────── 𝐩𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨
El agobio aumentaba en sus hombros con cada día que pasaba después de la charla con Laenor. Ahora entendía porqué su padre había estado tan desesperado por un heredero tantos años, aunque eso no significaba que lo que su madre sufrió, se justificara.
El parto y el embarazo le daba profundo terror a Rhaenyra, pero como su madre le había dicho, dar a luz era su deber. Procrear herederos a través de la incomodidad y el dolor, para asegurar una sucesión a su reclamo era algo que debía hacer aún cuando tenía pavor de ello.
El peso de su herencia empezaba a hundir sus hombros y a perturbar su corazón. Debía encontrar una solución pronto.
— Rhaenyra.. — Viserys sonríe en cuanto su hija llegó al salón del consejo— Empezaba a preocuparme con tu retraso.
La princesa se inclina y deja un beso en la mejilla de su padre, se sienta en la mesa junto al resto del consejo, algo que ya era habitual desde antes de que su matrimonio se consumara, sin la necesidad de estar sirviendo copas.
— Me sentía ligeramente indispuesta. — miente, ya que se había quedado meditando demasiado en sus opciones.
— ¿Es algo que me deba preocupar? — el semblante de Rey se torna en preocupación, mira a su primogénita atentamente.
— No es nada. — le tranquiliza, tomando la mano de su padre sobre la mesa para darle confort.
— Bueno, princesa, esperemos que sus malestares no sean nada serio. Por el contrario, que sean el anuncio de buenas noticias. — interviene el Maestre, mirando a la heredera con interés — Hay síntomas fáciles de identificar en el embarazo. ¿Desea una revisión?
La mirada de Viserys se alterna del Maestre hacia su hija, con ojos brillantes de anhelo ante la idea de ser abuelo.
— ¿Rhaenyra?
La sonrisa que Rhaenyra poseía en sus labios decae por un instante antes de volverla a recomponer.
— Lamento decepcionarlos, pero sangre hace solos unos cuantos días.
La sonrisa del Rey Viserys se apaga por un momento, pero la suavidad y cariño no se fueron de sus ojos, mira a su primogénita con profundo cariño.
— Mientras no sea nada grave, estoy tranquilo. Pronto esta corte celebrara el nacimiento de un digno sucesor de la primera reina de los siete Reinos. — expresa el monarca con voz animosa, al tiempo que los miembros de su Consejo sonreían con él.
Unos lo hacían auténticamente, otros de forma incómoda, entre ellos, Rhaenyra, por la presión que le hundía en la ansiedad.
— Esperemos que en un futuro cercano. — apoya Lord Lyonel, la mano del Rey.
— Lo mismo digo. — los ojos orgullosos de Viserys volvieron a caer en Rhaenyra— No veo la hora de sentar a un nieto en mi rodilla cuando este en el trono de Hierro, tu futura sede, y la de tu primogénito.
Rhaenyra traga saliva antes de sonreír, contagiada momentáneamente por el entusiasmo de su padre.
— Espero traer una heredero al mundo lo antes posible, Majestad. — corresponde su sonrisa. Dirige sus ojos a los Lores a su alrededor y aclaró la garganta — Bien, ¿que asuntos hay que discutir hoy?
— Tenemos muy buenas, mi Rey. — El gran Maestre toma la palabra mostrando un pergamino — Llegó un cuervo está mañana, del príncipe Daemon.
Las facciones del rey se endurecen ante la mención de su hermano. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo había exiliado los últimos años.
— ¿Buenas noticias junto al nombre de Daemon? — Viserys sonríe sin diversión— ¿Sobre que?
El rey mira de soslayo a su hija, cuyos labios permanecen en línea, rígidos.
— El príncipe Daemon ha tomado una nueva esposa; Lady Laena.
Rhaenyra aprieta los puños sobre el regazo de la tela de su vestido, notando como una silenciosa sorpresa zurco el rostro de su padre.
— ¿La hija de la Serpiente Marina?
