━━ 𝟎𝟐: azúcar, especias y todo lo bueno
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒
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𝐄𝐋 𝐃Í𝐀 𝐄𝐒 𝐌𝐈𝐒𝐄𝐑𝐀𝐁𝐋𝐄, aunque tal vez sea simplemente el estado de ánimo natural de Thalía.
Ha estado despierta desde que el sol salió esta mañana. Thalía no es, en absoluto, una persona madrugadora. Odia las mañanas. Pero, ¿es un desastre nervioso? Definitivamente. Siempre está así el día antes de cruzar la Sombra, despierta y en movimiento antes de que la gente ni siquiera haya pensado en levantarse. La preocupación la cubre como una lluvia torrencial. Empapada hasta los huesos y temblando como una mujer loca.
Cada vez que cruza el Pliegue de la Sombra, Thalía se juega la vida. Tal vez eso sea parte de la razón por la que sigue adelante.
Ya están listos y armados con los Mortificadores: Kamila, Saskia y Vladislav. Sin embargo, los Sanadores son otra historia. Aunque Thalía no es una Sanadora, escasean de suministros. Ella conoce lo básico, y la van a poner en el esquife, le guste o no.
─ Buenos días ─saluda Zaria, deslizándose hacia el banco junto a Thalía en el comedor Grisha. Es más pequeño, dado que hay menos Grisha que soldados del Primer Ejército, pero sigue siendo grandioso. Zaria se sirve un puñado de uvas, el morado hace eco con su kefta─. ¿Estás lista para hoy?
Una risa patética escapa de los labios de Thalía.
─ Estoy lejos de eso ─responde, sorbiendo su té. La bebida es amarga en su lengua por la falta de azúcar, pero solo cuando se lo merece se permite algo tan especial. Thalía tiene muy pocas esperanzas de que esto llegue a hacerse realidad algún día. Se da cuenta de que la mirada de Zaria se posa en su rostro, y toca su mejilla de manera insegura con un ceño dubitativo─. ¿Por qué me miras así?
Zaria sonríe con una sonrisa inconfundible de la mismísima Zaria Petrova, su mirada sin moverse.
─ Zoya me dijo que tuviste una visita anoche.
─ ¿De verdad dijo eso? ─responde Thalía, fingiendo inocencia. Zoya y su boca grande y estúpida que no deja de hablar sobre los asuntos de todos menos los suyos─. Zoya habla tonterías todo el tiempo, ya deberías saber que no hay que escucharla.
─ Ah, ah, ah... ─Zaria hace un "clic" con la lengua y sacude la cabeza. Señala a Thalía con su dedo índice derecho, usando el izquierdo para meterse otra uva en la boca. Thalía nunca podía entender como lo hacía tan fácilmente─. Sé que Zoya dice muchas tonterías, créeme. Pero ella describió a ese hombre con detalles muy precisos, y me cuesta creer que se lo haya inventado todo.
Thalía rueda los ojos, sus dedos tamborilean en la superficie de madera de la mesa. Preferiría estar haciendo cualquier cosa menos tener esta conversación. La visita de Mal a la tienda fue un error. Es algo de lo que Thalía no quiere hablar.
No obstante, Zaria parece decidida a tener esta conversación con ella.
─ Entonces, ¿quién era él?
─ Casimir ─miente Thalía. Casimir era la última conquista de Zaria, y podría inventar fácilmente una historia involucrándolo, ya que el chico parecía no saber dónde estaban sus zapatos la mitad del tiempo, y mucho menos dónde estaban anoche─. En realidad, vino buscándote a ti. Zoya solo está tratando de causar problemas porque no tiene nada más que hacer.
Zaria no se deja engañar fácilmente, pero Thalía ha dicho lo suficiente como para tratar de convencer a su amiga.
─ Vaya ─susurra Zaria─. Tendré que encontrarlo más tarde para ver qué quería. Probablemente a mí. Después de todo, soy irresistible. Pero por ahora, mi querida Thalía, debo irme para arreglar algunas cosas para el General Kirigan.
