5. No subestimes la magia
Voten, comenten y síganme para más.
Isabelle cae ante una noticia devastadora que termina hiriéndola de gravedad, eso junto a las heridas infligidas a Meliodas por el Caballero Sagrado Gilthunder que fueron mucho más serías de lo que parecían.
Continuando sus esfuerzos para rescatar al cuarto pecado, el Pecado de la Avaricia del Zorro, Ban, quien actualmente está aprisionado en las Mazmorras Baste, Elizabeth atiende las heridas de ambos capitanes en la ciudad de Dalmary.
Sin embargo, el Pecado de la Envidia de la Serpiente, Diane, sigue enfrentándose con Elizabeth.
Los cuatro Caballeros Sagrados, el Weird Fangs, comienzan con su movida.
Ban se liberó de su celda. No obstante, para Meliodas...
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-- ¿Quién eres? ¡Muéstrate!
Entre ellos apareció el Caballero Sagrado Golgius quien a pesar de su cobarde movimiento contra los Pecados tenía su mano derecha en el pecho en señal de respeto.
-- Permítame presentarme. Soy el Caballero Sagrado Golgius del Weird Fangs.
-- Caballero Sagrado... -- repitió la fémina.
-- ¿De dónde salió?
-- Princesa Elizabeth, he venido a recogerla -- hizo una leve inclinación hacia ella.
-- ¡Whoa! -- Hawk avanzo y le hizo frente al Caballero Sagrado con una vena palpitando por la cólera -- ¡Primero tendrás que pasar sobre Hawk - sama, el capitán de los Caballeros de las Sobras!
El de armadura no tardo en perder la poca paciencia que le quedaba después del encuentro con el hechicero, no dudo en patear al animal haciendo que este comenzara a rebotar por todo el lugar como una pelota saltarina.
-- ¡Hawk - chan!
-- Además... -- el Caballero siguió hablando a la vez que quitaba la manta que cubría ambos cuerpos inconscientes, bajo el casco no podía verse, pero una sonrisa se habia formado en sus labios al ver a la de mechas purpuras -- desde hace tiempo he querido comprobar por mí mismo los rumores que circulan a la Capitana de los pecados -- Elizabeth se mordió el labio por no poder evitar nada de lo que estaba pasando -- la mujer que hizo que 100 hombres se enfrentaran por ella, incluido al mismo capitán Meliodas -- se mofa con descaro mientras acerca su mano hacia ese rostro durmiente -- pero me llevo la sorpresa que los rumores no son nada comparado a la realidad.
-- ¡No se acerque a Isabelle - sama! -- exclama la princesa al ver las intenciones del Caballero.
Todo eso estaba sucediendo mientras ambos Capitanes seguían con ese rostro tan calmado, como si todo lo que estuviera sucediendo no fuera más que un mísero sueño que se borraría apenas abrieran sus ojos.
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Esta es una historia de humanos y seres de otro mundo. Es una historia de tiempos ancestrales.
Los Caballeros Sagrados quienes protegían a este país ejerciendo un inmenso poder mágico, eran temidos y a la vez reverenciados.
Sin embargo, una facción traicionó a su país y blandió sus espadas contra los otros Caballeros.
Ellos eran conocidos por las masas como los ''Ocho Pecados Capitales''.
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Nuevamente aquella horrible escena frente a sus ojos, su corazón se partía de nueva cuenta al ver a su amada tan herida tanto físicamente como psicológicamente.
¿Por qué debía pagar por un pecado que no era el suyo?
Su hermosa emperatriz se quedó dormida por el dolor, aun podía ver el camino de sangre que se formó debido a unas lágrimas que no pudo evitar soltar.
La tomo con la mayor de las delicadezas posibles y la recostó en la cama que compartían, se dedicó a contemplarla en silencio y con el corazón en la mano.
-- ¿Por cuánto más debo verte sufrir de esta manera? -- se preguntó en su cabeza antes de dejar salir un par de lágrimas -- ¿Por qué debo ver a la mujer que amo sufrir de esta manera?
En todas las veces que decayó él estuvo ahí, sin poder ayudarla, la maldición no se detendría por más que él estuviera ahí y eso le enfurecía, pero con ella, sino consigo mismo.
Sin darse cuenta de que el tiempo estaba pasando, dejando ver el amanecer del nuevo día, ella abrió los ojos con cierta dificultad por el dolor que le ocasionaba. Era un síntoma secundario de la condición que tenía en su cuerpo.