— Así es, Majestad. El príncipe Daemon se batió en duelo contra el príncipe de las ciudades libres por la mano de su esposa. — informa el Maestre — Han anunciado su pronta llegada para pedir su bendición, Majestad.
Viserys mira a Rhaenyra, cuya barbilla permanece alzada, aunque sus ojos lucen turbios.
— Son buenas noticias, Majestad, algo bastante inusual que provengan de su hermano, pero muy acertado de su parte. — habla complacido Lord Strong— Ahora tendremos la grandeza y poder de la casa Velaryon unida por sangre a la Targaryen además de Ser Laenor, sin mencionar que Lady Laena posee al dragón más grande del mundo.
— Una noticia alentadora, sin duda. — respalda el maestre. — Se cree que llegarán en dos días.
Viserys mira a sus consejeros, que parecen notablemente satisfechos con la decisión de Daemon. En realidad le alegraba, profundamente, ya que era plena elección de su hermano tener una nueva esposa, a la que esperaba tratara mucho mejor que a la última. Lo único que no le alegraba de las noticias, era que su hermano vendría, y con ello, los problemas le seguirían.
La relación entre ambos se había vuelto un campo de batalla que se sentía cansado de pelear.
— Una buena e inesperada noticia… — pronuncia el rey sin borrar su sonrisa forzada que le acusaba dolor en las mejillas — No podría esperar una mejor esposa para mi.. Querido hermano.
Rhaenyra sigue impasible, sin comentar al respecto, porque no hacia falta en realidad.
Tenía cosas más importantes que atender, como procrear un sucesor.
Tal como el pergamino anunció, Daemon Targaryen y su esposa, Lady Laena, llegaron junto a una pequeña flota y sus dragones a King's Landing al alba dos días después.
El gran Consejo se reunión en el Salón del trono en una audiencia para recibir al matrimonio, donde el Rey Viserys con rostro severo, les esperó.
Laena Velaryon y su esposo se presentan ante el rey con una reverencia, mostrando ambos en el rostro una sonrisa.
— Majestad.
— Lady Laena. — Viserys mira con una sonrisa honesta a Laena — Un placer su visita.
— Mi padre, la serpiente Marina envía sus respetos.
— Gracias. Es una pena no tener el placer de su compañia. — los ojos del soberano cayeron en Daemon, que como siempre, poseía una mirada llena de confianza y hasta cierta burla brillando en sus ojos — Daemon..
— Majestad. De verdad me encantaría tener el privilegio de su bendición para mi matrimonio..
Rhaenyra, cuya mirada se mantiene fría y sin emoción, juega con sus anillos.
— Tengo que admitir que me sorprendió la noticia de tu matrimonio. — acepta el monarca sonriendo al salón de forma forzada — Tan pronto.. Después de la muerte de tu primera esposa.
— Quedé desconsolado. — el sarcasmo era dueño de la voz del príncipe— Un desconsuelo que solo puede ser calmado por una nueva esposa a mi lado, con quien espero tener un largo matrimonio.
Laena sonríe a su marido, aunque parecía más divertida por el tono de su juego.
— Yo igual lo espero. — el tono de Viserys sale cargado de advertencia — Me alegra tenerte de vuelta hermano, y es por ello, que habrá una semana de banquetes en honor a tu recién realizado matrimonio. — anuncia
Rhaenyra nota como Laenor se alegra de tener a su hermana una temporada en la fortaleza Roja.
›› — En muestra de mi total apoyo a este matrimonio. Les deseo felicidad.
Apenas la gran audiencia acaba, el jardín fue testigo de un alegre banquete de bienvenida al que Rhaenyra no deseo asistir. Laenor, por su parte, contento de tener a su hermana cerca, se acerca a la pareja, mientras que Rhaenyra se mantiene a su lado, deseando pasar inadvertida e ignorada como los tapices.
— Es un gusto tenerte aquí, hermana.
