𝐸𝑛𝑖𝑔𝑚𝑎
── ¿Y tú piensas que lo conoces?
──Puede ser... es que a veces siento que no son sólo sueños sino... ── me encogí de hombros fingiendo restarle importancia ── tal vez ¿recuerdos? ── Llevábamos buen rato trabajando en el campo de cosechas. Agradecía tener unos shorts puestos porque el calor que hacía era intenso.
Me detuve un momento para descansar y seguí platicando sobre los sueños que últimamente rondaban por mi cabeza.
[ Estoy parada en medio de un largo pasillo. Volteo hacia mi derecha y luego al lado contrario, una y otra vez buscando algo o a alguien. Pero lo único que veo es una puerta transparente que lleva hacia lo que parece ser un laboratorio. Las luces están fundidas y los cristales rotos se desparraman por el suelo. Trató de encontrar a alguien con la mirada pero lo que llama mi atención es un gran ventanal con vista a una habitación. Ahí se ubica un joven recostado en una camilla. Parece estar inconsciente hasta que me acerco a él y lo miro más de cerca. Donde debían estar su ojos sólo había un par de cuencas oscuras y su piel grisácea transparentaba sus moradas venas. Sus cabellos castaños, casi rojos, están desordenados y hasta mal cortados, como si fuera apropósito o tal vez una forma de tortura. Intento retroceder pero éste me toma del brazo con una fuerza descomunal y de sus labios partidos y secos sólo oigo salir mi nombre en forma de susurro. ]
── ¿Y no recuerdas de quién se trata? Tal vez alguien con quien te hayas relacionado en tu vida anterior al laberinto. ── Fue la rubia quien habló esta vez. Negué con la cabeza sintiéndome inconforme y miré a mi izquierda donde se encontraban ella y Aris con su atención puesta en mí. ¿Cómo podría saberlo? Ni siquiera recuerdo quién o qué soy en realidad.
El chico estuvo callado un rato, parecía tener una guerra interna sobre sí debía o no decir lo que pensaba.
── Sobre el laberinto, ¿qué tienen pensado hacer con eso?
── Aris. ── Pronunció seriamente Harriet, llamando al chico en forma de advertencia.
── ¿A qué te refieres con exactitud? Rhea no quiere volver a salir. Al menos no ahora.
── Por supuesto que no, apenas salieron con vida ¿cómo podrían pensar en volver? ── La morena sonaba alterada y no la culpaba, todas se llevaron un buen susto ese día. Ya no querían que volviéramos a ese lugar pero y si se trata de lo que estoy pensando, podríamos estar a sólo unos pasos de la salida.
── Hablando de la Reina de Roma.
Vimos como Rhea se acercaba a nosotros a paso rápido mientras me llamaba con la mano, lo que mis amigos observaban con cautela. Me levanté de mi lugar y me dirigí a la chica. No dijo nada y solo me dediqué a seguirla en silencio hacia el bosque. Me pareció raro, porque desde aquella noche, me agradeció y regresamos casi a rastras hacia el área. Luego de eso, no me dirigió la palabra.
── Volveremos.
── ¿De qué hablas?
Entramos en la choza ubicada cerca del pequeño estanque. Observé a los alrededores. Nunca había entrado ahí y al parecer era donde se guardaban algunas armas y provisiones de alto valor.
── Mira esto. ── Me giré hacia la pelinegra quién se dirigía hacia una de las paredes y quitó la sábana que estaba colgada dejándome ver lo que había detrás. Era un mural, tenía cientos de dibujos que parecían líneas hechas cuidadosamente.
── Esto ── apuntó el centro del dibujo ── es el área. ── Hice un esfuerzo por ver mejor. Era nada más y nada menos que aquel disgustante laberinto rodeando lo que según llamábamos nuestro "hogar". Estaba detalladamente trazado en el lienzo a memoria y quedé aún más impresionada pensando en que era eso lo que ella y el otro par de corredoras recorrían diariamente.
── ¿Está completo? ── Asintió con los brazos sobre su pecho. ── Pero no parece haber una salida.
── Tal vez hemos estado buscando de manera incorrecta. ── Me señaló con el dedo índice. ── Esa noche, que acabamos con esas porquerías gracias a tu plan, me hizo pensar. No son indestructibles, ni muy inteligentes. Además, hay algo extraño con ese pozo, porque es la única abertura que existe. ── Tomó aire y lo soltó con pesadez. ── Thalia, la caja no ha vuelto a subir en más de un mes. Y Si eso pasa ¿cuánto tiempo más duraremos aquí? ── Era cierto, la caja con las provisiones y la nueva novata se había retardado. Aún teníamos animales y el campo de cosechas. Lo básico para sobrevivir pero no aguantaría más que unas semanas y todas tenían miedo de que no volvieran a mandarnos nada.
── ¿Por qué me dices esto a mí? ── No era una corredora y tampoco conocía tan bien el laberinto como ella. Mi trabajo únicamente se basaba ayudar en el área junto a las demás chicas. Soy una simple agricultora acometida.
── Porque tú y yo tuvimos de frente a la misma muerte y salimos para contarlo.
No tenía seguridad en mi misma, porque sí, fue una experiencia llena de adrenalina que no volvería a buscar. Pero luego de meses admirando a esas chicas valientes que se arriesgaban en explorar esa gran plataforma, me hacía ponerme en duda si mi trabajo realmente valía la pena.
── ¿Entonces cuando salimos? ── Dije con los nervios obstruyendo mi garganta.
