𝟎𝟐.

Meta para que actualice:
180 votos y 50 comentarios

❝*⁰². ᵗʰᵉ ʷᵉˡᶜᵒᵐᵉ ᵖᵃʳᵗʸ

𝟐𝟐 𝒅𝒆 𝑨𝒈𝒐𝒔𝒕𝒐, 𝟐𝟎𝟐𝟑
𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂

𝐒𝐈 𝐁𝐈𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐋𝐄𝐍𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈́𝐀 llegado hacía a penas dos días a la ciudad catalana, aquello no servía de excusa ante su amiga Marta.

La Masía se caracterizaba por ser una academia donde todos eran muy unidos entre ellos. Allí todos se conocían entre todos, fueran hombres o mujeres. Desde siempre, el sentimiento culé era una base de unión allí. Esto hacía que se apoyaran entre ellos, y por lo tanto, que se forjaran amistades entre sí.

Por esto mismo, desde hacía varios años atrás, los miembros de la cantera barcelonista tenían la costumbre de hacer una gran fiesta de bienvenida antes de comenzar oficialmente con la temporada. Era un lindo comienzo tras las vacaciones, ya que tenían lugar los reencuentros tras los viajes, nuevos jugadores y la vuelta de cesiones de otros varios. Como en el caso de Malena.

Por esta razón, su amiga le había insistido —más bien forzado— a ir a este evento. La morena le rogó que por aquel año dejara que ella se quedara en su casa. Acababa de venir de Inglaterra y lo único que le apetecía era estar en la comodidad de su hogar con su familia, no de parranda. Pero en aquellos años fuera parecía que se había olvidado de lo persistente e hiperactiva que podía ser su amiga, y de lo sumamente agotador que era aguantar tanta energía de parte de esta cuando ella resultaba ser más tranquila y pasota.

Pero como solía suceder, al final la española acabó ganando y Malena no tuvo más remedio que ceder. Así que ahí se encontraba, mirándose al espejo con cara de culo mientras intentaba bajarse aquel corto vestido de color lima que Marta le había prestado.

—Esto es demasiado corto. —se quejó, dirigiéndole una mirada de reproche a la rubia.

La chica rodó los ojos en respuesta y se acercó a ella. La catalana se había quedado a dormir en su casa, y aquello no solo la había ayudado a convencerla para ir a la dichosa fiesta, sino que también había servido para persuadirla y que así llevara uno de sus vestidos. En lo personal, a Malena no le gustaba aquellos tan cortos y estrechos, solía ser más de ponerse unos lindos vaqueros cortos y un top, ¿pero a caso tenía opción de negarse con ella?

—Eres una quejica —bufó, cruzándose de brazos—. Primero te quejas de los tacones, después del maquillaje y ahora del vestido. Tienes un cuerpazo: ese vestido resalta a la perfección el culo tan bonito que tienes.

—Es que no es mi estilo —chistó, haciendo una mueca al escuchar el ardiente alago de su amiga—. Me siento rara, por más bonito culo que me haga.

Volvió a mirarse al espejo. Era cierto que se veía bastante guapa: su pelo caía de manera natural sobre sus hombros, el color del vestido resaltaba el moreno de su piel, los tacones estilizaban sus piernas y aquella sombra de ojos agudizaba su mirada. Realmente, no tenía nada de lo que quejarse, pero no estaba acostumbrada a aquello. Tal vez era en que en parte aquella manera de vestir que tenía su amiga también la adoptaba su hermana, y sentir que algo de ella misma conectaba con algo de su familiar se le hacía desagradablemente extraño.

Finalmente, suspiró.

—Está bien, como sea —bufó, agarrando el bolso dorado que Marta también le había prestado—. Vamos a la dichosa fiesta.

La rubia plasmó una enorme sonrisa en sus labios y dio varias palmaditas, abriendo la puerta del cuarto de la futbolista. Sainz suspiró, cruzando la puerta con una sonrisa vacilona para empezar a bajar las escaleras hacia el primer piso de su hogar junto a su amiga.

