4. Los Sueños de una Jovencita

Voten, comenten y síganme para más.

Elizabeth, la tercera princesa del Reino de Liones, prosigue con su búsqueda de los legendarios Ocho Pecados Capitales para salvar al reino.

Junto con los Pecados de la Ira del Dragón y la Tristeza de la Mariposa, Meliodas e Isabelle, su viaje continúa.

En el Bosque de los Sueños Blancos, ellos se encontraron con una chica gigante, el tercer miembro de los Ocho, el Pecado de la Envidia de la Serpiente, Diane.

Justo cuando ella se unió al equipo, el Caballero Sagrado Gilthunder quién estaba persiguiendo a Meliodas e Isabelle apareció. A medida que la batalla llegaba a un cierre, la derrota de Meliodas parecía inminente.

Sin embargo... Meliodas se dejó atacar para obtener información valiosa.

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-- ¡Gracias, Pequeño Gil! -- agradeció el rubio volteando a ver al Caballero con una sonrisa -- Las Mazmorras Baste y la Ciudad de los Muertos, ¿Cierto? Supongo que les daré una visita -- se limpió la sangre que habia caído en su mejilla.

El Caballero de hebras rosadas no se mostró impresionado, al parecer el mismo dudaba que su ataque hubiera logrado herir de tal manera al Pecado Capital.

-- Ya veo... Te dejaste herir con el fin de averiguar el paradero de tus aliados.

-- Continuemos con esto en otra ocasión, ¿De acuerdo?

-- ¡Tonterías! -- frunció el ceño tomando la empuñadura de su espada.

Ataco al rubio pero este habia desaparecido para reaparecer detrás de él, al parecer su velocidad habia sido tal que genero esa ilusión.

Y no fue solo una vez, Gilthunder volvió a atacar con continuidad pero en cada ataque, el Capitán desaparecía y reaparecía, hasta que hubo un momento donde la espada estaba al lado del rostro del rubio, justamente sobre la herida que le habia causado con anterioridad.

-- Adiós.

-- Nos vemos -- el rubio le hizo un pequeño ademan antes de ser sostenido por la Gigante con una sola mano.

-- El capitán dijo '' En otra ocasión'', ¿No? -- le expreso la Gigante preparándose para lanzar al Caballero.

-- ¡Suéltame! -- comenzó a transmitir electricidad por todo su cuerpo con el fin de que lo soltara.

-- ¿No te dije hace mucho tiempo que los hombres fastidiosos no son populares con las chicas?

-- Diane, por favor no le hagas daño a Gil -- pidió la hechicera volando cerca de ellos.

-- No se preocupe capitana, no lo lastimare... mucho.

Sin más lanzó al caballero por el aire hacia quien sabe qué lugar, Isabelle miraba preocupada la dirección donde el de hebras rosadas fue lanzado mientras Meliodas movía su brazo de arriba a abajo.

-- Gracias, Diane. Parece que necesitas uno nuevo de esos -- señalo el guante que habia sido destrozado por el ataque eléctrico del Caballero.

Isabelle en su mente pedía porque Gilthunder no se lastimara en la caída, pero a la vez tuvo un deje de remordimiento por no haberle preguntado sobre dos personas importantes para ella.

-- Annette... Elias...

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Esta es una historia de humanos y seres de otro mundo. Es una historia de tiempos ancestrales. 

Los Caballeros Sagrados quienes protegían a este país ejerciendo un inmenso poder mágico, eran temidos y a la vez reverenciados.

Sin embargo, una facción traicionó a su país y blandió sus espadas contra los otros Caballeros. 

Ellos eran conocidos por las masas como los ''Ocho Pecados Capitales''.

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El sonido de cascos acercándose hace voltear a los tres pecados hacia esa dirección.

-- ¡Hey, tú! ¡Tienes mucho valor al meterte conmigo! -- se trataba de Hawk que venía junto a la princesa -- ¡Cerdo bastardo! -- el animal estaba chamuscado en gran parte de su cuerpo -- ¡Es mi turno ahora!

Ha Isabelle le causo gracia ver como el animal comenzó a golpear la tierra con su pata delantera.

-- ¿Los tres están bien? -- Elizabeth mira preocupada a los tres pecados.

-- Sí -- contesta el Capitán alzando el brazo que, irónicamente, tenía herido.

-- ¿Huh? ¿Dónde fue ese cerdo?

-- Tú eres un cerdo, ¿No es así? -- le recordó el rubio.

-- ¡Y huele delicioso!

El animal no pudo evitar temblar ante las palabras de la Gigante ya que seguía viéndola muy capaz de comérselo ahí mismo.

La princesa corre con rapidez hacia el rubio, tocando sin cuidado cerca de la herida y el hombro contrario.

-- ¡Meliodas - sama, estás herido! -- exclamo preocupada dándose cuenta de la cortada que tenía.

-- Oh, no es gran cosa -- le dice viendo ese lugar.

A Diane le habia dado un tic en el ojo, pues para ella estaba siendo demasiado confianzuda con el capitán.

-- ¡Pero está sangrando mucho!

-- ¡N-No te pongas cariñosa con el Capitán! -- le regaño inclinándose hacia ellos.

-- Pero...

-- Cuidar del Capitán es trabajo de Isabelle, ¿De acuerdo? -- la risa de la mencionada no tardo en escucharse confundiendo a la Gigante -- ¿Por qué te ríes mejor amiga? -- hace un ligero puchero -- ¡Ella está siendo demasiado pegajosa con el Capitán!

-- Tranquila Diane, no creo que Elizabeth tenga esas intenciones -- acaricio la mejilla de la Gigante con cariño.

-- ¡Oigan, yo también estoy herido! ¡Él realmente me lastimo! -- el puerquito estaba con una vena en su frente por la falta de atención.

El rubio ya se encontraba agachado a su lado y tocando cierto lugar de su cuerpo.

-- ¿Aquí?

-- Esa es mi costilla...

-- ¿Aquí? -- ahora estaba al otro lado tocando cerca de su cabeza.

-- Ese es mi lo... -- fue en ese momento que se dio de la verdadera situación -- ¡Lo haces a propósito, ¿No?!

-- Está evaluando que parte de tu carne esta mejor cocinado -- expresa Isabelle con su sonrisa habitual, causando un escalofrió en el animal -- Bromeo~ -- tarareo -- no te preocupes que llegando a la taberna sanare tus heridas, Caballero Hawk -- lo último estaba de más decir que era en broma.

Apenas ella toco el suelo, el cerdo fue a abrazarla, aunque solo llego a abrazarle las piernas.

-- ¡Isa - chan es la única que se preocupa por mí! -- lloriqueo.

[...] Tiempo después.

Luego de toda esa conmoción con el Caballero Sagrado Gilthunder, los Pecados y la princesa llegaron a la Taberna sin ningún contratiempo.

Isabelle, como se lo habia prometido al cerdo, estaba curando sus heridas, aunque solo constaba de poner un trapo mojado en las zonas donde habia resultado quemado.

-- Creo que con esto ya será el último -- le dijo al animal antes de colocar el trapo húmedo.