— Es un gusto verte. — Laenor toma las manos de su hermana, sonriendo como no lo había hecho desde su boda— También a ti, prima.
— Lo mismo digo. — Rhaenyra se obliga ver únicamente a su prima y no a su tío— Felicidades a ambos.
— Gracias. — Laena mira a Daemon, cuyos ojos se mantenían sobre la heredera, buscando aunque fuera un poco de contacto visual — Extrañaba a mi hermano. Es bueno poder estar cerca el uno del otro después de meses intercambiando cartas.
Rhaenyra únicamente presiona sus labios en una sonrisa apretada.
El silencio incómodo estaba por ser el quinto integrante en el pequeño grupo, pero antes de que calara de forma notable, dos figuras más arribaron; la reina Alicent y el rey Viserys.
— Felicidades, Lady Laena. — Alicent fue la primera en hablar, generando imperceptibles muecas de disgusto entre Rhaenyra y Laenor.
Daemon solo mira con desdén y burla a la Hightower.
— Gracias, Majestad. — Laena sonríe amable.
— Príncipe Daemon, es una gusto saber que encontró una buena compañera de vida tan pronto después de la desafortunada muerte de su esposa.
Daemon no disimula su mueca burlesca hacia la esposa de su hermano.
Viserys aclara la garganta ante el comentario de su consorte, permaneciendo callado.
— Reclamaste a Vaghar hace no mucho, ¿verdad? — Rhaenyra centra su atención en su prima — El Dragón de Visenya, es sorprendente.
— Me halaga, princesa. Si, Vaghar es una criatura excepcional… No hay mejor experiencia que montar un dragón. — sonríe entusiasmada.
— Concuerdo.
— Rhaenyra fue la ginete de dragón más joven en todo nuestro linaje. — presume Viserys de forma orgullosa. — Montó a Syrax a los siete.
— ¿Syrax nació en su cuna, princesa?
— Sí, llegamos a este mundo juntas.
Ambas se sonrien compartiendo un interés en común, algo en lo que Rhaenyra le hizo sentirse cómoda.
— Deberíamos ir a volar juntos un día de estos.
— Me parece una estupenda idea. — apoya Laenor — Nada mejor que el cielo lleno de dragones sobrevolando King's Landing.
— Eso se oye encantador. — la voz de Alicent arruina el momento de comodidad de Rhaenyra y Daemon al mismo tiempo — Las dos casas de la antigua Valirya unidas.. Que bendición para ambas casas.
Rhaenyra siente los ojos fríos de Alicent sobre ella, devolviéndole la mirada de forma gélida. Desde su boda soltaba ese tipo de comentarios mordaces, cortantes y venenosos, vistiendo todos los días de verde.
La forma en la que Ser Criston y Alicent se mantienen juntos el uno del otro no le daba en absoluto confianza.
— Lo es. La casa del dragón resurgira en todo su esplendor. — habla Viserys, deseando mitigar la incomodidad.
Daemon evita poner los ojos en blanco, mirando a su esposa y luego a su hermano.
— Bueno, hermano, ha sido un viaje largo.
— Cierto, debes estar cansada, hermana. — Laena asiente, sonriendole afectuosamente a su hermano.
— Me encantaría tomar un baño. Siento que huelo a dragón.
— Yo también me retiro. — anuncia Rhaenyra.
Siente los ojos de Daemon encima al caminar, pero los ignora. Si tenía suerte, tal vez podría encontrarse con Harwin.
Últimamente era una grata compañia que la ayudaba a lidiar con su soledad.
「∙∙∙」
Lo único ventajoso que Rhaenyra encuentra en los ostentosos banquetes en honor al matrimonio de Daemon, fue el baile, la música y la comida.
Se había unido a varios bailes durante la cena con la esperanza de que el tiempo fuera menos lento, y gracias a ello había compartido algunos bailes con Ser Harwin Strong, el hijo de la mano del rey.
