prólogo
𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞
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📍en algún lugar del espacio
━━━━━━━ Todo lo que podía ver a su alrededor era oscuridad, se encontraba rodeada de oscuridad. Esta era sorprendentemente calmante, y ahí estaba otra vez esa voz lejana que sonaba cada cierto tiempo y que, como un detonante, les hacía levantarse de su sueño.
—— Es hora.
Se levanto por instinto como si algo le estuviese guiando hacia la pared, y una vez de espaldas a ella, unas líneas doradas confeccionaron un traje dorado alrededor suya. Por el rabillo del ojo pudo divisar a los que supuso serían sus compañeros, en frente suya se encontraba un gran ventanal y su parte curiosa no tardó en salir, por lo que se acercó a él.
—— Es hermoso — dijo un chico, de pelo castaño y ojos azules, que se encontraba a su lado — Soy Druig
—— Es un placer Druig, yo soy Artemisa.
—— El placer es mío, hermosa Artemisa.
Y con ese simple intercambio de palabras, ella ya sabía que estaba perdida por Druig. Tras presentarse y observar un poco más el espacio enfrente suya decidieron ir a hablar con el resto.
📍Australia 2017
Artemisa iba cargando un par de bolsas en las manos mientras intentaba pensar en una excusa para decirle a Gilgamesh ya que no había podido comprar su salsa favorita en el supermercado.
—— Gilgamesh, Thena, ya estoy en casa — dijo Artemisa mientras entraba en la casa, y cerraba la puerta con el pie, debido a que tenía las manos ocupadas por bolsas de la compra — sabes que siempre te digo que hora y media de viaje a la ciudad más cercana es aburrido, bien pues Gilgamesh lo siento mucho pero no voy a volver solo a por tu salsa. Lamentablemente tendrás que esperar al mes que viene — finalizó la eterna mientras colocaba las cosas en la cocina. Al no recibir respuesta muestra ninguna, tras terminar de ordenar la compra, supuso que sus compañeros estarían afuera, por lo que se dirigió hacia allí.
Cuando estaba por llegar al árbol de Thena, así lo habían nombrado Galgamish y Artemisa, cuando la hermana mayor de esta última se pasaba horas dibujando allí. Desde la distancia Artemisa pudo divisar a los otros eternos, cuando estaba a menos de diez metros se sorprendió ya que pudo divisar otra figura y aún más cuando la pudo reconocer.
—— Druig... — preguntó la eterna con confusión e incluso miedo de que fuese solo una alucinación.
—— Mi hermosa, Artemisa ¿me has echado de menos? — preguntó el eterno mientras se acercaba a la pelirroja.
—— ¿Que haces aquí? — preguntó, mientras era abrazada por el morocho, esto sorprendió a Artemisa y es que hacía muchos años que ambos no se veían.
—— Creo que eso no es algo que me corresponda a mi decirte — contestó mientras miraba de reojo a los otros eternos presentes.
—— ¿Gilgamesh? ¿Thena? Podrías ser tan amables de explicarme que está ocurriendo.
—— Bueno, Thena y yo lo hemos hablado y a ella no le importa que Druig la duerme durante un mes. Así podremos tener unas pequeñas vacaciones — contestó el eterno con vergüenza
—— Artemisa, no asesines con la mirada a Galgamish. Si quieres culpar a alguien cúlpame a mi. Yo he sido la que ha aceptado.
—— ¿En serio, Thena?
—— Ey, hermanita mírame — dijo Thena mientras ponía sus manos en la cara de la menor para que la mirase a la cara — voy a estar bien, estaré soñando y Gilgamesh y tú podréis tener unas vacaciones sin preocuparos por mi. Eso ya lo habéis hecho durante demasiados años. También tenéis que descansar.
—— Esta bien — Artemisa se dio por vencida, sabía que no era bueno discutir con su hermana, y sobretodo que no iba a ganar — ¿Cuanto vas a tardar, Druig?
—— Será un abrir y cerrar de ojos — tras un asentimiento por parte de la pelirroja, los eternos se dirigieron hacia el interior de la casa. Artemisa podía ver como su hermana mayor era sumida en un sueño, y viéndola así parecía tan inofensiva pero ella sabía que Thena era de todo menos inofensiva.
Cuando Druig acabó su trabajo, Artemisa cerró al puerta de la habitación donde Thena descansaba y se dirigió escaleras abajo.
—— ¿Quieres un té? — preguntó la eterna de la caza, tras un largo silencio, a el eterno de la mente
—— Eso sería genial — contestó el sonriendo.
Artemisa se concentró en preparar el té, para evitar mirar a Druig. A pesar de haberse saludado calurosamente la última vez que se vieron había sido muchos años atrás y no fueron las mejores condiciones.
—— Aquí tienes, Druig
—— Gracias — tras beber un sorbo el eterno volvió a hablar — y dime mi hermosa Artemisa, ¿que has estado haciendo todos estos años, sin mi?
—— Ya sabes, he estado cuidando de Thena y Galgamish, aunque él nunca lo admitirá — ambos compartieron una risa, que relajó el ambiente.
Artemisa le contó cómo hacía cada vez que Thena tenía algún ataque, así como los viajes que hacía a la ciudad para comprar y también las veces que ayudaba a cocinar a Galgamish. Druig la escucho atentamente y se dio cuenta de que ella había elegido bien aquel día, porque ahora la veía feliz y él pensaba que si ella se hubiese ido con él nunca hubiese sido feliz. A pesar de esto lo que él no sabía es que Artemisa hubiese sido feliz en cualquier lugar, con él, lo que no quiere decir que no se hubiese acostumbrado a estar sin él, aunque no completamente feliz.
—— Y, ¿que vas a hacer ahora Druig? ¿Volver al Amazonas?
—— Si, allí está mi hogar y mi gente. He pensado — comenzó a decir nervioso el eterno — que quizá te gustaría venir conmigo — decir que esa frase había sorprendido a Artemisa era decir poco, ya que la pobre se quedó sin palabras — Yo, q-quiero decir s-si a ti t-te apetece, por supuesto.
—— Y-yo — la pelirroja apenas pudo articular palabra, cuando Galgamish interrumpió en la cocina con su maleta ya preparada.
—— Ya estoy listo, Artemisa ¿preparada para poner los escudos alrededor de la casa?
—— S-si claro — contestó aún aturdida.
Los tres se dirigieron a la salida, cuando ya estuvieron fuera Artemisa colocó todos los escudos necesarios asegurándose de que el único que los pudiese romper fuese Gilgamish.
—— Cuídate pequeña Artemisa — se despidió Gilgamesh de la pelirroja con un abrazo — un placer haberte visto otra vez, y gracias de nuevo Druig.
—— Cuídate Gilgamesh, y espero verte pronto — dijo el eterno.
—— Nos vemos Gilgamesh — dijo Artemisa, mientras ambos observaban como el eterno con súperfuerza se alejaba de ellos. Cuando el eterno estuvo suficientemente lejos, como para no distinguir su figura, Artemisa se dirigió a Druig — Aceptó — está simple palabra captó la atención del eterno que estaba un poco confundido — Druig, acepto irme contigo al Amazonas. Al fin y al cabo sigues siendo mi marido.
El eterno sin poder contener la alegría que sentía en ese momento abrazo a Artemisa, levantándola un para de ceñiréis del suelo y dando vueltas con ella en brazos. Esta alegría contagio a la eterna que no pudo hacer otra cosa que reír y agarrarse fuertemente a Druig.
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PARA EL PRÓXIMO CAPÍTULO
【sourdruig // 2021】
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