-- Mel... -- intento llamar con la voz algo rasposa.
Al escuchar su voz no dudo en tomar su mano con cierta desesperación aparente.
-- ¡Isabelle! Qué bueno, recuperaste la conciencia -- suspiro aliviado al verla por lo menos despierta.
-- Te preocupe otra vez, ¿Verdad? -- le dio una sonrisa -- Lo siento, siempre te causo problemas.
Meliodas no entendía porque debía disculparse ella, él era el único responsable de todo.
-- Tantos años y sigo sin controlar mis emociones... que patética...
Siempre pasaba lo mismo una y otra vez, siempre se despreciaba a sí misma, no era capaz de ver que ella era de las mejores personas en el mundo.
¿Era tanto el daño que le causaba?
La abrazo antes de que siguiera desprestigiándose a sí misma y a todo lo que hizo.
-- He vuelto a hacerlo.
-- Si sabes lo que haces entonces no lo hagas -- recito sin deshacer su abrazo -- Odio que te desprecies tanto cuando eres la mejor persona que he conocido en toda mi vida.
-- Meliodas...
-- Eres la persona que amé, amo y amaré el resto de mi vida, eres Isabelle, la mujer más fuerte, inteligente, astuta, valiente, terca y hermosa que he conocido, la mujer que me ha hecho el hombre más feliz del mundo al aceptar mis sentimientos.
-- Por favor... no sigas...
La apretó entre sus brazos, negándose a soltarla pensando que desaparecería de su lado.
-- Seguiré... te volveré a decir lo mismo una y otra vez hasta que dejes de menospreciarte de esta manera... no cuando para mi eres la razón de mi existencia.
No contesto, ni al segundo, ni al minuto, ni en los próximos minutos. Isabelle había vuelto a quedarse dormida, pero esta vez con un rostro mucho más apacible y relajado.
-- Mi querida hechicera de ojos únicos -- murmuraba mientras la volvía acomodar en su cama, tomando la mano donde tenía tatuado la mariposa de la tristeza y le dio un beso -- Mientras viva, yo siempre veré por ti, eres lo único que he deseado de verdad... lo único que no puedo soltar a pesar de mis pecados.
Una promesa que recitaba una y otra vez cada vez que veía a su amada lastimada, palabras de gran peso hechas por un hombre cegado por el amor profundo a la Emperatriz de sus sentimientos más puros.
Quien quisiera ponerle una mano encima a su Musa, sufriría las consecuencias.
Nadie sabía cómo había reaccionado, mejor dicho, ni siquiera eran capaces de saber cómo era que se había levantado a pesar del veneno en su sistema.
Cuando Isabelle estuvo en peligro, Meliodas despertó y reacción en defensa.
-- ¡I-Imposible! Aún después de todo ese veneno...
-- ¿Te rehúsas a morir? -- inquiere el de armadura viendo como sostenía con fuerza su muñeca -- ¡Suéltame de una vez!
No lo soltó, ni siquiera tenía pensado regresarle su extremidad, eso se notaba debido a la intensa aura siniestra que libero sin notarlo.
-- ¡No dejaré que toques a mi mujer, aun después de muerto no lo permitiré! ¡Esa es la única cosa que puedo hacer para expiar mis pecados!
El aura se había intensificado, incluso los mechones que enmarcaban el rostro de Isabelle se movían por la fuerte corriente.
-- ¡Meliodas - sama!
-- ¡Tus palabras no son nada heroicas! -- se burlaba de nueva cuenta -- ¡Me llevaré tu espada, a tu mujer y a la princesa!
No debía decirlo, no debió siquiera abrir la boca cuando su vida estaba que pendía de un hilo. Ya que al momento en que cruzaron miradas, pudo sentir el verdadero terror.
¿Así se sentía ser la presa de un depredador tan aterrador?
Como cualquier cobarde luego de desafiar a la muerte, huye despavorido saltando por la ventana, rompiéndola en el proceso.
-- ¡Se escapó! -- el cerdo estaba impresionado de lo rápido que corría.
Elizabeth se había quedado observando al capitán de los pecados, incluso ella se había atemorizado cuando sintió un aura tan siniestra.
-- Uhm... Eres Meliodas - sama, ¿No es así? -- preguntó algo temerosa ya que seguía dándole la espalda.
