- ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏ: ᴘᴀʀᴋ sᴜɴɢʜᴏᴏɴ -

¿Y si ese algo que te apasiona en la vida se te fuera arrebatado?

La campana sonó indicado el final de la jornada, varios estudiantes se apresuraron por guardar sus cosas, eran fin de semana, varios seguramente habían planeado salir con sus amigos a un karaoke, o simplemente dar vueltas en algún centro comercial. Sunghoon estaba guardando sus cosas cuando sintió unos brazos alrededor de su cintura provocando una tímida sonrisa.

Se giró hacía la chica quién le sonreía ampliamente ya con su mochila colgada a su espalda, él besó su frente y ambos entrelazaron sus manos para salir del aula juntos. Rápidamente llamaron la atención de varias personas en el pasillo, a lo que ellos poco importancia dieron para seguir caminando.

— Forman linda pareja — se escuchó por un lado.

— Ella merece más que eso...

— Ambos son afortunados de tenerse el uno al otro.

— Él es poca cosa en comparación a ella.

— Que envidia, quisiera tener un noviazgo así.

Ella solo reaccionó a los comentarios positivos sonriendo de manera tímida como si fuera la primera en tomarse las manos mientras un ligero rubor decoraban sus mejillas, a lo que en Sunghoon solo le provocó ternura haciendo aún más fuerte la unión entre sus manos para salir del colegio. Una viva imagen de un amor juvenil, uno escolar.

Él caminando del lado de la calle con una corta sonrisa escuchando atentamente cada palabra de su adorable novia, una chica de grado menor a él, quién le contaba con gran energía como había estado su día. Eran tan opuestos que lograban complementarse tan bien, ella baja, con mejillas regordetas haciéndole de una imagen adorable, siendo tan optimista, entusiasta, algo que a Sunghoon le encantaban.

Ya eran dos años en los que ambos salían, y seguían igual de enamorados a la primera vez. Ninguno estaba cansado del otro, estaban seguros de estar profundamente enamorados el uno del otro como para dejarse, ninguno podía imaginarse sin el otro, y es que era que conectaban tan bien, que cualquier que pasará a su lado por notar de ese amor que se tenían.

Eran ellos, simplemente ellos, y no necesitaban de más. Ella era tu mundo, su presente, su futuro, y él para ella, era también su todo, ambos tenían tantan suerte de haberse conocido, ambos tenían tanta suerte de haber coincidido.

— Hoonie — él volteó hacia su novia, notando como se ruborizó por completo sonriendo de manera tímida evitando el contacto visual con él — Yo ... Creo que realmente te amo.

Confesó cohibida, y es que, a pesar de tanto tiempo juntos, no eran de decirse cosas así, simplemente eran ellos, pasando tiempo juntos, demostrando su cariño con actos, no con palabras y era eso mismo lo que hacía aún más mágica su relación.

Sunghoon inmediatamente se ruborizó apartando la vista, mientras una sonrisa aparecía en su rostro, ambos dejaron de caminar, el corazón de ambos jóvenes latían acelerados. Él solo la atrajó hasta su cuerpo, y ella pudo escuchar como su corazón latía rápido, por ella, por su confesión, lo que le hizo sonreír con gran paz, cerrando sus ojos.

— Yo también te amo, créeme — susurró apenas para ambos.

Solo ellos, y nada más importaba, mientras se tuvieran el uno al otro nada les faltaría, pues ninguno podía imaginarse sin el otro, así debió ser, así debieron seguir, así debieron permanecer.

Todo era tan perfecto entre ambos, más de lo que debió haber sido.

Sunghoon había comenzado a faltar a clases debido a sus prácticas de patinaje, preparaba un torneo importante, por lo que debía concentrarse en él, era la oportunidad que había estado esperando por años como para dejarla ir.

Su dulce novia por supuesto que lo entendió, incluso le pareció fabuloso aquella oportunidad mostrando todo su apoyo en las prácticas, no importaba no poderse tocar, no importaba no poder pasar las tardes como habían acostumbrado, con tan solo verlo, ella era feliz, y él, con tan sola verla en las gradas se llenaba de orgullo y confianza. Lo ganaría todo, solo por ella, ese era su mayor deseo, quería hacer sentir a ella realmente orgullosa de tenerlo como novio. Al fin dejarían de decir que era poca cosa para ella.

Ella ya se sentía orgullosa de él, sin embargo él no lo sabía. Quizás ahí, fue cuando cometió su primer error.

— Hoonie, no hagas sobreesfuerzos — pidió un tanto angustiado.

Sunghoon estaba apoyado en la barandilla de la pista respirando con dificultad, ella había bajando corriendo a intentar auxiliarlo a lo que él se negó rotundamente, tenía que entrenar más si verdaderamente quería lograrlo, y no importaba más que eso.

— Sunghoon — volvió hablarle un tanto dolida.

