04

La luna de Infratierra estaba alta en el cielo cuando Hearts y Diaval finalmente salieron del Nido de Sombras. El aire frío de la noche envolvía sus cuerpos, y por un instante, el bullicio del mundo real parecía tan lejano como el País de las Maravillas. Habían caminado en silencio durante un rato, ambos inmersos en sus pensamientos, hasta que Diaval rompió la quietud.

"¿Cómo supiste que apostar la daga sería la jugada correcta?" Su voz era tranquila, pero había una genuina curiosidad en sus palabras.

Hearts esbozó una sonrisa ligera, casi imperceptible. "Porque entendí algo sobre ellos. Este mundo no valora la magia como lo hacemos nosotros. Para ellos, algo tan oscuro y letal como mi daga era simplemente exótico. Era lo único que podía igualar el peso de la gema sin que me pidieran más".

"Eso fue arriesgado", comentó Diaval, sin dejar de observarla.

"Siempre lo es, pero el riesgo es algo que llevo en la sangre", respondió ella, encogiéndose de hombros.

Caminaron un poco más, hasta que llegaron a un parque vacío. El lugar estaba iluminado por faroles tenues, y el viento agitaba suavemente las hojas de los árboles. Diaval se detuvo junto a un banco, apoyándose contra el respaldo mientras cruzaba los brazos.

"¿Te has preguntado alguna vez qué pasará cuando todo esto termine?" preguntó de repente, mirándola fijamente.

Hearts frunció el ceño, sorprendida por el cambio de tema. "¿Qué quieres decir?"

"Si recuperamos el reloj, si restauramos el equilibrio... ¿qué será de nosotros? ¿Qué será de ti?"

Por primera vez en mucho tiempo, Hearts no tuvo una respuesta inmediata. Se quedó en silencio, observando las sombras que proyectaba la luz de los faroles.

"No lo sé", admitió finalmente. "He vivido tanto tiempo bajo las órdenes de mi madre, bajo su sombra, que nunca me he detenido a pensar en lo que quiero. Siempre ha sido sobre lo que ella exige, lo que el trono necesita... o lo que el País de las Maravillas demanda de mí".

Diaval asintió lentamente, como si entendiera más de lo que ella estaba dispuesta a decir. "¿Y si tuvieras la opción? Si pudieras elegir cualquier cosa... ¿qué harías?"

Hearts lo miró, sus ojos verdes brillando bajo la luz tenue. "¿Y tú? ¿Qué harías si no estuvieras atrapado en este acuerdo político, ligado a alguien como yo?"

Él esbozó una sonrisa torcida, pero sus ojos eran serios. "¿Atrapado? Nunca lo he visto así, Hearts. Estar a tu lado no es una carga, es... un desafío. Uno que no cambiaría por nada. Tú eres peligrosa, impredecible... pero también eres honesta. Y eso es más de lo que puedo decir de la mayoría".

Por un momento, las palabras de Diaval dejaron a Hearts sin habla. No estaba acostumbrada a recibir halagos, menos aún de alguien que realmente entendiera quién era.

"Si pudiera elegir", continuó Diaval, "creo que me gustaría saber qué se siente vivir fuera de las sombras. Tener un propósito que no esté dictado por otros. Pero no puedo negar que, donde sea que esté, siempre preferiría que estuvieras tú".

La confesión era simple, pero caló profundamente en ella. Hearts se dejó caer en el banco, mirando al frente. "Suena como un sueño lejano. Todo lo que hemos hecho, todo lo que somos... siempre ha estado atado al caos y la muerte. No sé si somos capaces de algo más".

Diaval se sentó a su lado, dejando que sus hombros apenas se rozaran. "Creo que sí. Pero será un camino largo y complicado. Y cuando esto termine, quiero descubrirlo. Contigo, si me lo permites".

Hearts giró la cabeza hacia él, estudiando cada línea de su rostro. Había una sinceridad en sus ojos oscuros que la desarmaba, que derribaba las barreras que había construido durante años.

"Tal vez", dijo finalmente, su voz apenas un susurro, "cuando esto termine, también quiera descubrirlo".

Por un instante, el mundo a su alrededor pareció detenerse. La distancia entre ellos se acortó, y aunque ninguno de los dos lo planeó, el silencio se llenó de una tensión palpable. Pero antes de que la línea se cruzara, Hearts se levantó abruptamente.

"Tenemos que llevarle la gema al Coleccionista", dijo, su tono volviendo a ser frío y profesional.

Diaval también se levantó, pero su mirada permaneció fija en ella, como si intentara descifrar algo más allá de sus palabras. "Sí. Pero algún día, Hearts, tendremos esta conversación de nuevo".

Ella no respondió, pero mientras se alejaba, un leve rubor teñía sus mejillas. Por primera vez en mucho tiempo, una chispa de algo desconocido, algo más allá del deber y la venganza, había prendido en su interior.

El parque permanecía en calma, como si el mundo real no pudiera alcanzarlos allí. El murmullo distante del tráfico y las risas ocasionales de desconocidos apenas eran un eco lejano. Hearts caminaba lentamente entre los árboles, sus pasos resonando en el sendero de grava. Diaval la seguía, manteniendo una distancia prudente, pero sin apartar la vista de ella.

