𝟎𝟒.
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❝*⁰⁴. ʰᵃᵖᵖʸ ᵇⁱʳᵗʰᵈᵃʸ
𝟏 𝒅𝒆 𝑺𝒆𝒑𝒕𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
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𝐄𝐋 𝐔𝐍𝐎 𝐃𝐄 𝐒𝐄𝐏𝐓𝐈𝐄𝐌𝐁𝐑𝐄 del dos mil seis, Laura Rodrigues dio a luz a los mellizos del exfutbolista Benicio Sainz.
Gabriel y Malena: esos fueron sus nombres.
A pesar de haber nacido al mismo tiempo, no es que ambos tuvieran un impresionante parecido. Compartían los rasgos característicos de la familia: piel bronceada, ojos marrones y un cabello castaño oscuro. Aunque era cierto que aquello no era lo único que compartían: una conexión inigualable los unía. Todo el mundo sabía que no había una unión más bonita dentro de la familia Sainz que la de los mellizos. Porque por más que Gabriel siempre molestara a Male por haber nacido unos minutos antes, siendo así el mayor de los dos, nunca había conflictos mayores entre ambos que eso.
Era una relación perfecta entre hermanos.
Conclusión: aquel día era el cumpleaños de los mellizos más queridos de La Masía. Pero para la desgracia de los amigos de ambos, en ese dos mil veintitrés, los hermanos no iban a celebrar ninguna fiesta. Habían decidido de manera conjunta celebrarlo pero de una manera más intima aquella vez: solo con la familia más cercana. A Malena después de la fiesta de bienvenida no le apetecía otra parranda hasta dentro de bastante y a Gabriel simplemente le daba pereza tener que preparar algo muy ajetreado.
Finalmente, el cumpleaños iba a consistir en una simple cena en el jardín junto a la familia. Y la familia más cercana consistía simplemente en sus padres y hermana, ya que el resto se encontraba en Brasil.
Junto a unos pantalones blancos de lino y un top azul, Malena bajó de su cuarto para dirigirse a la cocina junto a su outfit veraniego. La lámpara que colgaba del techo se encontraba encendida, esparciendo una luz de tonalidad cálida por toda la estancia moderna dando un sentimiento hogareño. Allí se encontró al otro cumpleañero que, con una sonrisa, sacaba los cubiertos necesarios.
—Olá, meu rei. (Hola, mi rey.) —saludó mientras se posiciona al lado de él.
—Olá, ratolí (Hola, ratolí.) —respondió en el mismo idioma con una sonrisa.
Se acostumbraba a hablar portugués entre la familia. Entre los hijos catalán a veces también.
Malena se detuvo a observar a su hermano. A diferencia de ella, era bastante alto; de hecho, gracias a su altura podría ser portero. Pero se mantenía siendo centrocampista, como su padre. También tenía el pelo rizado, idéntico al de Benicio —era el único entre los hermanos Sainz que había obtenido aquella característica. Definitivamente, su mellizo era uno de los hombres más guapos que ella había visto. Por lo tanto, tenía que aguantar diariamente las babas de muchas tías —hasta las de alguna de sus amigas— que andaban enamoradas de su querido hermano.
Todo el mundo lo sabía y lo decía: la familia Sainz tenía belleza a rebosar en cada miembro de esta.
—Você está muito lindo. (Estás muy guapo.) —comentó, tocando levemente sus rizos perfectamente definidos. Le encantaban.
—E você está preciosa. (Y tú estás preciosa.) —le respondió enseñándole los dientes esta vez—. Eu amo essas calças. (Me encantan esos pantalones.)
La morena le echó un vistazo a su prenda de lino y sonrió con ironía: —Você me os deu. (Tú me los regalaste.)
—Efetivamente, é por isso que eu adoro. (Efectivamente, por eso me encantan.) —contestó con una sonrisa burlona, dedicándole una mirada mientras colocaba una pila de platos sobre la encimera—. Tome, leve esses garfos para a mesa. Eu vou levar os pratos. (Toma, lleva estos tenedores a la mesa. Yo voy a llevar los platos.)
Malena asintió, cogiéndolos. Observó los tenedores, y en una casualidad, se dio cuenta de algo inusual. Pensó haber contado mal, pero tras volver a hacerlo nuevamente supo que no se equivocaba: habían seis tenedores.