-- ¡Ah, ese es el lugar! -- Hawk se notaba aliviado por volver a la normalidad -- Ese maldito Caballero Sagrado...

-- Isabelle - sama realmente es buena curando las heridas -- alaga la princesa que estaba presenciando todo.

La maga ladeo la cabeza en un gesto de vergüenza.

-- No es para tanto, Elizabeth -- negó jugueteando con sus dedos -- Ni siquiera he podido acercarme a Mel por su herida...

-- Ne, ne, Isa - chan -- la voz de su amigo animal la saca de sus pensamientos -- ¿Conocías a ese chico?

Ante eso no puede evitar que sus ojos destellen un poco de nostalgia.

-- Sí... pero no era como ahora, Gilthunder en realidad entrenaba con Meliodas para proteger a la hermana mayor de Elizabeth, la princesa Margaret -- no pudo evitar soltar una risita -- recuerdo cuando comencé a practicar con él, Meliodas comenzó a ponerse celoso diciendo que ya no pasaba tiempo con él por estar con el pequeño Gil...

Sin quererlo suelta una risita y recuerda cuando ese niño se habia acercado a ella por primera vez.

Habia siempre un momento donde quieres estar solo sin que nadie te moleste, Isabelle estaba en busca de ese momento de soledad, recordando el triste y doloroso pasado que la sigue y seguirá hasta el final de su vida.

Ella agradecía que su querido rubio entendiera que habia momentos donde necesitaba estar sola, por lo que sin pedirlo se habia llevado a los niños mientras ella disfrutaba un momento a solas paseando por los jardines. Fue ahí cuando encontró un gran árbol que parecía llamarla para que se recostara en su tronco y disfrutara de la tranquila brisa.

Lo que no sabía es que ese día no estaría sola.

-- D-Disculpe... -- la llamo una aniñada voz -- I-Isa-be-belle - sa-sama...

No abrió sus ojos de inmediato, pues en su interior estaba frustrada porque su tranquila soledad habia sido interrumpida, pero tampoco podía ser descortés con un niño, después de todo ella los adoraba. Aunque no pensó que se encontraría con un adorable infante de cabello rosa y ojos azules.

Se veía con claridad el pánico y nerviosismo del menor al estar frente a esa mujer que le llevaba 3000 años de diferencia de edad.

Los pequeños pómulos del niño estaban pintados de un adorable tono rojizo por la vergüenza mientras que su labio temblaba de vez en cuando.

La maga no pudo evitar ladear su cabeza para luego ofrecerle una sonrisa cariñosa y maternal que solo causo un sonrojo completo en el menor.

-- ¿Sucede algo, Gilthunder? -- le pregunta causando sorpresa en el nombrado.

-- ¿U-Usted sa-sabe m-mi n-nombre?

Recibe un asentimiento por parte de ella.

-- Meliodas me ha hablado mucho de ti, pequeño Gil -- rio con ligereza para luego percatarse del pequeño ramo de flores que llevaba el niño en sus manos.

Aun con el sonrojo en todo su rostro, levanto el ramo de flores hacia la maga quien lo observaba muy sorprendida, al punto de tapar su boca con la palma de su mano.

-- A-Annette me dijo que sus flores favoritas eran las gardenias, por lo que quise traerle un pequeño regalo -- confiesa con sus ojos cerrados debido al miedo al rechazo por parte de esa hermosa mujer.

Isabelle al ver esas flores sintió por un mísero segundo que todo se detenía para ella, pues si, eran sus flores favoritas, pues sus hermosos pétalos blancos le recordaban a cierto ser que era importante para ella.

-- Te lo agradezco pequeño.

Sin pensarlo tomo aquel hermoso ramo y le dio al niño un delicado beso en la frente, pues en el fondo necesitaba eso, un bello recuerdo de ese ser que perdió hace mucho tiempo.

Quien hubiera pensado que ese era el inicio de algo muy hermoso entre un pequeño niño y una misteriosa hechicera.

Isabelle extraña esos días donde los 8 pecados capitales le servían al Rey Baltra, pues habia vivido tantas alegrías en ese grupo que por ese corto tiempo se habia sentido muy a gusto, eran compañías algo extrañas pero ella tampoco era la persona más normal del mundo, por lo que se complementaban a la perfección.

Pero habia algo más que la retenía... y era el recuerdo de esos niños que ella habia criado junto a la persona que amaba.

-- ¿Qué ocurre, Isa - chan? -- pregunta el animal rosado al verla con la mirada perdida a pesar de su sonrisa plasmada.

-- Elizabeth... -- llama y la mencionada le dirige la mirada -- en el tiempo que estuviste en el palacio... -- se relamió los labios al sentirse ansiosa -- ¿No escuchaste por ahí los nombres Elías y Annette por casualidad?

La princesa se quedó por unos minutos con la boca entreabierta, pues ambos nombres si le resultaron conocidos, mejor dicho sabia de quienes hablaban pues ambos nombres no eran comunes en el reino.

Isabelle se dio cuenta por las expresiones de Elizabeth que sabía sobre ellos, por lo que se acercó a ella en espera de alguna respuesta de su parte.

-- Lo sabes, ¿Cierto? -- la princesa asiente con lentitud -- Oh, Elizabeth -- sin pensarlo la abraza -- que bueno -- mostro su alegría -- eso quiere decir que sabes de ellos, ¿Verdad? -- pregunta emocionada.

-- ¿Y quiénes son esos cerdos? -- pregunta Hawk curioso.

-- Son dos niños que criamos Meliodas y yo cuando éramos todavía los 8 pecados capitales -- tomo las manos de la princesa -- Ellos seguramente están con Gilthunder y los demás, ¿Verdad? Después de todo Elias siempre quiso seguir mis pasos y los de Meliodas como Annette... -- sin poderlo evitar suelta un suspiro -- mi hermosa Annette ya debe ser una hermosa mujer...

Mientras la maga parecía absorta en la idea de poder volver a ver a ambas personas, Elizabeth se encontraba destrozada por dentro, pues se estaba regañando a si mismo por no haberle dado una respuesta negativa, no quería arruinar las esperanzas de la mujer que le estaba ayudando y de quien se habia encariñado tan rápido.

-- Bueno... tal vez ambos me odien en este momento como el pequeño Gil -- la princesa vio esperanza en los ojos de la joven -- pero si Meliodas y yo hablamos con ellos seguramente creerán que decimos la verdad y vendrán con nosotros...

Finalmente Elizabeth no podía sentirse como la peor persona en ese momento, el arrepentimiento era tal que sin quererlo una que otra lagrima estaba cayendo por su rostro hasta caer en sus manos que seguían unidas con las de la maga.

-- ¿Elizabeth...?

La de ojos azules vio con gran pesar a la maga, lo sabía, sabía que lo que estaba por decir iba a ser devastador, al igual que sabía que la mujer frente a ella no estaría dispuesta a esperar más por la respuesta que la lleva carcomiendo por quien sabe cuánto tiempo.

-- Isabelle - sama... la verdad...

{...} Mientras tanto.

-- Así que el Pecado de la Avaricia del Zorro, Ban, fue arrojado a una mazmorra, mientras que el Pecado de la Pereza del Oso, King, está muerto y enterrado... -- recordaba el rubio con un cartel de ambos integrantes entre sus manos.

