O29

CHAPTER TWENTY NINE
"MIND"

❝ i didn't have it in myself to go with grace, and you're the hero flying around, saving face. and if i'm dead to you, why are you at the wake? cursing my name, wishing i stayed, look at how my tears ricochet ❞

❱❐❲↻❳➟ 14 DE JUNIO DE 2030, 1255 HORAS.  MOYULAN SHATTERDOME, HONK KONG

BLANCO.

TODO ERA ABSOLUTAMENTE BLANCO.

Para cualquier persona que pudiera verlo sería extraño y buscaría de alguna manera salir de ahí. El infinito y sólido color se hacía cada vez más extenso y llegaba a dar mareos por observarlo una y otra vez. Era una sensación que revolvía el organismo en una tremenda inseguridad.

¿Qué era todo aquello?

Se sentía como un vórtice que no tenía fin y ni siquiera se sabía dónde se estaba parado.

¿Qué significaba?

Hasta el simple y común hecho de abrir los ojos se volvía doloroso por la claridad que aquel incierto lugar emitía.

¿Dónde estaba?

De vez en cuando todo daba vueltas y un incómodo ardor atacaba la zona de la cabeza como si el mismo Zeus estuviera ejerciendo el más vil de los castigos.

¿Estaba muerta?

—Olympia.

La aludida se sobresaltó y su reacción causó que se sentara súbitamente en el suelo...O lo que fuera aquello. Miró a todas partes y nuevamente sintió ese punzante dolor por la clara vista que tenía a su alrededor.

Había escuchado a alguien llamar su nombre pero no tenía idea de quién pudo haber sido.

Quiso ponerse de pie pero todo era tan extraño que cayó al piso en el primer intento. Ya al segundo pudo encontrar la estabilidad que necesitaba.

—¿Hola? —miró a todos lados pero no había absolutamente nada, sólo un plano infinito—. ¿Hay alguien ahí?

Quiso comenzar a caminar pero no tenía un camino o una guía por la cual seguir, sólo tenía el sólido blanco que le gritaba soledad eterna.

—Olympia.

Otra vez escuchó aquella voz que fue imposible de identificar y giró sobre su eje tratando de encontrar el origen.

—No quiero estos juegos —alzó su voz mirando a la nada—. ¿Quién eres? ¿Dónde estás?

Para su desgracia nadie respondió y se sintió una tonta por —al parecer— estar hablando sola en un lugar que no tenía la menor idea de qué era.

—Olympia.

—¡Ya basta! —estiró sus brazos—. Muéstrate y arreglaremos las cosas a mi manera.

—Vaya, ¿Esa es forma de hablarle a tu madre?

Hansen palideció.

Su anatomía entera se sacudió.

La vida le pasó por delante como el aire de una bofetada en seco.

A lentos y temerosos pasos comenzó a girarse deseando ver a la autora de esa clara voz que ahora estaba dentro de su radar de conocimiento. Tenía miedo, miedo de verla y lo que significaba estar con ella.

Al terminar la rotación estuvo cara a cara con aquella persona.

—¿Mamá?

El susurro titubeante colgó de sus labios y a pesar de haber sido algo tan suave éste resonó en todo el lugar.

Ella asintió—Te extrañé tanto.

La platinada no pudo evitar la reacción y volvió a ser una niña de once años cuando comenzó a correr hacia Margot Hansen para abrazarla con toda la efusividad del mundo.

No podía creerlo y por un segundo decidió obviar las múltiples teorías de porqué aquello estaba sucediendo simplemente para disfrutar estar en los brazos de su progenitora después de muchos años.

—Mamá —murmuraba sin creerlo sobre su hombro—. Eres...Eres tú...¿Cómo es eso posible? —se separó de ella para mirarla con detenimiento.

—Siempre he estado aquí, hija —acarició su mejilla—, tú siempre lo dices y lo piensas.

Parpadeó un par de veces y frunció el ceño confundida—¿Qué...? Pero...¿Dónde estamos? ¿Acaso morí y esto es el cielo?

Una delicada risa se escapó de los labios de la mayor—Estamos en tu mente, Olympia. Aquí todo es posible.

Los ojos de la platinada se abrieron como platos y por primera vez no encontraba algo sensato e inteligente que usar como respuesta.

—¿En...En mi mente? —fue lo único que emitió.

—Oh sí, y es un verdadero caos.

—Buen lugar para tener una reunión familiar.

Todo el cuerpo de la platinada se tensó y sintió que iba a desmayarse en cualquier minuto.

No podía creer lo que estaba pasando.

—¿Papá...? ¿Chuck...?

Ambos mencionados se encontraban detrás de ellas y se repartieron una mirada rápida antes de tener a Olympia sobre ellos dándoles un abrazo.

—No puedo creerlo —una lágrima resbaló por su mejilla—, simplemente no puedo...No puedo —se separó de ellos para admirarles. Los recordaba tal y como los estaba mirando en ese momento—. Están aquí...En...En mi mente —miró a su madre que se acercaba—. Conmigo.

