➥ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

Después de aquella muy cariñosa muestra de afecto entre los dos chicos la vergüenza los carcomía por dentro, en especial cuando sus miradas se encontraban. Pues, con tan solo recordar ese momento la sangre subía a sus rostros.

Aún así, seguían sintiendo ese reconfortante sentimiento de tranquilidad al estar cerca del otro, sin importar lo que había pasado sus manos continuaban entrelazadas.

Con el pasar de los días Emma se había recuperado y Ray se sentía más calmado del estado de la pelirroja, sin embargo, conociéndola ya planeaba otra misión en la que podría ponerse en peligro.

Y después de tantas búsquedas en libros y trasnoches en la biblioteca, habían llegado a una decisión.

—Escúchenme todos, tengo un plan.

Todos los presentes quedaron anonadados con el descabellado plan de la pelirroja, después de todo no era algo que se consiguiera de la noche a la mañana. Emma solo los miraba decidida, quería liberar a todos los niños ganado y crear un mundo en donde no sean devorados.

—Y para eso, quiero buscar los siete muros y forjar una nueva promesa —terminó la mayor viendo las expresiones determinadas de todos— Sabiendo todos los riesgos, ¿vendrán?

Los chicos a su alrededor afirmaron sonriendo firmemente, seguirían a su hermana sin importar cuantos obstáculos hubieran en el camino.

—¡Bien! En ese caso, el plan consta de cinco pasos —habló el azabache mientras nombraba los pasos enumerando con sus dedos.

—¿Y planeas hacer esto en tan sólo dos años? Es casi un reto... estoy dentro.

Ray tomó de los hombros a Emma sonriéndole de lado, a lo que ella se sonrojó levemente devolviéndole la sonrisa. Con ese pequeño gesto, el de ojos ónix le había dejado en claro a la de ojos esmeraldas todo su apoyo incondicional, no era necesario decir nada más.

Los días pasaban y el primer paso estaba en marcha, habían encontrado una habitación subterránea secreta en donde podían contactar a los simpatizantes.

—Han pasado quince años desde que Minerva registró los archivos, tendría sentido que no hayan quedado seguidores —dijo Ray de forma tranquila, aunque por dentro estaba frustrado.

En ese momento, el teléfono comenzó a sonar de forma escandalosa siendo contestado rápidamente por Emma. Al levantarlo unos largos pitidos comenzaron a escucharse.

—¡Es código morse! —exclamó la pelirroja extendiendo el teléfono al azabache de forma brusca. El mensaje fue breve, estaban en peligro y tenían que ser precavidos hasta que se reunieran con los aliados.

—¡Hasta ahora todo bien! —exclama Emma emocionada, estaban un paso más cerca de su objetivo, a pesar de los nuevos desafíos que se les presentaban.

Se decidieron en tomar turnos para estar junto al teléfono, había que estar preparados para recibir la llamada en cualquier momento. Mientras, se dedicaron a averiguar todo lo que fuera necesario con respecto a los siete muros.

—Deberíamos buscar Cuvitidala, está en D528-143 —habló Ray observando el mapa.

—¿Quién va? —preguntó Yuugo con un semblante serio pues, en el viaje anterior no habían vuelto sin ninguno rasguño.

—Iremos yo, Emma, Don y Gilda —dijo el azabache desordenando los cabellos de su mejor amiga.

—¡Esperen, esperen! ¿Irán ustedes solos? —exclamó el adulto nervioso— Estaríamos mejor con tu ayuda Yuugo pero, necesitamos a alguien protegiendo el refugio —razonó Emma.

—Además Don y Gilda son muy confiables ¿Cierto? —la chica quedó sin palabras al ver a sus dos amigos lloraban desconsoladamente.

Don y Gilda estaban muy honrados y felices al ser reconocidos por los dos mayores del grupo ya que, todo este tiempo se habían sentido impotentes al no poder ayudarlos en las cosas de mayor importancia. Y todo ese sentir se lo hicieron saber en ese momento.

—¡Por supuesto que iremos! Haremos lo que sea para ayudarlos ¿Verdad, Gilda? —exclamó Don a lo que la oliva asentía.

—Comprendo, p-pero ¡Al menos llévense a estos dos con ustedes! —insistió Yuugo, tomando del brazo a Violet y Zack mientras todos reían por su modo protector.

El viaje había comenzado, y con todo el ajetreo Emma y Ray no habían tenido el tiempo necesario, ni encontrado el momento adecuado para estar los dos solos, sentían la necesidad de estrecharse en los brazos del otro pero, por mientras se conformarían con unir sus manos cariñosamente.

—Ray —susurró Emma al chico tirándolo de su chaqueta levemente.

—¿Qué pasa? —preguntó el azabache fijándose en las expresiones de la chica, estaba pensativa, paró su caminar tomando sus manos entre las de él sin preocuparse de que pudieran ser vistos, ya que estaban un poco alejados, al final de grupo.