—¿Dónde es? —preguntó, refiriéndose a la fiesta.

—En casa de Cristo, no sé si te acuerdas de él —Malena la miró intentando recordar—. Alto, rubio y un poco pillo.

—Ah, sí. Ya recuerdo —asintió, bajando escalones—. ¿Y quién nos lleva?

—Hector, Hector Fort.

Sabía lo que significaba aquella respuesta. Su querido cuñado se fue justamente ayer de su casa tras la inmediata vuelta de sus padres, eso fue un alivio para Malena ya que aquello significaba que no tendría que verlo en su propio hogar y que podría dormir sin escuchar ruidos de cabeceros. Sin embargo, sabía que en aquella fiesta su asistencia era más que inevitable —Marc y su grupo eran de los más populares de la Masía— y que Guiu estaría acompañándola hasta en el camino a aquella. Eso no era un trago de buen gusto. Porque era así: donde iba Hector, iba Marc. Y dónde iba Marc, iba Hector. Uña y carne.

Así que no se sorprendió para nada cuando al salir de su casa junto a la rubia pudo visualizar la silueta de su cuñado en la parte trasera del coche blanco que portaba el pelinegro. Tampoco le extraño ver a su hermana sentada junto a él, ya que esta se fue junto a su novio cuando este marchó de su casa.

¿A caso no podían simplemente estar un segundo lejos del otro?

Por desgracia, Marta decidió colocarse en el asiento copiloto junto a Fort, indispuesta a aguantar a la pareja los quince minutos de camino que conducían a la casa de Cristo. Así que ese fue el destino que le tocó a Malena, estar sentada junto a Marc mientras este reía y coqueteaba de manera vomitiva con su hermana. Intentaba reprimir las ganas de esbozar una mueca de asco mientras observaba el paisaje nocturno a través de la ventana, pero las tontas risas de la pareja la estaban sacando de quicio.

—Hermanita, ¿desde cuándo vistes así? —inquirió con curiosidad la menor de los Sainz, analizando hasta el tono de verde de su vestido—. Digo, ese vestido de parece mucho a uno que yo tengo y al ser atrevido me extraña en ti.

La manera en la que Tamara le hablaba era puramente fingida. Conociéndola, sabía que trataba de burlarse de ella. Por el espejo retrovisor hasta pudo apreciar cómo su amiga rodaba los ojos al escucharla hablar. A Marta nunca la cayó bien su hermana y Malena no la juzgaba por ello, tenía razones. Por algún motivo, aquella relación tan poco agradable era la que siempre había tenido con su familiar, y por más que sus padres trataron de unirlas, se dieron cuenta que simplemente sus personalidades nunca cuadrarían.

Por otro lado, el barcelonés se detuvo disimuladamente a apreciar el atuendo de su cuñada. Tuvo que desviar la mirada al frente, regañándose a sí mismo por pensar detenidamente en lo bonito que le quedaba. Era cierto lo que decía su novia: conociendo a Male, no era propio de ella vestirse de esa manera. Pero había algo innegable: de una manera u otra, le sentaba genial. Aquella vestimenta realzaba la belleza que había sido acentuada en tierras inglesas.

—Cambié mi estilo —mintió, sintiendo cómo la rubia sentada en la zona del copiloto la miraba con desconcierto. No iba a dejar saber a su hermana su incomodidad para que la usara como arma luego, sabía que aquella respuesta llena de seguridad sería la mejor opción—. El antiguo me dejó de gustar y creo que este me sienta mucho mejor. ¿Por qué? ¿Algún problema?

Tamara negó fastidiada mientras su novio veía la tensa escena sentado entre ambas hermanas como corderito desubicado. La chica no se esperó aquella respuesta de su hermana mayor. Aunque no lo admitiera, odiaba las veces en las que se sentía inferior a ella. En el fondo, ambas se querían, pero eran demasiado diferentes e orgullosas como para intentar una relación más llevadera.