"¿Siempre eres así?" preguntó finalmente, rompiendo el silencio que se había estirado entre ellos.

Hearts se detuvo y giró hacia él, arqueando una ceja. "¿Así cómo?"

"Fuerte por fuera, pero con una muralla tan alta que nadie puede entrar", dijo Diaval, cruzándose de brazos.

Ella soltó una risa seca, pero no había humor en sus ojos. "¿Y qué esperabas? Soy la hija de la Reina Roja. Si no construyes murallas, te arrasan. ¿O acaso crees que llegué hasta aquí siendo... abierta?"

Diaval la miró fijamente, pero no con reproche. Había algo en sus ojos, algo que ella no podía descifrar. "No, pero creo que hay más en ti de lo que dejas ver. Y eso es lo que me intriga".

"¿Intriga?" repitió ella, dando un paso hacia él. "¿Es eso lo que sientes, Diaval? ¿Curiosidad? Porque si es así, te advierto que la curiosidad siempre mata al gato. Y, en mi caso, al cuervo".

Diaval sonrió levemente, sin retroceder. "He sobrevivido a cosas peores que tu mordaz lengua, Hearts. Y si piensas que puedes asustarme, te desafío a intentarlo".

Por un momento, la tensión entre ellos se tornó casi palpable. Hearts lo miró a los ojos, buscando un rastro de debilidad o duda. Pero todo lo que encontró fue determinación y algo más... algo cálido, que la desconcertaba.

"¿Por qué estás aquí, Diaval?" preguntó de repente, su voz más suave.

"Porque es mi deber", respondió él sin dudar.

Hearts negó con la cabeza. "Eso es lo que dices siempre. Pero no es la verdad. ¿Por qué sigues aquí? Podrías haber roto este acuerdo político. Podrías haberme abandonado y regresar a tu reino. ¿Por qué no lo hiciste?"

Diaval guardó silencio durante un largo momento. Luego, con un suspiro, se pasó una mano por el cabello oscuro. "Porque vi algo en ti el día que nos conocimos. Algo que no quería perder de vista. En ese entonces no sabía qué era, pero ahora lo entiendo mejor. Vi a alguien que lucha contra su propio destino con cada fibra de su ser. Alguien que podría ser más que lo que su mundo le exige. Y... creo que quiero ayudarte a descubrirlo".

Hearts lo miró, sin saber qué decir. Nadie le había hablado así antes. Estaba acostumbrada a la obediencia, al miedo, incluso al odio. Pero nunca a algo tan... sincero.

"No soy alguien a quien deberías querer ayudar", dijo finalmente, bajando la mirada. "Todo lo que toco se destruye. No hay un final feliz para mí, Diaval. Ni siquiera uno donde sobreviva".

Diaval dio un paso hacia ella, cerrando la distancia que los separaba. Cuando habló, su voz era baja pero firme. "Eso no lo decides tú sola. Y si todo se destruye, entonces me aseguraré de que al menos tengas la oportunidad de elegir cómo termina tu historia".

Hearts levantó la vista, y sus ojos verdes brillaron bajo la luz de la luna. Había algo en su expresión que parecía romperse y repararse al mismo tiempo. No era debilidad, sino algo más humano.

"¿Por qué harías eso?" susurró.

"Porque me importas, Hearts", respondió él, sin titubear.

El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Hearts se volvió hacia el cielo, observando cómo las estrellas luchaban por brillar a través de la contaminación lumínica de Infratierra.

"Esto es peligroso, Diaval", dijo después de un rato, aunque su voz carecía del filo habitual.

"Lo sé", admitió él. "Pero no me importan los riesgos. Estoy acostumbrado a caminar en la cuerda floja".

Ella sonrió ligeramente. "Tal vez eres más loco de lo que pensé".

"Tal vez", concedió Diaval, devolviéndole la sonrisa.

Se quedaron allí, en silencio, dejando que la noche los envolviera. Por primera vez, Hearts permitió que alguien estuviera a su lado sin levantar sus murallas. Aunque fuera solo por un instante, se permitió imaginar un mundo en el que las cosas pudieran ser diferentes.

---

Cuando finalmente decidieron volver al refugio donde los esperaba la próxima etapa de su misión, Diaval rompió el silencio una vez más.

"Entonces, ¿qué deseas, Hearts? Más allá del caos, del deber, del trono... ¿qué quieres realmente?"

Ella se detuvo, pensativa, y luego lo miró con una expresión que mezclaba vulnerabilidad y desafío.

"Quiero libertad", dijo simplemente.

Diaval asintió, como si entendiera perfectamente lo que eso significaba. "Entonces luchemos por eso. Juntos".

Hearts no respondió, pero mientras reanudaban su camino, un extraño calor se instaló en su pecho. Por primera vez en mucho tiempo, la idea de no estar sola no parecía una amenaza.

Y eso, para ella, era más aterrador que cualquier enemigo que pudieran enfrentar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top