Realmente sentía una especial atracción por él, y sabia que el sentía lo mismo. Podía ser la solución a sus pesares y a la encrucijada de sus herederos.
Las puertas de su habitación se cerraron, dejando a su Guardia de pie frente a sus puerta.
Empieza a quitarse los pendientes y las pulseras, cansada de horas bailando y ligeramente mareada por el vino ingerido.
— ¿No debería estar tu marido contigo?
Rhaenyra salta al escuchar la voz de Daemon, proviniendo de las sombras, apenas parcialmente iluminado por las velas.
Había entrado por la puerta secreta del pasaje de su habitación.
— ¿Tu no deberias estar compartiendo lecho con tu esposa? — pregunta tranquila, quitándose el collar del cuello dejándolo en su mesita.
— Está agotada. Creo que es justo que descanse unos días.
Rhaenyra dibuja una sonrisa amarga en su rostro.
— ¿A que has venido, tío?
— ¿Acaso no querias que volviera?
Rhaenyra no da indicios de responder, así que el príncipe sigue con la palabra.
››— ¿Aun no te aburre tu esposo? Yo lo vi muy cómodo con algunos escuderos
— Es una buena compañia.
— ¿Tambien lo es en tus noches? — el tono de Daemon es burlón, sentado cómodamente en la oscuridad.
— Lo que haga es mis noches con mi esposo, ¿realmente te interesa? — pregunta con aire resentido.
— Aun no ha puesto un heredero en tu vientre, puedo ver. — señala con interés— ¿Realmente han estado juntos?
— ¿Por que tendría que tendría que decírtelo? Mi deber era casarme, fortalecer mi reclamo y procrear herederos. Laenor es un hombre honorable para eso.
— Dilo hasta que tu misma lo creas. — reta el príncipe — Ya estas casada. Eres libre de hacer lo que te plazca.
Una burla amarga sale de los labios de Rhaenyra, negando con rabia brillando en sus ojos.
— ¿Con quién? ¿Contigo?
Daemon se levanta, avanzando hacia la menor, sin apartar sus ojos ningún instante de los suyos
›› — Peleaste por ella.. Por su mano..
— Laena es una descendiente de sangre de Valirya pura, asi..-
— Peleaste por ella y a mí me abandonaste. — susurra dolida.
— El matrimonio solo es un acuerdo político. — espeta en defensa.
— ¿Y que acuerdo político ganas con Laena Velaryon?
Daemon solo mira a Rhaenyra y a sus ojos brillantes de lágrimas, ella suelta una risa y se apartó.
— Sal de aquí, Daemon.
— ¿Si te complace? — pregunta con voz seria y más grave.
Rhaenyra se vuelve para verlo, cansada de lidiar con él y su actitud confusa. Había esa inevitable atracción, pero él la abandonó, y ahora estaba de vuelta, y no sabía para qué.
— ¿Que quieres de mi, Daemon?— pregunta directamente, cansada de ese extraño juego en el que el mayor la envolvía.
Daemon la mira de arriba a abajo, cortando lentamente la distancia. Rhaenyra no retrocede, solo alza la barbilla, demandando una respuesta.
— Ambos estamos cansados.. Somos libres de hacer lo que nos plazca, lo que queramos.
— No creo que Laena lo vea de la misma forma.
— ¿Y tú? — Daemon da otro paso, quedando a solo poca distancia de Rhaenyra — Veo a Laenor disfrutando de sus placeres mientras que tu estas aquí, sola.. ¿Ese es tu prospecto ideal?— susurra.
Rhaenyra relame ligeramente sus labios.
— Tengo un deber para con el Reino.
Una risilla burlesca sale de Daemon, mira los labios de Rhaenyra y luego sus ojos.
— Ya veo porque Viserys te escogió como su heredera. Una decisión acertada… — musita.
Rhaenyra pudo notar que había completa honestidad en su expresión.
›› — ¿El deber esta sobre todo ahora? ¿Incluso esta noche?
