O28
CHAPTER TWENTY EIGHT
"THE PRICE OF VICTORY"
❱❐❲↻❳➟ 14 DE JUNIO DE 2030, 1050 HORAS. HONSHU, JAPAN.
NO SENTÍA SU PULSO, STEVE NO SENTÍA SU maldito pulso. El cuerpo de Olympia permanecía inmóvil en el suelo y parecía que su piel adquiría un color más pálido a cada segundo que pasaba. Pero había algo más raro y distintivo y esto se encontraba en su cuello: Una especie de secuencia con líneas azul brillante iban de manera ascendente desde el inicio de aquella zona hasta su mandíbula.
El resto de los pilotos no podía hacer nada más que escuchar con temor y lanzar sus plegarias a quien les escuchara.
—¿Axa? —la voz del Capitán se oyó nerviosa—. Axa ¿Qué sucede?
La inteligencia artificial se tardó un par de segundos en responder. Rogers no sabía si se trataba de alguna falla o el simple temor de emitir la respuesta.
—Detecto algo de pulso...Pero es bajísimo; casi indetectable —la contestación hizo al rubio tragar saliva.
—Pero...¿Por qué? Ella estaba bien hace unos segundos —la falta de respuestas no estaba desesperando.
Al ver la escena Tony comenzó a acercarse.
—No detecto una causa...Simplemente sucedió y deben sacarla de ahí pronto.
—Creo que yo tengo una respuesta —esa fue la voz de Jules.
—Habla —pidió el soldado.
—Eh...Olympia nos mintió.
Todos estuvieron en silencio por un insólito momento.
—¿Qué...? —Steve miró a la platinada como si esperara que ella despertara para responder todas sus dudas—. ¿A qué te refieres? ¿Por qué? ¿De qué...?
—Hay algo que ella no nos dijo —siguió Reyes—. Cuando terminó de llevar el Jaeger por sí sola la energía del robot se apagó; literalmente se fue a cero en todo lo que significa potencia de movimiento. Así que... —aquella pausa dolió una eternidad—. Me puse a revisar los sensores y por un segundo pensé que milagrosamente la energía se había restaurado...Pero no fue de esa manera. Fue un milagro, pero no de ese tipo.
—No puede ser... —susurró Stark descifrando aquello.
—La energía de alimentación fue potente y como ninguna otra...Era la de la Mariscal —tragó saliva—. Olympia encendió todo un Jaeger por sí sola.
—Lo hizo moverse con sólo un piloto y luego lo encendió de pies a cabeza —murmuró Tony con una mano en la frente; no podía creerlo—. Eso es demasiado, además sumado con todos los otros esfuerzos a los que se ha expuesto en los últimos días.
—¿Qué le pasará? —la pregunta salió temerosa de los labios del hombre.
—No lo sé —aquella respuesta fue de Axa—, pero por ahora deben sacarla de ahí para poder estabilizarla en la base.
—Entendido —se escuchó a Nate en algún lugar de la ciudad—. Un helicóptero va para allá, lancen una bengala que los trajes tienen para marcar su posición. Y Olympia...No creo que me oigas pero por favor resiste... —su voz se quebró—. Resiste...
Steve sacó la bengala del lugar indicado y se la entregó al millonario que la disparó al cielo. La luz y humo rojo se esparció siendo notorio en medio de toda la nieve.
A lo lejos, el sonido de las aspas del vehículo empezó a escucharse y cada vez se hacía más cercano. En parte era como una luz de esperanza que los hacía pensar que quizás había una oportunidad para Hansen.
—Resiste Olympia —susurró el rubio hacia la australiana que sólo iba empeorando—. Por favor...
Unos asistentes bajaron del helicóptero con una camilla y fugazmente pusieron a su líder sobre ella de la manera más delicada posible. Posteriormente todos los que estaban junto a ella subieron al transporte para volver con el corazón en la mano hacia Moyulan.
La llegada fue más dolorosa de lo que pareció. Todo transcurrió tal y como una película en cámara lenta con la canción más triste de fondo. Todo el Shatterdom dirigió su vista cuando la camilla médica de su Mariscal ingresaba al lugar siendo seguida por los doctores y sus amigos.
La vida de la líder más grande el Programa Jaeger estaba pendiendo de un hilo.