—Gabriel —lo llamó antes de que se fuera. El chico paró sus pasos que ya se dirigían al jardín y la miró un tanto apurado por la pila de platos que llevaba en brazos: casualmente también eran seis—, o que você faz pegando seis de cada? Você pegou seis garfos e seis pratos. Somos cinco, criança. (¿Qué haces cogiendo seis de cada? Has cogido seis tenedores y seis platos. Somos cinco, niño.)
Le sonrió de manera burlona, pensando que su hermano se encontraba un tanto trastornado. Pero este negó sorprendentemente, dejándola desconcertada.
—Somos seis: você saltou o Marc. (Somos seis: te has saltado a Marc.)
Tras su declaración, marchó hacia el jardín, dejando a una boquiabierta Malena en la cocina. Mientras sentía ofensa en su organismo, la chica se quedó mirando a un punto fijo a la vez que seguía sosteniendo los seis tenedores. Los dos habían quedado de que no se invitaría amigo alguno, y el único que venía —claramente, sin que se lo hubieran consultado. Que habría sido un detalle— tenía que que ser Marc Guiu.
El maldito niñato de Granollers, siempre metido en todo. Pero estaba claro que ella le pondría el cubierto más feo.
—Você ainda está parada? (¿Todavía sigues ahí parada?) —preguntó su hermano con diversión, que le había dado tiempo a volver del jardín mientras ella permanecía en aquel trance.
—Como é que o Marc está aqui? (¿Cómo que está aquí Marc? —Gabriel se quedó callado al ver su rostro de desagrado—. Supõe-se que seria apenas a família. (Se supone que solo era la familia.)
—Malena, você sabe que Marc para mim é como outro irmão... (Malena, sabes que Marc para mí es como otro hermano...) —bufó con compasión.
—Mas é que você nem sequer me consultou. (Pero es que ni siquiera me has consultado.) —rechistó mosqueada, frunciendo las cejas mientras sujetaba los cubiertos con fuerza.
—Porque eu sabia que consultá-lo não ia mudar nada (Porque sabía que consultártelo no iba a cambiar nada.) —suspiró mientras se acercaba un tanto más a ella—. Por favor, Marc é como um irmão para mim, Male. Você sabe que para mim é importante que eu esteja aqui. (Por favor, Marc es como un hermano para mí, Male. Sabes que para mí es importante que esté aquí.)
Malena bufó, mirándolo con vulnerabilidad. Era cierto lo que él decía. Además, no quería discutir con su hermano en el día del cumpleaños de ambos y quería mantener la fiesta en paz. Por eso mismo, decidió ceder, asintiendo finalmente. Gabriel le sonrió y la abrazó con mimo.
—Obrigado, irmãzinha. (Gracias, hermanita.)
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—De nada. A propósito, (De nada. Por cierto,) —dijo, recordando algo— não precisava de dizer ao Marc para me levar para casa depois do treino. (no hacía falta que le dijeras a Marc que me llevara a casa después del entrenamiento.)
El varón frunció sus cejas mientras cogía servilletas y vasos para llevar al jardín.
—Do que você está falando? Eu não disse ao Marc para te levar para casa em nenhum momento. (¿De qué hablas? Yo no le dije a Marc que te llevara a casa en ningún momento.)
Las palabras de su familiar la dejaron desconcertada, y nuevamente se quedó parada mientras veía cómo Gabriel desparecía de la cocina, pensando en lo sucedido.
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—Muchas gracias, mamá —sonrió Malena, mirando a la mujer mientras sostenía los botines que ella varias veces había anunciado que quería—. Me encanta este regalo.
—Nada, cariño.
Malena y Marc habían logrado comportarse bien durante toda la cena milagrosamente. Más aún cuando por arte del destino acabaron sentados en frente. Sí, no pudieron evitar echarse malas miradas, pero nada más. Mientras tanto, la brasileña se estuvo preguntando porqué Marc había hecho aquello. Porqué le había dicho que su hermano le pidió expresamente que la llevara a casa cuando no era así. Si aquello hubiera venido de otra persona, lo habría visto como un gesto muy bonito. Pero se trataba de Guiu, y le costaba procesar que este hiciera un mínimo gesto lindo con ella.
