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𝙍𝙀𝘼𝘿𝙔 𝙁𝙊𝙍 𝙄𝙏...?
𝙊𝙍 𝙏𝙃𝙀 𝙋𝙍𝙊𝙇𝙊𝙂𝙐𝙀

❝   𝚋𝚞𝚝 𝚒𝚏 𝚑𝚎'𝚜 𝚊 𝚐𝚑𝚘𝚜𝚝,
𝚝𝚑𝚎𝚗 𝚒 𝚌𝚊𝚗 𝚋𝚎 𝚊 𝚙𝚑𝚊𝚗𝚝𝚘𝚖
𝚑𝚘𝚕𝚍𝚒𝚗' 𝚑𝚒𝚖 𝚏𝚘𝚛 𝚛𝚊𝚗𝚜𝚘𝚖   ❞

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PROLOGUE
"RESPONSIBILITIES"

❱❐❲↻❳➟ 𝟒 𝐃𝐄 𝐀𝐁𝐑𝐈𝐋 𝐃𝐄 𝟐𝟎𝟐𝟒, 𝟎𝟏𝟎𝟎 𝐇𝐎𝐑𝐀𝐒 𝐒𝐇𝐀𝐓𝐓𝐄𝐑𝐃𝐎𝐌𝐄, 𝐁𝐀𝐒𝐄 𝐃𝐄 𝐇𝐎𝐍𝐊 𝐊𝐎𝐍𝐆

LOS PASOS DE LAS primeras autoridades del Shatterdome de Honk Kong iban de un lado a otro en aquella oficina, casi parecían crear una rítmica en su repetitivo golpeteo.

Olympia se encontraba sentada en una silla a unos pasos de ellos, con sus brazos apoyados en una mesa y sus manos sujetando su cabeza.

Le dolía, le dolía hasta el punto de arderle.

Levantó su cabeza, limpió su nariz y miró a los implicados con una expresión de cansancio.

Nate Lambert, Mako Mori y Raleigh Becket estaban entre ellos y fueron los únicos que se fijaron como la rubia sólo quería irse del lugar.

Hansen tomó aire y valor para lentamente comenzar a ponerse de pie.

—Sé que la hora es avanzada ¡Pero debemos discutir este tema!— alzó la voz el Intendente Raimond Alter del Cuerpo de Defensa.

—Lo entiendo perfectamente señor, pero no podemos acelerarnos— respondió con firmeza el oficial Quan. Él y Olympia compartían el mismo rango.

—No entiendo porqué le están dando tantas vueltas a este asunto— dijo el doctor Newton Geizler encogiéndose de hombros— Es simple, sólo...

—Oh Newt, por favor ¿Quieres callarte?—le reclamó su compañero, el doctor Hermann Gottlieb— No los inte...

—Hermann, lo lamento. Pero creí que debía hacer una intervención.

—No tienes necesidad de hacer intervenciones. Intervenciones hacen los oficiales ¿Eres oficial? No, no lo eres.

—¿Me estás insultando? ¿Me...Me estás insultando?— siguió Newt apuntándose
— Soy doctor y estoy orgulloso de eso...

—Yo también lo soy y...

—Lo sé Hermann, lo sé, todos lo sabemos. Tú y tus diez mil doctorados— se burló de Gottlieb.

—Oh, no, eso sí que no. Con mis doctorados no...

—¡Suficiente!

La pelea entre Newton y Hermann terminó cuando la voz de Olympia resonó en la sala. La rubia se acercó y todas las miradas se fueron a ella.

La oficial caminó y quedó en medio de aquel grupo cruzada de brazos; con una mirada imponente.

—No puedo creer que tengamos que discutir esto ahora— tragó saliva y apretó los ojos— Sólo hace tres horas...Acabábamos de enterrar a mi padre.

Olympia suspiró lentamente y agachó la cabeza con tristeza. Sus rubios cabellos cayeron despacio cubriendo su rostro como un delgado cortinaje que buscaba tapar su destrozado rostro.

Aquella mañana su padre; el Mariscal Hercules Hansen, había fallecido debido a una ataque de Kaiju en Manila el día anterior.

Aquello había traído tremendo sufrimiento para la mujer. Su padre era la única familia que le quedaba y ahora lo había perdido...Sin lograr salvarlo.

Luego de unos segundos levantó la vista y limpió una débil lágrima en su ojo izquierdo.