No le respondió, el rubio solo miraba fijamente el rostro durmiente de Isabelle.
-- Lamento si los asuste, Elizabeth, trasero de jamón -- se acercó a la cama y acaricio el rostro de la maga -- perdí un poco el control cuando sentí que amenazaban a Isabelle.
Elizabeth no pudo evitar soltar un suspiro de alivio, era el mismo Meliodas.
-- ¡Gracias a Dios! Eso sonó como al Meliodas - sama que conozco.
-- Pero este tipo me acaba de llamar trasero de jamón.
Los sonidos de unos débiles quejidos hacen girar a Elizabeth y Hawk hacia la dirección de Isabelle y Meliodas.
-- ¡Isa - chan! / ¡Isabelle - sama!
La mencionada estaba despertando, aun con falta de energía y cierto dolor en los ojos y la garganta, pero despierta al fin y acabo.
-- Meliodas... -- hablo con bastante dificultad.
-- No te preocupes, ya estamos bien -- le aseguro apretando su mano en señal de confort.
-- ¿Dónde...?
-- Estamos en la ciudad de Dalmary, Isabelle - sama.
La hechicera desvió su mirada hacia ambos.
-- Eli... Hawk...
-- ¿Quién era ese tipo de hace un momento? -- preguntó Meliodas sin dejar de ver a su Musa.
-- Un Caballero Sagrado llamado Golgius o algo así -- el animal volvió a colocarse cerca de la ventana rota -- Parece que esta tras Isa - chan, Elizabeth - chan y tu espada rota.
-- ¡¿Qu...?!
Isabelle apenas y pudo pronunciar algo cuando sintió un dolor en todo el cuerpo.
-- ¡Isabelle - sama!
-- Mantente recostada Isabelle, aun no te recuperas por completo.
Soltaba quejidos entre algunos momentos.
-- Vayan por el Caballero Sagrado... rápido.
-- ¿Qué está diciendo, Isabelle - sama? -- la princesa estaba escandalizada -- ¡No podemos dejarla así de herida!
-- Diane no está aquí... quien sabe si ese Caballero llama refuerzos -- seguía hablando a pesar del dolor de su garganta -- Solo vayan... yo estaré bien... Mel...
El rubio tenía la mirada gacha, sus ojos no se podían ver debido a su melena rubia que lo cubría, pero por el agarre fuerte en su mano, ella sabía que tampoco estaba de acuerdo con dejarla a su suerte.
-- Soy fuerte, estaré bien -- le aseguro -- confía en mi... no me dejare derrotar tan fácil.
Finalmente alzo su mirada, encontrándose con una mirada diferente a aquella ocasión en el pasado, esta vez tenía una mirada determinada. Sonrió un poco ante eso.
-- Apenas puedas moverte, aléjate lo más pronto posible.
-- Si, si.
-- Mantente a salvo.
-- Fufu, ni que fuera a morir -- bromeo con una pequeña sonrisita.
No podía darle más problemas al hombre que ama, ¿Verdad?
Isabelle espero a que los tres se fueran para comenzar con su propio tratamiento.
-- Magia de restauración completa. Marduk
Cuando termina de recitar aquellas palabras, un aura verde comienza a envolverla por completo, cerro sus ojos en lo que su hechizo hacia el trabajo tardaría un poco, pero sería efectivo.
[...] Tiempo después.
A los lejos, oculto bajo una máscara blanca, cierto personaje había estado esperando la oportunidad para atacar y ahora su presa estaba puesta en bandeja de plata.
De un chasquido se apareció en la habitación donde estaba el pecado de la tristeza con los ojos cerrados.
-- Vaya que te has tardado. Incluso esperaste a que terminara mi tratamiento.
-- ¿Sabías que estaba mirando?
-- Desde que desperté.
Cuando abrió los ojos, analizo sin cuidado la persona frente a ella.
-- ¿Planeas matarme?
-- Lo tenemos prohibido, pero no dijeron nada sobre herirte.
La maga se burló de las palabras del enmascarado.
-- Pff... ¿Realmente crees que me harás daño? -- pregunta con una sonrisa hipócrita en su rostro -- No te confundas.
El enmascarado comenzó a sentir el aire más frio de lo que recordaba, para el momento en que se dio cuenta, sintió el frio en todo su cuerpo.
