O24

CHAPTER TWENTY FOUR
"WHAT WOULD OLYMPIA DO?"

se recomienda leer escuchando la canción en multimedia.

❱❐❲↻❳➟ 14 DE JUNIO DE 2030, 0745 HORAS. MOYULAN SHATTERDOME, HONK KONG

DENTRO DE SÍ OLYMPIA SABIA QUE STEVE sería mucho más terco que todos y que de una u otra manera se iba a rehusar a irse de la sala. Por eso cuando se giró lentamente a verlo no hubo expresión de sorpresa, sino una seria; tratando de aparentar la mayor fortaleza posible.

—¿Qué? —murmuró ella sin expresión.

—No iré a ninguna parte. No soy uno de los pilotos de este lugar así que no recibo órdenes tuyas, lo siento mucho —se oía bastante serio—. No puedo dejar que subas a ese Jeager.

Hansen aferró más las mantas a su cuerpo y empezó a acercarse a él con la misma expresión.

—¿Ah no?

—No —negó—. Si hay una gran posibilidad de que mueras no lo haré.

—Y ¿Qué? —la cercanía tocó límite cuando su rostro estuvo más cerca—. ¿Vas a encerrarme en esta habitación? ¿Me vas a encadenar a la columna de allá? ¿Me vas a sedar o algo?

Él no respondió, sólo apretó la mandíbula. Obviamente él no haría algo así, pero se negaba a dejarla participar en algo que resultaría mortal para ella.

—Olympia...Por favor no hagas esto más difícil.

—De hecho lo estoy haciendo más fácil —alzó sus brazos—. Descansaré e iré; punto final.

—Las cosas que has enfrentado últimamente te han dejado en el límite —continuó—. No estoy diciendo que no seas capaz, es sólo la realidad...Ha sido demasiado.

—Aunque no quieras decirlo es exactamente lo que estás diciendo —frunció el ceño levemente ante el raro trabalenguas que había creado—. Steve, entiende por favor...Este es mi trabajo; es quien soy, e ir a esa guerra es por lo que me he preparado todo este tiempo.

—¿Aunque ir signifique morir?

—De eso se trata ser soldados ¿O no Capitán?

Jaque mate.

Rogers no respondió en los primeros segundos y se giró para pasar sus manos por su rostro.

—Hace rato...Vi como casi te mueres —se notaba la angustia en sus palabras—, vi como tu piel se ponía cada vez más pálida y como tus ojos se tornaban apagados. Vi... —tragó saliva—. Vi como tu cuerpo se sacudía y como te ahogabas...Por favor piénsalo.

—No tengo nada que pensar —respondió como si fuera lo más normal del mundo—. Yo sé exactamente lo que fue estar muriendo...Yo estuve ahí —soltó una corta risa—, y es por eso que valoro la nueva oportunidad que la vida me dio, una oportunidad para hacer las cosas bien.

—Es demasiado riesgoso —repitió en busca de hacerla entrar en razón—. No puedes ponerte en esa situación por enésima vez.

—Vaya, entonces veo que no me conoces —se cruzó de brazos—. Yo pensé que lo hacías...

—Lo hago.

—¡No lo haces! —alzó los brazos con ironía—. Yo soy así, voy a pelear y defender lo que creo que es correcto.

—Te conozco y sé que también eres una líder sensata —reclamó acercándose nuevamente—, sé que está en ti la capacidad de diferenciar lo correcto, lo peligroso y lo imposible.

—¿Es una broma? —satirizó—. Por favor Steve, esto va mucho más allá de qué es correcto y qué no lo es.

—Tienes razón, va mucho más allá. Esto tiene que ver con una vida ¡Tu vida! —la señaló.

—Cuando miles de vidas están en riesgo la mía da igual.

—Pero...

—¡Y sé que tú me entiendes perfectamente! —ahora ella lo apuntó—. Por favor, tú; el mismísimo Capitán América te arriesgaste de la manera más heroica posible cuando estrellaste ese avión en el hielo. Y dime, ¿Hubieron personas que quisieron detenerte?

La mención de la memoria y recordar lo que sucedió le causó un revoltijo en el estómago al susodicho.

—Rogers.

—Sí —contestó harto.

—¿Y lo hiciste? ¿Te detuviste?

Se tardó en contestar—No.

Alzó sus brazos—¿Ves? Fuiste el héroe y salvaste un continente. Y yo, que soy una mujer ¿Sólo puedo jugar a ser la damisela en apuros?