—Desearía que me dejaran descansar— continúo con la voz un tanto temblorosa— Vivir mi duelo en paz, pero no— alargó la palabra en compañía de una risa carente de gracia—Aquí estoy discutiendo el estúpido tema de quién tendrá el control aquí. En serio que eso está en el último lugar de mis prioridades— continuó ejemplificando su frase con su mano alzada y luego esta misma hacia abajo.

Toda la sala permaneció en silencio mientras analizaban las palabras de la oficial.

—Y si es un tema tan simple...— continuó tomando las palabras de Newton— ¿Cuál es la solución? ¿Eh? ¿Ya habían elegido a alguien?

El Intendente del Cuerpo de Defensa se volteó a mirarla y caminó lentamente hacia ella.

—Es más complicado de lo que parece.

Ella rió sarcástica— ¿En serio?

—Oficial Hansen...— Alter llegó más cerca de ella— Es...Muy evidente...— el hombre agachó su cabeza y pensó bien sus palabras.

Sabía perfectamente quién era Olympia Hansen. Sabía que era una persona complicada, poderosa y muy peligrosa. Hacerla enojar o estresar no era algo recomendable para nadie y no estaba en sus planes para ese momento u otro.

—Explíquese— exigió ella sin miedo a un superior.

Soltó un suspiro y tomó un holopad— Oficial...En la línea de sucesión...Usted es la siguiente.

Extendió un holograma de su aparato que enseñaba claramente la línea de sucesión. La rubia abrió los ojos como platos y ahogó un suspiro mientras tomaba el objeto titubeante.

En la línea se leía claramente: Stacker Pentecost, Hercules Hansen...Y Olympia Hansen.

Tanta fue la sorpresa que el objeto tecnológico resbaló de sus manos como fuera una película en cámara lenta e impactó en el suelo.

Olympia no lo podía creer y sintió que se iba a desmayar.

Ser Mariscal no era cualquier cosa, era el rango más alto posible y la responsabilidad más pesada de todas.

—Lyn— Nate llegó hacia ella y apoyó su mano en la espalda de la rubia; afirmándola.

—No...No— negó ella mirando a todos— No es cierto...No lo es— la negación la nubló por completo.

—Sí, sí lo es— dijo el oficial Quan.

—No...No— se echó para atrás con la mano de Lambert aún detrás de ella— Quizás mi padre me quería mucho pero no me confiaría algo así...No a mí.

—Pues lo hizo— dijo el Intendente con más seguridad— Créame, Herc Hansen confiaba en usted más que en cualquier otra persona.

Ella cubrió su rostro con sus manos—Esto no puede pasarme...No es cierto, no es cierto.

—Pues...Revíselo usted misma— las palabras de Raimond la hicieron volver a mirarlo— Ya sabe...— movió sus manos— Con sus capacidades especiales.

Olympia entendió a lo que se refería y rápidamente se volteó, alejándose un poco del grupo. Ella estiró sus manos frente a ella y cerró sus ojos.

Cuando tuvo su accidente y terminó convirtiéndose en una rara especie llamada tecnópata cambió por completo obteniendo diversas y nuevas habilidades. Y una de ellas era conectar su mente con cada uno de los servidores electrónicos en el mundo.

Inmediatamente un largo holograma se desplegó en sus manos y sus ojos se tiñeron de un celeste fuerte, significado de que estaba buscando si esa información era verídica.

Rebuscó y rebuscó entre millones de datos encriptados y desencriptados, hasta que su respuesta apareció y la golpeó como si fuera una cachetada.

Pegó un pequeño salto y soltó el aire retenido en sus pulmones. Nate y Raleigh llegaron hacia ella rápidamente para sostenerla y evitar que cayera.

La respiración de Olympia se aceleró mucho más que antes y trató de recuperarla rápidamente.

Cuando se hubo calmado se volteó a ver a los otros líderes con una expresión molesta.

—Es cierto...— susurró— Lo es...¿¡Y por qué demonios todos lo sabían menos yo!?

—Herc nos pidió mantener aquella información confidencial...— dijo el Intendente y ella bufó— Hasta que llegara el día.

—Yo...No puedo...Esto es...— respiró agitada— Es una locura.

Paga cualquier persona ambiciosa de poder, ese puesto sería una maravilla para explotar todas sus copiosas capacidades. Pero Olympia no era así, a pesar de ser una persona difícil, ella no codiciaba poder, nunca lo había hecho, y honestamente le tenía miedo a los altos rangos desde que tuvo el accidente y aquello la convirtió en algo más.