Rhaenyra traga en seco, mirando inconcientemente los labios de Daemon.
Aun había interminables noches en las que pensaba en la sensación de sus labios sobre los suyos en aquella casa de placer, sus manos en su cintura y su cabello, sus labios en su cuello. Pensaba en ese corto instante cuando estaba con Laenor para poder seguir, para tratar de sentir deseo, pero jamás estuvo cerca de ser como aquella vez
Daemon corta totalmente la distancia, acuna el rostro de Rhaenyra entre sus manos y acaricia su labio inferior, justo como aquella vez. Rhaenyra cierra los ojos, queriendo ahondar en la sensación de las manos de Daemon y su calor, solo eso.
Tomándolo como una señal abierta a continuar, Daemon une sus labios a los de Rhaenyra, quien rápidamente lleva sus manos a su nuca y lo atrae hacia su cuerpo, siguiendo con ansias el beso, respirando nariz con nariz ante la agitación de la adrenalina y la euforia.
Rhaenyra retrocede un momento, separando sus labios y alzando la vista, buscando ver a Daemon a los ojos. Sus narices aún rozaban y sus alientos chocaban. Los ojos de Daemon reflejaban deseo, lujuria, anhelo, y eso a Rhaenyra le basto para volverlo a besar, empezando a despojarlo de su ropa.
Daemon sonríe en medio del beso, bajando sus labios a la barbilla de Rhaenyra, y luego a su cuello mientras sus manos deshacen sin dificultad los nudos de la parte trasera de su vestido, aflojandolo sobre su torso.
Rhaenyra suspira audiblemente ante los labios de Daemon en su cuello y hombros, recorriendo el vestido en una suave caricia que solo aumentaba el calor entre sus piernas.
La parte superior de su vestido queda floja, pero no cae no por el momento. Vuelven a retroceder para tomar aire, viéndose a los ojos con una diminuta sonrisa que buscaba ser reprimida.
Rhaenyra ayuda a Daemon con la parte superior de su ropa, dejándolo con el torso completamente desnudo, dejando ver cicatrices de batalla, una especialmente llamativa de una quemadura en su hombro y cuello.
Rhaenyra acaricia con las yemas de sus dedos, provocando que Daemon echará la cabeza hacia atrás un momento antes de que el calor subiera en poco tiempo.
Cuando menos espero, Daemon la alza de los muslos y la deposita en la cama, sacándole el vestido y las medidas, dejándola desnuda antes de trapar sobre ella.
Rhaenyra gime cuando la boca de Daemon toma uno de sus pechos, brindándole placer, el placer que casi había olvidado debía sentirse en la intimidad.
Mientras el príncipe la tocaba y jugaba con ella, Rhaenyra empieza a quitarle el pantalón, ansiosa de emparejar las cosas entre ambos.
Daemon gruñe cuando la mano de Rhaenyra sostuvo su expuesta virilidad, empujando las caderas embistiendo su mano.
Hizo lo mismo con ella, colando un dedo en su intimidad, arrebatándole un gemido a Rhaenyra, quien jadea y se revuelve, pero no detuvo sus caricias sobre la espada de su hombría.
— ¡Daemon!
El mayor gruñe y bufa antes de separarse de las manos de Rhaenyra, se quita lo que quedaba de su ropa enredada en sus tobillos y toma las piernas de Rhaenyra, alineando su cuerpo con el de él.
Toma a Rhaenyra del cuello, la besa ferozmente y sin más preámbulo, embiste, ahogando un gruñido en la boca de su amante. Los gemidos de Rhaenyra también sonaron contra sus labios, al mismo tiempo que alzaba sus caderas, buscando el desesperado contacto y colisión de sus sexos en el erótico vaivén.
El mayor se irguió, sin dejar de penetrar con fuerza y firmeza. Su rostro tiene una mueca feroz ante el esfuerzo que hacía por no perder el ritmo y no correrse tan rápido, manteniendo las piernas de Rhaenyra lo suficientemente abiertas para darle el perfecto ángulo.
