━━ 𝟎𝟒: bomba del tiempo
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎
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𝐙𝐀𝐑𝐈𝐀.
La mente de Thalía está plagada con la imagen del cuerpo sin vida de Zaria. No puede formar un pensamiento coherente. Zaria. No sabe qué pasó. No está segura de si quiere saberlo. Todo lo que Thalía sabe en ese momento es que no puede sentir el latido del corazón de Zaria, y no puede concentrarse en nada más.
Había aprendido el ritmo del latido del corazón de Zaria tan pronto como pudo. Había estado escuchando el mismo ritmo constante, bum – bum, bum – bum, casi todos los días desde que tenía once años. ¿Qué se suponía que debía hacer sin ese ritmo para guiarla en la oscuridad?
Sus pies actúan por sí solos, tropezando sobre el suelo empapado de sangre y los cuerpos sin vida dispersos por los Volcra que se habían alejado de nuevo en la oscuridad. El esquife se está moviendo de regreso hacia la tierra, Thalía no puede encontrar en sí misma la capacidad de preocuparse por dónde van. Necesita a Zaria donde sea que vaya.
─ Zaria ─Thalía balbucea, cayendo sobre el cuerpo de la chica y arrodillándose. Le da una sacudida brusca, un sollozo rasgándose de su garganta cuando Zaria no se mueve─. Z, vamos. Vamos. Esto no es gracioso. Por favor, despierta. ¡Vamos!
El cuerpo de Zaria es un peso muerto. Thalía sacude la cabeza, intentando ordenar sus pensamientos y formar un plan. Trata de localizar sus latidos cada vez más débiles y apenas perceptibles, acelerándolos lo más rápido que puede con sus últimas fuerzas.
─ Mortificadora, retrocede.
─ No.
Está pegada al suelo, magnetizada por la atracción de Zaria. Ni siquiera puede moverse. Otro grito desesperado se libera de su garganta mientras intenta acelerar el corazón de Zaria, pero está cansada. Solo necesita un impulso. Solo un minuto para recuperarse y luego podrá traerla de vuelta.
No tiene otra opción más que traerla de vuelta.
Pronto llega la voz de Berezovsky.
─ Qué alguien la saque de aquí para poder llevar a la víctima a un Sanador. ¡Ahora!
Antes de que pueda protestar, dos brazos se enganchan en los codos de Thalía y presionan sus brazos hacia atrás, impidiendo su capacidad para canalizar su magia. Saskia la arrastra antes de que pueda luchar contra ella.
─ Se ha ido ─insiste Saskia, llevándola fuera del esquife cuando llegan a tierra. Thalía sigue luchando contra su agarre─. Se ha ido, ¿de acuerdo? No puedes hacer nada al respecto. Se ha ido.
Thalía sacude la cabeza, sintiendo cómo le arden los ojos mientras intenta soltarse del agarre de Saskia.
─ No se ha ido. Puedo salvarla. Saskia, puedo... ─entonces, ella siente que su ritmo cardíaco disminuye y se queda paralizada en su lugar. Levanta la cabeza y se encuentra con la mirada de Saskia─. Detente. Déjame ir.
─ No querrás hacer eso ─le advierte Saskia, aun manteniendo el ritmo cardíaco de Thalía bajo control─. Sé que es tu amiga...
─ ¡Es todo lo que tengo! ─llora Thalía, suplicando─. Es mi hermana. No puedo dejarla ir, no sin intentar salvarla.
Saskia aprieta los puños, su labio inferior temblando.
─ Tenemos que informar a Kirigan. Querrá un informe completo de lo que sucedió.
─ Saskia...
─ Ahora.
Con una última mirada hacia el último lugar donde vio a Zaria con vida, Thalía sigue a Saskia con pasos inestables. Se siente como si estuviera en el cuerpo de un extraño. Ha estado lidiando con la pérdida desde que era una niña, incluso encontró el cuerpo sin vida de su abuelo en su cama. Pero esto... esto era algo completamente distinto.
Esto era como perder la mitad de su corazón. Zaria había sido la mitad del corazón de Thalía. La mitad de su ser. Había estado allí desde que Thalía llegó al Pequeño Palacio, recibiendo a Thalía con los brazos abiertos y un corazón dispuesto. Lista para acoger a una chica que había cometido muchos errores.
Una vida sin Zaria Petrova no era una vida que valiera la pena vivir.
─ Está bien ─susurró Saskia, su voz más suave ahora. Intenta extender una mano en consuelo, pero Thalía se aparta─. Todo estará bien, Thalía. Solo necesitas un poco de tiempo.
Tiempo. Qué irónico. Parece que todo lo que le falta a Thalía es tiempo. No ha tenido suficiente tiempo para enmendar las cosas con su familia. No ha tenido suficiente tiempo para idear una tapadera sobre por qué no defendió inmediatamente el esquife. No ha tenido suficiente tiempo con Zaria.
Thalía Vassilieva es una bomba del tiempo que espera el momento adecuado para estallar en llamas.
