1. Esa es la historia de Raven Vouldox

En un pequeño pueblo en Inglaterra, donde todo el año se sentía como invierno vivía una joven bruja de un linaje extremadamente poderoso y antiguo, que en un abrir y cerrar de ojos fue obligada a dejar todo y mudarse a un pueblo en un país totalmente diferente al suyo.

Greendale era un pequeño pueblo en Estados Unidos donde todo el año parecía octubre o para ser exactos parecía Halloween.

Esa es la historia de Raven Vouldox

Cuando tenia seis años fue obligada a mudarse a aquel pueblo a casa de la familia Spellman ¿la razón? órdenes del señor oscuro.





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—Rae— Ambrose interrumpió los dibujos de la chica— No saliste con Sabrina.

—No lo había notado Brose— rió la chica continuando con su dibujo, que tenía tiempo tratando de completar

—¿por que?— preguntó este lanzándose sobre la cama de la peli negra.

—No tenía ganas Ambrose, ver a Brina besuqueándose con Harvey, aguantar la irritante voz de sus amigas— se giró para mirar al que para ella era su hermano— hoy simplemente no tenía ganas.

—no te creo, amas molestar a Harvey ¿tuviste una pesadilla?— pregunto ahora sentándose para tener la mirada fija en la chica.

—si, siempre la misma historia— le mostró el dibujo que había hecho en la mañana— llamas, más llamas y mamá quemándose.

El chico se maldijo internamente, Ambrose Spellman siempre había demostrado su preocupación por su familia pero si el chico tenía un punto débil sin duda era la pelinegra frente a él, cuando aquella pequeña de seis años llegó a sus puertas asustadas como los mil demonios se convirtió inmediatamente en la hermana de él brujo.

—¿hace cuanto volvieron?— las pesadillas de Raven no eran un secreto para nadie en aquella casa, las tenía desde el mismo día que había muerto su madre siendo este días después de su llegada a Greendale pero al cumplir los catorce estas habían desaparecido de la nada.

—semanas— se levantó para sentarse en su cama la inglesa— es algo peor que antes, antes eran solo llamas y mi madre quemándose, ahora escucho mamá me habla pero hay otra voz.

Ambrose se levantó animado y le sonrió a la chica.

—¿qué tal un buen té para dormir?







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Ambrose se encontraba contándole uno de sus tantos malos chicos a la inglesa quien jugaba con su collar, collar que jamás se había quitado desde que había nacido, cuando la puerta de la casa cerrándose dejó saber que la rubia más pequeña de la casa había llegado.

—oh Harvey, te amo tanto— comenzó a imitar la pelinegra de manera dramática y aguda.

—yo más Sabrina, soy un simple humano al que no se que le ves— le siguió Ambrose de la misma manera causando la risa de ambos chicos, molestar a su prima era sin duda su pasatiempo favorito.

—oh cállense— grito en respuesta la rubia encendiendo la música de la casa para subir a su habitación sonriente.

—Alguien está de buen humor— comentó Ambrose—¿habrá tenido sexo?

—Oh claro que no, no puede— le recordó la pelinegra— aparte por satan los humanos sirven para una sola cosa y es el sexo, pero Harvey no sirve ni para eso.

Ambos volvieron a reír y conversaron un buen rato más hasta que decidieron dirigirse a sus respectivas a habitaciones.






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Raven, Raven, Raven.
Tu nombre no es casualidad Raven.
Pronto lo sabrás Raven.
Tu destino te proclamará Raven.

Aquella horrible voz gritaba en su cabeza mientras su madre rodeada de fuego pedía ayuda.

¡No!
Tu nombre no es casualidad Raven.
No es maldad Raven.

Ahora era su madre quien gritaba con desesperación.

¡Paren!— grito desesperada la chica despertándose, estaba sudada y no necesitaba un espejo para saber que se veía extremadamente mal, tiro de su cabello para solo prepararse para la escuela y bajar a desayunar junto a los demás.

—Buen día familia— gruño tomando asiento junto a los demás en la mesa.