─ Espera un momento ─le pide Thalía, sosteniendo a Zaria del brazo para detener su movimiento─. ¿Kirigan te tiene trabajando de nuevo? ¿No acabaste su último proyecto?
Zaria asiente solemnemente.
─ En efecto, lo hice. Pero ya sabes cómo es Kirigan. "Nada estará realmente terminado hasta que la Sombra sea desterrada" y todas esas cosas. Algo raro. Pero debo irme, ¡nos vemos en el esquife!
Thalía le dedica una pequeña sonrisa como despedida, observando a su amiga irse. A pesar de su aparente desprecio por el General Kirigan, parecía que todo lo que Zaria hacía era trabajar en nuevas cosas para él. El precio de ser una Durast, supuso. Al menos Kirigan no llamaba a Thalía a menos que realmente la necesitara. A Zaria la llamaban de un lado a otro.
Siguió trabajando en beberse su té amargo, su garganta amenazando con cerrarse en cada sorbo. Nunca había sido fanática del té, pero era eso o agua. Tampoco le gustaba mucho el agua. Realmente le encantaría tener un poco de kvas, siendo sincera.
─ Buenos días, Thalía ─saluda Zoya, sentándose directamente al otro lado de la mesa con un gran tazón de manzana y plátano cortados. Se veía maravillosa a pesar de haber acabado de despertar. Zoya siempre parecía verse maravillosa─. ¿Dormiste bien?
─ Tan bien como se puede la noche antes de una muerte segura ─responde Thalía, estirando los labios con sarcasmo─. ¿Y tú?
Una risa brota de Zoya, la chica sonríe con alegría.
─ No necesitas ser tan negativa todo el tiempo, Thalía. Lo sabes, ¿verdad?
Thalía resopla.
─ No me considero negativa, muchas gracias. Soy más del tipo "me importan las consecuencias de mis acciones". ¿Puede que estés familiarizada con eso?
Otra risita perfectamente torturadora. ¿Cómo puede alguien tener una risa perfecta?
─ Oh, Thalía. Me haces reír.
─ Estaré así toda la semana ─dice Thalía, levantándose de la mesa. Deja su taza de té abandonada─. Voy a prepararme para nuestro viaje a través de la Sombra. Supongo que estarás manejando las velas, ¿verdad?
Zoya asiente, tragando su fruta antes de hablar.
─ Sabes que sí. Soy la mejor Squaller que tiene el Segundo Ejército.
─ No tiene sentido negarlo ─reconoce Thalía─. Nos vemos en el esquife, Zoya.
Sin esperar escuchar una despedida, dado que la probabilidad de recibirla era muy baja, Thalía abandona la tienda. No está del todo segura de qué hacer consigo misma ahora. Tiene al menos una hora antes de que empiecen a abordar, y sus cosas han estado empacadas desde anoche.
Nada que hacer más que vagar, supone Thalía. Podría visitar a sus compañeros Mortificadores, ver cómo se están preparando para la aventura de hoy, obtener algunos consejos para cuando finalmente sea su momento de brillar. También está la opción de unirse a las personas que preparan el esquife, ayudar donde pueda para agilizar el proceso. Cuando antes lleguen allí, antes Thalía podrá regresar al Pequeño Palacio para dormir en su propia cama y entregarse a una vida de azúcar, especias y todo lo bueno. No es que se lo merezca, así que probablemente no lo haga, pero una chica puede soñar.
El esquife es la elección de Thalía. Sus pies la llevan a través del terreno embarrado del campamento, las botas negras sonoras y atrayendo atención no deseada hacia ella. Podía controlar sus pasos dentro de la tienda de los Grisha, pero los terrenos del campamento eran territorio desconocido. No podía memorizar el barro.
─ ¡Oye, hola! Hola, por favor, ¿puedes detenerte?
