𝟎𝟎𝟓.

KAYLA Y JAMES ESTABAN SIN PALABRAS ANTE LO QUE estaba ocurriendo entre Aria y Sirius, pero aún con eso, ninguno quería dejarla sola, por lo que decidieron sentarse en uno de los pasillos cercanos a la torre de los leones en donde sabían que el flujo de gente era limitado. Sabían que la castaña necesitaba desahogarse y llorar un momento mientras pensaba que hacer con todo lo que ocurría, por lo que lo mejor era que nadie observara esa escena.

La pelirroja sentía su corazón romperse al ver a su amiga en ese estado. La conocía y sabía que tenía un corazón muy noble como para herir el corazón de alguien, en especial cuando tenía un vínculo tan especial con ambos hermanos.

— No quiero herir a ninguno. Pese a todo y a que le dijera idiota, Sirius es una excelente persona, alguien con quien llevo una relación maravillosa desde hace años... ustedes lo saben— dijo Aria con algunas lágrimas en los ojos— Pero Regulus estuvo para mi en mis momentos más oscuros, me enseñó muchas cosas que me ayudaron a crecer como persona... y supongo que en algún momento me enamoré de él.. lo cual dolía bastante si consideran la cantidad de veces que lo vi con otras chicas

— ¿En qué momento se enamoró de ti?— preguntó Kayla confundida— ¿O cómo es posible que si estaba enamorado de ti... coqueteaba con tantas? Me resulta ilógico de creer

— Ni siquiera él lo sabe. O al menos eso fue lo que me dijo— rio amargamente la castaña— ¡Estoy tan furiosa! ¿Con que derecho viene a besarme y a armar toda esta escena de celos? Que estúpidos son los hombres... sin ofender, Potter

— No tengo como defender a mi genero en esta ocasión— contestó él alzando los hombros— Y si eso te hace sentir mejor, adelante

Aria dejó caer su peso en el hombro de Kayla, mientras las lágrimas continuaban escapando sin que ella pudiera controlarlas. No sabía exactamente qué decir; tenía un torbellino de emociones confusas: dolor, rabia, frustración... Una mezcla tan abrumadora que deseaba desaparecer, desvanecerse en el aire, y huir de la tormenta que sentía inevitable, esa que los hermanos Black traían consigo.

Kayla, a su lado, permanecía en silencio, acariciando suavemente el cabello de su amiga mientras miraba al vacío. Su propia mente estaba atrapada en una encrucijada, sin saber bien qué palabras podrían aliviar la angustia de Aria. No era fácil mantenerse neutral cuando veía a su amiga tan devastada, pero se aferraba a esa imparcialidad, entendiendo que su lealtad no estaba con ninguno de los hermanos, sino únicamente con Aria. Si Aria optaba por enfrentar a los Black o, por el contrario, huir, Kayla se mantendría a su lado. Eso era todo lo que podía prometer.

Luego de un rato, las lágrimas de Aria cesaron, dejando solo la pesadez en su pecho. Finalmente, tomó una respiración profunda y se irguió, pasando el dorso de la mano por su rostro para secarse los rastros del llanto. Observó a Kayla, quien le devolvió una sonrisa reconfortante

— Toma, gracias— le agradeció Aria al de lentes antes de quitar la chamarra

— Puedes conservarla hasta que puedas cambiarte— negó James rechazando la prenda— No creo que quieras que algún idiota te voltee a ver y diga alguna estupidez. Además, te lo dije, si eso pasa, no me quedaré de brazos cruzados

— No, no— negaba Aria— No me siento cómoda usándola y... puedo defenderme sola, no te apures

— ¿O prefieres que yo vaya por un poco de tu ropa a la habitación?— propuso Kayla, sabiendo que ambos eran demasiad tercos como para ceder— Puedes cambiarte en los baños de la sala común... en caso de que el cuarto se encuentre ocupado

— Si, eso estaría bien— asintió la castaña

— Entonces vamos— sonrió Kayla pasando su brazo por encima de los hombros de su amiga

Los tres caminaron en silencio por los pasillos hacia la sala común de Gryffindor. Kayla mantenía su brazo firmemente alrededor de los hombros de Aria, negándose a soltarla; podía ver lo abatida que estaba, y el verla así le provocaba una impotencia indescriptible. Odiaba esa sensación de no poder hacer nada para aliviar el dolor de su amiga, ese peso en su pecho que no se disipaba. En algún lugar de su mente, un pequeño hilo de culpa se tejía: ¿Cómo no se había dado cuenta antes de lo que Aria sentía por Sirius?