—Buen día pajarito, ¿como dormiste?— pregunto su tía Hilda.

—Por aquel grito me imagino que una noche de horror ¿no?— cuestionó ahora otra tía Zelda— tu abuela mando un libro nuevo, por cierto.

Zelda e Hilda eran las hermanas de el padre Sabrina y por ende sus tías verdaderas, habían sido quienes se habían encargado de la crianza de Raven desde que había llegado a casa de los Spellman por lo que para ella eran sus tías también.

De su educación se había encargado desde lejos su abuela quien se había asegurado que desde que la niña tuviera memoria aprendiera la magia más avanzada posible y por aquella razón sabía más qué tal vez brujos de más edad que la suya, la mujer mandaba todo tipo de libros y cuando era más pequeña enviaba profesores partículas de vez en cuando para que la chica entendiera mejor los temas pero más allá de eso la legendaria bruja Vouldox jamás se había molestado en ser parte de su vida.

—Buen día tías, Ambrose y Raven— una Sabrina sonriente con una caja apareció en la vista de todos.

—Buenos días cariño, ¿como dormiste tu?

—una noche igual de tempestuosa que tu prima— dijo Zelda bajando el periódico que estaba leyendo.

—es una época emocionante para ambas— explicó Sabrina mirando a la bruja a su lado—en más de un sentido— codeó a su prima que solo asintió comiendo de su desayuno.

—yo tuve otra pesadilla— informó la pelinegra ganándose la atención de las dos mujeres quienes prefirieron evadir el tema.

—Bueno yo recuerdo la semana previa a mi bautismo, sentía que por fin mi vida real empezaría— Zelda dio una calada a su cigarrillo— apenas dormía.

—¡Patas de conejo bajo la almohada!— interrumpió Hilda— ambas dormirán como muertas.

—Hablando de muertos, anoche un murciélago entró por mi ventana— movió la caja Sabrina refiriéndose a que este estaba allí dentro.

—¿Quieres que lo reviva?— se emocionó Ambrose.

—Eso sería genial, ¿puedo ayudarte?— también se emocionó la peli negra.

—No, a ninguno de los dos. Nada de necromancia— Zelda miro a ambos amenazante.

—¡Aburrido!— tarareó Raven.

—¿puedo enterrarlo en el jardín?— pregunto la rubia.

—claro, en el cementerio de animales ahí hay un lugar— sonrió su tía dejando dos jarras frente a las chicas.

—¿que es esto?— cuestionó Raven tomando la jarra con un líquido de color asqueroso, se veía horrible.

—Antes de su bautismo, el tempo de sus cuerpos debe de purificarse— informó Zelda.

—Tiene leche, huevos, romero y agronomía— sonrió Hilda— una tapita de vainilla, una pizza de raíz de Juan el conquistador y de tanis, ah y otras hierbas de mi huerta— río nerviosa— beban , chiquillas.

—No lo hagan— tosió Ambrose, pues de verdad que aquel líquido era asqueroso hasta para ellos que eran brujos.

—Ambrose— regañó Zelda— deben elegir un compañero antes de el bautismo oscuro, el comité envió el registro y yo ya indique algunas opciones adecuadas— lanzó un libro sobre la mesa— hay un puerco espín muy apuesto, un búho con aspecto noble y Tom Vinagre recibiría con alegría a otro perro.

Raven miró con horror al perro y luego negó con la cabeza, pobre animal.

—Sobre eso, ambas lo hablamos hace unas semanas tía zee— comenzó la rubia— en vez de elegir a un compañero de un libro, que es algo tan deshumanízate.

—Todavía no entiendo como lo aceptan— rodó los ojos Raven.

—Son duendes que asumieron forma animal para servir mejor a sus amos, no tienen nada de humano— comentó con sarcasmo en la voz su tía.

—Le enseñe un conjuro de invocación— comentó Raven— ambas lo hemos estado practicando.

—¿Que tal si manifiesto que busco un compañero y veo si alguien se ofrece como voluntario? — ideó Sabrina sonriente.

—¡Es una idea encantadora!— respondió Hilda con emoción— ¿y tú pajarito?