Thalía se congela. Reconoce vagamente la voz, pero no logra ubicar de dónde la conoce. La persona corre para alcanzarla, llegando a su altura y doblándose por la mitad para apoyar sus brazos en las rodillas, jadeando fuertemente.
─ Santos ─jadea Mal, mirando a Thalía incrédulamente. Sus mejillas se ponen rojas como una rosa en primavera─. Caminas muy rápido. ¿Por qué caminas tan rápido?
─ Lo siento ─murmura Thalía, con la mirada fija en sus botas─. Supongo que es la costumbre, no lo sé.
Mal agita un brazo, aun jadeando mientras habla de nuevo.
─ Está bien. Solo... Santos, dame un minuto para recuperar el aliento.
Thalía asiente, dándole ese minuto. No está completamente segura de por qué corrió para alcanzarla. Ciertamente, no hay nada que Thalía Vassilieva pueda ofrecerle a Mal. A menos que quiera que ella juegue con los órganos internos de alguien, claro. Y Thalía no está segura de si se le permite hacer eso.
─ Bien ─finalmente comienza Mal, levantándose del suelo. Sonríe torpemente, extendiendo una mano hacia ella─. Hola. Soy Mal Oretsev. Malyen, si queremos ser formales, pero... no seamos formales. Siento que te debo un agradecimiento por lo que hiciste anoche.
─ No es necesario ─responde Thalía al instante, dejando la mano de Mal sin estrecharla─. No es necesario. Solo estaba haciendo lo correcto. Tu amiga tenía hambre, no iba a dejarte en manos de los lobos por intentar arreglar eso. Quiero decir... ni siquiera tenemos lobos aquí. ¿Tenemos lobos aquí? No creo que los tengamos. Espero que no, tengo bastante miedo a los lobos, son seres horribles...
En ese momento, Thalía se da cuenta de que está divagando. Santos, esto es tan vergonzoso. Mal la mira, boquiabierto, casi sonriendo.
─ ¿Perdón? ─se disculpa, tomando ahora su mano en la suya y dándole un firme apretón─. Soy Thalía Vassilieva. Solo Thalía, no tengo un apodo. Hablo sin parar cuando estoy nerviosa. Soy un poco torpe, si aún no te has dado cuenta.
Buen trabajo, Thalía. Si antes no pensaba que eras torpe, definitivamente lo piensa ahora.
Mal solo sacude la cabeza con una sonrisa amable, soltando su mano y dejándola caer a su lado.
─ Está bien, Thalía. Escucha, solo quería darte las gracias por no delatarme ante su general. He oído que es un tipo bastante estricto... lo siento.
─ ¡Está bien! ─insiste Thalía, emocionada─. Lo es. Un tipo estricto, quiero decir.
Una brillante sonrisa se dibuja en el rostro de Mal.
─ Tengo que ir a preparar mis cosas, pero como dije, solo quería agradecerte. Significó mucho para mi amiga y para mí.
Thalía encoge los hombros.
Entonces, se miran el uno al otro durante un momento, paralizados. Thalía traga con dificultad. Todo movimiento a su alrededor se detiene cuando el ruido de cascos se acerca, y Thalía sale de su trance.
─ El General Kirigan ─señala Mal, asintiendo hacia la gran carroza negra que se acerca. Thalía asiente─. Supongo que querrá verte a ti y a los demás Grisha, así que será mejor que te pongas a ello.
─ Claro ─concede Thalía de manera incómoda. ¿Por qué es tan malditamente torpe?─. Claro. De acuerdo. Hasta luego, Mal.
Thalía se va antes de que Mal pueda pronunciar su propia despedida. Es la segunda vez que lo hace hoy. Mal hábito. Su madre solía regañarla por eso cuando era niña.
Mientras se dirige a la tienda donde el General Kirigan sin duda reunirá a los Grisha para darles un resumen de los eventos del día, suspira profundamente, tratando de centrarse. Necesita prestar atención completa a la reunión o podría perderse algo importante.
Después de centrarse, Thalía solo llega a una conclusión: su maldita vida parece volverse más complicada cada día.
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