Soplaron las velas con la tarta que su madre siempre solía hacer en los cumpleaños, y tras aquello, empezaron a abrir los regalos. Malena le compró un nuevo mando para la play a su hermano, ya que se le rompió, y este le había comprado unas nuevas botas de fútbol color turquesa y con toques dorados que Adidas había sacado y ella había amado. Tami les regaló a ambos dos camisetas icónicas de fútbol a cada uno y ahora Malena miraba a Marc con las cejas alzadas cuando se percató que este se le acercaba con una mini cajita envuelta en papel de regalo.
¿Marc regalándole algo a ella?
—Feliz cumpleaños —suspiró con mirada pasota mientras los demás hablaban animadamente a unos metros de ellos—. Toma, tu regalo.
La brasileña lo miró con desconfianza mientras tomaba la cajita: temía que hubiera la posibilidad de que la mente del chico hubiera llegado a un nivel de crueldad superior y que por ello se le hubiera ocurrido meter explosivos o algo similar. Quiso decirle que sabía que él la llevó el otro día a casa porque quiso, no porque Gabriel se lo pidiera. Pero aquella charla le parecía incómoda en aquellos momentos, así que decidió no sacarla a relucir.
—¿Desde cuándo me regalas algo por mi cumpleaños? —preguntó con incredulidad, sin poder evitar soltar una risa floja.
—No te emociones: tu hermano me forzó a que te comprara algo —rodó los ojos con molestia para después chasquear de manera cansada—. Solo ábrelo y ya.
La chica le dirigió una mirada a su mellizo, y al ver que este los miraba de soslayo con precaución supo que Marc no mentía esta vez.
—Bueno, ¿lo vas a abrir o qué? —cruzó sus brazos.
—Voy, voy.
Finalmente, empezó a rasgar el papel dorado y allí encontró una caja blanca sin ningún logo o estampado. Le dedicó una mirada y entonces la abrió.
—Es un charm para tu Pandora. —comentó, observando entretenido su reacción.
Malena entreabrió sus labios mientras apreciaba la joya. Era un charm con el logo del Barcelona, totalmente bonito y especial. Lo miró impresionada y justo ahí sintió la intensidad de aquel momento tan íntimo.
—Yo nunca había visto este charm.
—Claro, porque lo pedí a hacer yo —explicó con una sonrisa cargada de orgullo—. Sé que no es original de Pandora, pero es incluso mejor.
—Es precioso. —asintió, todavía anonadada.
—Pues fíjate detrás —le pidió el castaño, señalando la joya—. Tiene grabado tu nombre y el dorsal que, casualmente, compartimos.
Y entonces la futbolista no pudo evitar sonreír mientras apreciaba el grabado. Tal vez no sería el regalo más caro, pero le había encantado. Ambos, siendo futbolistas, sabían lo que significaba el Barça para los dos. Solo alguien que sabe lo que puede llegar a significar un club para uno se le podría ocurrir un regalo así. Era algo muy especial.
—Gracias —balbuceó, sorprendida—. No sé qué decirte.
Marc sonrió satisfecho mientras apreciaba cómo los ojos de la morena tenían un brillo inigualable a través de la oscuridad del jardín. Su corazón latía tranquilo al ver que su regalo realmente le había gustado, y por algún extraño motivo, un sentimiento dulce se asentaba en su pecho al verla sonreír ante ello. Se permitió fijarse unos solo segundos en ella: cómo su ahora corto pelo lograba rozar sus hombros y era mecido por la brisa y cómo al blanco resaltaba su morena piel.
Agitó su cabeza mientras se auto regañaba por estar sonriendo mientras la observaba. ¿Qué se le pasaba por la cabeza?
—No digas nada. Solo póntelo y así ya tienes una pulsera fea menos. —bufó volviendo a adoptar aquel tono cortante que solía usar con Male, sacando su lado defensivo al verse tan solo un poco vulnerable ante ella.
Malena rodó los ojos mientras cerraba la caja con delicadeza. Aquel tan agradable Marc —el cual suponía que era el que había enamorado a su hermana— se había esfumado rápidamente, dando paso de vuelta al castaño de siempre. Sainz tenía claro que con ella no podía ser amable durante mucho tiempo, ya formaba parte de su personalidad.
—Bueno, eso: gracias. —respondió seria ante el nuevo cambio frío y distante del chico para después comenzar a alejarse.
