➥ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐨𝐬

Después de la huida de Gracefield cada noche los dos mayores del grupo dormían de forma tranquila uno al lado del otro.

Emma en los brazos de Ray se sentía protegida y segura, la calidez del azabache hacía que su corazón latiera fuertemente y una suave sensación recorriera su cuerpo.

Ray, con una mano acariciaba los cortos cabellos de la pelirroja, mientras tarareaba aquella melodía que conocía perfectamente. La chica dejándose llevar por él, solo correspondía la accion abrazando su torso dando suaves caricias alrededor.

Se sentían tan bien, tan cómodos acurrucados en los brazos del otro.

Pero, ¿Cómo habían llegado a esta situación en primer lugar?.

Todo comenzó después de conocer a Música y Sonju, cada uno de sus hermanos se encargaban de distintas tareas. Mientras que, los dos mayores del grupo se encargaban de la fogata para la cena.

Emma se sentía intranquila, necesitaba hablar con Ray pero no encontraba el momento indicado para sacar el tema, aunque ahora que se encontraban los dos solos podría ser una buena oportunidad.

—Ray —llamó al chico tímidamente, no sabía cómo empezar.

—¿Qué sucede, Emma? —habló el azabache sin mirarla por estar concentrado en las brillantes llamas del fuego.

—¿Podemos hablar?

El chico no entendía que es lo que le sucedía a la contraria «¿Qué era tan importante que la encía tan preocupada?» pensando aquello, la miro detenidamente dando a entender que tenía su atención.

—Esa vez en Gracefield cuando hablaste de la preparación de tu plan por seis años, cuando sabias toda la verdad y veías nuestros hermanos que iban a su muerte, todo esto.

—¿A qué punto quieres llegar? —espetó Ray con una voz quebrada, se sentía irritado por tener que recordar eso, ¿por qué ahora?.

—¿Te haz guardado tu sufrimiento por todos estos años, verdad?

El oji-ónix quedó estático al escuchar el tono de tristeza que poseía esa pregunta, eso sólo lo llenaba de horribles memorias. Un montón de recuerdos llegaron a su cabeza, tan solo quería olvidar.

—Emma —quería decirle que todo estaba bien, que no era necesario preocuparse por él, que no importaba pero, su voz inaudible y quebrada lo estaba delatando. Ray bajo la mirada al darse cuenta de su vista borrosa y un nudo que se formaba en su garganta.

«No quiero que me veas de esta forma tan miserable» pensó cuando sintió las lágrimas cayendo por su rostro, tapó sus ojos con su antebrazo hasta que sintió un par de brazos cálidos a su alrededor.

—Ray, puedes ser sincero conmigo —susurró Emma abrazándolo fuertemente, dándole al chico confianza y tranquilidad— Puedes desahogarte, nos tenemos el uno al otro. Además hicimos una promesa de apoyarnos mutuamente; por favor Ray no aguantes todo tu solo, me tienes a mí.

Después de esas palabras dichas por la chica de ojos esmeraldas, apretó sus puños en la chaqueta que ella portaba escondiendo su rostro en el pecho de Emma. Y el chico con su voz quebrada se desahogó en los brazos de la pelirroja, su corazón ya había soportado demasiado, por muchos años. Lloro desconsoladamente aferrándose a ella, sin querer separarse de ella.

Soltó todo lo que había tenido que soportar, sus preocupaciones, sus culpabilidad y su miedo permanente a perderlos, más específico a perderla. Sin darse cuenta había dicho todos sus sentimientos respecto a su madre, también hablo sobre esa canción que lo tranquilizaba en aquellas noches de lluvia. Había dicho todo eso, a pesar de que decidió que todo eso se lo llevaría a su tumba, sin embargo, en sus brazos sentía esa tremenda paz.

Emma sentía un dolor horrible al verlo de esa forma, al escuchar todo lo que se había guardado por más de seis años, le dolía demasiado. Pero, sabía que lo que sentía no se comparaba en nada con las heridas del azabache.