Habían atrapado a Newt después de eso para encerrarlo por sus crímenes y tratar de hacerlo volver en sí fuera del vínculo Kaiju. No obstante, ni siquiera eso les subía el ánimo.
Al ingresar al quirófano se le pidió al equipo permanecer afuera y en unas quejas al unísono trataron de impedir aquello. Luego entraron en razón estando de acuerdo en que era lo correcto.
Hansen estuvo dentro de aquella sala por casi una hora y nadie había salido a dar noticia alguna. Lo único que supieron de ella fue que seguía inconsciente y que las líneas de su cuello habían avanzado hasta su mejilla. Después de eso ella entró y allí permaneció.
El equipo no dejaba de dar vueltas de un lado a otro por la desesperación. Si bien es cierto habían ganado la guerra y eso era motivo de celebración, los ánimos se habían ido al suelo al estar enfrentando aquella situación con quien les había llevado a la victoria.
De no ser por Olympia ellos jamás lo hubieran logrado. Y ahora ella estaba pagando el precio por la victoria.
Pasados unos minutos Nate apareció caminando hacia el grupo, venía cojeando por la herida de su abdomen recién curada y Raleigh lo estaba sujetando.
—¿Han sabido algo? —cuestionó.
—No —negó Jake cabizbajo—. No ha salido nadie en una hora. Me asusta cada segundo que pasa.
—No puedo creerlo —pasó sus manos por su cabello—. Ella... —apuntó a la sala y su labio inferior tembló—. Ella no puede morir... —la palabra quemó su interior—. Sin esa mujer este lugar se hundirá.
—Y nuestras vidas —agregó Becket en un susurro.
—Se ve que ella es fuerte —se escuchó al asgardiano—. Los guerreros siempre se reponen.
—Ella no es cualquier guerrera —con cuidado Lambert se le acercó—. La mujer que está ahí dentro peleando por su vida es la persona más fuerte que conozco; mucho más fuerte que todos nosotros juntos. Ha llevado en sus hombros el destino de este Shatterdom mucho antes de ser Mariscal. Se ha expuesto a peligros potenciales sin importar el riesgo con tal de salvarnos...Ella lo ha dado todo...Por nosotros.
—Entonces no es momento de perder la esperanza —trató de animar Romanoff—. No conocemos a Olympia de toda la vida pero podemos notar a kilómetros su fortaleza...Ella lo logrará.
—Tratemos de pensar positivo —se unió el millonario—. No hemos tenido ninguna noticia de ningún tipo...Así que dejemos de suponer y sólo...Esperemos.
—Ella debe sobrevivir —susurró Nate—. No puede dejarnos.
No hubo respuesta alguna a aquel comentario, sólo se escuchó el sonido de una silla siendo arrastrada como cuando alguien se levanta para irse.
Steve.
Todos vieron al Primer Vengador levantarse de repente sin decir cosa alguna. Sus pesados pasos terminaron saliendo de la sala de espera sin un rumbo fijo, solamente deseaba irse después de que aquella conversación acabara con la poca fe que le quedaba.
Era como si le estuvieran diciendo una y otra vez que Hansen no tenía esperanza y que su destino sería la muerte sin importar el curso inminente de las cosas.
Su trayecto terminó en un pasillo que en ese momento estaba poco concurrido. La mayoría de los pilotos y cadetes se encontraban comunicando la victoria a sus superiores pero también el estado de la Mariscal.
Mariscal, pensó Rogers parado en medio del lugar, luchó tanto por ese puesto y ahora podía perderlo sin más que decir.
De inmediato sacudió su cabeza de ese pensamiento tratando de mantenerse positivo ante todo mal pronóstico que tenía encima.
De sólo pensar en Olympia...En su rostro, en sus brillantes ojos, en su cálida sonrisa, en su manera de liderar, en su disposición a sacrificarse por otros, en sus finos dedos acariciando los cortos cabellos rubios que reposaban en la parte trasera de su cuello, en como su interior se revolvía cada vez que la miraba y sentía que era capaz de hacer cualquier cosa...De sólo pensar en eso y que podía perderlo le partía el corazón.
No podía imaginar una vida sin ella. Recién la había tenido y al parecer estaba por perderla.
No quería, realmente odiaba sólo imaginar aquella situación.