Raven solo asintió.

—Haré lo mismo, no tengo nada que perder— levantó sus hombros.

—¿Que hay de sus nombres bautismales? ¿Decidieron?— cuestionó Zelda ignorando el tema, pues le parecía una tontería.

—Lo hicimos la verdad— Sabrina le sonrió a Raven— Yo elegí Edwina Diana, uno para honrar a mi padre y Diana para honrar a mi mamá, no solo para honrarlos sino para estar más cerca.

—Yo elegí Pandora Avelah— todos la miraron confundida— Pandora por la famosa historia pues mi madre me la contaba cuando era pequeña sin parar y Avelah por mi abuela— dijo sin mucha importancia.

Raven no tendía a hablar de su familia menos cuando nunca había conocido a su padre y su madre había muerto casi inmediatamente después de que llegó a Greendale, su abuela era una leyenda en el mundo sobrenatural por lo que todos la conocían pero aun así Raven pocas veces hablaba de ella.

—Prometí que no lloraría— Hilda dijo con dramatismo— desearía que tus padres estuvieran aquí para verlo— dijo a Sabrina— desearía que sus padres estuvieran aquí— acarició la mejilla de Raven.

—Gracias tía, yo iré a la escuela ya— se levanto sin decir más nada— nos vemos en la escuela Brina.








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Raven debía hacer una parada junto a su prima antes de ir a la escuela, invocar a sus compañeros así que mientras Sabrina enterraba el muerto murciélago Raven comenzó el hechizo tocando la campana.

—espíritus del bosque, mi intención es hacerlos venir— pasó la rama por la tierra— salgan a buscarme y serán iguales a mi. No seremos ama y sirviente, sino compañeros— siguió dibujando la forma— para compartir nuestros saberes, nuestras almas y nuestro sendero— volvió a tocar la campana.

Sabrina apareció en su campo de visión y comenzó a seguir el hechizo tal cual le había enseñado Raven.

—¿Ahora que?— preguntó a la pelinegra.

—A esperar— rodó los ojos está recostándose de un árbol, mientras Sabrina metía todo en su bolso.

Raven tenía una extraña sensación de que algo desagradable se acercaba y tenía razón.

—Jodida sea— suspiro al ver a las hermanas tan odiadas aparecer.

—Un hechizo de invocación— habló rápidamente la de pelo corto, Prudence— Hola Raven— le guiñó el ojo a la chica que solo le mostró su dedo de en medio.

—¿Habeis invocado a un compañero?— Dorca siguió a su hermana.

—Entonces, sabrinita será bautizada— término Agatha.

—Prudence, Dorca y agatha— río Raven— ¿nada mejor que hacer con vuestras miserables vidas?— dio unos pasos hacia adelante acercándose a las chicas— sería divertido dejarlas sin cabellos, otra vez— miró con gracia el cabello de la morena, había sido su culpa meses antes.

—Raven, vete a la escuela— exigió Sabrina.

La inglesa abrió los ojos ofendidos y sorprendida.

—¿Por que rayos haría eso?— se quejó de inmediato— cuando puedo quedarme y jugar un poco con las hermanitas— no pudo evitar reír cuando vio como agatha y dorcas retrocedían un poco, le tenían temor.

—Por favor— pidió Sabrina.

La chica sabiendo lo testaruda que era su compañera de casa rodó los ojos algún plan tendría.

—Nos vemos pronto hermanitas— río— nos veremos diariamente, será muy divertido.

Con esto siguió su camino hacia Baxter High.








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Era su tercera hora de clases ya y simplemente se dedicaba a dibujar pues la mayoría de las tonterías que le daban en la escuela, ya las sabía.

No había visto a Sabrina en las primeras dos por lo que se había preocupado, si alguna de las tres hermanitas se había atrevido a tocarle un pelo, las mataría.

Pero si alguien sabía donde podría estar su prima era el pequeño idiota.

—¡Oye intentó de castaño!— lo llamó al verlo por los pasillos.

—¿Que quieres paloma?— respondió Harvey haciendo a la chica gruñirle por el odiado apodo.

