𝗧𝗵𝗿𝗲𝗲. -𝐄𝐒𝐂𝐀𝐏𝐄 𝐎𝐅 𝐀 𝐏𝐀𝐈𝐑

☔*ೃ༄. 3. ¡TRES!
❝Fuga de un par❞

—¿NO LO CONOCES? Por favor, es mi única oportunidad. —Julia se deslizó en el sitio después de que Raven casi besó a Hank. Lamento interrumpirlos pero después de la presentación con el científico necesito saber.

—No, lo siento mucho, sí que me gradué de Harvard a los 15 años pero no lo he visto personalmente a Howard Stark. Lo único que se es que hoy en la noche es que hoy dará una gala de caridad, tengo una invitación pero...

—¿Podrías darmela? Te lo voy a compensar, necesito hablar con él...

—Charles no quería que hablarás con él. —Raven la miró inquisitiva.

—Si él me da el pase te prometo que te ayudaré a cambiar tú apariencia, soy bruja, debe haber un hechizo. —Lo había, arrancó una hoja de un libro con conjuros antiguos. «Hechizo infalible para convertir en hermosa a aquella que lo pronuncie, más hermosa que el común de los mortales». Raven miró con atención los dibujos con la nariz muy pegada a la página, y si bien al principio habían parecido amontonados y confusos, descubrió que entonces podía distinguirlos con toda claridad y se quedó callada con pesar y curiosidad—. No tienes que hacer lo que te digan siempre, Raven.

—Julia, ¿Por qué buscas hacerte daño? —Erik apareció con las manos en los bolsillos, tan seductor como siempre presionó su mano alrededor de las caderas de la castaño pelirroja. Julia se estremeció al sentir su tacto suave—, irás sólo si yo te acompaño. Alguien debe asegurarse que salgas viva de allí... Por cierto, Raven, si yo tuviera tu apariencia no cambiaría nada.

*ೃ༄.☔🕷️🕸️ .ೃ࿐

—¿CREES QUÉ NO ME DÍ CUENTA? —Julia sonrió mientras sus dedos se entrelazaron con los de Erik para salir del Chevrolet Impala 1962 teniendo cuidado con la cola del vestido con orquídeas bordadas, al bajar atrajo inmediatamente las miradas—, tienes un archivo confidencial, yo hoy solo fui tú excusa para salir del la división mutantes sin sospechas.

—¿No puedes imaginarte que es una simple cita? —Erik pasó rápidamente el vestíbulo evitando las fotos—. Recuerda que estamos casados, te presentaré como mi esposa, como si te apellidaras Lehnsherr.

—No me importa —Él frunció el ceño—, es decir, es bueno... Puedo convivir con eso. Me recuerda cuando asistí a mi primera gala, el vestido era horrible, Harry tenía un gusto terrible para esa época no como tú... Agradezco que consiguieras algo púrpura y no rosado y con lazos. Incluso tenía un moño para mi cabello, joder, tenía como siete y estaba asustada, creo que fue como el quinto trauma de mi infancia... Pero junto a ti me siento más segura, Erik.

—Me alegra eso.

A mitad de la noche se separan, Erik se ve obligada a dejar a Julia en el grupo de las esposas trofeo. Él no iba a poder ayudarla pero Julia se valía bien sola, a pesar de siempre ir tras los Osborn también tuvo que ir del brazo con Peter Parker, era demasiado inocente para lanzarlo a los lobos hambrientos que eran los empresarios.

—¿No te sientes cómo un adorno bonito? Dijiste que llevan casados un año. —Las presentaciones no tomaron mucho y la avalancha de nombres le permitió recordar que la rubia estirada se llama Dotty. Erik por su lado tenía un talento forzado ya natural para recordar nombres y rostros por los años siguiendo pistas sobre el paradero de Shaw.

Así que sonreírle e inclinar la cabeza y exhalar unas palabras no le fue difícil a Julia.

—No, Dotty. Erik me ama y se casó conmigo no por mi belleza si no por mi... Muchosidad. Papá tenía un patrimonio rico, por supuesto, y la dote fue buena pero son detalles menores. —Mintió sabiendo que solo debía parecer joven y tonta. Dejó que Dotty se distrajo en otra cosa hasta que Agnes se inclinó hacia ella.

—No te preocupes. Déjala que se entretenga, es la Reina de los Suburbios y nosotras somos sus felices amas de casa. Solo tienes que seguirle la corriente y sobrevivieras. Incluso sus rosas crecen bajo amenaza. Conquista a Dotty y no te faltará nada en tú vida.