—No se trata de qué género es superior, Olympia —habló con sinceridad—. Va mucho más allá. Se trata de...

—De lo que es correcto y menos arriesgado; ya me quedó claro tu punto —negó—. Lo siento, pero no puedo aceptarlo.

—Sigues delicada de salud —recordó—, debes tener eso en cuenta y...

—¡Por el amor de Dios! Creí que tú me entenderías y me apoyarías. De todas las personas en este lugar pensé...Que tú lo harías.

—Olympia...

—Yo debo hacer esto sin importar lo que suceda. ¿Qué rayos quieres?

—Yo...

—¿¡Qué es lo que quieres de mí!?

—¡No quiero perderte! —la tomó por los brazos.

Ambos guardaron silencio.

El rostro enojado de Hansen cambió por completo, dejando en evidencia una sorpresa genuina. Todo ese rato que estuvieron discutiendo pensó que el objetivo de las palabras del rubio era hacerla entrar en razón sobre lo que era correcto. Pero ahora, se estaba dando cuenta que se trataba de ella.

El rubio, por su parte, se había asombrado de sí mismo cuando soltó sin querer aquellas palabras. ¿Había sido el estrés? ¿La desesperación? ¿La frustración? Fuera lo que fuera, le había impulsado a sacar lo que palpitaba en su interior.

Eso era la verdad, y nada más que la verdad.

—Yo.... —quiso retomar el habla bajo la curiosa mirada de la platinada que le rogaba que siguiera pero le costó un poco—. Yo...Me despedí de ti hace unos minutos —suspiró—. No creí que me dolería así pero lo hizo —la miró—. Sentí que iba a perderte...

—Steve...

—Y no... —cerró sus ojos—. No quiero hacerlo de nuevo. No imaginé que esa sensación podía ser así de fuerte pero hoy lo experimenté.

En ese momento Hansen se detuvo a pensar en algo importante. Si la situación fuera al revés; si el rubio estuviera en su lugar y ella en el de él...Probablemente la platinada haría lo mismo.

Detenerlo.

Sacudió su cabeza de ese pensamiento ya que no le estaba ayudando en nada y volvió a mirar al hombre. Su aún fría y temblorosa mano alcanzó su mejilla y dejó débiles pero suaves trazos que hicieron al Primer Vengador cerrar sus ojos; deseando que aquello fuera eterno y que los problemas a su alrededor desaparecieran.

—Oye... —fue difícil hilar la primera oración—. No me imagino que sería de mí si yo estuviera en tu lugar. Pero estamos en el aquí y ahora —suspiró cansada; no quería discutir más—, los Kaiju nos están ganando terreno y no podrán vencerlos sin una piloto menos.

—Quizás haya alguien más...

—No lo hay —negó rápidamente—. Además soy la jefa de este lugar y aunque no pueda darte órdenes...Puedo pedirte...Que me entiendas, y quizás que me apoyes.

Él guardó silencio, sintiéndose incapaz de poder componer una simple oración que calzara en el contexto en que la platinada lo tenía en ese momento. Se sentía rendido; ante ella y ante esa situación.

Al no obtener respuesta Hansen tragó saliva y apartó su mano para poder meterla otra vez debajo de las mantas. Ella también se sentía rendida; ante él y ante la situación.

—Pero...Si no lo haces está bien —miró al suelo—, sólo me queda pedirte que te vayas.

Los ojos tristes y llenos de angustia volvieron a aparecer en el rostro de Rogers.

—Olympia...

—Espero esta vez no seas tan testarudo y al menos hagas caso —limpió su nariz fugazmente—. Pero si no me vas a apoyar...Mejor vete; quiero estar sola.

Steve suspiró ya sin ganas de continuar y comenzó a retirarse lentamente. Dentro de sí deseaba quedarse ahí con ella, abrazarla para que ya no tuviera frío y detenerla de hacer otra locura. Pero se acababa de dar cuenta que aquello era imposible.

—Steve —su nombre en sus labios lo hizo girarse—. Nada ni nadie me impedirá subirme a un Jeager —él tragó saliva—. Pero si algo cambia en ti y decides darme tu apoyo...Sabes dónde encontrarme, sino...No lo hagas.

Con pesar él asintió y terminó su salida del área de enfermería, dejando a la mujer sola tal y como ella quería.

¿Apoyarla en algo que podría matarla? La pregunta carcomió al Vengador en todo su trayecto a lo largo de los pasillos.

