PRÓLOGO

El País de las Maravillas nunca fue un lugar destinado a la cordura. Era un mundo construido sobre la dualidad, donde la lógica era un chiste y las sombras danzaban junto a los reflejos. Sin embargo, entre el caos y la fantasía, había un delicado equilibrio, una línea casi invisible que separaba la maravilla de la destrucción. Esa línea estaba marcada por un objeto: el Reloj Sin Tiempo, el corazón de la Rosa de Dualidad.

La rosa, oculta en el Jardín Infinito, florecía como un nexo entre dos realidades: el País de las Maravillas y el mundo de los humanos, conocido por sus habitantes como Infratierra. Mientras el reloj permaneciera intacto en el centro de la flor, ambos mundos coexistirían, entrelazados en una danza infinita de sueños y pesadillas. Pero si el reloj era retirado, la rosa comenzaría a marchitarse, y con ella, los cimientos de ambos mundos.

En la penumbra del Castillo de Corazones, la Reina Roja gobernaba con puño de hierro, su palabra tan letal como el filo de una guillotina. Su hija, Heart de Grims, caminaba un sendero aún más oscuro. Era la cazadora de su madre, la sombra que se movía entre los traidores, reclamando sus corazones como trofeos de lealtad rota. Heart no conocía la compasión, pero tampoco la libertad. Su vida estaba marcada por un destino impuesto, una cadena dorada que la ataba al trono y a la voluntad de la Reina.

Sin embargo, aquella noche, cuando los cielos se oscurecieron más de lo habitual y el viento llevó consigo un susurro inquietante, algo cambió. Un ladrón, o quizás una fuerza más siniestra, había cruzado los límites de lo prohibido. El Reloj Sin Tiempo había desaparecido, arrancado del corazón de la Rosa de Dualidad.

En Infratierra, las grietas comenzaron a formarse. Los espejos, que alguna vez conectaron ambos mundos, se tornaron opacos. Las sombras se alargaron, y los habitantes de las Maravillas comenzaron a sentirlo: una tirantez en el aire, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento antes de un colapso inevitable.

Heart recibió la noticia como un cuchillo en el pecho. Si no recuperaban el reloj, su mundo y todo lo que conocía desaparecerían en un torbellino de caos. Pero este no era solo un encargo de su madre; era una misión personal. Porque, en el fondo, Heart había comenzado a cuestionar su lugar en ese juego mortal de lealtades y traiciones. Si el mundo iba a caer, ¿qué quedaría de ella?

A su lado estaba Diaval, el Caballero Negro, su prometido por obligación, pero también el único que la conocía realmente. Su relación era un baile peligroso entre la devoción y la oscuridad, entre la lealtad y el deseo de libertad. Juntos, debían enfrentarse a lo desconocido, cruzar los límites de su reino y adentrarse en Infratierra, donde las reglas eran distintas y las amenazas, mucho más reales.

El País de las Maravillas se estaba desmoronando. Y mientras la Rosa de Dualidad marchitaba pétalo a pétalo, Heart y Diaval debían emprender una misión que decidiría el destino de ambos mundos. Pero la pregunta no era si podrían restaurar el equilibrio.

La verdadera pregunta era si Heart de Grims podía sobrevivir al caos que se avecinaba… o si finalmente se convertiría en su reina.

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