Erik se había ido con el resto de hombres pero a diferencia de ellos le dedicó una sonrisa de despedida a su supuesta esposa, levantando la ira de las féminas. No habían empezado bien la noche y el grupo ya estaba hablando de política y del impacto de las rivalidades y la guerra fría en sus acciones en la bolsa. Sería difícil conseguir al anfitrión, a Howard no lo tenían en buenos términos el grupo de hombres, excepto el más joven. Veía bien a Erik desde su mesa a unos metros en el bar. Exhaló al notar una cabellera negra y el vestido de lentejuelas rojas con una cinta negra en la cintura. Tuvo la delicadeza de ver fotos antes así que sabía que era María Stark.

—Necesito ir al tocador, con tú permiso Dotty, gracias por su tiempo, chicas.

Escuchó los gemidos y el inglés descontento mientras caminaba hacia el baño más cercano; nunca se acostumbro del todo a dejar de escuchar el español, acelerando al escuchar unos pasos silenciosos y fantasmales. No tenía ganas de encontrarse con la niña Lehnsherr. Las puertas dobles de madera barnizada que habían sido comunes en el hotel aparecieron a la vista y  disminuyó un poco la velocidad para no notarse tan desesperada. El pasillo oscuro pero hermoso estaba vacío de gente; gracias a Odín, dejando que el sonido de tus tacones bailara. Echando un vistazo rápido a su alrededor para asegurarte de que no había nadie allí apretó los dedos alrededor de su bolso. Su otra mano sostuvo la manija lisa, abrió las puertas dobles y entró encontrándose con María retocando su maquillaje, después de escanear la habitación, buscando a alguien que no debería haber estado allí. Por suerte, solo estaban ellas dos.

—Es un bonito labial, no es que yo sepa mucho de labiales. Ni siquiera sé cómo llegue a casarme, soy afortunada. Aunque sería un poco mejor si él tuviera tiempo para mí y para pensar en una familia. —Julia sacó un rizador de pestañas e intentó hacer lo que veía a hacer a chicas de su edad, no tenía idea, solo espero no mancharse y terminar como un mapache.

—Te entiendo. Mi esposo me es fiel y ya no es un mujeriego pero... Pensar en niños. Le aterra. Deseó pronto tenerlos.

—Digo lo mismo creo que si tuviera una niña la llamaría Wanda. Y si es niño Peter. Y serían gemelos, Wanda y Peter... Sé que es una tontería. Él se preocupa tanto por los negocios, quiere ser un gran inversor como su padre... Ellos jamás se han llevado bien, y aunque la mamá de Erik me conoció antes de morir y aprobó nuestro noviazgo, sus padres no estuvieron en la boda, ella por su enfermedad y él por el descontento... No fue hace mucho pero siempre nos afecta. Quizás un nieto le dé al padre de Erik motivos para aceptarme en la familia.

—Es la historia de mi vida —María se acercó a Julia unos pasos—, me he prometido que tendré una familia y no dejaré que nadie nos divida, mi hijo siempre tendrá a sus padres sin importar qué pase... —La mujer sacó una tarjetita de su cartera luego de guardar el labial—, es mi número personal, mi esposo hablará con el tuyo y quizás eso los distraiga un rato. Nos pondremos al día y haremos un plan... Esperó cumplas tús sueños pronto.

—Digo lo mismo. —Julia se secó una lágrima cuando María salió, todo eran mentiras pero ella sabía que los padres de Tony Stark morían asesinados para robarles el Suero del Súper Soldado.

Al volver los únicos rezagados que quedaban en la sala principal del hotel eran los vagos y ricos mimados que esperaban que alguna stripper los llevara a un privado. Sin embargo, el único al que realmente Julia miró bien y con admiración sofocada fue a Erik. Por supuesto, estaba disfrazado para mezclarse con la multitud, con ese traje negro y corbata púrpura que contrastó con la propia chaqueta de cuero que Erik uso hace unas horas. Él era demasiado versátil e ingenioso.

Estaba apoyado contra la chimenea cercada por dos ventanales que daban vista al jardín, con una whisky en la mano y una sonrisa perfecta e irritante en su rostro. Daba grandes gestos con sus brazos y el sonido fluido como un río que se derramó de su boca sugerían que estaba alardeando de algún logro financiero o político tan falso como billete de cien. Los demás lo miraron fijamente, no con asombro ni disgusto, sino más bien con interés, algo que le dió aún más aires de distinción a Erik. Gracias a su encuentro con María esta misión no había sido del todo inútil ya que ella y Erik lograron obtener información que pavimentaría el camino. Lo único que la molestó fue el hecho de que terminaría su perfumado y falso matrimonio. Con un gesto ambos se perdieron en los pasillos del mismo costo hotel dónde mientras abajo se celebró la gala arriba les espero una cómoda habitación reservada por Erik.