-- Más que un simple caballero -- alzo su mano y de este comenzó a salir unos rayos azules -- soy una maga.
Por un momento, cuando el cobarde caballero huyo de Meliodas y Elizabeth sintieron como un fuerte viento producto de una explosión los hacia retroceder, bueno, en el caso del cerdito casi lo manda a volar.
-- ¡¿Qué está pasando?! -- chillo el animal buscando que esconderse.
Meliodas frunció el ceño, reconoció el choque de poder, subiendo su mirada y buscando de manera desesperada los entes de los ataques que chocaron.
-- Es Isabelle...
-- ¿Eh? ¿Isa - chan?
El rubio sintió como una gota bajaba a un lado de su rostro.
-- Isabelle está luchando... contra otro mago.
-- ¡¿Isabelle - sama?! -- grito preocupada la princesa -- ¡Pero está muy lastimada!
-- No hay duda, puedo reconocer su poder en cualquier lado -- siguió hablando sin prestarle atención a las palabras de la princesa -- Bajé la guardia, no creí que tendrían a magos entre ellos.
Otra explosión en el cielo se hizo notar, pero esta vez lograron diferenciar rayos azules y violetas chocar entre sí.
-- ¡Ahí están!
La nube de humo que se había formado comenzó a desvanecerse poco a poco hasta dejar ver al pecado de la tristeza enfrentándose a un mago que tenía en rostro cubierto por una máscara.
-- ¡Cerdo, has algo pronto! ¡Isa - chan no está en condiciones!
Claro que quiso avanzar, estuvo por saltar y hacer algo, pero... también sabía que, si se metía, Isabelle nunca se lo perdonaría.
-- No he sido conocida como la mejor hechicera en todos estos siglos por nada, mientras se trate de magos, nunca perderé.
Si se metía, heriría el honor de su mujer como mago, algo de lo que ella siempre estuvo orgullosa.
-- No... seguiremos nuestro camino a las Mazmorras Baste, Isabelle nos alcanzara.
Hawk se lanzó con una vena en su rostro hacia el rubio por ser, según él, inhumano con la hechicera quien se encontraba peleando en ese momento.
-- ¡¿Cómo que no ayudaras a Isa - chan?! -- le grito golpeando sus pezuñas en el suelo -- ¡Ella estaba muy mal, cerdo desconsiderado!
Elizabeth asintió de acuerdo con las palabras del animal parlante.
-- ¡Hawk tiene razón Meliodas - sama! ¡Isabelle - sama estaba escupiendo sangre cuando la encontramos!
El rubio solo los observo de reojo antes de seguir su camino.
-- ¡Meliodas - sama!
-- Ella no perderá.
La seguridad con la que hablo hizo que ambos detuvieran sus reclamos contra el capitán de los pecados capitales. Este luego se giró con una sonrisa.
-- Ella no es una persona ordinaria -- soltó una pequeña risita juguetona -- Ella carga con orgullo el título de la hechicera más poderosa de todos los tiempos, meterse en esa pelea resultaría en un insulto para ella y en todos esos años que estuvo entrenando su magia.
-- Incluso la magia tiene sus etapas, Meliodas, cuando aprendes uno, quieres seguir y seguir, pero algunos toman mucho tiempo para aprender y perfeccionar... por eso me encanta, al final todos mis esfuerzos rinden frutos al final.
-- ¿Por eso es por lo que nunca quieres caminar?
-- Si puedes ahorrarte el caminar, entonces hazlo -- se quejó en una rabieta -- ¡Volar es realmente un regalo de la magia!
Su risa encantadora lo hizo reír también. La amaba demasiado.
Hubo un momento donde todo estuvo demasiado silencioso, hasta que una explosión mucho más grande que la anterior se hace notar, Elizabeth y Hawk giran hacia la explosión, justo en el momento en que se percatan como el mago adversario del pecado de la tristeza se iba volando varios metros hasta terminar enterrado lejos de ahí.
Al subir la mirada, solo podían encontrar a la hermosa hechicera con ambos brazos extendidos, ambas palmas, a sus ojos, mostraban pequeñas luces purpuras que no podían distinguir muy bien que era.
-- Créanme, subestimar a mi amada es el peor error que alguien puede cometer, y lo digo por experiencia... es una de las personas más fuertes que he conocido, la pecado de la tristeza y capitana de los Ocho Pecados Capitales, Isabelle.
{...} Mientras tanto.
