❝¿De verdad crees que puedes maldecirme? Yo nací maldita pero vamos, inténtalo y el infierno te parecerá un paraíso comparado a lo que te voy a hacer ❞

ELLY KEDWARD CONOCÍA LA MALDICIÓN DE su familia a la perfección, azotabando como el viento de otoño a los brujos y brujas de su familia, un hechizo que tenían escrito en su piel, dentro de las más profundas de sus raíces desde que su antecesora fue quemada en la hoguera culpada por ser la ayudante del Diablo.

Ahora, aquella magia que debía portar con orgullos tenía un costo muy grande que no podía pagar: Podría ver a los muertos caminando con los vivos, cada día que usara su magia se desgastaría cada vez más, corrompiendo la pureza de su alma, la maldición sólo era capaz de amenazarla cuando hiciera su primer hechizo, que no tenía pensado hacer hasta que conoció el hechizo por amor. Una poción sencilla que pensaba que no tendría efecto en ella.

Hasta que supo que la maldición era real cuando roció al más raro de su escuela con el líquido, no quiso hacerlo, fue un accidente cuando sus pies chocaron contra la raíz de aquel árbol, ¿quién tenía tan mala suerte como para tropezar con una poción "por amor" con el chico más molesto de su escuela y justo aquel líquido lograba caer en sus ojos en un rocío? Ahora lo único que quería era sacárselo de encima, no importaba que tan desgastada estuviera, que tan cerca estuviera su alma del infierno e incluso, si empezaba por el mismo camino de la brujería que toda su familia. Terminaría con el hechizo por amor y con aquellos ojos que brillaban como estrellas al verla.