—Entonces ¿Qué mentiras les estabas diciendo esta vez? Sigo siendo tú esposa, sí, pero hoy estás a la altura del gran Howard Stark, de los ricos trillonarios hiper inteligentes y nobles. Ni siquiera he visto al genio.

Una sonrisa adornaba el rostro de Erik mientras hablaba, parecía complacido de presumir sus habilidades.

—La típica mentira. Apuesto a que no lo adivinas.

—Oh, sí puedo, ¿te refieres a esa en la que eres un empresario europeo que se encuentra de viaje por el Nuevo Mundo buscando petróleo? Lo escuché cuando hablaste por teléfono al volver a la habitación. Por cierto, ¿Qué tal te fue en Argentina? Tienen aires de libertad y felicidad, su patria es grande y hermosa.

—Argentina fue buena conmigo. Y la mentira es aquella en la el rico y vago de mi padre está muriendo y vengo aquí para representarlo, soy inversor como él. ¿Lograste algo?

—Maria Collins Carbonell Stark me dió el número de su esposo, insiste en que llame mi marido y que una vez que hable un poco con Howard podremos reunirnos y que quizás así te relajes lo suficiente para...

—¿Para qué, Julia?

—Para hacer bebés. Ellos llevan años casados y sabiendo que faltan ocho años para que nazca Tony sé que entendería mi supuesta desesperación por el nido vacío. —Julia retrocedió con picardía a los jardines, a la zona más oscura.

La brisa fría recorrió su columna antes de que extendieras la mano, la agarraras y la acercaras con emoción en la voz antes de dar un brinco en los charcos, empapando los costosos tacones plateados y chapaleando agua como una niña. Por fin liberada de sus responsabilidades y ataduras, solo por unos minutos.

—Esto es muy divertido, lo prometo. Jugar en la lluvia es lo mejor, no he tenido tiempo para hacer esto en muchos años. —Volviendo a mirarlo, Julia se dió cuenta de su acción; no hace mucho que terminó la actuación del matrimonio perfecto, ni siquiera se había dado cuenta de que volvió a entrelazar las manos bordeando la realidad y el mero cine que ambos producían para obtener más información.

¿Su agarre siempre fue tan fuerte? ¿Siempre fueron sus anillos tan fríos contra las palmas de las manos cálidas de Erik? Esos pensamientos le dejaron ahogarse en la sensación, su mente permitiéndoles a ambos salir de la realidad. De que a duras penas tenían oportunidad de estar juntos. Las gotas de lluvia se derramaron en el aire y los golpeó en la parte superior de la cabeza, de la coronilla al mentón. Girando la cabeza hacia la puerta; Julia supo que no venía nadie, se separó para quitarse los zapatos y arrojarlos por allí antes de tararear y salir corriendo bajo la lluvia. Erik la observó desde la puerta, la vio girar, la vio reír y sacudir el agua de lluvia que se acumulaba en sus mechones, y, se veía perfecta mientras lo hacías.

—¡Vamos! No seas aburrido, o te diré Eriksaurio. —Julia se burló llamándolo. Erik respiró hondo antes de salir al patio. Hacía mucho frío ahí fuera, se abrazó a sí mismo para calentarse. Podría soportarlo si eso significara verla sonreír, era bueno, por un momento ver las cosas simples. Casi podía imaginarla danzando con una niña pequeña en la lluvia, su hija, la hija de ambos, «Nirelle, ❛Luz❜, sería la luz de mi vida, su madre la reina del nuevo mundo y ella la princesa».

Erik necesitaba alguien tan apasionado y fuerte como él para soportar lo que haría por los mutantes, y ver a Julia comportarse como una niña... No hizo mayor mella. Quizás tener una pequeña celebración después de lograr sus objetivos no le haría mal. Le daría cinco minutos, y luego volverían con Xavier. Buscar mutantes era importante pero convencer a Julia de ayudar sin trabas haría el trabajo más rápido. Siempre buscando un interés, ¿No podía ser un poco más sincero? No, tenía que pensar en las utilidades, Julia debía entender... Lo entendería, haría todo por protegerla, fuera mutante o no... Era demasiado poderosa para estar suelta y alguien la intentaría capturar. «La estupidez puede hacer que la maten». Erik lo sabía muy bien, la estupidez de su padre mató a su madre y hermana. «Nunca dejaré de luchar por mis hermanos y hermanas mutantes mientras sigamos amenazados».

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