—¿Lograremos alcanzar nuestro objetivo? ¿Está es la decisión correcta? —las dudas abundaban la cabeza de la pelirroja y la preocupación se veía en su mirada esmeralda.

—Entiendo como te sientes pero, si no nos arriesgamos no avanzaremos. Estamos juntos en esto, así que no tienes de que preocuparte —y dicho esto desordenó los cabellos de la pelirroja para después dejar un tierno beso en su cabeza.

—Ya nos quedamos atrás, apresúrate —dijo Ray mientras se alejaba tapando su notorio sonrojo con su antebrazo, Emma solo tocó su cabeza sintiendo sus mejillas calentarse.

«Otra vez mi corazón comenzó a acelerarse, al tenerte cerca»

—¡Hey, Ray! ¡Espérame! —exclamó la chica sonriendo mientras alcanzaba al chico.

Sin que se dieran cuenta los días y meses pasaban rápidamente, para ser más específicos alrededor de un año y medio desde que comenzó su viaje.

El grupo iba saliendo de forma apresurada de una villa de demonios, este era su última investigación antes de volver al refugio a contarles todo lo que había encontrado.

—¡Eso estuvo cerca! —exclamó Emma quitándose la máscara dejando su cabello desordenado en el proceso. Don no había cuidado su paso llamando la atención de un pequeño demonio de la villa alertándolos.

—Está anocheciendo —dijo Ray sacándose su máscara y ordenándose su cabello.

—Descansemos aquí y partiremos al refugio en la mañana.

Dicho esto se dividieron las tareas para acampar: Zack y Violet fueron a cazar para la cena, por otro lado Gilda fue por agua a un río cerca de donde se encontraban, Don tenía pensado quedarse en el campamento de no ser por la de anteojos que se lo llevó tirándolo de una oreja diciendo algo relacionado con que no fuera un mal tercio.

Por otro lado, Emma y Ray quedaron a cargo del lugar, el azabache prendiendo la fogata y la pelirroja vigilando los alrededores. Estar los dos solos era vergonzoso para la pareja pues, en el último tiempo habían estado rodeados de los demás.

—Hace tiempo no estábamos los dos solos —habló la chica sin pensar, rompiendo el silencio hasta que se dio cuenta de sus palabras.

—¡N-No lo malinterpretes, so-solo! —exclamó Emma sonrojada, Ray solo se acercó y le dio un pequeño golpe para que se calmara.

—Entiendo, no está nada mal tener este tiempo contigo... a solas —murmuró lo último observando el rostro de la chica.

Emma veía fijamente las expresiones del mayor, no importaba cuanto tiempo pasara siempre quedaba en trance al observar aquellos ojos ónix que tanto amaba, quería cerrar la pequeña distancia que separaba a sus labios.

Ray se había perdido en su mirada esmeralda y sus finos labios, por alguna razón en ese momento le parecían más tentadores de lo usual, anhelaba probarlos. Al darse cuenta de ese pensamiento en mente se dio la vuelta de forma rápida con su rostro sonrojado furiosamente.

«¿Qué estaba haciendo? ¡Si hubiera cortado la distancia, nos habríamos besado!»

La pelirroja salió de su ensoñación cuando noto como Ray se alejaba de ella.

«¡¿Estaba a punto de besar a Ray?! ¿En qué estaba pensando?» se regaño mentalmente.

No importa que estuviera avergonzada con el chico, aún así no quería que se alejara de su lado, se sentía tan a gusto estando cerca de él.

¡Emma no iba a desaprovechar esta situación! sin que Ray se diera cuenta de sus acciones envolvió su torso con sus brazos a modo de abrazo. En el año que estuvieron viajando, el chico había tenido cambios muy notables para ella, era más alto, su voz era más grave y su torso era más ancho, además de que el ejercicio en él hacía maravillas.

«Ray, está más guapo» pensó sonrojada mientras apoyaba su cabeza en la espalda del azabache.

—Extrañaba estos momentos contigo —susurró la chica, aunque fue escuchado claramente por Ray acelerando su corazón.

—Yo también, idiota —habló el mayor volteándose para corresponder su abrazo de forma cálida y reconfortante.

Sin duda alguna, se sentían tranquilos y cómodos en los brazos del otro. Un sentimiento inefable recorría todo sus cuerpos.

Y la mañana siguiente como acordaron, era el momento de volver al refugio.

Era un día normal en el refugio, si se le podría llamar así. Yuugo junto a Ray se encontraban en la habitación secreta, esperando alguna llamada del aquel aliado.

Después del regreso del grupo, retomaron la continuidad de sus días, Emma estaba buscando el momento adecuado para hablar sobre sus descubrimientos en el viaje pero, por mientras repondrían sus fuerzas.