—¿Has visto a brina?— preguntó ignorando aquello.

—Creo que se fue con la señora Wardell hace un rato— miro a Raven de arriba a abajo— ¿hace cuanto que no duermes?— pregunto notando las grandes ojeras que colgaban de los ojos de la chica.

—No te incumbe chico piedra— respondió lista para irse de allí pero este la tomo del brazo.

—Tus ojeras, se ven demasiado— señaló abajo de sus ojos— ¿Hace cuanto no estas durmiendo?— insistió.

—Llevo semanas de mal sueño ¿bien?— suspiro— no es nada, si ves a brina dile que voy a volver sola a casa.

Con esto se retiró, continuó con su molesto día oyendo rumores de que alguien había molestado a Susie una de las amigas de Sabrina, por mas que no las soportaba consideraba que aquello estaba muy mal pues ninguna chica se lo merecía estuvo apunto de entrar a su otra clase cuando unos labios chocaron con los suyos tirándola contra un casillero.

—Hola para ti también— se burló la chica apretando el cabello del pelirrojo con una sonrisa cuando este se alejó.

—Hola— respondió este colocando una mano en su cintura, Raven miró a todos lados asegurándose que nadie la viera allí.

Chase Miller era un chico de último año que estaba en el equipo de fútbol americano de la escuela, era tal vez el único que no era un idiota y para Raven el único de verdad candente, eran amigos con derecho desde haces meses.

—¿Me extrañaste anoche?—se burló la chica refiriéndose al repentino beso.

—Bueno cuando tienes a la chica más candente de Baxter High colándose en tu casa en medio de la noche para largas sesiones de besos y deja de ir toda la semana, la extrañas— respondió este en el mismo tono robándole otro beso a la chica.

Raven estaba lejos de amarlo y sabía que Chase tampoco la amaba lo que hacía las cosas más fáciles, si le tenía aprecio al chico pero ambos se usaban por pura necesidad.

—¡Raven!— una voz interrumpió su momento causando que ambos chicos se alejaran de inmediato—Joven Miller— miró al pelirrojo la mujer.

—Señorita Wardell— saludó la chica nerviosa pero luego miró bien a la mujer confundida ¿desde cuando vestía de aquella manera?

—Hola querida, necesito hablar contigo— señaló a la chica— tu deberías irte, haré como que no vi nada.

El pelirrojo asintió saliendo corriendo de allí mientras la mujer y la chica se dirigían dentro de su oficina.

—¿tu novio?— pregunto refiriéndose al chico.

—¡No, no, no!— se negó de inmediato, estaban lejos de ser ellos— solo somos amigos.

—Bien, voy a creerte— le sonrió la mujer— tengo entendido que tu cumpleaños es el mismo día que Sabrina y aveces es difícil compartir los cumpleaños solo quería asegurarme de que tienes un plan y estarás bien, me preocupo por mi estudiante estrella.

—Estaré con mis tías, mi prima y hermano— no estaba mintiendo totalmente si estaría con ellos, solo que no exactamente celebrando su cumpleaños.

—Eso es bueno, ¿no saldrás con tus amigos?

La chica rió sabiendo que la verdad su único amigo era Harvey, al menos era lo más cercano que tenía.

—No, prefiero pasar tiempo con mi familia.

—Bueno esta bien querida, solo quería tener una pequeña conversación contigo— sonrió viendo como la chica se retiraba de allí suspirando— Son tan parecidos— susurro cuando la chica ya no estaba frente a ella.

Raven lo pensó unos segundos pero luego decidió saltarse la última clase para ir a casa, no quedaba mucho tiempo como sea.





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Al llegar se encontró con Ambrose en las escaleras concentrando en su computadora.

—¿Ves porno?— preguntó burlona la chica.

—Oh si, veo un trío de brujos— respondió en broma el chico— ¿saliste antes?— pregunto ahora al ver la hora.

—No brose, toda la escuela se quemo y nos mandaron a casa— lo miro mal— claro que salí antes.