Sabía que Aria había guardado esos sentimientos en secreto, pero en cierto modo sentía que había fallado como amiga por no haberlo intuido, por no haber visto las señales. Claro, entendía que después de lo que Lucius Malfoy le hizo, rompiéndole el corazón sin piedad, Aria había preferido levantar muros, protegerse cerrando sus emociones. Nadie sabía la verdad detrás de esa muralla que ella misma construyó, ni siquiera Kayla, pero ahora veía la vulnerabilidad que se escondía detrás de esos silencios y miradas esquivas.

— No tardaré— le dijo Kayla a Aria en cuanto llegaron— James, ¿Puedes cuidarla?

— Claro— asintió él— Tú ve

Kayla desapareció rápidamente por las escaleras que llevaban al dormitorio de los chicos, dejándolos solos frente al suave resplandor de la chimenea. James y Aria quedaron en un silencio incómodo, rodeados únicamente por el chisporroteo de las llamas. 

Aria, sintiéndose cada vez más atrapada en sus propios pensamientos, subió las piernas al sillón y las rodeó con sus brazos, intentando hallar en esa posición algo de la seguridad que sentía se le escapaba. Sus ojos seguían fijos en el fuego, pero su mente divagaba en todas direcciones, perdida entre los sentimientos de confusión, nostalgia y una tristeza que ni ella misma podía explicar con precisión.

La incomodidad la irritaba profundamente. Aria odiaba sentirse así: frágil y fuera de control. Su cuerpo, siempre tan acostumbrado a la acción y la claridad, ahora se sentía pesado, como si cada emoción tirara de ella en una dirección diferente. Estaba acostumbrada a ser fuerte, a guardar sus sentimientos bajo llave, y que ahora surgieran de esta manera la hacía sentirse vulnerable, una sensación que le resultaba insoportablemente molesta.

Respiró hondo, tratando de calmar el torbellino en su pecho, deseando que el calor de la chimenea pudiera quemar todos esos sentimientos, transformándolos en cenizas que el viento pudiera llevarse.

— ¿Necesitas algo?— le preguntó James a su lado

— Solo necesito un momento alejada de los hermanos Black, quiero organizar mis pensamientos— contestó Aria sin despegar la mirada del fuego— Si te soy sincera aún no logro superar del todo a Sirius, pero se que también tengo sentimientos por Regulus... lo que menos quiero es hacer sufrir a alguno, aunque Sirius no quiera ni verme y es posible que yo tampoco

— ¿Qué sucedió?— preguntó nuevamente— Si se puede saber

— Después de que dejé a Regulus volví a la habitación, sabía que Kayla y tú ya no estarían ahí, también noté que Remus y Peter habían salido, no esperaba que Sirius tuviera tan mala cara cuando regresé— comenzó a explicar— Me empezó a decir que Regulus no era alguien bueno para mi, le dije que no se metiera en lo que no le importaba y bueno... discutimos un poco... y él me besó

James abrió los ojos, genuinamente sorprendido. Esa posibilidad nunca había cruzado por su mente. Sirius y Aria siempre habían tenido una dinámica única, pero un beso... eso cambiaba todo.

—¿Y? —preguntó, intentando sonar casual, aunque la curiosidad era evidente.

Aria suspiró, un suspiro largo y lleno de frustración.

— Por supuesto que me gustó; era algo que deseaba desde hace un año. Pero... no sé. Siempre imaginé que, si sucedía, sería en otra situación, no porque él estuviera celoso. —Aria se abrazó las piernas más fuerte—. Me molesta su comportamiento. Él puede coquetear con todas las chicas que quiera, pero basta con que yo hable con otro chico y se molesta. Es... un idiota —suspiró, y luego añadió con amargura—. ¿Por qué me gustan los idiotas?

James soltó una risa, genuina y comprensiva.

—Aquí entre nos, todos los hombres somos un poco idiotas —bromeó, intentando relajar el ambiente.

Aria dejó escapar una pequeña sonrisa, pero su expresión no perdió el toque de amargura.