El poder que ejerció Isabelle en ese ataque los llevo lejos del futuro escenario donde se enfrentarían Diane y Meliodas, entre las colinas lleno de vegetación, los pocos animales del lugar huyendo despavoridos ante el fuerte retumbar que hubo cuando el cuerpo masculino choca con la tierra.
La mirada en degradado de la hechicera escanea a lo lejos el cráter donde su enemigo había terminado enterrado, esperando cualquier movimiento de su parte.
-- Admito que me toma por sorpresa -- sale de entre los escombros mientras se limpiaba el hilo de sangre de su labio -- Nunca pensé que aun con los años que los pecados capitales estuvieron escondidos como ratas... -- escupe más sangre -- tuvieran tanto poder, cuanto me alegra eso.
Arqueando una ceja, Isabella hace un movimiento de manos y varias esferas de luces aparecen a su alrededor, a la espera de ser lanzadas.
-- Mayormente un enemigo no desea que su contrario sea más fuerte que si mismo.
-- Tal vez se deba a que no soy un enemigo común.
En un chasquido de dedos, las esferas de luz salieron disparadas hacia el peliblanco quien saco su espada de su funda, fundiéndole magia a su arma, comenzó a bloquear los ataques, generando que una gran nube negra se formara a su alrededor.
Por un momento solo el silencio reino en el lugar, o fue así hasta que, con una velocidad envidiable, la hoja de la espada del caballero estuviera a nada de cortar el cuello de Isabelle.
-- Meurtre Silencieux.
Pareciera que todo a su alrededor despareció en el momento en que le corto la cabeza a la hechicera que por tanto tiempo había ocupado sus pensamientos.
O así era cuando se dio cuenta de que la imagen se deshacía en humo.
-- Una ilusión -- murmura comenzó a mirar a su alrededor -- ¿Dónde...? ¿Arriba, abajo?
-- Detrás de ti...
Un escalofrió le entró en todo el cuerpo, a la vez que unas manos le tomaban del rostro, incapacitándolo de girar, pero sabía que quien lo tenía aprisionado, era ella.
-- ¿Por qué sacar tú espada en un combate de magia?
Isabelle le ronroneaba en el oído, pero lejos de sonar reconfortante como la caricia femenina en un amante, este acto solo lo hizo sentir un miedo tan profundo que no sintió desde sus épocas de la infancia, incluso peor.
-- Que falta más grave -- el agarre en su rostro se vuelve más profundo -- cuando una lucha de magia empieza, en magia debe terminar, usar armas para defenderte es algo cobarde de tu parte, ni siquiera es un arma mágica.
Desde atrás, quitando una de sus manos del rostro del hechicero para ponerlo en el inicio del filo de la espada.
-- No armas.
Bajo su tacto, sintió como su espada terminaba volviéndose polvo, ni siquiera recito algún hechizo, solo se deshizo en su agarre como arena.
-- Este poder... esta presencia... este es el nivel que todo practicante a hechicero desea llegar... el nivel que a pesar de mis años de práctica y mi esfuerzo aún estoy lejos de llegar.
-- Me quedaría más tiempo contigo, pero mi hombre me está esperando en este momento... Electroshock.
De la nada todo su cuerpo fue envuelto por electricidad purpura que termina por calcinarlo, Isabelle, con una mirada vacía, lo deja caer desde esa gran altura.
-- No puedo creer que se haya atrevido a sacar una espada en una pelea de magia -- se cruza de brazos un momento antes de recordar -- al menos he podido ignorar la sangre que salía de él.
[...] Tiempo después.
La situación de los demás pecados capitales se había complicado un poco debido a una de las habilidades de los Caballeros Sagrado, pero gracias a Elizabeth lograron salir de esa molesta técnica y acabar con el enemigo, aunque la princesa terminó son demasiadas heridas.
-- Lo siento, Elizabeth. Si yo fuera más fuerte -- se lamentaba el pequeño cerdito.
-- Esas son algunas heridas graves -- Diane se agache frente a ambos -- Tenemos que llevarte de vuelta a la ciudad de inmediato.
-- Por favor... espera... -- pide entre murmullos adoloridos la princesa -- Por favor... llévame contigo... Donde están Meliodas - sama... y Ban - sama...
-- ¿Qué estás diciendo? ¡Estás severamente herida!