Hansen no era una persona sentimental; nunca lo fue, pero ese momento había derribado todas aquellas murallas en un sólo movimiento.

—Estoy agradecido de que no podamos ver todos tus recuerdos o terminaría traumado —comentó su hermano haciendo que todos rieran.

—No tienen idea de cómo los he extrañado —limpió su mejilla—. Me han hecho una falta tremenda.

—Pues...Has hecho un trabajo asombroso sin nosotros —Hercules se le acercó—. Tomaste mi puesto...El que siempre debió ser tuyo, te convertiste en Mariscal y dirigiste a todo un grupo a una guerra que terminó en victoria —su mano alcanzó su mejilla—. Estoy muy orgulloso de ti.

Olympia nunca en la vida podría explicar lo que significó escuchar esas palabras de parte de su padre. Su mentor, su guía y su sustento en todo lo que significó el trabajo en el Shatterdome.

Él estaba orgulloso y con eso se daba por pagada.

No obstante, su sonrisa desapareció—Sí pero...Creo que morí —la platinada tragó saliva—. Es extraño porque no me siento diferente y no me afecta. No...No entiendo nada —miró a su alrededor aún sin entender del todo qué era—. Creo que así es cuando uno parte.

Sus tres familiares se repartieron miradas que la dejaron algo confundida.

—No estás muerta, hija —habló su madre—, sólo estás por hacerlo.

Fue como un balde de agua fría cayendo sobre ella. Su rostro se transformó completamente dando a visibilizar su tremendo asombro ante aquel mínimo pero importante detalle.

—¿Yo...? —se apuntó—.¿Estoy...Muriendo?

Su padre asintió—Tu cuerpo entró en un raro lapsus similar a un coma. Tu consciencia está activa y enteramente sana pero tu cuerpo no.

—La energía dentro de ti te está dañando y debes impedirlo.

Abrió los ojos como platos al oír a Chuck—¿Y cómo hago eso? ¿Cómo salgo de este trance? ¿Cómo evito...Morir?

Su familia otra vez se repartió cómplices miradas.

—Para eso estamos aquí —la voz de Margot dio el puntapié para que unas imágenes aparecieran frente a ella en grande como si fuera una galería en su celular.

Olympia admiró todo dándose cuenta de que se trataba de algunos recuerdos suyos. Aún así no tenía idea de qué se trataba todo eso.

—Hay algo que está impidiendo que tu mente se haga cenizas —comenzó su explicación la mujer—, y dentro de ti sabes perfectamente lo que es.

Ella guardó silencio y sólo vio como las imágenes cambiaban a un recuerdo que enmarcaba a una específica y única persona.

Steve.

Su interior se sacudió.

—Este hombre logró crear un enlace neuronal contigo, y por lo que sabíamos...Eso era imposible —Hercules siguió la explicación—. Aquello no sólo les permitió llegar a la victoria...Sino que comenzó a ayudarte a ti...A sanar.

—¿Qué? —se volteó sin creerlo.

—Tu mente está rota —siguió su hermano—, pero ahora se encuentra en un proceso de sanación gracias a la fuerte conexión que estableciste con él.

—¿Cómo es eso posible?

—Porque son mentalmente compatibles —respondieron los tres en un unísono perfecto.

La platinada se quedó sin palabras, sin argumentos, sin nada para rebatir, sólo con la imagen mental de Rogers que se estaba presentando frente a ella.

—Ahora...Para salir de este lugar sólo...Debes aferrarte a él —las palabras de Margot la sacudieron.

—Él debe pensar que morí —susurró con el dolor de su corazón.

—Entonces ve a demostrarle que no es así —alentó su padre—. Nosotros siempre estaremos aquí —tocó su cabeza—, pero tú no puedes quedarte.

—Hay un mundo entero afuera que te necesita —continuó Chuck.

—Así que debes poner todo el esfuerzo de tu parte para regresar...Y no morir —con la cabeza apuntó la imagen del rubio—; él te ayudará.

Él te ayudará.

Poco a poco aquella frase se fue perdiendo en el aire al igual que las figuras de su familia. Solamente era ella...Y sus recuerdos.

A lentos pasos y como si estuviera simplemente guiada por el destino Hansen comenzó a avanzar lentamente en dirección a aquella presentación de sus memorias. No sabía con exactitud lo que estaba haciendo, sólo se sentía guiada por inexistentes impulsos como si su madre estuviera encaminándola.

Su brazo derecho se estiró hacia la imagen y la tocó. Ésta se movió un poco como si estuviera hecha de agua pero se sorprendió cuando esta comenzó a reproducirse.

El recuerdo era basado en lo que ella había visto. Por eso, solamente podía mirar la sonrisa del rubio aquella noche cuando subieron a techo de la instalación a conversar y disfrutar la compañía del otro.