Guiu sabía la relación que las dos tenían desde siempre. Cualquiera que fuera mínimamente cercano a la familia se daba cuenta de que ellas eran el «pero» de los Sainz y que inconscientemente siempre andaban compitiendo una contra la otra.

Malena catalogó el trayecto como una odisea. Tami parecía ser peor que un chicle pegado a los pantalones y Marc, como buen novio que era, le devolvía el mismo trato pero más discreto. Aquello le resultaba tan cursi y tan asqueroso que no pudo evitar simplemente salir pitando del coche al llegar al destino, sin ni siquiera esperar a Marta.

El castaño salió del coche, mirando cómo esta entraba rápidamente a la casa de Cristo mientras su amiga intentaba cogerle el ritmo. Sabía bien que Malena no aceptaba la relación que tenía con su hermana, pero eso no podía importarle menos. La opinión de ella si nunca contó antes para él ahora menos. Por ello mismo, no pudo evitar esbozar una sonrisa divertida en sus labios. Sería divertido hacerla incomodar.

—¿Todo bien? —preguntó su mejor amigo, cerrando el coche y colocando uno de sus brazos sobre su hombro.

—Más que bien.

Finalmente, todos entraron a la fiesta. Esta se encontraba en pleno apogeo, razón por la que habían decidido llegar más tarde. La gente bailaba por todos los rincones en la linda casa del futbolista, hasta se podría decir que ya a esas alturas había gente algo borracha. Algunos debatían en la piscina del jardín conectado al salón si ya era hora de meterse, ya que era obvio que a lo largo de la noche aquello iba a suceder. Pero Marc y su grupo se mantuvieron en el amplio sofá del gran salón de la casa. Cada uno con un cubata en la mano o reposando en la mesita cercana que tenían y observando cada detalle que sucedía en aquella fiesta.

Ahora era cuando se veían nuevas caras y vueltas de antiguos integrantes. Era en aquel evento donde se cataba lo interesante por lo menos hasta el mercado de invierno.

—No os lo podéis creer. He visto una chavala que va a empezar a jugar con el femenino juvenil. Es pelirroja y está... —Cristo dejó que sus palabras se disiparan en el aire para soltar un «pf» con un gesto exagerado.

Marc rodó los ojos mientras bebía un trago de su cubata. No conocía a nadie más mujeriego que a su amigo Cristo Muñoz, y aunque lo quería bastante, no aguantaba a esa parte de él que se fijaba en cada chica con vagina que veía. Por esto mismo, prefirió mantenerse callado y observar cómo su novia reía con su mejor amiga.

—Qué tonto eres, Cristo... —bufó Lamine.

—¿Esta no es la cuarta chica de la que te fijas en lo que llevamos de semana? —inquirió Gavi, trincándose una bolsa de papas sin despegar la mirada de esta. Algunos preferían dejar el alcohol para después.

El rubio no llegó a responder, guardándose las palabras que tenían intención de salir de su boca en la punta de la lengua. Su atención se desvió a alguien más en la otra punta de la sala, haciendo que su boca se entreabriera con sorpresa. Los allí presentes se dieron cuenta rápidamente de aquel comportamiento, y curiosos, posaron su mirada en aquello que el chico no miraba, más bien, apreciaba.

—¿Quién coño es ese bombón?

Y Marc, finalmente intrigado, encontró a la odiosa de Malena saliendo de la cocina junto a su amiga tras mirar lo sorprendente. Poniéndose sincero, tenía que admitir que comprendía tal reacción de su amigo. La brasileña se encontraba sorprendentemente linda, él ya lo había visto en el coche de camino allí. Si ya había cambiado en esos tres años, dando una mejora física, ponerse aquel tipo de vestidos le daba una vuelta de trescientos sesenta grados a la forma en la que se veía. La prenda resaltaba aquellas curvas que a penas se notaban con lo que la chica solía usar antes, y aunque Guiu a regañadientes supo que Malena siempre fue guapa, no podía negar que en esos momentos se encontraba en su cumbre.