Él finalmente alzó su rostro, encontrándose con la mirada llena de preocupación de su novia, había adelgazado tanto, había palidecido por sus sobreesfuerzos, están haciendo más de lo que debía, pero aún no era suficiente, no para él. Volvió a bajar la mirada hacia el hielo bajo sus pies, notando de su nítido reflejo.

Rodó los ojos sonriendo, volviendo a su rutina de entrenamiento sin hacer caso a los constante llamados de su novia implorando que por favor tomara un descanso. No lo haría, no hasta haber ganado.

— Sunghoon — dijo bajo mientras las lágrimas bajaban por sus regordetas mejilla viendo como su novio volvía a repetir su rutina.

Limpió la lágrimas, tomando sus cosas para largarse. Era la primera vez que lloraba por él, y era también la primera vez que él no corría a ser de su consuelo.

Después, ella ya no quiso frecuentarlo en sus entrenamientos y él tampoco fue a buscarla aún cuando extrañara su presencia, la añoraba, pero simplemente no podía, más bien no tenía el valor para buscarla. Y eso a elle le lastimaba.

Así pasó el tiempo, en dónde ninguno se volvía a buscar, aún cuando fuera lo que más desearan, era orgullo, quizás inmadurez, lo que haya sido, sin embargo, no volvían a hablarse; él finalmente salió a su competencia, en dónde ganaría algo para ella, en donde sería algo finalmente para ella, por fin esa distancia entre ambos acabaría, él lo sabía perfectamente, llegaría con ella con una medalla para volver así a ser la pareja que eran antes, inclusive mejor, según él. Había volado tan alto, tan cerca de todo, que solo quedó la dura caída.

Había fallado en uno de sus giros de alta complejidad en la presentación cayendo contra el frío el hielo del que no se pudo levantar por más que quisiera, no gritó, solo aguantaba el insoportable dolor en su pierna, no sentía su rodilla, se le había adormecido, todo el público miraba preocupado su cuerpo derrumbado en mitad de la pista, teniendo que ser llevado inmediatamente al hospital para que se le atendiera, y ahí fue cuando se dio contra una tormenta. La verdadera tormenta.

— Lo siento, pero con esta lesión, jamás podrás volver a patinar — había dicho el médico.

Y todo su mundo se vino abajo.

Su mirada se volvió vacía, una cuencas oscuras sin brillo, no le quedaba nada, sus familiares, sus amigos, por más que le soltaran palabras reconfortante, Sunghoon no las sentía, se había sumergido tanto en su perdida que no era capaz de ver más allá. Sintiendo solo un profundo odio por su incompetencia, era un completo inútil.

Ahí recostado en su cama,  viendo una y otra vez las mismas personas visitarlo, ninguno podía comprender lo que sentía. Él sabía que solo sentían lástima por él, y ello le generaba asco, prefería que no fueran a verlo si solo estaría lamentando su estado.

¿Cuánto más soportaría?

No mucho, observó su reflejo en el espejo del baño. Estaba irreconocible, sin antes no era alguien digno para ella, ahora mucho menos, una piel amarillenta, grandes bolsas negras bajo sus ojos de mirada vacía, no había nada de lo que fue. Sin más se dirigió a la bañera, adentrándose en esta aún sin quitarse la ropa, no tenía nada sentido ahora. Y cerrando sus ojos soltó un largo y pesado suspiro.

Solo quería descansar, era eso lo que únicamente pensaba.

El agua en la tina comenzó a teñirse de rojo, el agua tibia comenzaba a volverse fría, ni siquiera lloró cuando se vió a si mismo en tal forma, prefirió cerrar sus ojos en la espera de ese descanso en el que había pensando las últimas semanas. Comenzaba a envolverse por esa pesadez y calma que no había tenido, hasta que su cuerpo fue movido de manera brusca.

— ¿Hoonie? Hoonie — sus ojos se abrieron apenas, teniendo una muy borrosa visión, pero aún así, supo que era ella — ¡Hoonie!

Ella abrazaba la cabeza de Sunghoon dándole de golpesitos en las mejillas buscando porque reaccionara, comenzó a llorar, sus manos temblaban y la desesperación la comenzaba a llenar.

— ¡Sunghoon! — gritó de manera desgarradora.

Su cuerpo estaba helado, llorando sin consuelo uno ante el cuerpo de quién había sido su novio en el suelo de ese gélido baño.

Sunghoon, el reflejo de Sunghoon notó como las cadenas en sus manos se desvanecían. Aún los llantos de la chica eran audibles y desgarradores, aferrándose al inerte cuerpo.

Sunghoon había amado hasta el final a la joven, y ese sentimiento seguía tan vivo y presente en su reflejo que se los había traspasado.

Él también quería estar con ella, él ahora deseaba ser quién recibiera esa calidez, aún cuando esto fuera imposible, aún cuando esto fuera prohibido, aún cuando estos sentimientos no fueran del todo propios.

Estaría con ella, aún cuando esto fuera romper las reglas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top