[3]

El primer incómodo sollozo aparece sin darse cuenta, decepcionadose de sí mismo por ello.

Pero ni sentirse miserable le permitieron, pues siente el peso en su hombro de una mano temblorosa.

Cuando voltea y lo ve, hace su máximo esfuerzo por no derrumbarse frente a un desconocido. 

—¿Estás...bien? —Midoriya hace su máximo esfuerzo por verse confiable, forzar una retorcida sonrisa al que, así mismo, es un completo desconocido, pero ambos se vieron en la mierda, por lo que apoyarse mutuamente es válido.

Antes de responder titubea su respuesta, aunque decide decir la verdad. —No, pero gracias. —sonríe poco, recordando de inmediato que al otro le lastimaron físicamente. —¿¡Tú estás bien, vamos al hospital!? —intenta acercarse para examinarlo, pero Midoriya se aleja apresurado, evitando el contacto.

—Tra-tranquilo, estoy bien, puedo apañarmelas solo. No es la primera vez... —suelta casi en un susurro, arrepintiendose por hablar de más. Lo último que quiere es causar más lastima. —En fin... —claro, como si decir eso minimiza su grave situación de acoso y la ya expresión lastimera de su acompañante, obligandose a agregar algo, incómodo.

—Aunque no lo creas...Kac- Bakugo, estaba asustado...lo está. —Relaja sus hombros, escrutando las reacciones del otro. —Lo conozco. Fuimos amigos un tiempo y créeme, estaba cagadísimo de miedo. —se ríe, sintiendose bien al poder expresarse como quiere. Kirishima le acompaña a su risa, eso es aún mejor.

—¿Qué te hace pensarlo? —más relajado, Kirishima sigue la conversación.

—Su cara. Su tono de voz. Su actitud... —Suspira con una sonrisa pequeña, recordando el pasado. —¿Es como cuando a un chihuahua le intimidas y comienza a ladrarte y querer morderte, me explico? se ponen agresivos porque tienen miedo, son tan pequeños pero lo compensan con un mal carácter. Es tonto compararlo con algo como eso pero no sé otra forma. Bueno, lo que quiero decir es que Bakugo es como un chihuahua. Y tuvo miedo de que lo hayas descubierto, supongo, haciendo algo que, pues, no está bien, y lo sabe, pero lo hace, y no sé, eres su amigo, creo, cosa que pudo tomarlo por sorpresa ya que... —divaga como de costumbre, Kirishima riendo por eso, alertandolo. —¡DISCULPA! —Tapa su boca, avergonzado. Tonto tonto tonto. —Mala costumbre mía. De verdad, lo siento mucho. Am-

—No pasa nada. —Kirishima le sonríe, paciente. —Da igual. Te hizo eso. Fue capaz de hacerle daño a alguien. Es una mala persona...—su expresión obscurece, vuelve el hincón en el pecho, el recuerdo de las palabras.

—Sí, entiendo. ¿Eran...amigos?

—Eramos. Si. Hasta hoy.

—¿Y si te busca?

—¿Bakugo? ¿Buscándome? ¿Después de toda la peste que soltó? No lo creo.

—Bueno, tienes razón. Es muy orgulloso...

—¡Pues más orgulloso soy yo!

No lo buscó.

Puede que haya vuelto un par de veces —una semana sin falta— al lugar que frecuentaban ambos. No para encontrarse casualmente con Bakugo e ignorarlo, hacerle entender que se encuentra molesto y le ruegue perdón. Claro que no, eso sería patético y poco masculino. Solo que, uno vuelve donde fue feliz, y alimentar a las palomas es algo que le pone de buen humor, aunque lo haya aprendido a disfrutar gracias a Bakugo.

—Tch. Qué hago aquí... —contempla a las palomas que pican el suelo alrededor de sus pies. Recién cae en cuenta que algunos dejes se incorporaron en él, eso le molesta, haberse vinculado tanto con un idiota.

Arruga su pantalón de vestir sobre los muslos. ¿Cuántas veces a la semana lo hizo ya? No lo recuerda, pero es odioso. Odioso frustrarse por no verlo. Ni siquiera se lo imaginó, aunque tenía todas las de acertar, porque si hace retrospectiva, Bakugo era el tipo más intenso que en su vida se haya topado. Descarado, mal educado —donde varias veces tuvo que intervenir— rebelde y presumido. Era el típico idiota de instituto, todo un cliché andante, pero a todo eso, alguien refrescante después de un día molesto en la escuela, alguien que entendía de su aspiración y de paso lo alentaba, a su manera bruta y tosca.