O «prime», como se le suele decir.

—Gavi, creo que ya vamos por la quinta de la semana. —comentó entre risas Fermín, sin despegar su mirada de la futbolista.

Y toda aquella atención masculina sobre Sainz y aquel simple comentario le puso de los nervios. Estaba claro que la nueva apariencia de la fémina tras atravesar una beneficiosa pubertad iba a atraer muchos pretendientes. Pero el catalán no sabía si era por lo mal que le caía que, que fueran exactamente sus amigos quien se fijaran en ella, lo hacía enojar.

—¿No os acordáis de ella? Hermanos, es la melliza de Gabriel. La que se fue cedida. —intervino Cubarsí, igual de embelesado que el resto de su pandilla.

A Cristo se le iluminó la mirada. Un recuerdo vago de la hermana de su amigo se le vino a la mente. Aquella niña de catorce años introvertida, de carácter intenso y gafas raras cruzó sus recuerdos. Ya se acordaba de ella y es que mirándola ahora sabía que no tenía nada que ver.

—No me acordaba de ella. —admitió Yamal, con un tono que mostraba algo de pena.

Marc mientras tanto se mantenía callado, intercalando su mirada entre la chica y las reacciones vomitivas de sus amigos y con el oído puesto en las palabras de estos.

—Pues yo desde siempre he mantenido mi atención en su carrera. Aunque nunca haya tenido redes sociales, seguí viendo cómo jugaba en Chelsea. De hecho, marcó un golazo en su último partido —comentó Pau, con una sonrisa cargada de orgullo—. Es una jugadora excelente, y os debe de ofender el hecho de que os hayáis olvidado de el gran talento que tiene Benicio como hija. Se llama Malena, por si no os acordáis.

—Mira, Marc —rió Hector, dándole unos toquecitos en el hombro—. Tienes admiradores de tu cuñada.

Cristo abrió los ojos cómo si se le hubiera cruzado la mejor idea de todas y le regaló una armoniosa sonrisa a Guiu.

—Es cierto, hermanito. Ella es tu cuñada —vaciló con un tono que él conocía muy bien—. A ver si me ayudas a acercarme a ella, que yo no soy tan unido a los Sainz como tú.

Mientras Gavi reía por las intenciones del rubio, el castaño no podía evitar apretar la mandíbula. Ya estaba de nuevo el casanova intentando cazar a otra de sus presas. Siempre le pasaba igual.

—Marc, ni le hagas caso que tú ya lo conoces. —volvió a hablar Cubarsí ante aquello, haciendo reír al moreno de su lado.

—¡Lo dices porque a ti también te gusta! —se burló el delantero de dieciséis años—. Le meterías la lengua hasta la campanilla, desgraciado.

El chico se ruborizó en seguida y le propinó una colleja a su amigo: —Deja de decir tonterías, subnormal. Solo soy fan de su juego.

—Síii, de su juego en otras partes seguro.

Cristo miró mal a Yamal por aquellos comentarios y volvió a dirigirle una sonrisa encantadora al delantero de Granollers.

—Venga, Marc. Tú tienes a una Sainz, déjame tener a la otra.

Aquel comentario hizo que sus ganas de vomitar aumentaran. Hablaba de las Sainz como si fueran propiedades. Cristo era un gran chico, pero con unas copas de más era un total gilipollas que por lo menos Marc no podía aguantar.

—Venga, Marc. No seas aguafiestas. —añadió Gavi, haciendo que este finalmente hablara.

—No voy a presentar a mi cuñada a nadie. Punto —zanjó, molesto—. Qué putos pesados sois, hermano. Cómo se nota que no mojáis el churro.

Hector soltó una gran carcajada: —Claro, como tú lo mojas todos los días es fácil decirlo. —bromeó mientras se sacaba una lágrima imaginaria y esbozaba un puchero con sus labios.

El catalán rodó los ojos y tomó un trago de su copa.