La suerte jamás había estado de su lado y en muchas ocasiones perdió a personas que eran importantes para él. Por un momento se acostumbró sabiendo que su final feliz; ese que yacía sólo en sus más recónditos sueños, jamás llegaría a hacerse realidad.
Luego llegó Hansen...Y ella lo cambió todo.
Al principio la detestó un poco —cosa que le hizo saber en persona— debido a que se metió a robar al cuartel y violó todo un sistema avanzado de seguridad. Pero cuando empezó a conocerla y a descubrir la tremenda mujer que era fue imposible no caer rendido ante ella.
Trató de nunca hacer ver ese sentimiento y por las primeras semanas lo logró. Pero cada día que pasaba junto a ella, ya fuera peleando, charlando, entrenando o simplemente caminando lo volvía otra persona que nunca esperó que volviera a florecer dentro de sí.
Y cuando se dio cuenta que todo era recíproco la mirada hacia un futuro con ella una vez que la guerra acabara se hacía más cercano.
Oh, qué idiota había sido.
¿Pensar que finalmente obtendría felicidad? Se odiaba a sí mismo por creerlo. Aunque tratara de mantenerse positivo siempre llegaba un pensamiento a tirarlo abajo haciéndolo ver su realidad y que aquella platinada que le había cambiado la vida podía irse para siempre.
Y él jamás podría vivir con eso.
—¿Mucho qué pensar?
Una inconsciente sonrisa ladina apareció en su rostro cuando escuchó una voz que llegaba a su lado.
—Sí, Nat... —levantó su vista hacia ella—. Demasiado.
La pelirroja torció la boca en una pequeña mueca y a lentos pasos comenzó a caminar hacia él.
Al parecer ella había visto lo que el resto de sus amigos no; como afectaba el tema de Hansen a Rogers. La rusa no era tonta, mucho menos ciega, y había notado durante el último tiempo como era la relación de aquellos dos y lo mucho que comenzaban a significarse el uno para el otro.
Steve era su amigo y lo menos que podía hacer por él era mostrarle su apoyo.
—¿Han dado alguna información? —se atrevió a preguntarle.
—No —negó—. Nadie ha salido...Seguimos teniendo la misma información que hace una hora.
Él asintió—Entiendo.
Después de eso ninguno dijo algo por los siguientes segundos porque la verdad era muy difícil. Caminaban por una delgada cuerda floja que en cualquier momento se iba a romper dejándolos caer a su destino final.
Era un desafío hablar en momentos como ese, cualquiera podría decirlo. ¿Qué vas a comentar cuando tu ser querido está por dejar el mundo de los vivientes?
Sólo apoyo.
—Oye... —ella se acercó un poco más—. Me doy cuenta como te está afectando esto sin necesidad de que tengas que decírmelo —el aludido alzó su mirada un poco sorprendido—. Te importa ¿Verdad? —obviamente hablaba sobre la platinada.
Por la mente de Rogers pasaron todos los recuerdos que había alcanzado a acumular con la mujer.
La respuesta era evidente.
—Sí —asintió—, mucho.
Natasha comprendió a la perfección y pudo hilar en su cabeza lo que podía decirle en plan de tratar de reconfortarle.
—Pues se nota —rió suavemente—, son tal pata cual...Ya sabes, esa alma de líder y el deseo de hacer el bien cueste lo que cueste. Tuviste suerte.
—¿Suerte? —tragó saliva—. Se está muriendo.
Natasha quedó pasmada ante la ola de negatividad que había atacado a su amigo. Normalmente era él quien se mantenía animando a los demás en situaciones difíciles y trataba de mantenerse positivo para que los demás lo estuvieran.
Aquello le estaba afectando...Y demasiado.
—No tires todo por la borda aún —aquello llevó un leve tono de reprimenda como su amiga—. No sabemos nada y es por eso que hacer suposiciones de lo que puede pasar no nos sirve en lo absoluto.
—Nat yo estuve ahí —se notó lo angustiado de su voz—, yo la vi tirada en la nieve...Inmóvil y con un pulso casi inexistente.