── Ahora ya es tarde y no me pienso arriesgar como la última vez. Mañana temprano iré por tí. Recorreremos el lugar con atención y veremos que más podemos hacer por nuestras chicas. ── Salió del lugar dejándome olvidada ahí. Me acerqué al mapa y lo examiné metódicamente tratando de memorizar uno que otro camino.
Acerqué mi mano tocando cada trazo con curiosidad y pude notar algunos números escritos, parecían estar en desorden. Sin intentar descifrar algo más, salí y caminé fuera del bosque.
Un par de horas después, estaba recostada en mi hamaca a unos metros de mis compañeras. Todo era tan silencioso que me parecía abrumador. Volteé a ver a cada una de las chicas del área y a Aris. Cayeron dormidos ante el cansancio de trabajar cada día por una vida decente.
A veces me preguntaba e imaginaba la vida de todas ellas antes de ser atrapadas y enviadas aquí.
Estaba ahí echada mirando las estrellas, tratando de contar cada una de ellas como un intento desesperado de poder conciliar el sueño. Luego un pequeño recuerdo de mi pasado apareció fugazmente y me esmeré en retenerlo.
Era una habitación. Las paredes grises tenían dibujos colgados y parecían hechos sin cuidado, como si un niño pequeño los hubiese hecho. Había dos camas lo que me hizo preguntarme, si estaba en lo correcto una podría ser mía pero ¿y la otra de quién era?
Un sentimiento de nostalgia me invadió. Procuré reconocer el lugar, aunque fue todo en vano, pues no pude resolver ninguna duda.
Aún no había amanecido por completo pero yo ya estaba poniéndome mis botas y tomando mi mochila cuando vi a ambas chicas acercase a mí. Levanté la cabeza en forma de saludo y troté hasta donde estaban.
Una vez parada frente a las enormes puertas que aún permanecían cerradas dejé escapar el aire que llevaba rato conteniendo, escuchando a Feren hacer lo mismo y le di una mirada fugaz. Ella es una hermosa chica alta y de rasgos asiáticos, que también se dedicaba a ser una corredora.
Cuando pisé por primera vez el área admito que al verla me sentía intimidada. Siempre mantenía ese rostro inexpresivo y sus facciones duras, la hacían lucir molesta.
Una brisa golpeó mi rostro con violencia y la tierra se sacudió al mismo tiempo que soltaba un molesto chirrido. Los bloques se separaron y sentí como mi corazón se aceleraba al ver de frente esos oscuros pasillos.
── ¿Listas? ── Asentí levemente.
── ¡Ahora!
Las tres chicas nos abrimos paso hacia los grandes caminos de piedra recorriendo y doblando cada esquina, sección por sección. Nos detuvimos un par de veces para descansar y tomar un poco de agua. Mantuvimos un buen tramo sin tener noción alguna del tiempo, aunque el cielo grisáceo nos permitía guiarnos a duras penas.
Corríamos en silencio porque según Rhea "hablar consume energía". Me permitió concentrarme en el camino y aprender de ubicarme entre tanto enredo. Divisé un 6 marcado en un gran cubo y entonces me alegró saber que estábamos cerca.
── Bien... ¿aquí? ── Marqué un "sí" con el dedo y nos detuvimos.
Sacamos de las mochilas unos sándwiches de jamón con queso, manzanas y unos botes metálicos con agua.
Me senté en silencio mientras comía mi almuerzo, con mi cabeza hacia arriba en dirección al cielo y su horrible clima. Era extraño. Miré a mis compañeras y no pude evitar sentirme como una novata otra vez. Seguí comiendo mientras escuchaba su conversación acerca del trabajo.
Una vez terminado el descanso, Rhea se comunicó por medio de un lenguaje de señas inventado por ella misma.
── Que extraño.
── ¿Qué cosa? ── Pregunté ante los rostros confundidos de las chicas.
── La sección siete no se debería abrir hasta la siguiente semana.
── Algo no está bien. ── Feren le dio la razón a la pelinegra.
Quise ponerme al corriente, aunque detenerse mucho tiempo y siguiendo sus instintos, nos dimos vuelta para de volver por el camino anterior, pero un temblor interrumpió nuestros pasos.
Salimos de aquella sección buscando la salida cuando divisé una gran pared acercándose lentamente. Jalé a la chica de mi lado evitando que algún escombro cayera encima de nosotras y nos movimos lo más rápido que podíamos.
Unas grandes placas de hierro empezaron a alinearse consecutivamente obligándonos a tomar cualquier camino con tal de no ser aplastadas.
Sentí un jalón en mi brazo izquierdo, cosa que me hizo voltear y darme cuenta de que Feren yacía en el piso. La ayudé a reincorporarse pero su pierna no reaccionaba. La otra chica y yo colocamos sus brazos sobre nuestros hombros permitiendo seguir mejor.
── ¿Qué está pasando?
── No lo sé, pero todas las secciones están cambiando de posición.
── ¿En pleno día? Es ridículo. ── La asiática habló como pudo.
Algo sucedía ahí adentro, no se estaba abriendo, se estaba desmoronando y curiosamente, todo nos llevaba al mismo lugar. El gran vacío.
El piso temblaba y se agrietaba, como si algo quisiera salir desde abajo. También se abrían y cerraban los bloques olvidando aquel patrón que algunas tuvieron.
Intentamos llegar a la siguiente sección sin que nos cayera algo encima pero las torpes sacudidas nos hacían perder el equilibrio. Creo que después de todo, yo atraía la mala suerte en ese lugar.
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