Él y la Gigante estaban en el exterior hablando sobre sus antiguos compañeros, Meliodas le habia propuesto a su amada acompañarlos pero lo habían rechazado por un cerdo, indignante.

-- ¿Qué opinas?

-- No me importa... -- soltó la fémina sin pensar -- La verdad es que no tengo interés en ninguno de ellos. Pero basta de eso -- mostro con alegría su cartel -- ¡Me he vuelto en una mujer hermosa en estos diez años! -- parecía contenta con sí misma.

-- Solo es un bosquejo, ¿Sabes?

-- ¡Pero como siempre la Capitana me supera con creces! -- a pesar de sus palabras no parecía triste o molesta -- ¡Ella siempre se ve hermosa, incluso en los retratos!

Era claro que en su cabeza Meliodas estaba de acuerdo, incluso se habia cruzado de brazos y asentido.

-- ¡Está decidido! -- se bajó el hombro de Diane para colocarse sobre la madre del cerdito rosa -- ¡Recogeremos a Ban en las Mazmorras Baste primero!

-- ¡Sí~!

Pocos segundos después salen Elizabeth y Hawk con no muy buenas caras.

-- Oh Elizabeth, llegan en un buen momento -- en ese momento se extraña -- ¿Dónde está mi Señora?

El cerdo da unos pasos adelante, sabía que para la tercera princesa sería difícil decirle la verdad al Capitán.

-- No está nada bien, cerdo -- fue lo único que le dijo.

Entendiendo esas palabras no dudo en correr hacia la taberna.

-- ¡¿Que le dijiste a la Capitana?! -- pregunta una furiosa Diane hacia una Elizabeth asustada y arrepentida.

-- ¡Oye, Elizabeth - chan no lo hizo apropósito! -- defendió el Capitán de las Sobras -- ¡Isa - chan quería saber sobre esos tales Elias y Annette, y Elizabeth - chan no tuvo de otra que decirle la verdad!

Diane reconoció de inmediato los dos nombres que grito el cerdo.

-- ¡¿Los niños de los Capitanes?! -- ahora habia entrado en pánico -- Los dos están vivos, ¿Cierto...? -- no recibió respuesta por parte de la pequeña platinada -- ¡Habla!

Mientras Diane presionaba a la pobre de Elizabeth por la respuesta, Meliodas entra desesperado a la habitación que compartía con su amada, ni Elizabeth ni Hawk, ni siquiera Diane sabían sobre lo que ahora estaba pasando la de ojos degradados.

-- ¡Isabelle! -- grito entrando con fuerza por la puerta solo para quedarse estático en su lugar.

Isabelle estaba expulsando una gran cantidad de sangre acompañado de pétalos azabaches y rosados, bajo ella ya habia un charco de ese líquido rojo que estaban pintando aquellos bellos pétalos de colores.

El rubio lo sabía, sabía lo que significaba que su amada estuviera expulsando toda esa sangre, expulsando esos pétalos, significaba algo demasiado trágico y más para alguien como ella que ama con gran fuerza.

-- M-Meliodas... -- logro murmurar con dolor ella antes de volver a expulsar sangre -- e-esta m-muerta -- más sangre acompañados por pétalos sale de su boca -- M-Mi An-Annette... está muerta.

-- Sir Elias es un hechicero muy habilidoso, no he sabido mucho de él más que algunas de sus hazañas por el reino -- menciona la princesa con la cabeza baja.

La maga estaba feliz por saber sobre uno de sus niños, el que de cierta manera siguiera sus pasos le alegraba, pero también sabía que necesitaría esfuerzo para que creyera su versión y la de su pareja.

-- ¿Y qué hay de Annette? -- pregunta ansiosa -- Seguramente ya debe ser una gran mujer, tal vez incluso ya haya encontrado a alguien o se ha casado... Ella siempre me dijo que estaba emocionada por la idea de unir su vida junto a la persona que amara.

Ella no se habia dado cuenta de la mirada de tristeza profunda que le estaba dando la princesa en su lugar.

-- Isabelle - sama... -- la platinada sintió un nudo en su garganta, no quería que aquella sonrisa se transformara en una mueca de tristeza, pero no podía seguir guardando silencio -- Sir Annette... murió... en el atentado de hace 10 años.

Crack.

Todo se desquebrajo para ella, Elizabeth y Hawk vieron con gran lastima como aquellos ojos brillosos de esperanzas se transformaban en dos pozos oscuros sin fondo.

-- Muerta... -- repitió, como si buscara comprobar algo -- Annette está muerta...

-- Isa - chan...

-- Isabelle - sama...

Isabelle soltó el agarre que mantenía con la princesa, les dio la espalda y comenzó a caminar a paso lento hacia las escaleras, Elizabeth abrió la boca para decir algo pero fue cortada por la fina voz de la maga.

-- Elizabeth... gracias -- giro su cabeza para verla pero a pesar de estar sonriendo, la imagen era tan devastadora que tanto la princesa como el cerdo sintieron su corazón partirse.

Isabelle no volvió a mirar atrás, la sangre se estaba acumulando en su boca, también sentía como esas lágrimas comenzaban a transformarse en sangre, causándole un gran dolor, pero no se rindió hasta estar sola en la habitación que compartía con su querido rubio.

Fue ahí donde se permitió liberarse, se derrumbó sin fuerza alguna de voluntad y expulso toda esa sangre acumulada junto a los pétalos azabaches y rosados, que eran los colores del cabello y ojos de su muy amada niña.

En su cabeza no dejaba de repetirse lo estúpida que habia sido, lo idiota que fue por no haber regresado por sus niños, idiota por no haber sido más fuerte para no terminar siendo derrotada de esa manera tan vergonzosa, ahora las consecuencias las habia pagado esa alma tan pura.

-- Soy tan patética -- pensó encogiéndose en su sitio mientras la sangre seguía cayendo por sus lágrimas y boca.

Tú que dices no apreciar ni tus sentimientos ni los ajenos, cada vez que lagrimas sinceras quieras derramar, pintadas por la sangre de tus antiguos enemigos serán, cuando los sollozos y maldiciones quieran salir de tu garganta, la sangre y los pétalos te harán una grata compañía para aumentar tu miseria.

Tú que separaste a tantos seres, recordaras sin cesar tus propias perdidas, compáralas eternamente con las pérdidas que tus propias manos causaron y arrepiéntete por el resto de tu vida.

Isabelle ya ni podía ver lo que tenía frente a ella, absolutamente todo estaba nublado, solo podía observar manchas por doquier, pero estaba segura que lo que sentía en su mano eran manchas de sangre, de su sangre.

Cuando Meliodas se acercó a ella, Isabelle cayo inerte en sus brazos como si fuera un mísero trapo, bajo sus ojos no habían más que caminos de sangre al igual que en la comisura de sus labios, era una imagen espantosa y más para él, que amaba a esa mujer como a nadie.

-- De nuevo no pude hacer nada -- murmura tocando con delicadeza las marcas de sangre en el rostro de la maga -- Perdóname Isabelle... perdóname

Tanto fue su dolor, que las heridas que tenía encima, le pasaron facturan y termino acompañando a su querida en el mundo de la inconsciencia.