—Me estoy dando cuenta —respondió, esbozando una sonrisa torcida. Luego, bajó la vista—. Ahora no sé qué hacer.

James se recostó en el sillón, como si estuviera calculando la mejor respuesta.

—Deja que se le pase —sugirió al final, su tono calmado y seguro—. Sirius puede ser increíblemente torpe cuando se enoja, y es impulsivo. Pero tú, Aria, tienes todo el derecho de tomarte tu tiempo. Date el espacio para pensar en lo que realmente quieres, en lo que sientes. Cuando lo tengas claro, sabrás qué hacer.

Aria asintió, mordiéndose el labio mientras miraba nuevamente el fuego. 

— Gracias por dejarme quedar estos días, pero ahora dormiré en la habitación de Adara, no creo que sea buena idea que pase tiempo con Sirius— dijo Aria con una sonrisa de lado— Nada en contra tuyo... o de Remus o Peter...

— Lo entiendo, no te preocupes— asintió James— Eres bienvenida las veces que quieras

Ambos se sonrieron.

—No eres tan idiota como creía, me agradas —dijo Aria, dejando escapar una risa suave—. Pero no arruines eso, porque si lastimas a Kayla, yo te voy a lastimar... y definitivamente no quieres eso

James sonrió, fingiendo una inocencia exagerada.

— Entre Kayla y yo solo existe una amistad —respondió, con tono despreocupado.

Aria levantó una ceja. Definitivamente no creía ni una sola palabra.

—Eso lo sé, pero creo que ambos sabemos que eso no siempre será así —respondió con una media sonrisa, llena de complicidad—. Te gusta, ¿no?

James abrió la boca para protestar, pero el comentario de Aria lo dejó sin excusas.

—No...

—Vamos, Potter —le cortó ella, poniéndose seria—. Si yo fui sincera contigo sobre lo que siento, tú puedes serlo conmigo. No le diré nada a Kayla si es lo que te preocupa

James vaciló. Sus pensamientos se agolparon de pronto, llevándolo a revivir todos esos momentos con Kayla, esos que, hasta ahora, había tratado de evitar analizar demasiado. 

Kayla era... diferente. Era demasiado hermosa, y no solo eso, era divertida y tan auténtica que, de alguna forma, lograba siempre sacarle una sonrisa. Podía perderse en su risa, en esos destellos de alegría que iluminaban sus ojos cuando hablaban de cosas triviales o cuando ambos bromeaban sobre algún profesor. 

La simple idea de que estuviera cerca de alguien más, especialmente Regulus o, peor, cuando la vio besar a Nick, le provocaba una incomodidad extraña y molesta.

Suspiró, sintiéndose atrapado entre el deseo de mantener todo lo que había estado sintiendo en las ultimas en secreto y la sinceridad que Aria le había pedido. Finalmente, miró a su amiga y se encogió de hombros, tratando de restarle importancia, aunque sus palabras lo traicionaron.

— Si, me gusta Kayla— admitió James

— ¡Lo sabía!— celebró Aria

— No quería admitirlo porque sentía que sería extraño puesto que no llevo mucho tiempo de conocerla, pero ciertamente desde que la vi sentí algo especial, algo en ella captó mi atención— sonreía James mientras contaba— Conforme la fui conociendo no puedo negar que me fue cautivando un poco mas

Aria lo miró con ternura, notando la chispa que se encendía en sus ojos al hablar de Kayla.

— Tienes un brillo en los ojos cada que hablas de ella— dijo Aria enternecida

— Tenía dudas, ya sabes, por Lily, pero Sirius y Peter me hicieron darme cuenta que no he pensado en ella desde hace días, mi atención va totalmente a Kayla y realmente me gusta, tal vez Lily no era mi media naranja...

— Estoy segura de que no lo es— negó Aria

James la miró con cierta vulnerabilidad que no solía mostrar.

— ¿Crees que Kayla pueda serlo?— preguntó el Gryffindor

— No lo sé, eso solo tu lo sabrás, pero ten por seguro que si llegas a jugar con ella de alguna manera, te voy a hacer sufrir— advirtió Aria

Justo en ese momento, el sonido de pasos interrumpió su conversación. Kayla apareció en la sala, cargando una mochila en sus brazos y con una expresión atenta en el rostro.