—Solo pido respeto para mi cuñada.

—Y una mierda —saltó el sevillano con risas—. Si casi os tirabais de los pelos los dos cuando estaba aquí.

—Hostia, es verdad. Con la que te llevabas a muerte. ¿Cómo se me ha olvidado, tío? —Lamine empezó a reír igual.

—Todavía recuerdo cuando era nueva y le pegaste un chicle en la falda sin querer —rió Héctor, recordando aquel momento—. No me creo que por ello empezó vuestra enemistad.

—Mi enemistad con ella si no hubiera empezado con eso estoy seguro de que habría empezado con otra cosa. —bufó, dándole un trago a su bebida.

Dirigió su mirada hacia la chica, que ahora bailaba de manera experta con sus amigas mientras sacaba a lucir su radiante sonrisa. Malena Sainz era una joya brasileña en todos los sentidos. Aquella aura llena de sensualidad y despreocupación hacía que la gente quisiera admirarla. Definitivamente, Malena era la revelación de aquella nueva temporada.

—Menos mal que le prometiste a Gabri que a partir de ahora os vais a llevar bien. —ironizó el pelinegro ante sus palabras.

—Lo he intentado, pero es que es muy tonta y muy prepotente. Creo que no me había caído alguien tan mal en toda mi puta vida. —farfulló, dejando su vaso en la masilla ya vacío.

Por el carraspeo que soltó Fort y el silencio que se instaló entre todos sus acompañantes, supo que algo sucedía. Fue fácil de comprender cuando un nudo se instaló en su garganta al escuchar la voz de su mejor amigo a sus espaldas.

—¿Quién te cae tan mal, hermano? —Grabriel Sainz apareció en el plano, apoyando sus manos en los anchos hombros del español desde atrás.

La pregunta era casi irónica. A veces aquella nube de optimismo que caracterizaba al brasileño parecía nublarlo por completo. En realidad, a Marc le sentaba mal que él todavía conservara aquella esperanza de que él y su hermana en algún momento pudieran llevarse bien. Así mismo, sin saber que decir, lo único que logró fue pedir socorro con la mirada al resto de sus amigos.

Hector, tan dispuesto como siempre, decidió intervenir.

—La conserje de La Masía.

Marc, aprovechando que el hijo de Benicio estaba a sus espaldas y no podía obervarle la cara, hizo una nueva extraña y miró a su amigo como si le hubieran salido tres cabezas. Los demás reprimieron la misma reacción, pero era algo complicado teniendo en cuenta lo que acababa de decir.

—¿La conserje de La Masía? —preguntó, extrañado—. Pero si Loli es un amor.

—Es que no es Loli, es una que ha llegado nueva por lo visto. —intervino Fermín con un eje de nerviosismo.

—¿¡Han despedido a Loli!?

—¡No! —exclamaron todos al unísono.

—¿Entonces?

—Es que Loli se ha dado un tiempo de baja y eso —decidió hablar Guiu, finalmente—. Y la nueva es una cuarentona bastante amargada.

—Oye, Gabri. Hemos visto que tu hermana ha vuelto. —comentó Cristo.

Y aunque el tema no fuera de su agrado, Marc agradeció aquel cambio.

—Síi, pensé que Marc ya os lo había comentado.

—Marc se guarda las mejores cosas. —se burló, dedicándole una mirada fugaz a este.

El castaño no pudo hacer más que mantenerse callado y apretar la mandíbula.

—Bueno, pues así es: mi hermana ha vuelto. Para quedarse, está claro. —habló muy orgulloso.

—Todavía no entiendo por qué la cedieron a ella... —bufó con una rara melancolía que a Guiu le estaba dando asco—. Digo, es una gran jugadora. De hecho, marcó un golazo en su último partido.