Para suerte de ambos, no paso mucho tiempo para que una Elizabeth preocupada llegara.

-- Meliodas - sama -- llamo después de tocar la puerta un par de veces con delicadeza -- sé que no debería, pero me gustaría saber si podría hablar un momento con Isabelle - sama -- no recibió respuesta -- Quiero disculparme con ella.

Al no recibir ningún tipo de respuesta, se atrevió a abrir la puerta, encontrándose con la imagen de la pareja envueltos en un charco de sangre y pétalos.

{...} Mazmorras Baste.

-- Un reporte del Palacio Real -- habla una voz femenina quien se encontraba arrodillada frente a sus superiores -- Hemos confirmado la presencia de tres Pecados en el Bosque de los Sueños Blancos... Me temo que vendrán aquí en busca de una persona en especial -- agrego.

-- Ara~ -- resonó otra voz femenina que era amortiguada por el casco de su armadura, esta voz se oía más confiada e incluso burlona -- ¿Finalmente vendrán? -- pregunta con ironía -- Los Pecaditos.

Caballero Sagrado Friesia - Miembro de Weird Fangs.

-- Si ellos vienen directamente aquí o se detiene por el pueblo vecino en primer lugar, supongo que deberíamos estar listos para darle la bienvenida. 

Caballero Sagrado Golgius - Miembro de Weird Fangs.

Ambos Caballeros estaban jugando un partido de ajedrez, restándole absoluta importancia a las noticias que estaban recibiendo.

-- Oh vamos, Golgius -- se quejó la de armadura rojiza -- ¡Qué desagradable movimiento!

-- Es tu turno, Fresia -- se burló entre risas el contrario.

-- Disculpe... -- la pequeña aprendiz estaba incomoda por haber sido ignorada.

-- No tienes que preocuparte, Jericho - chan -- le hizo un ademan de despreocupación mientras su tono de voz seguía siendo de burla y seguridad -- Verás, esta mazmorra fue construida en preparación a las batallas por venir. Una fortaleza experimental, se podría decir. Incluso para los Ocho Pecados Capitales, no será fácil conquistar este lugar.

Jericho miraba atenta a ambos caballeros antes de escuchar una voz profunda voz a sus espaldas.

-- Eso es cierto. No olvides que los Weird Fangs también estamos aquí.

Caballero Sagrado Ruin - Miembro de Weird Fangs.

-- P-Por supuesto que no, Ruin - sama.

-- Sin embargo, me pregunto si realmente vendrán -- se cuestiona el cuarto miembro del grupo quien estaba sentado desde hace un tiempo presenciando todo.

Caballero Sagrado Jude - Miembro de Weird Fangs.

-- Jajaja buen punto -- se mofa la única fémina en ese grupo -- No hay manera de que alguien tome este enorme riesgo, sólo para salvarlo. Desde que lo capturaron hace cinco años, no ha recibido los rayos del sol, ni se ha movido una pulgada o dicho una palabra. Ni siquiera ha comido... Sólo va a ser torturado hasta el día que muera.

-- A pesar de que él era un miembro de los Ocho, no sé por qué se molestarían salvarlo.

-- Pensar que él era el legendario Pecado de la Avaricia del Zorro... Qué patético.

-- ¿Podrían dejar de hacer quedar mal a los Caballeros Sagrados con esa excesiva confianza que tienen? -- pregunta otra voz más juvenil y masculina -- Solo logran avergonzar el nombre de Liones.

Al mirar a su alrededor no lograban encontrar al dueño de la voz, pero el escalofrió que sintieron fue suficiente para identificar.

-- Estoy aquí arriba.

De entre la poca iluminación de las lámparas comienza a formarse una figura delgada masculina, Jericho quedo paralizada ante esa mirada tan atrapante de esos ojos brillantes y esa sonrisa que a pesar de verse muy atractiva, era formado por la burla e ironía.

Caballero Sagrado Nivel Diamante - Hechicero Elias

-- ¿Debo acaso recordarles que quien capturo a Sir Ban, fue su servidor aquí presente? -- descendió hasta quedar casi sobre la cabeza del alto -- Si ustedes son capaces de galardonarse su actual rango es gracias a mí, quien con mucha... mucha... pero mucha~ paciencia los ayudaba con sus patéticas habilidades que hasta ahora, me siguen pareciendo mediocres -- se burla sin recibir ninguna respuesta.

Era claro que ninguno de esos cuatro caballeros haría nada, ellos eran Rango Rubí, el que estaba frente a ellos era Nivel Diamante, era humillante que alguien menor que ellos los hubiera dejando en evidencia, pero así era la vida, obedece a tus superiores o te quedaras sin cabeza.

-- Y en cuanto a ti Jericho - chan -- la pequeña aprendiz alza la mirada con temor de una reprimenda, pero solo recibió una sonrisa coqueta -- Después de terminar unas cosas que tengo que hacer te llevare a Liones para volverte mi aprendiz.

La mirada de la mencionada paso de miedo a una de esperanza absoluta, era como un sueño, un Caballero Sagrado de Nivel Diamante le estaba dando la oportunidad de volverse su aprendiz, un pase directo a ser un Caballero de alto rango, y lo mejor para ella, su molesto hermano mayor no habia recibido una oferta como esa en su vida.

-- ¡¿Es enserio sus palabras, Elias - sama?! -- pregunta recibiendo una risa del nombrado quien alzo sus brazos mostrando sus manos.

-- ¡Un Caballero no miente querida! -- miro de reojo a los avergonzados caballeros rango rubí -- Pero se paciente, me tomara un poco de tiempo lo que tengo que hacer pero te aseguro que luego te llevare conmigo.

-- ¡Sí! -- asintió aun en su posición pero con los pómulos sonrojados al tope -- ¡Sera un honor aprender de usted, Elias - sama!

-- Bueno, eso es todo -- con una sonrisa de satisfacción bajo hasta que sus pies tocaron tierra firme -- iré a darle una visita a nuestro invitado... Se me cuidan~.

Los cuatro miembros del Weird Fangs se sintieron no solo humillados, fueron masticados y escupidos como mera asquerosidad por un simple ''niño'' de ojos bonitos.

-- Maldito mocoso... -- piensa el más alto de los caballeros mordiéndose la lengua por la furia contenida.

Siguiendo al galante de hebras albinas que se habia salido de ese cuarto, deshizo su sonrisa apenas las sombras lo tocaron en su totalidad.

-- Ugh, no me gusta sonreír -- se queja en voz baja mientras se toma el mentón -- me recuerda a ella...

-- Mamá... ¿Por qué sonríes todo el tiempo? -- le pregunta a esa bella mujer de ojos en degradado -- A mí me duele la boca con sonreír solo un momento, ¿Por qué a ti no? ¿No te duele?

Ella lo mira por un momento y luego mira hacia el techo en un gesto pensativo, incluso habia puesto su dedo índice en su mentón.

-- Una pequeña sonrisa no le hace daño a nadie Elias -- le dice aquella persona que se habia vuelto su madre -- Además que una sonrisa se te ve bien, te hace ver más apuesto.