Una vez que estuvo sin compañía, Hansen dejó salir todo el aire retenido dentro de sus pulmones. Se sentó en el piso, arropada en las telas y con las lámparas de calor a su lado procurando recobrar su estado de salud.

—Esto no puede pasarme a mí —susurró con la cabeza en sus manos—. ¿Qué voy a hacer?

Entre una pequeña interferencia y un sonido entrecortado, una particular voz regresó a su cabeza:

¿Qué haría Hercules Hansen?

Ella rió levemente al oír una vez más a Axa; ya recuperada también.

—¿Mi padre? —frunció los labios—. Él probablemente se levantaría de la cama en una manera más abrupta que yo, daría órdenes hasta por los oídos y no hablaría con nadie por una semana —suspiró—. No, yo no llego a ese punto.

¿Qué tal Chuck Hansen?

La risa ahora fue un poco más audible—Wow, mi hermano, él... —chasqueó la lengua—. Él le gritaría a todo el mundo el arsenal de insultos que tenía. Quizás terminaría haciendo una estupidez como subirse a un Jeager sin el otro piloto, luego se desmayaría y no podría ir a la guerra —rió—No, definitivamente yo estoy más cuerda.

Y...¿Qué haría Margot Hansen?

El nombre resonó en su cabeza haciendo que su corazón se acelerara. Miró al blanco piso cerámico en el que estaba sentada como si sus pensamientos pudieran aclararse con el.

Mi madre... —su rostro cruzó su mente y sonrió con nostalgia—. Bueno, ella haría caso a las instrucciones de los médicos —rió suavemente—. Se quedaría en la base y encontraría otra manera de ser útil sin tener que ir a pelear —negó con la cabeza—. No nos parecemos nada en eso.

Bien, aún nos queda una última opción.

—Oh ¿En serio? —acomodó sus piernas y estiró sus manos a las lámparas de calor— ¿Cuál?

¿Qué haría Olympia Hansen?

Honestamente la platinada había pensado en cualquier otro nombre menos el suyo. Dejó salir un largo suspiro de sus labios mientras jugaba con su muñeca; acariciando el tatuaje de la zona como siempre lo hacía.

—Ella...Ella... —tardó unos segundos en pensar—. Ella probablemente olvidaría todo mal pronóstico para ir a la guerra, porque eso es lo que hace...Luchar hasta el final. Se pondría de pie y lideraría todo un Shatterdome como la Mariscal que es.

Y ahí estuvo su respuesta.

—Lideraría a todo un Shatterdome como la Mariscal que es —se puso de pie ya sintiéndose mejor—. Eso es justo lo que voy a hacer.

Siempre el mejor ejemplo eres tú misma —comentó su asistente.

—Gracias Axa —dijo sinceramente—. Creo que por primera vez te haré caso.

Solamente dedicó otros cinco minutos a recibir el calor de los aparatos en enfermería para vestirse con la ropa limpia que le habían dejado sintiendo una cálida sensación de comodidad en su anatomía. Frotó una última vez ses brazos para luego aventurarse a salir al pasillo.

Cuando lo hizo todas las personas que circulaban por ahí se quedaron mirándola con sorpresa. Al inicio aquello le preocupó —pensando que murmurarían en su contra—, pero se dio cuenta que aquellos susurros eran de simple admiración; asombrados por su fuerza y valentía de levantarse después de casi morir.

Así era ella.

Y lo sería siempre.

La presión aumentó cuando sus cuidadosos pasos empezaron a acercarse al área Central, donde todo su equipo se encontraba.

Una vez que su figura ingresó y comenzó a hacerse visible para todos los presentes éstos se voltearon a verla en completo silencio; temerosos de decir algo que volviera a hacerla entrar en crisis. Debían entender que ella era su jefa y debían hacerle caso.

—Veo que ya están preparando todo —fue lo primero que dijo obteniendo como respuesta solamente asentimientos de cabeza—, me parece fantástico —juntó las palmas de sus manos lista para seguir—. Yo sé que hace rato vivimos un momento muy fuerte...Y que todos quedamos algo afectados. Pero no podemos detenernos —negó—, los Kaiju ahora tienen tiempo de ventaja y debemos ir a detenerlos. Cuento con todos ustedes para hacerlo, no... —suspiró—. El mundo cuenta con ustedes...Con nosotros —su mirada se cruzó un segundo con la de Rogers pero la alejó—. Quiero a todos los pilotos listos en el hangar en diez minutos.