—No sabe cómo me encantaría que no fuera usted— siguió el hombre del Cuerpo de Defensa— Es extraña, de poderes ilimitados y peligrosa...Demasiado peligrosa.

—Hey— se adelantó Lambert— Cuide sus palabras.

—¿Acaso estoy mintiendo, oficial?— se dirigió el hombre a Nate— Pero esas son las reglas. Ser Mariscal es su nuevo destino, Hansen.

Olympia comenzó a controlar su respiración y volvió a tapar su rostro. La cabeza le volvió a doler y sintió que el mundo se le venía encima.

Nunca, en su vida, imaginó que le iba a caer sobre los hombros la responsabilidad más grande de todas.

No estaba lista...Al menos eso sentía ella.

—Yo...— las miradas estaban atentas sobre la rubia— Necesito pensar.

Y sin decir otra cosa Hansen comenzó a salir de la oficina con pasos agigantados.

—¡Olympia!— el resto de los integrantes trataron de detenerla pero fue inútil.

Ella caminó por los pasillos sin preocuparse por las personas que pasaban o chocaban a su alrededor. Lo único que tenía en su mente era el legado que le había dejado su padre.

Si había algo que ella odiaba era tomar decisiones de este tipo: Fuertes, determinantes y repentinas. Necesitaba pensar las cosas con tiempo y analizar cada uno de los pros y contras.

Pero ahora no tenía el tiempo, a lo más le darían una hora para tomar una decisión.

—¡Olympia!— escuchó una voz a sus espaldas pero no se detuvo— ¡Olympia!

Sus pasos se aceleraron y no buscaban detenerse. Estaba absorbida; sólo era ella y su horrible preocupación.

—Hey, hey, hey. Lyn— sintió que un brazo la tomaba y la volteaba— Olympia.

Ella trató de soltarse del agarre de Nate empujando su cuerpo con sus manos. Sin embargo aquello fue imposible y después de golpearlo levemente un par de veces para apartarlo, terminó casi llorando en su pecho.

El oficial no dudó ni un segundo en rodearla con sus brazos y darle el apoyo que necesitaba.

No era secreto para ambos que su relación iba mucho más que compartir un Jaeger. Después de años juntos los sentimientos sí pueden florecer.

—Tranquila...— acarició su espalda— Está bien...

—¿Lo sabías?— preguntó ella aún pegada a su pecho.

—No— negó rápidamente— Sólo Defensa.

—Cuánto los odio— se quejó.

—Igual yo— respondió y con cuidado empezó a separar a la rubia— Escucha...Esto es lo que debes hacer— inmediatamente ella puso los ojos en blanco— Sí, sí, y sé que es una locura.

—Yo nunca he buscado o querido esto, Nate.

—Quizás por eso llegó esta oportunidad— ella le miró atento— Te volviste digna del puesto.

—No lo soy— negó casi en un susurro— El Intendente lo dijo y yo le creo...No soy buena para este cargo, soy rara y peligrosa, la gente no va a confiar en mí.

—Yo lo hago— la tomó por los hombros— Y créeme, la mayoría de las personas aquí lo hacen.

Olympia se mantuvo en silencio mientras meditaba en las palabras de su compañero. Trataba de buscarle el lado positivo a todo eso pero simplemente...No lo hallaba.

—Siento como si...— se encogió de hombros— Me hubieran pedido ser presidente de los Estados Unidos.

—Bueno, es algo parecido.

Ambos soltaron una débil y cansada risa y mantuvieron la mirada fija entre ellos, como si ya no hubieran fuerzas para nada más.

—Ve a descansar— Nate rompió el silencio— Conseguiré que el Consejo te de más tiempo para que lo pienses.

Ella asintió con una mueca y luego Lambert tomó su rostro y depositó un suave beso en su frente. Luego de eso la rubia le sonrió de lado y comenzó a caminar lejos de ahí.

Mientras la mujer desaparecía a través de los pasillos, Raleigh y Mako llegaron detrás de Nate.

—¿Crees que esté bien?— preguntó el primero.

Lambert agachó la cabeza, suspiró para volverla a levantar y dijo:

—Lo estará.

Los pasos de Olympia ya no tenían la misma ferocidad que hace unos segundos. Toda su energía y adrenalina que el momento me había dado ya estaba desapareciendo. Se sentía cansada y derrotada.