-- ¡Pero obviamente no más que tu padre! -- el niño de 9 años mira con incredulidad a quien sería su ''padre'' -- ¿Cierto cariño?

-- ¡Meliodas, ahora no! ¡Estoy hablando con el niño! -- le contesta fingiendo molestia con su pareja.

-- ¡Papá, ¿Dónde estabas?! -- otra figura femenina entra a la habitación con una espada de madera en mano -- Dijiste que ibas a entrenar conmigo, ¿Lo olvidaste?

Su yo de esa edad no puede evitar reír ante el puchero que habia formado su hermana mayor.

-- ¡¿Y ahora de que ríes, escarcha?! -- ahora era el pequeño quien tenía el puchero y la hermana quien reía.

-- ¡No te burles, rosita! -- le dijo su apodo.

-- ¡Escarcha!

-- ¡Rosita!

Ambos comenzaron una pequeña pelea fraternal diciéndose sus apodos correspondientes debido a sus ojos peculiares, los capitanes del grupo más fuerte de Caballeros de Liones los miraban con una ligera sonrisa, presenciando con gracia la escena que ambos habían formado.

Puede que el recuerdo haya sido hermoso y que cualquiera lo guardaría con cariño, pero en él solo causaba que el agujero negro en su pecho se acrecentara, pues no podía evitar poner aspas en los rostros de quienes en su momento quiso como padres.

-- Todo indica que volveré a verlos -- piensa sin dejar de caminar hacia su lugar deseado -- han pasado unos 10 largos años...

Elias se habia percatado que se habia perdido por demasiado tiempo en sus recuerdos cuando vio esa gran puerta de metal que era custodiado por dos patéticos guardias que no tardaron en percatarse de su ausencia y temblar de miedo.

-- ¡Elias - sama, sea muy bienvenido! -- grito uno colocándose erguido en la puerta.

-- ¡Esperamos que su llegada no haya tenido complicaciones! -- le siguió el otro idiota.

-- Vine por teletransportación -- bajo los cascos, ambos guardias se habían puesto pálidos -- Váyanse, quiero hablar a solas con este prisionero.

-- P-Pero...

-- ¡Ahora! -- grita sin paciencia, espantando a ambos hombres que salen despavoridos -- Tarados -- insulta y toma el pomo de la puerta, fue en ese momento que se percata que todo ese tiempo cierta persona estuvo tarareando.

-- ¿Aburrido? -- pregunta entrando al lugar mugriento -- Que poca iluminación -- saca una esfera de cristal de entre sus ropajes para luego hacerlo flotar y brillar como una lámpara portátil -- mucho mejor... Hay, pero que horrible te ves... la barba sin duda no te favorece.

La escena en realidad era para muchos más comentarios por parte del Caballero Sagrado, el prisionero no solo estaba amordazado con un pedazo de metal, sino que varias partes de su cuerpo estaban atravesados por estacas aseguradas con cadenas, algo incómodo para ver para la mayoría, pero al parecer a Elias no le importaba en lo absoluto.

Aquel prisionero dijo algunas palabras aunque no se lograba interpretar pues eran atrapados por el pedazo de metal.

-- Déjame que te quite esto -- sin mucho esfuerzo Elias le quito ese molesto metal -- Listo, ya puedes hablar ahora, Tío Ban -- lo último lo dice con burla.

-- Ah~ finalmente has venido a visitar a tu querido tío, que buen niño~ -- tararea el pecado de la Avaricia -- ¿Sigues molesto por que te deje ganar~?

Un tic en el ojo aparece en el Caballero, su orgullo acababa de ser golpeado.

-- ¿Sigues diciendo eso después de todos estos años? -- pregunta con una vena marcada en su rostro.

-- ¿Lo niegas~?

Por unos segundos apretaba sus puños, como le gustaría echarse todo el crédito de la captura del pecado de la Avaricia, pero no podía, era muy consciente que esa vez se dejó atrapar por dos cosas, uno, porque no tenía otra cosa que hacer y la segunda, porque él estaba presente y como buen padrino se dejó capturar.

-- Eres insufrible -- aprieta la mandíbula, de ninguna manera planeaba aceptar la verdad de la historia.

-- ¿Cuántos años pasaron ya~? ¿4...5~?

-- Cinco años, zorro -- le contesta sentándose frente a él -- Unos cinco largos años.

-- Hmm~, que aburrido esta todo~.

-- ¿Es lo único que te importa? -- pregunta con incredulidad -- ¿No me preguntaras por los otros pecados o si sobre hare algo para liberarte?

-- Nah~, con la conversación de la vez pasada me basta~.

Elias alza una ceja.

-- Que yo recuerde era el único que estaba hablando.

-- Más bien gritando~, parecías un pequeño gatito rabioso~ -- sonríe de lado -- Incluso parecía que ibas a matarme~, ¿Que no era que querías mucho a tu muy consentidor Tío Ban~? -- las mejillas del hechicero se tiñeron de un color carmesí por la vergüenza y a furia combinadas -- Sigues siendo fácil de molestar~.

-- ¡Basta ya de tus idioteces! -- la esfera que iluminaba el lugar exploto en miles de pedazos -- ¡Como siempre es una pérdida de tiempo venir a hablar contigo! -- en el lugar no habia cosa que brillaras más que los ojos color cielo del muchacho que en ese momento habia perdido la paciencia -- ¡Si no fuera porque eres inmortal, hace mucho te hubiera matado con mis propias manos!

-- En realidad no, yo hubiera muerto mucho antes de conocernos~.

-- ¡Y sigues hablando! -- piso con fuerza en un pequeño berrinche.

-- Oye, cálmate escarcha~, no es bueno estar siempre con el ceño fruncido, ¿Que Isa no te lo enseño~?

Recibió como respuesta una pequeña daga cerca del corazón, haciendo que escupiera sangre, Ban miro a los ojos de quien en su momento fue su pequeño aprendiz de travesuras, ahora, ¿Era uno más de esos estúpidos perros falderos del Reino?

Pensó que lo habia malcriado bien.

-- ¡Esa mujer no es nadie para mí! ¡¿Entiendes?! ¡NADA! -- grito colérico -- ¡Ella y todos ustedes no son más que asesinos!

-- Eso es obvio~, todos los Caballeros son asesinos, ¿O acaso tu subiste de rango con solo ponerte el uniforme~? -- recibió otra apuñalada.

-- ¡Deja de hacerte el chistosito, sabes muy bien de lo que hablo! -- la sangre del más alto cayo en la mejilla del muchacho -- ¡Ha ustedes no solo les basto con asesinar a Zaratras! -- tomo al hombre del cuello -- ¡Dímelo! ¡¿Porque de entre todas las personas...?! ¡¿Porque asesinaron a Annette?!

Elias mantenía su mirada fija en el cuerpo ensangrentado que estaba frente suyo, los colores ya no existían para él, pues por alguna razón solo podía ver blanco y negro en todo el panorama.

-- Qué barbaridad... al parecer son capaces de asesinar a cualquiera que se meta en su camino -- escucho que hablaba uno de los soldados que veían la escena del crimen.

