- ᴅɪᴇᴢ: ᴄᴀsᴛɪɢᴏs -
Cuando Jay despertó pasaba de medio día, todos seguían aún dormidos en dónde había encontrado lugar, y no parecían que fueran a despertar pronto. Se sentía bastante cansado y tenía un terrible dolor de cuello por la mala postura en la que había dormido; al revisar, Sunghoon era quien posiblemente haya dormido mejor al haberse quedado en el suelo sin que nadie lo molestará.
Cómo pudo se levantó del sofá teniendo cuidado de no despertar al resto, se sorprendió de no ver a Jiyu en la cama, y se asustó un poco, creyendo en que algo podía haberle sucedido mientras dormía. Busco sus zapatos por la habitación mientras iba colocándolos mientras avanzaba por el pasillo, a su vez buscaba acomodarse el cabello para dar una buena imagen, se dirigió a su habitación sacando los cuadernos de la chica.
Los cuadernos era una excelente excusa para ver si había regresado a su casa, y si no, estaría en un enorme problema, poco le importaba si olor a alcohol y otras cosas más menos presentables, el bienestar de Jiyu era lo importante en este momento. La casa era un desastre total, había vasos de plástico tirados por todos lados, papel de colores y algunas luces que había colgado como decoración estaban en el suelo. Sería un enorme dolor de cabeza el limpiar todo ello.
No quiso pensar más en eso, y salió de la casa a paso apresurado. Soltó un quejido cuando la luz del sol de medio día golpeó contra su piel, lo había cegado momentáneamente, por lo que cubrió su rostro con los cuadernos, sintió su piel arder y maldijo por debajo, cruzó la calle.
Presionó dos veces el timbre esperando pacientemente, era otoño, pero sentía un calor del demonio, no sabía si era por todo lo sucedido el día anterior o era porque verdaderamente era un día caluroso en pleno otoño por culpa del calentamiento global. Se abanicó con uno de los cuadernos en lo que esperaba que abrieran la puerta.
Cuando estaba por volver a tocar, la puerta de madera se abrió mostrando a una señora de algunos treinta y algo años, demasiado joven para ser la madre de Jiyu, tenían el ceño fruncido, y parecía de estar de muy mal humor, sonrió amigablemente.
— Buen día.
— Son tardes, pasa de medio día — lo interrumpió de mala manera.
Jay mantuvo su sonrisa, en efecto, estaba de mal humor por la manera en responder, aclaró si garganta para corregirse.
— Buenas tardes, Jun Jiyu me prestó sus apuntes — señaló los cuadernos en si posesión — Enfermé, así que no fui a clases, ella fue muy amable en prestarme sus cuadernos, ¿Está ella?
— Está castigada — dijo la señora cruzando los brazos por encima de su pecho — Es una muy mala hija.
Jay no supo que responder a ello, estaba aliviado de saber que la chica había salido de su casa bien, estaba castigada, pero al menos había logrado salir, y ello le calmaba, por otro lado, la señora que tenía frente parecía ser muchas cosas menos amable, y por la forma en que hablaba de Jiyu se cuestionaba si no había sido lastimada por ella.
— ¿Podría hablar con ella brevemente? Tengo una pequeña duda con los apuntes que quisiera que me resolviera.
La mujer chasqueo la lengua y rio sin muchas ganas, se apoyó en el umbral de la puerta mientras miraba de arriba a abajo al chico, él era mucho más alto que ella, pero aún así, lo había hecho sentirse incómodo.
— No, está castigada, tiene prohibido hablar y salir de su habitación hasta que yo se lo permita — le arrebató los cuadernos — Yo se los entregó, resuelve tu duda mañana en la escuela. Gracias.
Y cerró la puerta dejando a Jay perplejo.
Al llegar a clases, notó que muchos hablaban al pasar, era algo normal, conocía de lo que decían de él, y cada que desaparecía sabía bien que los rumores se disparaban, lo que se decía era en su totalidad una farsa, sentía cierta envidia de la vida que los estudiantes le inventaban, quizás era problemática, sin embargo era la vida de alguien tentativamente normal con una familia, sin estar involucrado en cosas que él aún le costaban trabajo entender.