Pau Cubarsí abrió la boca con ofensa al ver que su amigo había copiado sus palabras para hacerle la pelota al hermano de Malena. Estaba claro que ni se había visto el partido. Y es que hasta estuvo a punto de intervenir —que hasta Marc desde la distancia apoyaba esa idea, cansado de aquella escena—, pero fue Lamine quien colocó una mano en su muslo para detenerlo, no viendo correcto sus intenciones.

—Síii, fue un auténtico golazo. Justo en la escuadra. —asintió el mayor de los hermanos Sainz.

—Eso es —el rubio sonrió para luego levantarse del sofá—. De hecho, voy a hablar con ella.

Y sin más detenimiento, el chico se fue, contoneándose hasta llegar hacia donde estaba Malena, ahora ubicada en el jardín. Sus amigos siguieron con otra conversación, ahora con el brasileño unido al embrollo, pero Marc solo podía mantener su mirada fija en Cristo y Male. El chico tenía unas vistas privilegiadas del jardín desde aquel mismo sofá gracias a los grandes ventanales. Se diría que los otros dos andaban conversando, pero más bien era Muñoz quien hablaba y Sainz quien escuchaba. En un momento en concreto, las miradas de la brasileña y el de Granollers conectaron y aquello bastó para que el futbolista se diera cuenta que la chica no estaba disfrutando de la conversación.

Por algún motivo, aquello le fascinó. Supuso que era porque no soportaba ni siquiera verla sonreír o disfrutar de una conversación.

Sacudió la cabeza, indignado consigo mismo por estar tan pendiente de ella. Miró su vaso vacío y decidió que era hora de ir a por su segundo cubata. Se levantó sin decirle ninguna palabra o aviso a sus amigos y se dirigió a la cocina con un semblante neutral y su recipiente en la mano. Al llegar a la cocina, agarró el Red Label, y tras poner dos hielos, llenó el vaso hasta la mitad para terminar de rellenarlo con refresco.

Iba a darle un sorbo, pero justo en aquellos momentos unos brazos delgados le envolvieron el torso desde atrás.

Supo perfectamente quién era.

—Hola, amor —su novia le brindó una sonrisa al momento en el que él se dio la vuelta—. ¿Cómo te va la fiesta?

Marc le sonrió de vuelta y le devolvió aquel abrazo. Se separó un poco de ella para admirarla y suspiró. Tamara le había atraído desde niños, pero siempre mantuvo distancia por respeto a su amigo. Su pelo era negro como carbón y era lo suficientemente largo como para que le rozara el culo. Sus labios eran finos, pero igualmente lindos. A diferencia de su hermana, Tami era muy cariñosa y delicada. Siempre era complaciente y nunca rechistaba por nada.

Era la chica perfecta.

—Bien, bien —asintió, haciendo una mueca—. Mis amigos están súper pesados con la llegada de tu hermana.

Tami hizo una mueca.

—Bueno, mi hermana puede ser un tanto antipática cuando quiere, pero sigue siendo muy guapa —analizó con una leve sonrisa—. Al fin y al cabo, ¿quién no suspira por un Sainz?

—La verdad, no lo sé. —sonrió el varón para después darle un beso en los labios.

Tras unos segundos, la chica se separó y le sonrió.

—Me voy con Leah, luego nos vemos.

Marc asintió y así vio a su pareja marchar. Sonrió para sí mismo y centró su atención a darle el primer sorbo al cubata que antes se había servido. Tras unos segundos, en su campo de visión apareció Hector. El chico le sonrió y se acercó a él para darle una amistosa palmada en el hombro.

—Al final no le has tenido que ayudar a Cristo para que se acercara a tu cuñada. —comentó con un tono burlón.

El castaño rodó los ojos y apartó la mirada de él. Parecía que hoy sus amigos estaban dispuestos a sacarle de sus casillas.

—Sois todos unos pesados —farfulló con hastío—. Cuando vea lo amargada que es te aseguro que no va a querer hablar con ella.

Marc volvió sus orbes a Fort y empezó a comentarle cada razón por la que interactuar con Malena era una mala idea, pero a medida que iba hablando se iba dando cuenta de que su amigo no le estaba escuchando. Miraba algo con el ceño fruncido, y no, no era él.