El adulto al encontrarse aburrido y en un incómodo silencio con el azabache, pensó en molestarlo como se le había hecho costumbre.

—¿Así que, te gusta la chica antena?

Soltó sin filtro alguno, a lo que Ray cerró de forma abrupta el libro que leía.

—¿A qué quieres llegar? —exclamó el ojos ónix, mirando al contrario de manera cautelosa. La pregunta lo tomó desprevenido, esperaba que sus mejillas no tuvieran aquel inusual carmesí que adquiría al recordar a la pelirroja.

—Chico, se nota a metros las miradas que se dan y lo empalagosos que se ponen, ugh.

—Estás viendo mal viejo, los años te han hecho perder la razón —negó el azabache tratando de sonar desinteresado, no podía perder la compostura, en especial con aquel hombre.

—No puedes negármelo, aún no eres muy bueno en controlar tus expresiones.

«Mierda» soltó una maldición en su mente al verse descubierto por Yuugo, pero no cedería tan fácil en hablarle sobre sus sentimientos.

—No es de tu incumbencia.

—Claro que lo es, es mi deber como tu figura a seguir ayudar a mi alumno en las mayores dificultades de sus problemas de pubertad —exclamó con una sonrisa altanera rodeando al contrario por sus hombros de forma amistosa.

—La verdad, viejo — Ray lo observó detenidamente esperando que escupiera la verdadera razón y se dejara de juegos— Bien, bien, solo estaba aburrido.

«Lo suponía» pensó llevando su mano a su frente cansado de las estupideces del adulto.

El chico se liberó del abrazo del mayor y abrió el libro nuevamente para seguir con su lectura y así esperar que Yuugo parara de preguntar cosas "sin sentido".

—Ray, hablando en serio. Solo como consejo no encuentro que sea bueno que sigas escondiendo tus sentimientos, si no lo dices pronto cómo te sientes puedes arrepentirte por el resto de tu vida, pues quien sabe qué sucederá el día de mañana.

Yuugo se sentó al lado del ojos ónix mirando a un punto fijo en la habitación recordando sus días felices rodeado de sus antiguos amigos en aquel falso orfanato, recordando a esa chica que lo dejaba sin palabras, que lo había destruido al enterarse de su muerte, a la persona que no pudo proteger.

La pelirroja y el azabache siempre le recordaron a él junto a Diana, cada vez que los veía juntos, cuando se preocupaban y cuidaban mutuamente era de cierta forma nostálgico tenerlos a su lado.

—Por última vez, Emma no me gusta —habló el chico dejando de leer su libro para mirarlo fijo.

—¡Oye, ya te dije que no sirve de nada negar-

—Yo la amo.

El silencio duro por varios segundos hasta que Ray recapacitó lo que le había dicho, sonrojándose fuertemente. Yuugo lo miro sorprendido, después de un tiempo cambio su actitud despreocupada a una seria.

—¿Te das cuenta del peso que conllevan esas palabras?

Preguntó con una voz y postura firme frente al azabache, sabía muy bien que él no mentía, pero quería escucharlo de su propia boca, que estaba seguro de lo que estaba haciendo y sus sentimientos por la de ojos esmeralda.

—Lo entiendo muy bien.

Afirmó decidió con aquel brillo de esperanza y determinación en sus ónix junto con ese color carmesí que se extendía por su rostro al estar avergonzado por todo lo anterior dicho.

—Si ese es el caso, te estaré apoyando para que la conquistes. Aunque creo que eso no es muy necesario, ya la tienes cíclope —exclamó el mayor soltando carcajadas y golpeando su brazo amistosamente.

Yuugo se sentía orgulloso de sus dos chicos favoritos, a pesar de haber estado poco tiempo con esos mocosos se había encariñado con Emma y Ray, aunque nunca lo admitiría ante ellos.

Si es que había un dios o una deidad escuchándolo en ese momento, esperaba que los días de paz en el refugio se extendieran por mucho tiempo más, al menos eso esperaba.

—Oigan los dos, Emma quiere que todos se reúnan en el comedor, yo me quedaré aquí vigilando. —habló Lucas acercándose— Es algo importante al parecer.

¿Quién hubiera pensado que aquellos serían sus últimos momentos con esos revoltosos niños?

NOTAS DE LA AUTORA:

Pasé por diversas dificultades para terminarlo, así que me alegro mucho poder traerlo por fin a ustedes. Tenía algunas ideas en mente, pero en ambiente en donde me encontraba no me ayudaba a ordenarme correctamente.

Hablando de eso, para resumir la situación de mi país era lo que no me ayudaba a concentrarme... todas estas semanas llenas de nervios y ansiedad, no fue nada ameno.

Bueno, espero les haya gustado tanto como a mí al escribirlo. 💞

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