—Aria, traje todas tus cosas. Supuse que querrías quedarte con Adara o Damon esta noche —dijo, mostrándole la mochila con una sonrisa tranquilizadora.

—Gracias, Kay —respondió Aria, tomando la mochila. Luego miró a James y le dedicó una última sonrisa antes de ponerse de pie— Voy a cambiarme.

—Voy contigo —dijo Kayla, apresurándose a acompañarla—. James, alguien te está buscando en tu habitación.

James asintió y agradeció antes de desaparecer por el pasillo. Ambas chicas caminaron en silencio hacia los sanitarios, cada una sumida en sus pensamientos. Las conversaciones recientes parecían revolotear en sus mentes, profundas y necesarias, aunque les dejaran un sabor agridulce.

—¿Quién buscaba a James? —preguntó Aria, entrando a uno de los cubículos.

—Lily —respondió Kayla, algo incómoda.

—¿Eh? —dijo Aria, confundida.

—Alice, Dorcas y Marlene ya le explicaron lo de la amortentia, y me estaba buscando para... bueno, para disculparse —murmuró Kayla.

Aria suspiró al recordarlo.

—Ah, sí. Antes de irme, Lily apareció buscándote... con todo esto que pasó, olvidé mencionarlo.

Kayla asintió, bajando la mirada.

—Cuando llegué al cuarto, ella estaba conversando con Sirius. Tampoco él está muy bien que digamos. —Hizo una pausa y luego, con voz suave, agregó— Aria... ¿Por qué nunca me lo dijiste? Somos mejores amigas; creí que entre nosotras no había secretos.

La voz de Aria tembló un poco al responder, su tristeza asomándose.

—Tenía miedo de volver a salir herida. Después de lo de Lucius... simplemente no quería que nadie supiera nada, ni siquiera tú.

Kayla se quedó en silencio, comprendiendo el peso de esas palabras.

—Pero ahora no quiero hablar de eso —añadió Aria, saliendo del cubículo con una expresión algo más serena—. Necesito aclarar lo que siento antes de hacer o decir nada.

—Está bien —aceptó Kayla con una sonrisa—. ¿Quieres que vaya contigo a donde sea que pienses quedarte?

—No hace falta —negó Aria con suavidad—. Hablaré con Adara en la cena y me quedaré con ella esta noche. Nos veremos mañana en clase.

Kayla sonrió y la abrazó.

—Si necesitas cualquier cosa, voy a estar aquí para ti. Te amo, Aria.

—Yo también te amo, Kayla —respondió la castaña, sonriéndole con cariño.

(...)

James sintió un nudo en el estómago al entrar y ver a Lily sentada junto a Sirius, pero intentó mantenerse tranquilo, disimulando el nerviosismo que la presencia de Lily siempre le causaba. La última vez que habían estado en la misma habitación, las cosas parecían ir bien, pero ahora una incomodidad inexplicable colgaba en el aire.

—Cuando Kayla me dijo que alguien quería hablar conmigo, debo decir que no esperaba que fueras tú —dijo, esforzándose por sonar casual.

Lily, sin perder tiempo, lo miró con una mezcla de firmeza y vulnerabilidad.

—Originalmente solo buscaba hablar con Kayla, pero terminé consolando a Sirius. Y ya que pude aclarar las cosas con ella, pensé en aprovechar para hablar contigo también —explicó, su voz seria y decidida.

—Yo... los dejo para que puedan hablar —dijo Sirius, levantándose con una actitud despreocupada.

—No hace falta —respondió Lily, mirándolo con calma—. No tardaré mucho, y realmente creo que necesitas el apoyo de tu amigo. Así que seré directa.

James sintió que su corazón daba un vuelco. No estaba preparado para lo que Lily diría, pero escuchaba atentamente, los nervios creciendo en su pecho.

—James, sé que por años me la pasé diciéndote que eras un idiota y que no te soportaba. Creía que solo eras un adolescente con actitud de niño... —Lily pausó, su voz apenas temblando—. Y ahora veo que me equivoqué. Lamento mucho todas esas palabras hirientes que te dije. Jamás me tomé el tiempo de conocerte realmente antes de juzgarte.

James abrió los ojos, algo descolocado por la confesión. Aquello no sonaba nada como lo que esperaba oír.