—Ugh lo siento— bufo este por el muy típico sarcasmo de la inglesa— ¿y Sabrina?

Ambrose vio atento como la chica se sentaba sobre la barandilla dejando caer su bolsa para luego recostarse en esta mirando al techo.

—Tenía que hablar con Harvey, ya sabes no tiene idea de qué decirle—rodó los ojos — se lo advertí hace tiempo "brina no te enamores de humanos" pero claro ignorada.

Su hermano rió por cómo la chica se quejaba, parecía una niña pequeña.

—Sabes que no es como tu Raven, tu infancia no fue igual a la suya— le recordó.

—Mi infancia no fue igual a la de nadie Brose— aclaró la chica— desde que tengo memoria solo escuchaba "eres una Vouldox, tienes estándares que alcanzar" "tienes que ser la mejor bruja de tu generación" "debes casarte con el mejor brujo de su generación"— la última era tal vez la que más le molestaba— ¡No necesito casarme!

—¿Tu abuela siempre fue así?— cuestionó el chico sabiendo que la persona que se había encargado de decirle todo eso era su abuela.

—Lo poco que recuerdo de mi madre me comentó que si— trato de recordar— no sabría decirte exactamente, no tengo a quien preguntar.

Hablaron por un rato más hasta que una rubia con cara de decepción apareció frente a ellos.

—La cagaste— asumió inmediatamente Raven.

—¿Le dijiste?— cuestionó Ambrose mirando mal a la pelinegra.

—comencé con la historia de Connecticut— sonrió nerviosa— pero luego no quería mentirle entonces le dije que era una bruja— Raven cayó de donde estaba y Ambrose abrió los ojos completamente.

—¿Que hiciste que?— grito la pelinegra levantándose de la tierra sorprendida.

—Eso...pero fue muy desgarrador así que me retracté— bufo rendida la chica.

—¿Desgarrador en qué sentido?— cuestionó el moreno cerrando su computadora.

—En todo sentido, esta situación es imposible— suspiró— yo amo a Harvey, no quiero despedirme ni de él ni de mis amigas.

—Te lo advertí Brina— murmuró Raven— pero si pudiéramos hacer algo para simplificarte las cosas— miro a Ambrose— lo haríamos.

La chica asintió.

—Lo se, lo se— sonrió— lo superare, pero si existe algo que pondríais hacer, necesito ayuda para un hechizo.

Ambrose sonrió al verla algo animada otra vez.

—Tengo que deshacerme de él director— al decir esto Raven volvió a abrir los ojos exageradamente, ¿que diablos le pasaba a la rubia?

—¿que dijiste?— pregunto sorprendida—¿te golpeaste la cabeza?

—solo necesito que se vaya para poder organizar un club escolar antes de mi bautismo— aclaro— y no me golpee la cabeza.

—Cierto y tengo que ayudarte por que yo también soy una bruja "feminista" ¿no?— suspiro pesadamente— odio esto.

—Calla— rió Ambrose— mi grimorio es tu grimorio, ¿a qué hora lanzaremos este conjuro?

—¿Media noche?— preguntó a ambos.

—¿hora de brujas?— sonrió Raven— que miedo — miró con gracia a su hermano.

Ambas chicas entraron a la casa dejando a Ambrose en su computadora concentrado.

—¡Hola familia!— gritó Raven feliz entrando a la casa dirigiéndose a la cocina junto a su prima.

—Tía Hilda, las hermanas extrañas son malísimas— comenzó a contar Sabrina.

—Brina, todas las personas que van a la academia son esnobs, malvadas o racistas ¡aveces las tres!— abrió la nevera revisando si había algo que comer.

—¿Por que te lanzarían un conjuro sin motivos?— pregunto la mujer— ¡Deja la nevera Raven!— golpeó la mano de su sobrina.

—¡Ouch!— se quejó esta.

—No te preocupes, ya me lo limpie— informó Sabrina subiéndose a la isla de la cocina.

—Eso ya lo veremos— comenzó a tomar cosas la mujer.

—Están celosas de ti— dijo Zelda apareciendo en la cocina— Eres la hija de un sumo sacerdote ¿Quienes son ellas?