—¿Qué está pasando ahí?

La pregunta de Hector lo dejo un tanto desubicado, así que sin otro remedio dirigió su vista hacia los ventanales que daban al amplio jardín, que era donde este miraba. Allí había un cúmulo importante de gente. Era como si todo el mundo hubiera trasladado la fiesta a allí. Pero no tenía buena pinta, porque parecía que todas esas personas rodeaban a alguien o algo.

Ambos amigos se miraron con intriga, y sin poder perderse un buen chisme, salieron a trotes de la cocina para salir al jardín. La fresca temperatura era opacada por la densidad de multitud, y por lo menos Marc estaba seguro que lo que se encontraría allí era un pelea, ya que la gente vociferaba.

Pero se equivocaba, ya que cuando se hizo paso entre la gente lo que sus ojos observaron era nada más y nada menos que a Malena dando ágiles toques. Precisión se notaba en cada patada y los otros trucos varios que le añadía a su espectáculo daban a entender lo buena que era en ello.

Guiu se limitó a observarla con los brazos cruzados y una expresión neutra. Cristo y todos los demás que miraban maravillados la animaban con sonrisas, y eso hacía que a Marc le hirviera la sangre. Siempre tenía que estar demostrando lo buena que era en todo. Así que vio la oportunidad perfecta de borrarle aquella tonta sonrisa de auto orgullo cuando la pelota rodó casualmente hasta sus pies cuando esta dejó de hacer trucos con ella.

El de Granollers no dudó en empezar a manejar el balón con total precisión. Con una sonrisa vacilona, ahora era él el que habitaba el centro del círculo que toda esa gente había formado para rodear anteriormente a Sainz. Empezó a hacer trucos igual de alucinantes, dándole toques con cualquier superficie de su cuerpo que se le fuese a la mente, manteniéndola en la cabeza y más. La chica se limitó a mirarle con incredulidad con los brazos cruzados, ansiosa por que este acabara sus truquitos. Ahora le gente lo animaba a él y no a ella, y eso le molestaba.

Después de lo que fue a penas menos de un minuto, el futbolista decidió parar, cogiendo la pelota entre sus manos y dedicándole una sonrisa de superioridad a Male. Esta lo miró con odio, pero no pudo evitar sonreír con ironía al instante cuando se dio cuenta del porqué de su acto. Estaba claro que Marc solo había hecho eso para tratar de opacarla.

La gente, mientras tanto, parecía tan animada que a penas se daban cuenta de la tensión de aquellos dos. Bueno, no se dieron cuenta hasta que Malena habló.

—Estaba claro —empezó a decir en un tono casual pero mordaz— que Marc Guiu tenía que entrar en esto para tratar de opacarme.

Vio cómo el chico alzó sus cejas, sorprendido por sus palabras. En cierto modo, temía que aquello que ella decía en parte fuera cierto. La gente se quedó callada repentinamente y observaron la guerra de miradas letales que estos dos se echaban. El chico le sonrió de manera sarcástica.

—Solo quería demostrarte que soy capaz de superarte con facilidad en cualquier cosa. —respondió casual, encogiéndose de hombros mientras se posicionaba frente a ella.

—Sí, claro. Tus ganas —bufó—. Venga, ya te has ganado el minuto de alagos que querías. Pa' casa.

—Pero si la que ha empezado a hacer numeritos eres tú. La pelota cayó en mis pies y quise hacer algo también. —farfulló con molestia el otro.

—Lo que querías era que los demás te alabaran a ti también porque no soportas ver cómo lo hacen conmigo —alegó y Marc solo pudo encoger su rostro en una mueca al saber que tenía razón, aunque nunca lo admitiera—. Solo eres un competitivo que no sabe entender que no puede ser el centro de atención siempre.

—Chicos, creo que ya está bien... —intentó intervenir Cristo, pero Guiu lo tuvo que interrumpir. Su ego estaba siendo herido lo suficientemente como para no tener más remedio que seguir contestando.