-- Hice... una promesa. Voy a seguir luchando... por el bien de proteger el reino y su pueblo.
-- Lo siento, pero eso es imposible -- interrumpe la gigante con una mirada severa.
-- ¿Diane - sama?
-- Vamos a las Mazmorras Baste, donde el enemigo nos está esperando, ¿Sabes? Incluso si vas, no puedes hacer nada en tu condición actual.
La mirada de la princesa decae un poco, pero no su espíritu.
-- Tienes razón en que no tengo ningún poder. No puedo discutir... o luchar contra un Caballero Sagrado... Pero... Incluso entonces... con Meliodas - sama... Isabelle - sama... Y todos los demás... Decidimos ir juntos. Con el fin de cumplir la promesa.
Hubo un momento donde Diane había esperado las acostumbradas lágrimas de la indefensa princesa de Liones, pero no vio nada de eso, en su lugar solo se encontró con una mirada decidida.
-- Parece que has madurado un poco en mi ausencia.
La nueva voz hace girar a la Gigante, mientras Hawk comenzaba a llorar a lagrimas viva.
-- ¡Isa - chan! ¡Qué bueno! ¡¿Dónde te metiste?! ¡El cerdo de Meliodas ya está en las Mazmorras Baste!
-- ¿Ya? -- cuestiona -- En ese caso no hay tiempo que perder.
Tocando tierra firme, hasta llegar a arrodillarse frente a la princesa, con cierta lentitud de su parte, Isabelle posiciona su palma arriba de donde estaba el cuerpo herido. De esta comenzó a salir una luz dorada que empezó a dirigirse a las diferentes heridas.
Elizabeth veía maravillada como esos hermosos destellos envolvían su cuerpo y cerraban sus heridas, dirigiendo su mirada hacia el rostro de la hechicera, se dio cuenta que esta no observaba, en realidad parecía hacer un gran esfuerza para no dirigirle la mirada.
-- ¿Isabelle - sama? -- la llama en un pequeño murmullo.
Isabelle no la miraba, mejor dicho, no miraba la sangre que salía de sus heridas.
[...] Tiempo después.
Amenazando a un tipo que al parecer tenía la ubicación exacta de la torre donde estaba su compañero, ambas pecados llegaron junto al rubio, aunque eso sí, Hawk y Elizabeth tuvieron que viajar dentro del bolso que cargaba la gigante.
-- ¿Seguras que es esta torre? -- cuestiona Meliodas en la entrada del lugar.
-- Estamos seguras. Él no parecía el tipo de soldado que mentiría a la cara sobre esto.
-- Menos cuando fuimos tan adorables con él, ¿Cierto Diane? -- la hechicera sonríe como siempre, pero algo en su tono de voz no sonaba del todo correcto.
-- ¡Isa - chan! ¡Esa cara da mucho miedo en este momento!
-- Por cierto, Isabelle... ¿Qué paso con ese tipo con el que te enfrentaste?
La mujer suelta un pequeño suspiro, recordando lo decepcionada que estuvo de ese joven hechicero.
-- Me sentí tan mal, Mel -- se dejó caer a los brazos de su amado como damisela en apuros -- Me he sentido terriblemente insultada... ¿Cómo pudo atreverse a sacar una espada en una lucha de magos? -- le pregunta -- Ni siquiera era una espada hechizada o maldita.
Los pequeños lloriqueos de la capitana hicieron sonreír a su pareja quien tomaba provecho de la posición en la que estaban.
-- Ya veo... que mal por ti -- el rubio baja la mirada hacia la princesa que estaba dormida en el bolso gigante -- Gracias, Elizabeth.
Los tres pecados y el cerdo entraron a la vez en la gran entrada de la torre, que estaba demasiado vacío para su gusto.
-- Esta terriblemente vacío aquí -- comenta Diane viendo el largo pasillo.
-- Probablemente es porque envié a volar a su jefe -- reconoce Meliodas.
-- ¿Tan rápido?
-- Que montón de cobardes -- se queja el cerdo parlante.
Al momento en que entraron, desde afuera, los caballeros y soldados estaban en espera de ordenes fuera de la gran edificación.
-- Parece que entraron -- murmura Jericho -- ¿Cuáles son sus órdenes, Golgius - sama?
-- Debo admitir que estoy impresionado. Sin embargo, su propia fuerza hará que una muerte agonizante caiga sobre sí mismos.