La sonrisa de la mujer fue imposible de retener, era probablemente la sonrisa más grande de su vida, tanto así que la cara le dolía. El aferrarse al rubio estaba siendo más fácil de lo que pensó ya que...Siempre había estado unida a él, pasara lo que pasara.

Más recuerdos comenzaron a aparecer como rápidos flashes que la cegaban. Deseaba mantener los ojos abiertos para poder ver al hombre que ahora estaba sanando su mente pero era opacada por la luz que ahora sentía que le estaba quemando la piel.

Quería verlo, quería aferrarse a él.

Quería salir de ahí, quería estar con él.

Quería sobrevivir, quería decirle que él la había ayudado a despertar.

Lo quería...A él.

Aferrarse a algo no consistía en sólo pensarlo, era desearlo con todas las fuerzas posibles y negarse a soltarlo sucediera lo que sucediera. Olympia cerró sus ojos sintiendo esos recuerdos palpitar en su corazón y agradeció haberlo tenido en su vida.

Si no lo lograba...Al menos tendría asombrosas memorias que la seguirían en su camino a la eternidad.

Poco a poco sintió como su alrededor se sacudía, pero no abrió los ojos por ningún motivo; su interior le decía que eso era lo correcto. Su estómago se revolvió como si estuviera en un rápido viaje hacia arriba, no tuvo tiempo para preguntarse qué era todo aquello ya que segundos después abrió sus ojos súbitamente.

La respiración volvió a su cuerpo en una fuerte bocanada de aire. Miró a todos lados y se sorprendió al darse cuenta de que se encontraba levitando sobre el Shatterdome; específicamente en la parte del hangar donde libraron tantas batallas.

No sabía cómo se encontraba volando, sólo sabía que lo hacía...Y que estaba de vuelta.

Olympia Hansen había vencido a la muerte.

Había sido lo suficientemente fuerte para batallar con la salvaje energía en su interior y ella tomó las riendas de su poder sin dejar que la matara.

Pero no lo había hecho sola. Hubo un pilar fundamental que la empujó a salvarse y eso había sido la mente de Rogers conectada a ella.

La escena fue notoria para todo Moyulan cuando se dieron cuenta que la camilla de su Mariscal estaba vacía y que ella ahora se encontraba levitando sobre ellos cuál ave fénix resurgiendo de las cenizas.

Todo el equipo corrió a las afueras de la instalación con el corazón más acelerado que nunca esperando que aquello fuera real y no un espejismo.

Estaban hartos de trucos y bromas y si esa era una de ellas no lo soportarían.

Pero cuando salieron y alzaron sus vistas al cielo se encontraron con la Mariscal en gloria y majestad levitando sobre todo su dominio. Su piel había recobrado el color, las líneas azules se habían ido, y ahora su rostro emanaba vida...Solamente vida.

Lentamente la mujer comenzó a descender para encontrarse con sus amigos y —debido a que Nate seguía herido— fueron Steve junto a Raleigh los que avanzaron con más rapidez para sujetarla. Aquello fue justo a tiempo, ya que cuando sus pies descalzos tocaron el asfalto se tambaleó hasta casi caer.

Cuando su anatomía hizo contacto con Moyulan todos comenzaron a festejar con exclamaciones, saltos y abrazos como si hubiera sido de manera automática.

Quienes la atraparon la abrazaron con cuidado simplemente disfrutando el hecho de que ella estaba de vuelta. Pero Hansen se vio en la obligación de alejarse de Becket para enfocarse en una sola persona.

—Hola —la platinada alcanzó con sus manos las mejillas de Rogers sin importarle que todo el mundo la estaba viendo.

—Hola —respondió sonriente alcanzando sus manos con las suyas en aquella posición—. Estás aquí...Estás viva —sus ojos se notaron levemente cristalinos.

—Sí —una lágrima se le escapó con fragilidad—. Tú me sacaste.

—¿Qué? —frunció el ceño al no escuchar bien por todo el bullicio, pero aún mantenía su sonrisa.

—Tú me sacaste de ahí —juntó sus frentes—. Tú me hiciste resistir.

Y ahora eran un vínculo que no se rompería con nada en el universo.






























































































*saca los pañuelos* quieren?

AYUDA NO PUEDO CREER QUE ESTO SEA EL ÚLTIMO CAPÍTULO, LES JURO QUE SOY PURAS LÁGRIMAS HOY.

a poco los asusté, no es así? JAJDJSJ

en fin, no daré muchos detalles ya que este no es el fin aún. si quieren saber qué pasó con steve y olympia no se olviden de votar y comentar para vernos el próximo lunes en el epílogo y final de la historia 😭

muchísimas gracias a esta diosa -BarbsxNina- por hacer el PRECIOSO manip al final del capítulo ya que lo amé😍 además gracias por apoyar esta fic uwu tkm

60 votos para el final <3

nos vemos bbs, espero les haya gustado y no se olviden, aún falta un poquito para terminar <3 les amoooo.

nat

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