—Oh... wow. Pues... gracias, Lily —agradeció, rascándose la nuca con incomodidad y desconcierto.

Sin embargo, el rostro de Lily se ensombreció.

—Pero a pesar de todo, jamás podría corresponder lo que sentías por mí, James. No porque no seas un buen chico, sino porque... ni siquiera me gustan los chicos —confesó. James y Sirius intercambiaron una mirada de sorpresa—. No muchos saben esto, porque preferí que se mantuviera en privado, pero tengo una pareja. Y es Marlene.

El shock en los rostros de ambos chicos era palpable. James sintió una ola de confusión y al mismo tiempo un extraño alivio; Sirius, en cambio, no podía dejar de parpadear incrédulo.

—No voy a entrar en detalles sobre cómo lo descubrí —continuó Lily, recuperando la compostura— Pero esa es la verdad. Ahora veo lo increíble que eres como persona, James, pero no eres el chico para mí. Y sinceramente, ni siquiera yo entiendo cómo terminamos saliendo estos últimos meses.

James, incapaz de procesar todo de inmediato, frunció el ceño. ¿Cómo había sido posible que Lily, sin siquiera gustarle los chicos, hubiera salido con él? En su mente, trataba de encontrar respuestas, pero solo veía el desconcierto en los ojos de Lily.

—Gracias, Lily —respondió finalmente, buscando la calma—. Gracias por decirme la verdad, y te prometo que nada de esto saldrá de esta habitación. Te deseo suerte con Marlene, de verdad.

Lily asintió, aliviada. Sin embargo, Sirius no podía salir de su asombro.

—Espera... ¿Marlene? ¿Me estás diciendo que a ella tampoco le gustan los... chicos? —preguntó, aún más confundido.

Lily soltó una risa irónica.

—Si te refieres a lo que ocurrió en la fiesta de fin de año de los Ravenclaw, te pusiste tan ebrio que Marlene te encontró tirado en una jardinera —explicó con paciencia—. Ella intentó dejarte en tu habitación, pero al decirle que habías perdido tu llave, fue a pedir ayuda a Frank, el novio de Alice.

—¿Estaba en el cuarto de Frank? —preguntó Sirius, al borde de la risa al recordarlo—. ¡Juraba que había sido en el de Marlene!

Lily asintió con una sonrisa paciente.

—Los chicos no pueden entrar a los dormitorios de las chicas, Sirius. Te quedaste con Marlene porque ella también estaba algo ebria y Frank le ofreció quedarse en su habitación. No pasó nada entre ustedes, simplemente durmieron. Los encontré al día siguiente

Sirius suspiró, llevando una mano a su frente.

—Eso explica muchas cosas... y creo que malinterpreté un montón de cosas en su momento.

—Bueno, si ya no queda nada que aclarar, me retiro —dijo Lily, aliviada aunque aún con un rastro de pesar en su mirada—. Lamento mucho todo lo que causé en los últimos meses.

James dio un paso hacia adelante, con una extraña mezcla de alivio y tristeza.

—No, yo lo lamento, Lily. Intervine en tu relación con Marlene sin saberlo, y de verdad lo siento. No era mi intención.

— Yo también intervine en...

— ¡Lily, gracias por venir, gracias por los consejos!— la interrumpió Sirius— Le mandas mis saludos a Marlene, que viva el amor, que vivan las novias, lo que necesites aquí vamos a estar

James no pasó por desapercibido las palabras de Lily, ¿En que intervino ella?.

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N/A: Como si no fuera suficiente estar llena de tareas, se me descompuso el celular, ahí tenía algunas cosas escritas pero espero poder repararlo pronto para volver al ritmo de publicación que tenía, además de claro poder subirles Light, la cual ya está casi lista.

Decidí no narrar lo ocurrido entre Aria y Sirius porque esos detalles serán descritos en la futura historia de Aria, la cual ya está en proceso de creación, espérenla muy pronto.

En compensación a mis días desaparecida decidí subirles este capitulo mas largo y otros mas, considérenlo el maratón que les debía. Así que voten y comenten mucho porque amo que me llenen de notificaciones, además de que eso me inspira mucho para continuar escribiendo.

Pregunta: ¿Cómo creen que reaccione James al darse cuenta que fue hechizado para olvidar a Kayla?

K.

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