—Uh yo se, yo se— levanto la mano Raven— mi diversión favorita— rió la chica.

—Todavía no entiendo por que te tienen tanto miedo— Sabrina sabía que cualquiera le tendría miedo a Raven pues si era sarcástica, poderosa y algo malvada pero en el fondo era buena— ¿que les hiciste?— pregunto— bueno lo de el cabello lo sé pero no me parece suficiente para temerte.

—Prudence es fuerte y solo cuando están juntas no me temen ya que separadas son blancos fáciles las otras dos, una vez casi mato a Dorcas y Agatha por hablar de mi madre — mordió con sencillez una manzana que le ofreció Hilda.

—Todavía recuerdo ese día— se acercó con orgullo Zelda— pero el punto es que por esa misma razón necesitais un compañero, para protegerse de esos ataques.

—Invocamos unos esta mañana— informó Sabrina.

—Rompe un huevo, por favor— pidió Hilda a Sabrina.

—Yo me retiro— tiro la manzana a la basura— probablemente te lanzaron un conjuro de sangre— señaló a la chica y efectivamente cuando estos se abrieron dejaron ver eso— ¡Punto para Rae!— se auto felicito la chica causando la risa de su prima.






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Raven subió para tomar un baño y se decido a escribirle a su abuela.

Las pesadillas volvieron, ahora escucho voces y cada vez son más constantes. Espero verte el viernes.

Raven Vouldox.

Sus cartas siempre eran así, cortas y concretas pues la mujer no tenía mucho tiempo para leerlas ya que tenías un título muy alto en la iglesia y en el consejo de brujas en Inglaterra.

—Ambrose nos espera— interrumpió sus pensamientos una sonriente rubia en pijama.

Raven no hizo más que levantarse y seguirla a la habitación de su hermano.

—No es tu estilo, prima— comentó Ambrose mirando a la rubia.

—¿cierto?— concordó la peli negra feliz lanzándose a la cama de el moreno.

—Son momentos desesperados, pero recuerden no quiero matar al director— hablo seria— solo quiero darle un buen susto, la señorita Wardell me dijo que le aterran las arañas.

—¿La señorita Wardell?— cuestionó totalmente confundida Raven— ¿por que rayos te diría eso?

—Por que me apoya en esta causa, Rae.

La chica asintió insegura, seguía sin ser razón suficiente.

—Eso es muy fácil entonces, tenemos suerte que la tía Hilda las tenga de compañeras.

Cuando por fin buscaron a las arañas Raven analizó la foto de aquel hombre insoportable.

—¿Seguro que no quieres matarlo Sabs?— hizo un puchero— sería mucho más divertido.

—Solo un susto chicos.

Ambos asintieron tristemente.

—juro que no sois hermanos de sangre pero estáis igual de locos— señaló Sabrina ambos chicos y los dos sonrieron.

—Lo traumatizare entonces— colocó la foto del hombre en la jaula— araña, araña, dime por que tejes telarañas finas y firmes como redes.

—Para cazar mosquitos dulces pastelitos, araña, araña, mira entre tus cejas. Se acerca una ruidosa y toreo abeja— siguió Sabrina

—Tu red estropea mientras te enojas y humeas. Pero piedad no das y piedad no recibirás— término Raven quien sintió sus ojos cambiar y su collar arder, cosa que para ella era normal.

—Mierda— se acercó Ambrose al ver la marca roja que se estaba haciendo en el cuello de la chica bajo su collar— no deberías de hacer hechizos que tomen tanta energía de ti, ese collar va atravesarte.

Los ojos cambiando de color eran una cualidad normal de su familia pues por eso eran conocido los Vouldox por hacer que sus ojos cambiaran de colores y los de Raven no se quedaban atrás pues se volvían de un gran rojo.

—Se curará en segundos, no es nada— señaló la marca del collar donde su piel comenzaba a curarse, cerró los ojos tratando de que estos volvieran a su color normal.

—Devuelta a azules— le informó Sabrina— nunca me adaptaré a esa extraña cosa que solo pasa en tu familia.