Rhaenyra gime, Daemon gruñe o respiraba audiblemente, mirando a Rhaenyra debajo de él, revolviéndose pidiendo más y aullando su nombre lo más reprimido que podía.
La princesa toma a Daemon de la nuca y lo atrajo hacia ella, tomando sus labios en los suyos con necesidad antes de ser ella quien los girará para quedar arriba.
Daemon sonríe completamente complacido, orgulloso de la iniciativa, rodeando la cintura de Rhaenyra y ayudándole cuando ella lo montó, tomándose de sus hombros para mover su cintura en círculos.
Daemon respira aún más rápido, hundiendo su cara en el cuello de Rhaenyra, inhalando en su cabello plateado, dejando besos ahí.
Rhaenyra profirió un gemido más alto, su intimidad pálpito abrazando la virilidad de Daemon y se vino sobre el.
Daemon, que aún no terminaba, la ayudo a subir y bajar un par de veces más antes de venirse dentro de ella, llenandola se su semilla en un gruñido ronco.
Rhaenyra colapsa en el pecho de Daemon, respirando agitada y satisfecha contra su piel, adorando la sensación de sus brazos sosteniendola.
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King's Landing se llenó de euforia una mañana ante la buena nueva sobre un nuevo integrante en la familia real. La princesa Rhaenyra había dado a luz a una niña sana de cabello plateado a la hora del Búho.
Laenor ayuda a Rhaenyra a sentarse en su silla correspondiente al lado de su padre en la mesa del Consejo, sonriendo feliz viendo a su padre el rey, cargando a su hija, su primogénita.
— Felicidades Majestad, Princesa. — habla Lord Lyonel.
Rhaenyra sonríe cansada, ya que apenas se recuperaba de un largo y agotador parto. Había sido la experiencia más aterradora de su vida, pero no hubo una sola complicación, y su hija había nacido rápido, totalmente sana.
— Una digna heredera. — asegura Viserys, que no separaba sus gentiles y amorosos ojos de la bebé.
Justo en ese instante las puertas se abren, dejando ver a Laena y Daemon. Ambos habían llegado días antes para el torneo del nacimiento del heredero de Rhaenyra, en este caso; heredera.
— Felicidades, hermano. — Laena llega hasta Laenor, sonriendole a Rhaenyra — Princesa.
— Gracias, Laena.
— ¿Como se llama el pequeño príncipe? — Daemon mira el pequeño bulto entre los brazos de Viserys con curiosidad.
Alicent mira a su cuñado.
— Princesa. — corrige al instante — Nació una niña.
La sonrisa que Daemon traía en la cara muere de un segundo a otro, mira a Rhaenyra y luego a la bebé que Viserys veía con adoración.
Alicent junta los labios al ver que ni siquiera a Aemond miró así cuando nació, a ninguno de sus hijos en realidad.
— ¿Una niña?
— Una pequeña princesa. — habla orgulloso Viserys — Una futura reina.
Rhaenyra toma una bocanada de aire, mirando a su hija y luego a Daemon, que parecía haber perdido cualquier tipo de felicidad.
Laena y Alicent también notan la sombría expresión de Daemon.
— ¿Como se llamará la princesa? — pregunta el Maestre, rompiendo el ambiente tengo.
— Visenya. — Rhaenyra ni siquiera lo pensó.
Siempre tuvo preferencia por ese nombre.
›› — Su nombre es Visenya.
— Ese es el nombre digno de una reina. — ríe contento Viserys, contagiando a Rhaenyra — Visenya, mi nieta.
El consejo celebró junto con el rey, que no cabía en su euforia. Era como si la sensación de ser abuelo le hubiera rejuvenecido.
›› — Aquí yace el futuro del Reino.
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HOLAAAAA
bienvenido a una nueva historia
Les va gustando? La introducción tiene spoilers pero nada que en el libro original no se diga.
Visenya de joven
(Creada por mi)
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