—Estarás tú para hablar. Que eres una arrogante que piensa que todo el mundo está tratando de opacarle. Eres tú la que debe de tener claro que no es el culo del mundo. —espetó con hastío, mirándola directamente a los ojos como nunca antes había mirado a nadie.

—Guiu, tienes un verdadero problema para analizar las cosas. Solo deja de ser tan capullo y limítate a mantenerte en tu lugar. —masculló la morena.

El chico, a una distancia no muy prolongada de ella, recorrió cada rincón de su rostro con una mirada cargada de cólera. Observó sus puños apretados a sus costados, la pose rígida que mantenía y las atractivas líneas de expresión que caracterizaban sus facciones a la hora de estar molesta. Ella realmente le irritaba, por eso no pudo evitar rebuscar en lo más profundo de su mente algo con lo que hacerla sentir realmente mal.

—¿Sabes, Malena? Creo que el problema lo tienes tú, que siempre tienes que demostrar que eres mejor en todo. Probablemente sea porque te sientes inferior en muchos otros aspectos —soltó de manera cortante y con una mirada gélida—. Por algo el Barça decidió cederte a ti entre tantas, ¿no? Cuando no eres suficiente, son las cosas que pasan: tienes que demostrar mucho para que no te vuelvan a enviar lejos.

Una pulla se clavó directamente en el pecho de la morena, que se rehusó a que sus ojos se aguaran. No apartó la mirada ni un segundo del chico que tenía en frente hasta que observó a una persona a su lado con un vaso en la mano. No tardó en reaccionar con impulsividad, y dolida le arrebató el vaso a aquella persona desconocida para vaciar su contenido en la cara del jugador sin darle tiempo a cualquier reacción.

Los monosílabos de impresión empezaron a salir de la boca de todos los presentes al ver cómo Malena le había echado aquel cubata en todo la cara al futbolista. La tensión ahora era palpable en cada uno de los presentes y una pizca de arrepentimiento se instaló en ella al ver la cara llena de decepción de su hermano mellizo a unos metros de sí, viendo el escenario que ella y Marc habían formado frente a todos.

Ni se paró a ver la mala cara que le echó el de Granollers cuando reaccionó a su gesto para empezar a correr para salir del jardín. Tras atravesar toda la multitud que curiosa había visto todo aquello, fue su hermana la que la interceptó antes de que llegara a entrar a la casa, agarrándola del brazo de manera firme.

—¿Qué coño has hecho? —la pregunta furiosa de su familiar le mostró con rapidez que no estaba de su parte. Y es que aunque se lo esperaba, no pudo negar que ver los ojos furiosos de su hermana apuntarle le dolía.

—Mira, Tamara. Os podéis ir a la mierda todos —soltó con rabia, zafándose del agarre de esta—. A ver si se os mete en la cabeza que yo jamás podré convivir con alguien tan cruel como lo es tu novio. Jamás.

Si algo tenía claro, era una cosa: ahora odiaba a Marc Guiu como nunca antes había hecho.


















ㅤㅤ
























ㅤㅤ








HOLAAAA.

Sé que estaban deseando que actualizara esta historia, así que aquí estoy.

¿Qué les ha parecido el capítulo?

IMPORTANTÍSIMO: Al inicio les he puesto una meta para que actualice la cual tienen que cumplir. Cuando lleguemos a esa meta yo escribiré el próximo capítulo para dárselos lo más pronto posible. Tienen que entender que tengo una vida y otra historia que actualizar también 🫶🏼🥹

Por cierto, cómo me ha dolido la salida de Marc del Barça🥲 No me lo esperaba para nada. Pero le deseo lo mejor, y mejor no hablo más que si no se me sale la parte sentimental.

ᵃᵗᵗᵉ 𝖠𝗋𝗂 𝗅𝖺 𝖺𝗇𝗈́𝗇𝗂𝗆𝖺( )

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top