-- ¿A qué te refieres? ¿Por qué esta este niño aquí?

-- ¿No lo sabes? Ese niño y la chica que está muerta en el suelo eran los hijos adoptivos de los capitanes de los Ocho Pecados Capitales.

-- Eh?! ¡¿En serio?!

-- Si... al parecer la hija mayor se enteró de las fechorías de sus padres e intento detenerlos... pero al parecer solo termino siendo otro cuerpo más en su pila de cadáveres -- ambos soldados vieron al niño que alzaba la parte superior del cuerpo de su hermana -- Hubieran siquiera pensado en el niño... pobrecillo... con su hermana muerta se ha vuelto nuevamente en un huérfano, seguramente el Rey lo llevara a un orfanato.

-- ¿Es enserio lo que me dices? No puedo creerlo... creí que hasta los monstruos se preocupaban por sus hijos.

-- Eso es porque ellos son peores que monstruos... son demonios.

Rosa... era el único color que podía diferenciar... y ese color pertenecía a esos ojos que a pesar que nunca se lo pudo decir a ella, eran en realidad muy hermosos.

-- Nee - san... -- llamo pero no recibió respuesta -- Nee - san... -- las lágrimas secas de la Caballero se mezclaron con las lágrimas recientes del infante -- ¡Nee - san~!

Ambos soldados miraron con pena ese pequeño niño que desde ese día no habia vuelto a ser el mismo... nunca más.

-- ¡No me hubiera importado que mataran a todos esos soldados! ¡No me hubiera importado que mataran a las princesas, al Rey o a cualquier otro! -- gritaba en busca de desahogo -- ¡Incluso les hubiera perdonado su abandono, tanto de ustedes como el de ellos...! ¡Pero no les puedo perdonar que a ella la hayan matado! ¡Que mierda les hizo Annette aparte de quererlos más que cualquier otra persona!

Ban sabia el dolor que estaba pasando ese joven, el también habia perdido a alguien importante.

-- Elias... -- no termino de hablar porque recibió un puñetazo.

-- ¡Ella los adoraba! -- un golpe -- ¡Los admiraba! -- otro golpe -- ¡Los veneraba! -- y otro más -- ¡Ella los quería tanto ¿Y así le pagaron todo ese cariño?!

Juntó sus dos manos y le da un último golpe que hizo al prisionero bajar la cabeza por la fuerza usada. Elias respiraba agitado pues se habia desahogado después de tanto tiempo que se estuvo conteniendo, aunque hubiera preferido desquitarse con cierta persona de ojos degradado pero está conforme con haberle dado unos buenos golpes a Ban el Inmortal.

-- ¿Mejor~? -- le pregunta el zorro como si nada, pues sus heridas habían sanado.

Elias se levantó y se dirigió a la puerta, pues ya no habia motivo por el que siguiera en ese lugar, pues termino lo que quería hacer en primer lugar.

-- Oye~ -- llamo por última vez -- ¿Eres enserio tan idiota~? -- esa pregunta detuvo su andar -- ¿O acaso tan poca fe nos tenías en el pasado~?

-- ¿De qué hablas?

-- Interprétalo como quieras, escarcha~.

Lo último que escucha el Pecado de la Avaricia fue esa gran puerta de metal cerrarse con fuerza.

-- Ya se habia demorado mucho~ -- piensa viendo esa pequeña luz que entraba en su celda -- con que la pequeña Anna ha muerto~... Eso no le gustara a Isa ni al Capitán, ¿Qué estarán haciendo ahora?

{...} 8 millas al Noreste de las Mazmorras Baste - Ciudad Dalmary.

Mientras por un lado hubo problemas de manejo de ira, la Gigante Diane estaba empezando a despertarse por el problema que tenía entre sus manos, literalmente.

Cruzó por uno de los caminos de la ciudad y vio a varios humanos que podrían serle de ayuda.

-- ¡Hey, ciudadanos!

Pero como pasaba desde que era pequeña, esas diminutas personas se iban apenas la veían.

-- ¡Es un gigante! -- grito uno de ellos mientras escapaba.

-- ¡Whoa, eres enorme! -- grito un niño en toda su inocencia antes de ser llevado por un adulto.

-- ¡Esperen! -- grita -- ¡Sólo quiero saber dónde están los doctores! -- bajo la mirada hacia sus manos encontrándose con sus dos capitanes inconscientes -- Capitanes...

-- ¡Te lo dije! -- le regaña el Capitán de las Sobras que venía junto a la princesa.

-- Hawk - chan yo buscaremos a un doctor en el pueblo, Diane - sama, ¿Puedes...?

-- ¡Yo seré la única que salve a los Capitanes! -- la callo de inmediato.

-- P-Pero... -- tartamudeo la princesa.

-- ¡Estás ahuyentando a todos! -- soltó el cerdo sin pudor.

Ese comentario le habia dolido de cierta manera a la Gigante, pero no mostro su debilidad, miro a ambos por un pequeño momento, retrocedió su mirada, como si lo estuviera pensando y luego volvió a mirarlos.

-- Lo entiendo. Vayan a buscarlo. Yo esperaré aquí.

-- ¡S-Si!

-- ¡Sé buena y espéranos!

Ambos se fueron y Diane se dejó caer de rodillas, viendo con tristeza a esas dos personas que habían cambiado su vida y manera de ver las cosas, ella solo pudo pensar en cómo le hacían falta las dulces palabras de su mejor amiga, diciéndole que no prestara atención a esas crueles palabras, que era perfecta tal y como era.

Tanta fue su concentración que no se dio cuenta que un pequeño insecto estaba detrás de ella presenciando todo.

{...} En las Mazmorras Baste.

-- ¡Jajajaja! ¡Los encontré! -- rio la fémina levantándose de su lugar -- Justo como Golgius anticipo.

--- ¿Vas a ir, Fresia? -- pregunta Jude.

-- Sí. Yo daré el primer golpe y le pondré fin.

-- Pues les diré algo antes de que metan la pata -- Elias llega justo en ese momento -- No me importa lo que le hagan al Pecado de la Ira o al de la Envidio... -- frunce la mirada -- La Pecado de la Tristeza es mía, así que no se les ocurra hacerle algo.

Los del grupo de cuatro se miraron por un momento.

-- Si lo usted lo desea, Elias - sama -- acepta el más alto del grupo recibiendo un asentimiento por parte del menor que desapareció tan pronto recibió la respuesta.

{...} Ciudad Dalmary.

Diane estaba frente a la Casa del Doctor que habia aceptado ayudarlos, miraba con tristeza las camas conjuntas donde estaban sus capitanes.

-- Capitán... Capitana...

El Doctor le estaba dando una medicina al rubio mientras una ayudante le estaba cambiando por tercera vez los paños a la fémina de hermoso rostro, pues debían calentarla de alguna manera.

-- Esta medicina la preparé yo mismo -- comenta mientras atendía a Meliodas -- Le dará paz -- dirige su mirada a la mujer -- En cuanto a ella le hará bien descanso, ya le di medicina con vitaminas así que se pondrá mejor.

-- Muchas gracias, Dr. Dana -- agradeció la princesa mirando con preocupación a ambos pecados.