—Yo tampoco— rió Raven para ir a su habitación.

—Raven— escuchó un susurro al entrar en la habitación— Raven.

—¿Quien eres?— miro a todos lados dudosa— déjate ver— gruño.

Una sombra se dejo ver desde detrás de su cama.

—Oí tu llamado en el bosque y vine— un pequeño ladrido se escucho.

Un hermoso cocker spaniel negro salió de detrás de la cama, era el perro más lindo que la inglesa jamás había visto.

—Hola bonito — lo acaricio cuando esté se subió sobre la cama— ¿como te llamaremos?





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—No las entiendo a ninguna— gruño Zelda mirando a los animales— prefieren unos compañeros silvestres a unos servicial.

—No nos sirven, somos compañeros ¿no Raven?— cuestionó a la peli negra que estaba casi durmiendo en la mesa.

—Aparte aquellos nombres ¿Salem?¿enserio?— pregunto con ironía la mujer.

—no lo llame así se llamo el solo— defendió Sabrina.

—y tu ¿Corvin?— levantó a la chica que se sobresaltó mientras que Hilda le ponía su bebida enfrente.

—Si joder—respondió cansada— Corvin significa cuervo en latín, que mejor nombre que uno igual al de su dueña.

—Hoy le puse canela a tu bebida querida y a la tuya un poco de chocolate pajarito — sonrió Hilda— ya tienen a sus compañeros, están cada día más cerca de sus bautizos.

—Hablando de eso— murmuró Sabrina.

—¡Me voy!— grito Raven conociendo a su prima— quiero llegar un poco más temprano a la escuela.

Conocía a Sabrina Spellman demasiado bien y sabía que aquella conversación terminaría en algo con humanos, bautizo, dudas y gritos.

Por lo tanto prefirió ir a la escuela donde al menos podía tener una candente sesión de casi sexo con un lindo pelirrojo en los baños de la escuela.





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Cuando Raven salió de la escuela decidió pasar su tarde en el bosque pues este le traía paz desde que había llegado allí, le gustaba pues allí podía permitirse ser ella misma por unos minutos.

Nunca lo admitía pero la verdad si tenía muchos nervios sobre su bautismo por varias razones, si se enteraban de su bautizo con el dios falso habría problemas y también sabía algo, la iglesia le escondía muchas cosas de su familia que la aterrorizaban como la muerte de su madre.

¿Esperaban que se creyera que una de las brujas más fuertes de su generación murió por un ataque de demonio? Por satanas pata su madre un demonio era un juego de niños.

—Quisiera que estuvieras aquí mamá— miró el cielo azul del bosque— que pudieras ayudarme a decidir, qué pudieras guiarme mejor y tal vez así no me sentiría tan perdida.

Sintió una brisa y vio a Corvin caminando hacia ella.

—Ahora te tengo a ti por lo menos— abrazo al canino que lamió su rostro causándole una pequeña risa, quien viera a aquella chica así tal vez no se lo creería pues esta nunca se mostraba así, frágil y feliz.

Al llegar la noche se dirigió a la casa viendo como todos estaban en la sala, eso solo significaba que algo estaba pasando.

—¿Que está pasando?— entró en esta confundida ¿había matado a alguien y lo había olvidado? se preocupó.

Pero cuando vio al padre Blackwood
sentado mirando a Sabrina entendió todo, aquel hombre le causaba un gran desagrado la verdad.

—Vouldox— saludó el hombre.

—Blackwood— sonrió forzadamente la chica.

—Esperaba encontrarte— se levantó— imagino tu abuela estará presente en tu bautismo, ¿no?

—Trabaja contigo, supongo podrías preguntarle tu mismo— respondió subiendo a su habitación.

—Lo siento padre, estos adolescentes de ahora— se disculpó Zelda por el comportamiento de la chica.

—Tenéis a dos brujas demasiado poderosas en esta casa— les sonrío a las mujeres— pero Raven...su familia es muy particular y esa chica tiene fuego corriendo por su sangre, es muy poderosa.

No se equivocaba.

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