Se mantuvo neutro avanzando por el pasillo del colegio, llevaba ambos manos mentiras en los bolsillos de su pantalón, tenían una vibra completamente despreocupada, siempre aparentaba no importarle nada, ingresó al salón dirigiéndose a su habitual asiento, notó que Jiyu ya había llegado a clase pero tenía en rostro oculto entre sus brazos.
Jay dejó la mochila en su lugar, y se dirigió a ella, tomando el asiento vacío delante de la chica, la movió ligeramente para captar su atención. Hasta que ella alzó su rostro algo sorprendida de verlo.
Tenía un arañazo cerca a su ojo izquierdo, más las dos bolsas negras bajo sus ojos, había pasado una mala noche, pero ella rodó los ojos en cuanto vio que era Jay quién le había hablado, se levantó de su asiento saliendo del salón llamando la atención de los que ya habían llegado.
— Jiyu, espera — se apresuró en seguirla por dónde se había ido.
— Deja de seguirme.
Se había dirigido hacía los baños, estaba por entrar para impedir que la siguiera, cuando la tomó del hombro para girarla hacía él.
— Te dije que hablaríamos de lo que sucedió.
— No quiero, cada que me acercó a ti... No, más bien, cada que sé más de ti me ocurren cosas, ¡Aléjate! No quiero seguir involucrada contigo, incluso esto es culpa tuya — señaló la herida cerca a su ojo.
— ¿Eso? Te dije claramente que no fueras a la fiesta, no es culpa mía que tú madre te haya agredido por escaparte de la casa — se defendió.
— Como sea, me da igual, no quiero saber de ti, sigamos como antes — pidió.
Jay sonrió incrédulo.
— ¿Seguir como antes? Tengo una lista muy larga para decirte que eso no es posible, pero el punto más fuerte es que mientras no tengas reflejo nada volverá a lo de antes.
Jiyu fue ahora la que soltó una risa sin gracia, estaba enojada, con todos, con su madre, con Jay, consigo misma, pero siempre ella tenía que estar limpia de culpas, así que lo fácil era culpar de todo a Jay.
— ¿Y qué? ¿Tu me vas a resolver lo de mi reflejo? Tampoco tu lo tienes, no puedes arreglar muchas cosas de tu vida, ¿Pero si vas a arreglar lo mío?
Jay apretó la mandíbula desviando la mirada, cerró los ojos intentando calmarse, sí, fue grosero con ella, pero no creí que haya sido lo suficiente como para recibir ese trato de su parte. La campana sonó indicado que iniciarían las clases.
— ¿Qué cosas? ¿Tu que puedes saber de mí?
Jiyu cruzó sus brazos mientras flexionaba una rodilla. Recordó de los artículos que se había leído antes, y quizás debió haber pensado más en las palabras que soltó.
— No lo sé, quizás resolver que fue de tu familia desaparecida, ¿O vas a seguir fingiendo que no recuerdas ese evento?
Jay respiró hondo. Llevó ambas manos a los bolsillos de su pantalón en dónde las empuñó con tanta fuerza que encajo las uñas en su piel. Sin embargo aquello le había dolido, entonces ahí fue cuando Jiyu se arrepintió por completo de lo dura que había sido con sus palabras. Había notado una mirada llena de tristeza y dolor en los oscuros ojos de Jay, al menos de manera efímera.
— Jay, yo lo siento...
El chico se dió la media vuelta volviendo por el pasillo caminando rápido, Jiyu se golpeó la frente con la mano, y comenzó a caminar tras de Jay llamándolo constantemente por si nombre para captar su atención, pero nada servía.
En el aula ya estaba el profesor pasando lista, Jay ni siquiera pidió permiso para entrar al salón, simplemente entró, tomó su mochila volviendo a salir de la clase mientras los ojos curiosos de todos sus compañeros le seguían. Jiyu hizo una reverencia rápida ante el profesor y volvió a correr tras de su compañero.
— ¡Jay! Espera.
— ¿Y ahora que quieres? — se giró de manera brusca hacia ella — ¿Te han dicho alguna vez lo molesta que eres? ¿Lo entrometida que eres? Si no hubieras puesto atención en mi desde un principio aún tendrías ti reflejo.
— Jay — suplico.
— Resuelve eso por tu cuenta.
Dicho esto salió de las instalaciones dejándola sola en el pasillo.
Aunque no lo parezca, Jiyu tiene carácter fuerte y es hiriente xd
Volví más rápido de lo que pensaba, pero bueno, tenemos capítulo.
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