-- Honestamente, me asombra que todavía esté vivo -- habla refiriéndose al rubio -- La herida de la espalda es profunda, y tiene una quemadura como si hubiese sido golpeado por un rayo... ¿Por qué un chico así...?

El hombre poco después se retiró, guardando para sí mismo los comentarios que tenía sobre el estado actual de la paciente femenina, pues por un momento incluso tuvo miedo al revisarla.

No solo limpio la sangre seca que tenía bajo sus ojos y labios, se percató de la excesiva palidez, sino que el frio en su cuerpo era casi comparable con la de un muerto, incluso creyó sentir que por un momento su corazón habia dejado de latir, pero por suerte solo habia sido una ilusión suyo, pues la paciente seguía respirando.

Pero aun así el miedo seguía latente, ningún humano seguiría vivo con ese nivel de frio en su sistema.

-- Es mi culpa -- habla la princesa y el cerdo alza la mirada hacia ella --Es porque les dije que quería detener a los Caballeros Sagrados. Con el fin de recolectar información sobre los Ocho Pecados Capitales... y luego le confesé a Isabelle - sama sobre sus hijos y casi le ocasiono la muerte... Soy tan tonta...

Elizabeth no pudo evitar soltar una lágrima que cayó en uno de los recipientes con agua, para su suerte, cayó en el de agua fría.

Se sentía tan estúpida consigo misma, se reprendía a si misma por abrir la boca, por su culpa la mujer que no le dio más que atenciones desde que se conocieron estaba inconsciente y quien sabia en que momento despertaría.

-- Elizabeth - chan...

-- Lo siento -- limpio sus lágrimas y comenzó a cambiar los paños de ambos pecados -- Meliodas - sama, espero que se mejore pronto -- voltea su mirada hacia la de hebras bicolores -- Isabelle - sama, despierte pronto por favor, quiero disculparme con usted por haber sido tan tonta.

-- Bueno, ¿Qué deberíamos hacer ahora? -- el pequeño animal no habia leído el ambiente de tristeza.

-- Esperemos hasta que despierten -- sugirió -- Podemos pensar sobre las Mazmorras Baste despu... -- fue interrumpida por la Gigante.

-- Iré a las Mazmorras Baste por mi cuenta -- ambos voltearon a verla -- Estoy segura que ir a las Mazmorras Baste es lo primero que harán el Capitán y la Capitana cuando despierten -- comenzó a levantarse poco a poco -- Hasta que ellos estén completamente recuperados, no dejaré que eso pase.

Diane comenzó a moverse bajo la atenta mirada de los habitantes de esa ciudad, Elizabeth habia logrado bajar con velocidad para llamar a la fémina de gran estatura.

-- ¡Lady Diane, yo también iré!

-- Oh, por favor, sólo me estorbarás -- detuvieron su andar -- Con ese pequeño cuerpo y esos brazos flacos... ni siquiera sabes usar magia como Isabelle... ¿Qué crees exactamente que puedes hacer? -- era claro que no recibiría respuesta -- Puede que seas una princesa, pero todo lo que puedes hacer es ser la enfermera de ellos y cambiar sus pañuelos, aunque la verdad es que ni eso, ya que Isabelle siempre ha sido la médico entre los pecados capitales.

-- ¡¿Qué pasa con tu actitud?! -- grita Hawk en defensa de Elizabeth -- ¡No todas las chicas del mundo son grandes y fuertes como tú! -- el cerdo recibió una fría mirada de la Gigante que lo hizo.

-- Aun así yo... -- la princesa apretó sus puños con el cuerpo temblando un poco -- quiero ser de ayuda para Isabelle - sama y Meliodas - sama... No quiero ser más una molestia -- bajo la cabeza y cerro sus ojos -- No quiero que nadie más haga nada imprudente por mi bi...

Antes de terminar la Gigante la habia encarado colocando su pie a pocos metros de ella, estaba molesta.

-- ¡No tengas una idea equivocada! -- riño con las mejillas algo sonrojadas -- ¡Ellos no están haciendo esto por ti! Ellos... -- su voz se quebró un poco -- siempre han sido así... El Capitán... también me ayudo... E Isabelle ha sido la única que no solo me ha escuchado, sino que también me ayudo a tener más confianza en mí.

Contuvo las lágrimas que amenazaban con salir, no podía mostrarse débil cuando sus Capitanes estaban malheridos.

-- Con el Capitán fue cuando dejé mi ciudad natal y me fui de viaje por mi cuenta. Me metí en una pequeña discusión con unos Caballeros...

-- ¡D-Desgraciada! ¡Cómo te atreves! -- le grito uno de esos Caballeros con los que tuvo la discusión.

-- ¡Ja~! Eso es lo que te pasa por blandir tu espada contra una hermosa chica.

-- ¡Como si fueras una hermosa chica! -- la señala uno de ellos con su espada -- ¡Maldita Gigante!

-- ¡Vuelve a tu tierra! -- señalo otro.

-- ¡No hay hombres o mujeres monstruosos como tú!

Esas palabras solo causaran que su ceño se frunciera aún más.

-- Me enferman -- murmura -- ¡Los humanos con tan creídos solo porque hay montones de ustedes!

-- Maldita... ¿Crees que te dejaremos ir?

-- ¡Enseñémosle una lección!

Los Caballeros fueron hacia ella a la vez en una oportunidad de atacarla, cuando una pequeño rubio aparecía y le da una patada a uno de esos hombres haciéndolo chocar con un árbol y dejándolo inconsciente.

-- ¿Quién es este mocoso?

-- ¡¿Entiendes que le estás buscando pelea a los Caballeros del Trigo de Oro?!

-- No deberían actuar tan altos y poderosos, si atacan en grupo a una chica.

En ese momento, algo palpita dentro del corazón de la Gigante que no creía lo que veía.

-- ¡Maldito! -- el Caballero alza su espada en gesto amenazante -- ¡¿Esas son tus últimas palabras?!

Recibió un golpe que no solo rompió su espada, sino que lo dejo noqueado en un segundo. Lo mismo les sucedió a los demás que en pocos minutos decidieron retirarse como gallinas.

-- ¡R-Retirada!

-- ¡Ya está todo bien! ¿Te asustaste? -- le pregunta ese pequeño rubio mirándola.

-- Eh?

-- Fue la primera vez en mi vida que alguien me pregunto si tenía miedo... Y fue a una chica mucho más grande que él. Todavía lo recuerdo claramente. En ese momento, sentí como que era de la misma altura que el chico en frente de mí.

Tanto la princesa como el cerdo habían escuchado con bastante atención la historia relatada por la Gigante, pero como siempre, el Capitán de las Sobras no podía mantener la boca cerrada.

-- ¿Y qué hay de Isa - chan?

-- Isabelle... a ella le debo mucho... empezando por lo mal que me comportaba con ella cuando nos conocimos...

-- ¿En serio? -- pregunta la de ojos azules sin creérselo del todo -- Pero se nota que Diane - sama quiere mucho a Isabelle - sama.