Después de consolarlo levantó el rostro del mayor con sus dos manos, él no quería mirarla, evadía su mirada esmeralda como fuera posible. La pelirroja al ver su comportamiento una descabellada idea surcó por su mente, con su mano libre despejó la parte de su rostro que siempre era escondida por ese mechón de cabello y beso ese lugar con un leve rubor, Ray al sentir sus labios cálidos en su piel quedó sorprendido y sus mejillas se tiñeron de rojo.

—Emma, lamento todo esto yo...

—¡No debes, tú siempre estás cuando te necesito, ahora me toca a mí! —exclamó la chica sonrojada mientras lo volvía a abrazar. Se sentía tan reconfortante estar a su lado y su aroma la embriagaba.

—Muchas gracias, de verdad —dijo Ray correspondiendo la acción de la chica— Durmamos juntos —más que una propuesta, era una orden de la pelirroja.

Emma no obtuvo respuesta por su parte, el azabache solo se recostó en el piso sin romper el abrazo. Tomándola de la cintura la apegó más a él y con una de sus manos libres se dedicó a jugar con la cabellera anaranjada de la ojos esmeralda.

—Si así lo deseas, por mi está bien —murmuró en el oído de Emma provocando un escalofrío por todo su cuerpo, se sentía levemente nerviosa al tenerlo tan cerca.

—Ray, ¿Podrías cantarme esa canción? —él lo pensó unos segundos, besó su cabello y entonó aquella melodía que le había marcado tanto.

Esa tenue y suave melodía que solo él conocía, que había mantenido en secreto por todos esos años, ahora era un secreto de a dos.

Unos minutos más tarde los dos quedaron profundamente dormidos, sus rostros expresaban una serenidad inigualable al sentirse seguros y a gusto en los brazos de otro.

Después de esa noche, dormir juntos se había hecho cada vez más frecuente convirtiéndose en una linda rutina.

Ya era el momento de volver con la búsqueda de B06-32 y el tan aclamado William Minerva, el grupo se encontraba dirigiéndose al amplio desierto, cada uno estaba con algo que hacer mientras la pelirroja pensaba sobre algo que la inquietaba, más bien alguien que la mantenía inquieta.

«¿Qué significa esta sensación?» era una duda que abundaba la cabeza de la chica cuando dirigía la mirada hacia Ray. Sus mejillas se tornaban a un leve tono carmesí y sentía algo extraño en su interior, un escalofrío pero no lo aborrecía la hacía sentir bien.

Emma quería y apreciaba mucho a todos sus hermanos pero, ¿por qué con el azabache se sentía un sentimiento más profundo?.

«¿Cariño? ¿Admiración? ¿Qué es?» en ese momento recordó una palabra en los cuentos del orfanato.

«¡Ya lo tengo! ¡Amor!» con tan solo recordar esta, su mente dejo de funcionar y el calor se extendió por su rostro otra vez. No podía ser así, aquellas historias románticas de princesas que le contaron Alicia y Jemima le habían afectado demasiado.

—¡Emma! —la voz de Ray la sacó de sus pensamientos.

—¿Q-Qué sucede? —estaba tartamudeando, su corazón se aceleraba al pensar en el chico como un príncipe de cuento de hadas con ella como la princesa.

—Estaba pidiéndote el lápiz y no contestabas.

—¡Ah! ¡Perdón! Solo estaba pensando —se excusó moviendo sus manos rápidamente— Aquí lo tienes.

Ray tomó el lápiz y lo abrió mostrando los códigos tratando de descifrar una contraseña. Se veía muy concentrado en lo que hacía, a lo que la pelirroja solo se le quedó observando detenidamente.

Ese cosquilleo volvía a presentarse en su interior. La forma en la que la trataba, las sonrisas que se dedicaban, los abrazos cálidos que la protegían, todo eso y mucho más eran las cosas que amaba del azabache.

Una brillante e imborrable sonrisa se posó en su rostro al poder descubrí esa sensación. Un sentimiento inolvidable.

«Así que, ¿Me he enamorado de Ray?»

NOTAS DE LA AUTORA:

Necesitaba agregar estos momentos de desahogos de parte de Ray, ya que lo encontré necesario y que mejor persona para reconfortarlo que Emma.

Este capítulo fue más corto que la anterior, pero el siguiente prometo hacerlo más extenso y atentos que se viene más dramas de por medio.

En fin, ¡Espero les haya gustado este capítulo! 💞

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