienten —Megan miró al ruloso, quedándose callada y examinando al muchacho por completo tras un asentimiento.

Con Will tenía una pésima relación, podrían asegurar que la comunicación era la peor parte, mascullando groserías y palabras despectivas el uno al otro. ¿Su mejor intento de no insultarse? Poder estar en la misma habitación sin querer lanzarse miradas fulminantes. Pero cuando Megan pidió ayuda en colgar una serie de luces alrededor de la cafetería —donde meses después Allie, Harry y ella se reunirían para hablar sobre la postulación del castaño a la alcaldía—, Will no dio indicio de duda al ofrecerle su ayuda.

—Gracias, Will —extendió su mano a él, ofreciendo de una vez por todas paz y el termino de la enemistad. Aquel acuerdo fue bien recibido y aceptado por el moreno, estrechando su mano a la par en la que crecía una sonrisa en su rostro.

—¡Megs! —los cuatro adolescentes presentes se congelaron en sus lugares alarmados. La arquera soltó una maldición apenas audible, junto a un entre dientes ❛ aún es temprano ❜—. Nena, ¿Estás ahí?

—¡Por la puerta trasera! —exclamó en un murmullo cuando la idea cruzó su mente. Rápido, apresuró a Becca, Will y Shoe a marcharse por aquella puerta, mientras ella caminaba a la principal de espaldas, haciendo la ilusión y pregunta de cómo se vería todo al entrar, asegurándose de tener todo en su correspondiente posición.

Al girar el pomo y abrir la puerta se encontró a Grizz y Harry parados frente a ella, sus ojos se encontraban vendados y ellos vistiendo la ropa que Megan dejó en la cama de cada uno, haciendo que el conjunto de los chicos combinaran al ser azul claro sus camisas. Harry tenía sus manos dentro de los bolsillos con la mirada gacha, y Grizz se mordía el labio inferior nerviosamente jugando con sus manos.

La sonrisa de la azabache se agrandó, en ese momento no creía poder quererlos más de lo que lo hacía, pero sabía que si podía llegar a amarlos muchísimo más con el pasar de los meses.

Se aproximó a Harry, al ver su intención de quitarse la venda ante el silencio que recibió de la líder, pasando su brazo tras el cuello del chico y llevando la mano a su mejilla, sorprendiendo a Bingham cuando sintió sus labios moverse contra los suyos. Reconoció el olor del perfume de su novia, el resquicio del chocolate blanco en sus labios, al igual que su dulce manera de iniciar un beso, que a veces segundos después él o ella misma lo tornaban a uno más intenso. En lo que el beso duraba, Megan subió sus manos a la venda ajustando el nudo. Harry captó la orden de no removerla.

Grizz se encontraba al lado derecho de Harry y, en el segundo que los escuchó, al instante, adquiriendo una postura relajada con la misma intención de quitarse la venda y ver a su novia, Scott se separó como una ráfaga de aire del castaño para tomar las mejillas de jugador uniendo sus labios, las manos de su novio fueron a parar en la misma posición, con sus dedos acariciando la suave piel de ella.

La líder entrelazó sus manos con las de sus chicos, dirigiendo sus pasos a ciegas frente a la mesa en medio del lugar. —Vendas fuera, amores, y bienvenidos a nuestra primera cita.

Cuando la mesa redonda cubierta por un mantel rojo, las luces colgadas de un color tenuemente naranja y los platos entre los cubiertos aparecieron en su visión, ambos castaños se miraron confusos y sorprendidos.

—¿Nuestra cita? —fue lo primero y único que se le ocurrió preguntar a Grizz.

—¿Les molesta? —inquiere con una pizca de duda e inseguridad.

—No, por supuesto que no, nena —Harry niega al instante y le dirige una mirada a Grizz, la cual este le correspondió—. ¿Y no se supone que todo esto lo debimos hacer nosotros?

—No —aparece una sonrisa burlona—. Apestan organizando citas y veladas románticas, además, yo decidí tomar la iniciativa. Así que, por favor, señor Visser —deslizó fuera la silla, señalando con su mano el asiento. Grizz no puede evitar reír, adorando su forma de ser, tomando asiento—. Perfecto. Señor Bingham —Harry imita las acciones de Grizz, dejando un beso en la cabeza de la azabache antes de hacerlo—. No voy a mentir, la única comida que preparo son unos asombrosos sándwich de queso.

—¿Y para qué los cubiertos?

—No se ve mal —comentó Grizz.

—Exacto. Gracias, bebé —Megan le mostró una sonrisa acariciando su hombro. Al detenerse, se giró con camino a la cocina, volviendo unos segundos después equilibrando tres platos—. Bebé, el tuyo con extra queso —dejó el plato frente a Grizz y después el segundo frente a Harry—. Cariño, el tuyo sin mayonesa.

Cuando terminaron de comer el último pedazo de pan se enfrascaron en una apacible conversación, llena de recuerdos y anécdotas, que al finalizar Megan entrelazó sus manos con cada uno, esperando ansiosamente saber cómo la pasaron.

—Fue perfecto, linda —Grizz responde primero, dando suaves caricias a su dorso—. Las luces, la comida y la sorpresa... Eres un pedazo de cielo que lo único que hizo mal fue nacer en este mundo. No puedo creer lo feliz que nos haces con tan solo sonreír.

Ella esconde una sonrisa a esas palabras. —Quería regalarles una típica escena de película, y así tal vez, cuando ustedes me inviten, puedan superarla solo un poco. Pero no lo suficiente porque a la siguiente yo los superaré por mucho más —su mirada se dirige ahora a Harry, quién lo único que podía hacer era adorarla y admirarla como a una pieza de arte.

—Odio este lugar —dice con voz calma—. Odio haber sido alejado de mi hermana y mi madre. Odio no ser el popular del colegio. Odio compartir hogar con desconocidos y trabajar a cambio de comida, odio este pueblo de un extremo a otro —Scott hizo una mueca y expresión triste, es cierto que Harry había sido quién más le costó la dinámica grupal—, pero, lo que no odio en absoluto, es que esto nos haya acercado y nos hiciera lo que somos ahora.

Los ojos de la líder brillaron y sus lágrimas se asomaron seguido de eso, agradeciendo al maldito que los hubiera traído a ese lugar.

—En un año —anunció cuidadosamente, pero sonriendo a más no poder—, les pediré matrimonio, amores.

—Estaremos encantados de dar el ❛ sí ❜ —aseguró Grizz, hablando por los dos sin duda apareciendo en sus palabras. Él y Harry a la par besaron sus nudillos.

—Los amo —se sinceró sin pensarlo mucho, cayendo en cuenta que siempre los había amado, pero temía admitirlo y no ser correspondida.

—Lo sabemos, nena —y esa fue su manera de corresponder su amor.

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