—De nada.
Malena caminó hacia su padre, que con un gesto le indicó que se acercara. Se percató de la expectación del resto de su familia —menos de Gabriel— mientras sentía cómo Marc caminaba tras ella para unirse a los demás de igual forma.
—¿Qué ocurre? —preguntó.
—Nos falta el regalo de papá. —explicó Gabriel con una sonrisa ansiosa.
—Venid. —intervino Benicio, entrando a la casa y dejando a los demás confusos. Menos a Laura —que era su cómplice, claro.
El exfutbolista guió a los demás hasta la puerta del garaje, justo al lado de la cocina. Y antes de abrirla, agarró el pomo y dejó paso a unos segundos de intriga eternos.
—¿Están listos? —preguntó con una sonrisa, dejando a todos de los nervios.
—¡Sí, solo abre la puerta! —exclamó una exasperada Malena, haciendo reír a todos allí.
Finalmente, el brasileño abrió la puerta y dejó paso primero a los dos cumpleañeros. Ambos jóvenes quedaron impresionados al ver un coche y una moto. Los dos sabían para quién era cada cosa. El coche —un Range Rover totalmente negro— era claramente para Malena, que siempre había fantaseado con uno; y la moto —una Ninja ZX-10R color roja— era para Gabriel, que tenía una obsesión poco sana con ella.
—No te creo. —soltó Gabri, corriendo hacia la moto como loco enamorado.
—Pero si todavía no podemos conducir esto hasta dentro de un año. —objetó Malena, con la boca de par en par que se curvaba en una sonrisa.
—Lo sé, pero con esto os quería anunciar que os acabo de apuntar para el teórico de la moto y del coche. Así cuando cumpláis dieciocho sólo tendréis que hacer el práctico. —explicó su padre, siendo abrazados de inmediato por sus mellizos.
Malena miró a su madre, a la cual también abrazó, y mientras tanto, su mirada no evitó cruzarse con la de su hermana. Tamara la miraba de una forma tan poco genuina que hizo que su sonrisa se tambaleara. Su mirada era seria, al igual que su rostro en general que expresaba alguna emoción oscura. Cuando se percató que Male la observaba, sonrió de inmediato, pero la futbolista sabía que no era algo sincero.
Aquello le pareció desconcertante y doloroso, ya que veía que su hermana no se alegraba de lo bueno que le pasaba.
Mientras su madre se alejaba de ella para abrazar a su hermano, vio cómo Tamara salía del garaje como si no soportara más aquello. Su corazón se estrujó un tanto y Marc, que pareció notar el malestar de Malena, decidió acercarse con una pequeña sonrisa amistosa.
—Tienes un buen gusto en coches. Lo tengo que admitir por más mal que me caigas. —vaciló, siempre manteniendo ese rifirrafe entre ellos.
La morena rodó los ojos con diversión mientras se cruzaba de brazos. Lo miró con determinación.
—Supongo que gracias, otra vez —suspiró, dirigiéndole una mirada a la puerta del garaje, por donde su hermana se había retirado—. ¿Por qué Tami se fue?
Guiu carraspeó, echándole igualmente un vistazo hacia donde su novia se había marchado.
—Solo está un tanto cansada. No te preocupes.
—Está bien, entonces. —balbuceó.
—Voy con ella mejor —Malena asintió y lo vio retroceder hacia la puerta, pero antes de desaparecer por ella, se detuvo un momento para decirle algo: —Enhorabuena, niñata. —dijo mientras le guiñaba un ojo de manera amistosa para después marchar.
Y entonces Malena se vio totalmente sonrojada por la persona que más detestaba en el mundo.
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Holaaaa.
¿Qué opinan del Marc de este capítulo? ¿Por qué creen que Tamara se marchó?
Me haría muy feliz que fueran a mi TikTok para que vean los Edits que estoy subiendo de estos dos. Algunos revelan cositas de la historia que aquí no voy a comentar y pienso que les podría gustar. Aquí les dejo el link de uno de los Edits para que vayan a verlo: https://vm.tiktok.com/ZGevkKHXL/
RECUERDEN QUE TIENEN QUE LLEGAR A LA META QUE LES PUSE EN UN INICIO PARA QUE ACTUALICE.
Nos vemos pronto!!!
ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺ᕕ( ᐛ )ᕗ
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