𝐶𝑎𝑝𝑡𝑢𝑟𝑎𝑑𝑎𝑠
Los grises muros estaban repletos de moho, lianas verdes decoraban los pasillos, la iluminación era muy escasa a unos metros de las puertas del laberinto lo que lo hacía más abrumador. Nuestras pisadas se escuchaban con eco gracias al solitario ambiente.
── Divertido, ¿cierto? ── Dijo Rhea, ya lo suficientemente irritada.
Contemplé la gran estructura de piedra junto a la líder de las corredoras. Tomó tiempo, pero logré convencerla. Si bueno, me costó una semana de deliciosos postres de Gaia, pero había logrado mi objetivo.
── Thalia, detente. Ya sabes la respuesta.
── Rhea, por favor. Es ridículo dejar de intentar ahora.
── ¿Ridículo? Ridículo es seguir perdiendo el tiempo buscándole una séptima vida al gato. ── Alzó la voz haciéndola más grave y recibimos las miradas de algunas trabajadoras que se encaminaban a los establos. ── Durante tres años, ¡tres! hemos buscado "Dios sabe qué", cada mañana con una nueva esperanza de obtener, aunque sea una respuesta por más mínima que sea. Y si tú, torpe niña, encuentras una forma de hacerlo, te tendré en un pedestal. ── Me señaló amenazante con su dedo índice.
── Aceptaré cualquier consecuencia. ── Advertí decidida.
Yo no era una corredora, pues mi capacidad de memorización no era tan especial como las de una, sin embargo, en el pasado ya había salido a recorrer aquellos bloques y nunca terminaría de impresionarme su inmensidad.
¿Qué tan maligno se debe ser para crear un lugar como este?
── ¿Qué secciones están abiertas hoy?
Me moví en dirección a la pelinegra. Ella pensó durante unos minutos sacando una botella de agua y la bebió sin prisa.
── La 2, 7 y 8.
── Bien, aún nos falta la sección 8, podemos...
── Thalia, sólo regresemos de una vez. En un rato cerrarán las puertas y si no nos damos prisa... ── Se detuvo y suspiró. Hizo un ademán con su mano obligándome a seguirla. Nos estaba arriesgando y no paraba de contener mi remordimiento, pero estaba segura de algo. ── ¿Qué tramas? ── Me observó a través del rabillo del ojo.
── Sólo un presentimiento. ── La oí soltar una risa incrédula y no dije nada más.
Comencé a desesperarme luego de notar la similitud entre cada pasadizo, nos estaba haciendo creer que dábamos vueltas en círculos, pero la corredora conocía el laberinto como la palma de su mano.
El frío se estaba haciendo notar. Rhea le dio un vistazo al reloj sobre su muñeca indicando que era hora de volver a casa. Sentí el piso moverse debajo de mis pies, extrañada miré a la chica que al parecer no se había percatado.
── ¿Sentiste eso?
── ¿Sentir qué cosa?
Ambas alertamos nuestros sentidos sin saber a que se debía aquel estruendo, pero no dudamos. Sin pensarlo más de dos veces, corrimos tan rápido como nuestras débiles piernas y la humedad del piso nos permitían.
En ocasiones estuve a punto de resbalar, pero en su lugar mis pies se veían en la necesidad de derrapar. La salida se sentía cada vez mas lejos elevando nuestra inquietud. Seguí el paso de mi líder tan rápido como podía ignorando el cansancio y dolor muscular, pues mi necesidad de sobrevivir era más grande.
── ¡Thalia, por aquí! ── Dio un fuerte tirón sobre mi brazo mientras doblamos esquinas sin parar. ── Idiota, ¿por qué tardas tanto?
Nuestros ojos se abrieron con ilusión cuando a lo lejos logramos percibir la iluminación del área y unas diminutas figuras que se trataban de las habitantes. Ellas gritaron dando ánimos y una sonrisa se asomó en mi rostro. Faltaban algunos metros pero antes de que siquiera pudiera celebrar, al rechinó sobre nosotras.
Era ensordecedor, la piedra resbalándose sobre el suelo y las cadenas chocaban entre sí. Se estaba cerrando, pero aún no era hora. Mi corazón subió hasta mi garganta y por unos segundos, mi presión subió haciendo que mi cabeza punzara.
El sudor ocasionaba que la ropa se pegara en mi piel y las articulaciones me tronaban. Tal vez había sido un error rogar por mi propia muerte, pero detenernos ahora no era una opción.
[...]
── Harriet ── la morena se volteó para mirar al chico ── no lo van a lograr. ── La chica ladeó la cabeza negándose a pensar por un minuto en ello, no son tontas ni lentas, sabían que su tiempo se terminaba.
── Aún queda una hora. Lo harán.
── Harriet ── ésta vez fue la rubia quien llamó su atención ── ¿debemos ir? ── Todas estaban muy preocupadas por ambas chicas, mirando atentamente hacia el laberinto esperando una señal de vida.
Sonya miraba a sus amigos aterrada, sabían lo que sucedía si las puestas del laberinto se cerraban con ellas adentro. Habían perdido a dos amigas más y las esperanzas se disipaban.
Observó a su alrededor, el área, las cabañas, a los habitantes y entonces miró a Aris. En el área sólo había chicas, hasta que subió el. Un chico y uno muy joven. Era solo un niño ¿Una persona realmente cuerda pondría a un niño en un lugar como éste? Entonces contempló a su al rededor, todas las demás también lo eran, eran muy jóvenes para lidiar con todo esto.
── ¡Ahí están! ── Una pelirroja señaló las diminutas sombras de ambas.
── ¡Vamos, Thalia!
── ¡Rhea, aquí están!
── ¡Sí van a lograrlo! ── Aris escupió con alegría sacudiendo los hombros de la igual sonriente Sonya.
Entonces algo inesperado sucedió. Los engranes iniciaron su ciclo diario, los bloques se unificaban como cada noche, sólo que esta vez lo hacían de manera diferente. Aún era temprano para encerrarlas en el Claro, lo hacían con prisa, como si fuera totalmente intencionado y todas temieron.
La multitud se alzó hacia ellas con intenciones de ayudar, pero estaban lejos, todas gritaban y hablaban haciendo que nada de eso fuera entendible. A unos metros donde la iluminación iniciaba, los rostros de las actuales corredoras se hicieron presentes reflejando el horror que sentían. Pero las puertas estaba a punto de sellaron por completo, aunque se teletransportaran hacia la salida, ya era demasiado tarde.
── ¿Qué carajo está pasando? ── Soltó alguien con grito ahogado.
── Acaban de atraparlas.
Mis manos temblaron y las escondí debido a la pena. El rostro de Rhea permanecía sin expresión alguna, pero su respiración delataba lo afectada que se sentía. Mis ojos se aguaron y la culpa me inundó. Buscaba desesperadamente la libertad sin importar a quien me llevaba entre los pies.
── Está oscureciendo. ── Me hinqué quedando a su altura y busqué su atención.
── Mocosa tonta. ── Soltó con furia, sin aviso alguno, se reincorporó en su lugar ahora yo mirándola desde abajo. Su mano golpeó mi mejilla con brutalidad haciéndome caer sobre mi mano. Se dio la media vuelta y caminó cojeando sin ninguna dirección.
── ¿A dónde vas? ── Me levanté soltando una queja. ── ¡Rhea!
── A ninguna parte. ── Habló con amargura. ── ¿No lo ves? No hay a donde ir, ya no hay nada que podamos hacer.
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