Su padre y el legado que le dejó era lo único que rondaba en su mente y no la dejaba de atormentar.

Sin embargo, unas voces un tanto alteradas llamaron su atención. Frunció el ceño y se acercó a una puerta que daba acceso a una oficina, y allí dentro, un grupo de personas del Cuerpo de Defensa llevaban una discusión.

—¡Esto es inaudito!— exclamó una mujer castaña y de rasgos asiáticos que pudo ver a través de la ventanilla—No puedo creer que Olympia Hansen sea la nueva Mariscal.

El poco espíritu que le quedaba a la rubia se vino abajo.

—¿Quieres calmarte?— le dijo otro hombre—No es tan malo como parece.

—¿No tan malo?— un oficial rubio se adelantó y soltó una risa sarcástica—Ella yo no es una humana, su raza se extinguió y ella es lo único que hay de una peligrosa especie.

Ella puso los ojos en blanco y murmuró para sí: El mismo cuento, todos los días.

—Yo creo que puede hacerlo bien— habló un hombre de mayor edad en el fondo— Lo que ha vivido la llenó de experiencia y se puede ver a simple vista que es una líder nata.

—No sé que tienen ustedes en la cabeza pero se los voy a aclarar— volvió a repetir la primera mujer—Olympia Hansen no está preparada para dirigir el Shatterdome más grande del mundo. Y yo no pienso poner mi confianza en una mujer que fue atacada por un Kaiju y sobrevivió.

Las palabras de la asiática habían sido tan duras que el interior de Hansen se revolvió con enojo. Fue tanto así que sólo necesitó fruncir el ceño para que una pantalla holográfica comenzara a parpadear y a soltar chispas.

Inmediatamente y al darse cuenta de lo que había hecho, Olympia se alejó de la puerta y apoyó la espalda en la pared.

Su pecho subía y bajaba con su acelerada respiración al darse cuenta que se había salido un poco de control.

Y eso también le hizo click.

Luego de echarle una última mirada a aquel grupo que trataba de apagar las llamas de una computadora, comenzó a caminar lentamente y sumida en sus pensamientos hacia su habitación.

Una vez allí cerró la puerta blindada y se quedó estática mirando una pared que tenía con fotos.

Las residencias del Shatterdome no eran un hotel de cinco estrellas, pero de alguna u otra manera ella lo había hecho su hogar.

Soltó un suspiro nostálgico al ver una fotografía de ella, su padre y su hermano con sus trajes de pilotos y atrás de ellos Thunder Strike; su amado Jaeger.

Estiró su temblorosa mano y la tomó en sus blancos dedos para admirarla.

Desde que su madre había muerto los tres tuvieron que salir adelante solos. No eran la familia perfecta pero lo habían logrado.

Pero ahora Olympia se había quedado sola.

Aquella responsabilidad de ser Mariscal había llegado como un repentino balde de agua, y todas las inseguridades que personas ajenas le habían generado, la hicieron sentirse menos preparada de lo que ya se sentía.

Había gente que confiaba en ella, pero otra que dudaba que tener a una alterada por Kaiju entre ellos fuera buena idea.

Y más aún, que aquella se convirtiera en Mariscal.

No era cualquier cosa.

Y debía tomar una decisión.

Pasaron dos horas, las cuales el Cuerpo de Defensa había accedido a darle a la rubia para que pensara su decisión y ahora el tiempo se había cumplido.

Todo el Shatterdome y el Cuerpo de Defensa estaban con los nervios de punta, esperando averiguar qué decisión iba a tomar la oficial.

Nate Lambert caminó con nerviosismo hacia la habitación de Hansen para ir a buscarla y acompañarla a la reunión donde todos los líderes la estaban esperando.

—¿Olympia?— golpeó dos veces la puerta metálica pero no hubo respuesta
—¿Olympia?

Soltó un suspiró y tomó la valentía de empujar la puerta para abrirla y entrar al cuarto.

—¿Olympia?

Sin embargo, cuando Nate hizo ingreso se dio cuenta que la habitación se encontraba vacía.

Olympia Hansen se había ido.








HOLAAAAA CÓMO ANDAN?¿

qué emoci0n lpm, el prólogo ya está aquí ♡

quería subirlo mañana pero vi que la historia tuvo tanto apoyo que no me pude contener 🥺

qué opinan de nuestra bb olympia?

me dieron ganas de abrazarla aaaa

muchas gracias por pasarse, les amo <3

nat

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