De entre sus dedos saca una curiosa esfera oscura que tenía un símbolo blanco en ella.
-- ¿Esa es la esfera de encantamiento?
El caballero lanzo la esfera al suelo, al momento de romperse una neblina purpura comenzó a emerger y envolver las Mazmorras Baste en su totalidad.
-- Esto es...
-- ¡El Sello Eterno!
-- Ni siquiera diez dragones podrían destruir esta barrera de contención mágica -- explica con suficiencia -- ¡Todo lo que los Pecados pueden hacer es pudrirse en agonía en el interior de esa jaula sellada!
-- Yo no estaría tan seguro de ello.
Atrás de ellos se acercaba Elías, quien sobada su cuello a la vez que escupía a un lado un poco de sangre.
-- ¡Elias - sama!
Golgius se permitió reírse al ver al magullado hechicero.
-- Veo que al final no saliste muy bien parado.
-- Creme que es mejor una derrota justa a una huida deshonrosa como la que hiciste hace tan solo unos momentos, Golgius -- el hechicero suelta una risa burlona antes de mirar a la chica que lo miraba embelesada -- ¿Ya tienes lista tus cosas Jericho - chan? ¡Es hora de irnos a Liones!
-- ¡S-Si, Elias - sama!
-- Entonces vámonos antes de que esto termine en pedazos.
Tomándola del brazo, pega a la chica a su cuerpo, causándole un sonrojo, pero antes de que ella pudiera decir algo ambos desaparecen en un destello celeste.
Los soldados de bajo estatus estaban sorprendidos por lo que vieron, Golgius sin embargo vio todo con un ojo lleno de rencor al ver al chico hacer lo que él siempre quiso hacer como poder mágico, pero al final debía conformarse con hacerse invisible.
{...} Mientras tanto.
-- ¿Uhm?
Meliodas gira en dirección de su pareja, quien tenía la mirada fija de donde entraron en un principio.
-- ¿Sucede algo Isabelle?
-- No... nada.
La hechicera sintió el sello mágico envolver el lugar, pero ni siquiera le importaba, sabia la máxima capacidad de ese sello y ni de cerca era lo suficientemente fuerte para resistir sus ataques más débiles.
Terminaron encontrando a la hija del Doctor Dana, la chica había sido usada como chantaje para que el doctor atentara contra la vida de Meliodas, al final decidieran llevarla con ellos, aunque termina desmayándose al ver la mano gigante tomándola.
-- ¿Ella está bien? -- pregunta el cerdito.
-- Sí, parece que solo se desmayó.
Los leves sonidos de pisadas los hacen voltear, Isabelle reconoció ese rostro que no ha envejecido ni un poco, aunque estaba preguntándose el porqué de su torso desnudo y pies descalzos.
-- Ban.
-- ¡Ah, Capi!
Ambos varones estaban mirándose directamente, Hawk creyó sentir una mala vibra proveniente de ambos.
-- Ellos acaban de reunirse, entonces, ¿Qué pasa con la tensión en el aire? -- pregunta en voz alta retrocediendo un par de pasos -- Tengo un mal presentimiento de esto...
Diane por su parte termina sentándose a su lado.
-- Correcto Deberías esconderte detrás de mí.
-- O tal vez directamente entra en su bolso -- aconseja Isabelle sentándose en el hombro de su amiga.
Claro que Hawk no se esperaba lo que sucedería.
-- ¡Ban~!
-- ¡Capi~!
Como niños pequeños comenzaron a jugar chocaron las palmas una y otra vez.
-- Vaya, ellos se llevan muy bien...
-- Espera que ahí viene.
Las palmas se convirtieron en golpes que terminaron rompiendo varias paredes, todo mientras seguían riendo entre ellos.
-- ¿Qué demonios?
-- Sólo déjalos ser.
-- No tienen remedio.
Ambos hombres se sacudieron el polvo.
-- Vaya. Pensé que estarías oxidado ahora, pero... -- murmuraba avaricia mirando a ira.
-- ¡Luces muy enérgico!
Juntaron una mano cada uno, apoyándose del piso de piedra, listos para un juego de fuerza.
-- ¿Listos?
-- ¡Go!
No paso ni cinco segundos cuando toda la edificación comenzó a derrumbarse, tal y como lo había pronosticado Elias hace ya unos minutos.
-- ¡Ver a Meliodas con una carita tan seria es tan tierno! -- chilla Isabelle quien se dejaba ser mientras todos caían.