Y sin otra cosa que agregar la Mariscal se retiró dejando entregadas las órdenes para cumplirlas.

Hansen siguió su camino sin esperar a nadie a través de los pasillos para buscar su traje. Si iba a hablar con su equipo lo haría antes de partir, en aquel momento sentía que les gritaría si volvían a pedirle que se quedara. Ella sólo quería seguir y pelear por lo que tanto se preparó.

—Olympia.

La mujer se detuvo.

Tragó saliva cuando aquella tan distintita voz llegó a sus oídos. Debí suponer que me seguiría, pensó antes de soltar un último suspiro para no dejar el enojo salir y se giró para mirarlo frente a frente.

—¿Sí? —trató de sonar lo más neutra posible mientras le rogaba a todo lo divino que no estuviera ahí para tratar de detenerla una vez más.

Al inicio Steve no dijo nada, solamente caminó los pasos que le quedaban para estar más cerca de la australiana. Simplemente la miró; la miró buscando algo que dijera en ella: Quiero quedarme, pero realmente no lo había y él debía comenzar a aceptarlo aunque le doliera el peligro de perderla.

—Lo lamento.

La primera frase emitida por el rubio en el hilo de aquella conversación la dejó sorprendida. Para ser honestos, ella se estaba preparando para rebatir otra vez y defender su posicón, no para una disculpa.

—¿Qué?

—Que lo lamento —repitió—. Tienes razón, debí... —cerró los ojos y suspiró—. Debí haberte apoyado y no haberte querido detener de tu importante labor. Eres la jefa de este lugar y nada funcionará si tú no estás —la miró a los ojos—. Sólo estaba tratando de...

—¿Protegerme? —él asintió con seriedad y lentitud—. Steve —sonrió de lado—, esta vida que llevamos nos pone en peligro todos los días; a ti y a mí. Tenemos que entenderlo o viviremos asustados por una eternidad. Cuando era más pequeña también me pasó cuando veía a mi padre subirse a un Jeager cada dos días —rió—. Pero él me hizo entender que el riesgo siempre va a existir hagamos lo que hagamos; más aún en este trabajo. Lo importante es...Tener alguien que pelee junto a ti.

—Y eso es lo que haré —la sonrisa de la platinada comenzó a verse—. No voy a detenerte más de hacer lo que amas; no es justo. Y tienes razón —se acercó un poco más—, nuestras vidas están en riesgo todos los días, ¿Qué más da un día más peleando en una guerra?

Su risa no pudo ser evitada—Con unos monstruos horribles y asquerosos, no lo olvides.

Ambos rieron suavemente.

—Gracias —le susurró mientras él tímidamente acomodaba uno de sus platinados y rebeldes mechones detrás de su oreja—, no sabes lo mucho que significa para mí. Ya no quería pelear contigo.

—Ni yo. Sólo me queda agregar que estoy muy orgulloso de ti...Y de todo lo que has logrado.

Aunque Olympia tratara de apretar sus dientes o morderse el interior de su mejilla, nada impidió que una amplia sonrisa apareciera en su cara. Ella creía que no necesitaba de un hombre o de quien fuera para que la animara a seguir con cumplidos y esas cosas. Pero cuando escuchó aquellas palabras por parte del Vengador, las disfrutó en sobremanera.

—Ya vámonos —dijo al final posicionándose junto al rubio para que este pasara su brazo sobre sus hombros y comenzaran a caminar—, debo mostrarte donde están los trajes y debes subir a tu primer Jeager.

—Muero de la emoción.

—Podemos morir en serio.

—¡Olympia!

Oh, cuánto deseaban que la calma que sentían en ese momento fuera eterna. Pero lamentablemente se dirigían a la boca del león donde la paz y la comodidad no existían.

Y Hansen tenía razón; podían morir en el intento.




































































































































BUENASSSSS ACÁ NUEVO CAPÍTULO

qué les pareció?

menos mal mis bbs se arreglaron los tkm

cómo irá todo en la guerra?

tendrán complicaciones?

you already know

60 votos para actualización <3

VAMOS VAMOS QUE YA SON LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS (ahora sí jeje) vieron como alargue los capítulos para posponer el final?? soy la mejor, de nada ndjfjdjf

gracias otra vez que mi bb -wipedout por el nuevo banner gif porque lo amo demasiadoooooo<3

les amo un montón, son lxs mejores ❤✨

nat

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