—Pero ahora está aquí y está siendo tratada por un buen equipo médico —trató de animar—. Lo último que debemos perder en este momento es la esperanza, y te lo digo yo —se encogió de hombros—, hay que pensar en el uno por ciento de posibilidades aún teniendo el otro noventa y nueve en contra —algo llegó a su mente—. Así fue cuando te enlazaste con ella en el Jaeger ¿Verdad? Las probabilidades no estaban de su lado pero aún así funcionó.
Un largo suspiro salió de los labios de la agente después de un largo sermón que tenía como objetivo animar al rubio y hacerle ver que no todo podía ser malo...Así como tantas veces él lo hizo con ella.
—Ella estará bien —aseguró aún desconociendo el futuro.
Steve no dijo nada, sólo asintió agradeciendo el apoyo que le había dado a pesar que sus ánimos estuvieran por el suelo.
Sólo quedaba confiar.
Aunque la fe fuera nula.
En eso, unos acelerados pasos llegaron hacia ellos y se giraron a ver de quién se trataba.
—Chicos —era Clint—, deben venir de inmediato.
Se repartieron una rápida mirada y no esperaron otra cosa para salir corriendo junto al arquero con el corazón latiendo a mil.
—¿Qué sucedió? —preguntó el Capitán mientras trotaban.
—Banner entró a ayudar a los doctores y descubrieron que es lo que le está pasando a Olympia —explicó él.
—¿Y qué es? —cuestionó Natasha.
Sus pasos se detuvieron en la entrada de la sala de enfermería y se sorprendieron al darse cuenta que todo el equipo ya no estaba afuera...Sino adentro. Había algo de bullicio y las voces no se oían nada alentadoras.
—Barton, ¿Qué sucede? —rogó por saber Rogers.
—Su energía... —susurró con un hilo de voz—. La está consumiendo.
Las palabras dolieron como una apuñalada al corazón.
No podían creerlo.
Rápidamente hicieron ingreso al quirófano donde se encontraron con el resto de sus amigos que observaban directamente al frente, donde un intento de reanimación se estaba llevando a cabo.
Y eso les quemó por dentro.
—¿Qué está sucediendo? —se alzó la voz de Romanoff al ver que el rubio no podía emitir palabra alguna.
—Olympia ha usado demasiada de su energía —explicó Gottlieb algo desesperado—, literalmente ha estado abusando de ella a un nivel extremo y el encender el Jaeger por sí sola fue la gota que derramó el vaso —sacó un pañuelo de su bolsillo y con él se limpió el sudor—. Nos dimos cuenta de las líneas en su rostro e inmediatamente supimos que se trataba de... —tragó saliva—. De que la energía tecnopática que hay dentro de ella...La está consumiendo.
—¿Puedes ser más claro por favor? —insistió el Capitán sin dejar de ver a la mujer siendo impactada por los desfibriladores una y otra vez. Las líneas azules ahora cubrían toda su cara como una ramificación.
—La energía está absorbiendo su vida órgano por órgano, sistema por sistema —la explicación fue tan clara que dolió—. No tenemos idea de cómo poder frenarlo y hace unos segundos...Su pulso se fue a cero.
—¡Pues hagan algo! —la desesperación de Rogers lo llevó a alzar la voz.
—Steve cálmate —la rusa trató de calmarlo.
—¡Eso estamos haciendo! —reclamó Hermann—. Esto nunca nos había pasado y tratar de arreglarlo es como ir manejando a ciegas.
—Debe haber alguna forma —Tony se unió a la petición.
—Hermann, por favor, dinos que hay una solución —se acercó Nate y al no tener respuesta explotó—. ¡Di algo, maldición!
Nadie dijo nada.
Sólo se escuchó un único sonido.
Solemne.
Sólido.
Característico.
Inconfundible.
Pero doloroso.
El medidor de pulso se detuvo después de intentar reanimar a la australiana en crisis. El lineal pitido y la recta horizontal en la pantalla les indicó todo lo que necesitaban saber.
Olympia Hansen ya no estaba con ellos.
PENÚLTIMO CAPÍTULO Y YO SOY LÁGRIMAS.
no diré nada porque aún queda el último y el epílogo y es mejor que yo guarde silencio para no empeorar las cosas 😭
sólo diré que les adoro mucho, y agradezco todo el apoyo que le han dado a esta historia de su inicio hasta el final 🥺❤
son lo mejor
olympia . . . we love you.
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nat
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