Saskia la lleva a la tienda de los Grisha, donde Thalía encuentra que varios de sus compañeros Grisha ya se han reunido. Cada uno de ellos luce tan impactado como ella, y Thalía estaría dispuesta a apostar todo el dinero que tiene a su nombre a que no es la única que se ve tan atormentada.
Se encuentra buscando instintivamente a Zaria en la multitud, pero eso solo le deja con un agujero en el estómago y un sabor metálico en la boca. Se siente enferma.
─ ¿Alguien se anima a decirme qué pasó? ─Thalía levanta la vista cuando el General Kirigan habla, su voz llenando la tienda. Traga con dificultad, con la mirada fija en sus botas. Habla de nuevo─. Ayúdenme, chicos. Necesito algo con lo que trabajar aquí.
Sol levanta la mano y habla cuando Kirigan le da permiso.
─ Aunque no estoy segura de lo que pasó en el barco, señor, recuerdo una explosión de luz muy brillante que ayudó a que dejaran de atacarnos aún más.
El General Kirigan asiente, una arruga en su rostro, quedándose en silencio por un momento mientras examina la nueva información.
─ ¿Una explosión de luz, dices? ─Sol asiente levemente en respuesta. La arruga del ceño de Kirigan se profundiza─. Interesante...
Zoya da un paso adelante, ya en la tienda, con una expresión contorsionada que Thalía reconoce como desaprobación.
─ General, no piensa seriamente que podría ser...
Kirigan levanta un dedo, cortándola eficazmente.
─ Silencio, Zoya.
Justo cuando habla, la luz entra en la tienda por la puerta, y dos Grisha entran con una chica entre ellos, seguidos por Ava, una Sanadora. Thalía la reconoce como la chica con la que Mal estaba teniendo una discusión antes de que ocurriera el desastre, y su estómago da un sólido giro desde el fondo al que ya había llegado, haciéndola sentir como si la hubieran golpeado en un lado.
Kirigan la llama hacia adelante con el mismo dedo que usó para silenciar a Zoya, y la chica tropieza con sus pies mientras lo intenta. Kirigan se mueve hacia adelante, con la cabeza ligeramente inclinada mientras la examina.
─ ¿Bien?
Ella balbucea.
─ ¿Bien, qué, señor?
Sus palabras salen rápidas, practicadas.
─ ¿Qué eres?
─ Alina Starkov, cartógrafa asistente, Cuerpo Real de Topógrafos ─se detiene allí, una expresión cae sobre su rostro─. Todos se han ido. Es mi culpa. Por eso estoy aquí, ¿verdad?
La calma sigue siendo una emoción prominente en el rostro de Kirigan.
─ Responde a la pregunta ─habla de nuevo, dando un paso hacia atrás, llegando hacia el escritorio y señalándola─. ¿Qué eres?
─ Una cartógrafa, señor.
Una risa compartida se propaga entre el grupo de Grisha, pero Thalía no puede unirse. Zaria habría reído, con un sonido agudo y chillón por el que Thalía siempre se burlaba de ella. Daría su propia vida por escucharlo una última vez. Kirigan los silencia con una sola palabra.
─ Zoya ─Kirigan habla, la nombrada poniéndose en posición de atención─. ¿Qué pasó en realidad?
Thalía se desconecta mientras Zoya comienza a contar la historia de lo que sucedió en el barco, y su mente vuelve a divagar hacia Zaria. Se había ido. Nunca regresaría. Todo había sido su culpa. Debería haber sido ella. Si tan solo hubiera reaccionado un segundo más rápido. Si no hubiera sido tan incompetente. Si nunca hubiera llegado al Pequeño Palacio, esto tal vez no habría ocurrido nunca.
─ Fue ella ─acusó Andrei a Alina, su voz llevó a Thalía de regreso al presente.
─ La cartógrafa ─observa Kirigan─. ¿Es cierto? ¿Puedes convocar la luz? ─Alina niega con la cabeza─. ¿Dónde creciste?
─ Keramzin ─responde Alina.
Kirigan hace un ruido lleno de escepticismo.
─ ¿Cuándo fuiste evaluada? ─cuando Alina no responde, él continua─. ¿No lo recuerdas? Bueno... tenemos que asegurarnos de eso.
Thalía observa en silencio como Kirigan se acerca a ella, toma el brazo de Alina y levanta su manga. En su pulgar, Alina puede ver que el anillo que él lleva religiosamente ha desplegado una pequeña y afilada hoja. Una sombra familiar se adueña de la tienda antes de que él haga un solo corte en su piel. Como si fuera un comando, una luz ardiente brilla desde la pequeña herida.
─ Santos ─murmura Thalía, con la respiración atrapada en su garganta. Apenas puede creer lo que está viendo, casi convencida de que está en un estado de sueño maladaptativo.
No han... no podrían haberlo hecho posible...
Pero cuando Kirigan suelta el brazo de Alina y la oscuridad cae sobre la tienda una vez más, Thalía se ve obligada a enfrentar la verdad: han encontrado a una Invocadora del Sol.
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