-- ¡Ahora no es momento para eso! -- le riñe el cerdo antes de volver a gritar de terror.
Las Mazmorras Baste terminaron volviéndose un montón de escombros que nadie podía reconocer. Los pecados capitales lo destruyeron por completo sin pensarlo en realidad.
[...] Tiempo después.
-- ¡¿Papá?! ¡Papá!
-- ¡Cenette! ¡Me alegra tanto que estés a salvo!
Isabelle y Meliodas estaban viendo la herida en el pecho que tenía el doctor. El rubio la había puesto al tanto de lo que pasó en su ausencia.
-- Es vergonzoso decir esto como un médico, pero... no tengo idea de cómo sobreviví.
Por un momento la mirada en degradado de Isabelle decayó un poco, aun así, no se detuvo en soltar un comentario despreocupado.
-- Lo importante es que ahora está con su hija otra vez, no tiene que pensar en lo demás.
-- Ya que hicimos lo que debíamos por aquí, ya nos vamos. Una vez que los Caballeros Sagrados sepan de esto, hay una posibilidad de que vengan directamente a esta ciudad.
Se dieron la vuelta para marcharse, pero el Doctor se ofreció a darles una buena comida como agradecimiento por todo lo que hicieron a pesar del atentado a la vida del rubio, oferta que no dudaron en aceptar.
Al atardecer, ambos capitanes estaban en su habitación viendo dormir a la princesa.
-- ¿Cómo está Elizabeth?
-- Me encargué de sus heridas cuando llegué con ellas, pero el dolor y el agotamiento siguen muy presentes en su cuerpo, así que debe descansar.
-- Ya veo...
Un pequeño silencio incomodo llego a ambos, sabiendo que habían dejado un tema sin terminar, y quien decidió terminarlo fue la mujer.
-- Meliodas...
-- ¿Sí?
-- Quiero su cabeza.
Meliodas la mira de reojo, observando como apretaba sus puños hasta hacerse heridas con sus propias uñas mientras su siempre perfecta sonrisa se transformaba en una mueca de odio puro, un gesto que no había visto en ella desde hace décadas.
-- El asesino de mi niña sigue por ahí... -- suelta con su voz cargada de cólera -- y eso tiene que cambiar cuanto antes.
La cabeza de Isabelle reproducía los bellos momentos donde ella junto a su amado vivian felices junto a ambos niños que habían adoptado, momentos donde los cuatro eran una familia feliz aun con sus pequeños altibajos. La sonrisa de sus niños, sus risas, sus quejas, extraña todo de ellos.
Pero el asesino de su hija estaba ahí afuera y aun respirando.
Eso era un insulto para ella.
-- Apenas se sepa quién lo hizo... quiero que me des su cabeza.
La ira se acerca a la tristeza y toma su mano, apretándola un poco en el proceso.
-- Iba a dártelo de todas formas... pero ahora que me lo has pedido, lo tendré como una prioridad.
Con tal de tener a su amada contenta, el sería capaz de destruir el mundo entero.
Meliodas le traería la cabeza del asesino de su hija, tal vez no ahora, pero lo traerá, junto a muchos otros acontecimientos que marcaran cientos de vidas.
¿La prueba?
Aquella singular lluvia de estrellas que se dio al anochecer, un suceso que fue profetizado en uno de los antiguos poemas de Britannia.
''Cuando los cielos se entrecrucen con estrellas fugaces, Britannia será visitada por una amenaza terrible. Es el presagio del inicio de un juicio de orígenes antiguos. Entre los guiados por la mano de la luz, y los del linaje de la oscuridad, una guerra santa comenzará''
Yo:
Jajajaja despues de años(literalmente) de espera, el cap 5 ya esta disponible despues de un horrible bloqueo, pero bueno, se supone que despues de esto ya no deberia tener mas bloqueos, los he extrañado mucho, ¿Ustedes a mi no?
Bueno, solo les digo que he abierto nuevos proyectos que pueden ver en mi perfil asi como una cuenta aprte donde solo publicare one shot de diversos tipos. Creo que solo eso, chicos lamento el tiempo de pausa pero a veces pasa, el bloqueo es tal que no tienes idea de que hacer, pero bueno, solucionado ese tema ahora vendran mas capitulos.
Yo soy Nozomi, los amo, bye~
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