Pero claro, cada quién muestra su mejor cara a cualquier desconocido. Kirishima fue eso. Alguien con el que frecuentaba y pare de contar. No le molesta en absoluto, suena mejor a que "fueron amigos" porque gente así de loca no le va, para nada, aunque sienta su ausencia como una gran pérdida.

Atribuye eso a la falta de adrenalina, porque Bakugo le daba mucho de eso. Siempre metiéndose en problemas.

Harto, se levanta, aproximándose a la salida del pequeño parque, viéndose interrumpido por un par de muchachos de otra escuela.

—¿Eres Kirishima? —pregunta uno de ellos, risueño. El otro se lo confirma. Kirishima sigue confundido.

—¿Nos conocemos? —turno de Kirishima de preguntar. Puede que de algo se les haga, pero la verdad no hace mucho esfuerzo por recordar.

—Somos amigos de Bakugo Katsuki. Lo conoces. Es tu novio. —bromea el de pelo negro, seguido por su acompañante. Risa y risa, pero Kirishima sigue serio, incómodo. Ni pizca de gracia. —Bueno, ¿qué tal, lo viste hoy? No ha ido a la escuela. Literalmente rompió su racha de ninguna falta por dos años y ni sabemos porqué razón.

Esto es nuevo. De algo se ha estado perdiendo. ¿Bakugo faltando a clase? Recuerda que algo —de lo mucho— que fanfarroneaba, era su pulcra asistencia a clases. Ninguna falta en sus, hasta ahora, dos y medio de años en la escuela media. Definitivamente, algo de lo cual sorprenderse y preguntar.

—No, no lo he visto ¿Desde cuando ha faltado, hoy? —espera verse como alguien cualquiera al que le han comentado algo cualquiera, nada asombroso como para meterse de lleno en eso.

—No puede ser. Y eso que eres su mejor amigo. —otra broma. No le ve el chiste— Una semana lleva. Desde el lunes hasta hoy —viernes— Un hecho histórico. Pero bueno.

—¿Y está bien? ¿No han sabido nada de él? —quizá la línea de verse como alguien "cualquiera" a sobrepasado un poco. Los chicos lo notan, se le ríen, pero responden lo obvio.

—No. Literalmente desapareció. No contesta mensajes, llamadas. Desde el viernes pasado, ¿no? —le cuestiona al otro, recibiendo un asentimiento. —Si, desde ahí. ¿Qué le hiciste, eh? Se supone que se iban a ver entre ustedes dos.

—¿No me digas que lo rechazaste? —Otra broma. Muy graciosa entre el par, nada simpática para Kirishima. —¡Rompiste su corazón! ¡tienes huevos, idiota!

—No-no. No, nos vimos...—Miente. Qué importa.

—¿Uh? ¿En serio? Pues entonces es un misterio. ¿No lo puedes llamar tú? A nosotros no nos soporta. A demás, pareces preocupado. —El par vuelve a reír.

Es aquí donde Kirishima se da cuenta que no puede seguir con la conversación. Se supone que está molesto con él, que lo humilló, lo lastimó. Su relación murió aquél viernes por la tarde. No debería estar conversando sobre él, inmiscuyendose en la vida de alguien que no le compete.

Antes de que pudiera hablar, continúa uno de ellos. —No me digas, ¿no tienes su número? —jamás llega una respuesta. —Qué noviesito te conseguiste pues. Tranquilo. —sin ningún tipo de advertencia ni consideración, el tipo de pelo castaño alarga sus dedos a uno de los bolsillos de Kirishima, tomando su celular. Este protesta, pero el otro lo detiene, indicándole que solo le está agendando el número.

Después de unos segundos, se lo devuelven en sus manos. El par se despide, le bromean de nuevo hasta que se alejan. Al fin.

Ahora.

Qué coño hará con ese número agendado en su celular.

¿Fácil, no? No escribirle.

Pero, no contaba que cuando llegó a su casa y se desplomó en su cama, con el celular a un lado, éste vibró, notificandole un mensaje extraño.

"Quién carajos eres y por qué tienes mi número, idiota"

Los imbéciles habían escrito un "hola uwu" en el chat y no se dio cuenta.

Hola hola, qué tal, qué rumbo les gustaría que tome esta historia, ah???

Está quedando bn? Alguna queja, sugerencia??

Ns escribir historias largas 🐖💨

Pd: Ns escribir historias largas y vuelvo a escribir otra hvd de fanfic kabdkwnx esta vez no es escolar 🤓☝️

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