-- Es obvio que no siempre fue así... -- murmura recordando el pasado donde sigue teniendo arrepentimientos -- yo... odiaba a Isabelle porque era la pareja de Meliodas.

-- Diane, te presento a mi pareja.

Esas palabras le habían dolido mucho a la Gigante, no se habia imaginado que su amor platónico estaba con alguien más, pero ahora estaba confirmado, solo faltaba que esa mujer se presentara para ver con lo que estaba ''compitiendo''.

De aquella casa donde acababa de enterarse que era hogar del rubio, salió la que muy posible es la mujer más hermosa que vería en su larga vida como Gigante.

Una joven de piel como porcelana, de ojos hermosos, con cabello sedoso azabache, con unas mechas purpuras que solo hacían resaltar sus facciones y esa sonrisa... una sonrisa permanente y recatada. No habia nada en ella que no fuera perfecta, eso solo la hizo sentirse más humillada, pues era obvio que ese rubio jamás la voltearía a ver... no teniendo a alguien tan hermosa como esa humana a su lado.

A pesar de su decepción amorosa, creyó que tendría tiempo a solas con el de ojos esmeraldas en el tiempo de trabajo, pero grande fue su sorpresa cuando la vio acompañándolos, y no solo eso, sino que demostrando que no era alguien débil, ¿Cómo? Demostrando su gran habilidad mágica.

Claro que se habia sorprendido el ver a una humana tan fuerte, mucho más si apreciaba esa figura tan delicada que tenía, habia llegado incluso a pensar que tenía un cuerpo enfermo por la palidez de su piel.

-- Ne, ne, Diane -- la maga intentaba llamar su atención -- ¿Quieres almorzar conmigo? Me dijeron que te gusta el puerco, puedo prepararte un delicioso puerco asado.

-- No quiero -- negó como niña pequeña.

-- Pero... -- la joven puso una sonrisa triste ante la negación -- quiero pasar más tiempo con Diane para que nos conozcamos mejor.

-- Pues yo no necesito saber más de lo que se durante las misiones, así que deja de hacerte la buena conmigo, si estoy aquí es solo por él -- se cruzó de brazos para luego irse dejando a la de ojos en degradado con la palabra en la boca.

-- No importaba cuantas veces me comportara horrible con ella, siempre regresaba para pasar intentar tiempo conmigo -- recordó todas esas veces que ella rechazaba las propuestas de Isabelle -- pensé que se cansaría al poco tiempo, pero seguía y seguía...

-- Diane, ¿Te importaría si te hiciera un peinado diferente? Te verías muy lin...

-- No quiero, me gusta así.

-- Diane, encontré un lugar muy lindo...

-- ¿Así? No me interesa.

-- Una y otra vez... los demás pecados a excepción del capitán me preguntaban el porqué de mi aptitud, hasta que un día... en una misión...

Diane se regañó a si misma por haber sido tan descuidada, se habia lastimado en medio de la misión, podía seguir con su deber, pero no le gustaba la sangre que comenzaba a salir de su herida.

-- ¡Diane! -- logra escuchar el grito de la maga de ojos en degradado causando que chasqueara la lengua con molestia.

-- Hmp, seguramente viene a burlarse -- piensa corriendo su mirada hacia un lado no ver a la maga.

Pero lejos de cualquier pensamiento negativo que tuvo hacia la Capitana de los Pecados, ella se habia acercado a su herida y comenzó a usar su magia para curar esa herida que mantenía a la Gigante adolorida, dejándola sorprendida de sobremanera, pues era claro que no se esperaba esa acción.

-- ¿Q-Que haces?

Por primera vez ambas féminas conectaron miradas en todo ese tiempo desde que se conocieron, la Gigante intento encontrar en esa mirada alguna señal de malicia o resentimiento, pero solo encontró compasión y cariño, causando que se confundiera más de lo que ya estaba, ¿Que no la odiaba después de todo el mal trato que le dio desde que se conocieron?

-- ¿Que qué hago? -- pregunta confundida la de mechas purpuras con una sonrisa de duda -- Pues obviamente curando esa herida que se nota, te molesta muchísimo -- volvió a su acción anterior.

-- Pero... e-es decir -- se trata con su lengua debido a lo que sentía en ese momento -- ¿No te vas a reír de mi o algo?

Ella podía sentir el alivio, una placentera sensación cuando la magia de aquella maga estaba cerrando esa herida, vio como la contraria le seguía sonriendo, pero esta vez mostraba cariño, un cariño que no recordaba haber recibido antes cuando estaba en su hogar.

-- Y... ¿Por qué haría eso? -- le regresa la pregunta -- Las heridas no son motivos de risa, al contrario, son motivos de tristeza y preocupación por esa persona herida -- le expreso con tranquilidad ante la mirada incrédula de la Gigante.

-- ¿Te... preocupas por mí?

Hubo un corto momento de silencio donde la Gigante estaba tomando que la respuesta era negativa.

-- Pues claro, después de todo somos amigas -- respondió terminando de curar esa molesta herida.

Diane reviso y en efecto, esa herida habia desaparecido en su totalidad, como si nunca hubiera existido tal daño en su cuerpo, pero aun así lo más sorprendente para ella fue la declaración de la maga, ¿Amigas? Ella enserio la consideraba su amiga.

-- ¿Amigas? -- repitió sintiendo como sus ojos picaban por las lágrimas que querían aparecer -- ¿A pesar de lo mal que te trate?

--... Se el porqué de tu desprecio hacia mi -- suelta un ligero suspiro -- no puedo aplaudirte porque la afectada soy yo, pero intento entenderte... Tratas de aferrarte a la única persona que no te trata como un monstruo por ser Gigante, luego te enteraste que esa persona tenia a alguien más... debió ser un golpe realmente duro para ti, pero también me gustaría que avanzaras página... no quiero sonar como alguien egoísta, pero amo a Meliodas y él me ama, no quiero renunciar a ese amor por nada del mundo, porque es lo único a lo que puedo aferrarme en este mundo tan cruel.

Lo último no lo habia entendido, pero tampoco hizo mucho esfuerza para tratar de hallarle alguna respuesta, solo sabía... que tal vez no debió tratar de esa manera a la hechicera Isabelle, estaba dispuesta a empezar desde cero para entender a esa hermosa joven.

-- La mejor decisión que pude haber hecho fue empezar de nuevo con Isabelle -- confeso con una pequeña mueca -- seguro tú también lo viviste, ¿Cierto? -- le pregunta a la princesa -- Cuando cocina para ti haciendo algunos trucos para entretenerte, cuando te abraza y te dice palabras bonitas para que puedas sentirte mejor contigo misma, cuando conversa contigo en las noches para que puedas dormir tranquila, cuando cepilla tu cabello tarareando alguna canción o intentando sacarte una conversación para hacerte sonreír... Ella es tan atenta y cariñosa, que hasta llegas a pensar cómo has podido vivir antes sin ella y sus atenciones. Ella... -- dejo que un par de lágrimas cayeran -- fue quien me ayudo con mis miedos sobre lo que soy.

-- ¿Un hechizo para ser más pequeña? -- le pregunta Isabelle que tenía un libro en sus manos.

Diane la miraba desde una ventana de aquella torre, pues la maga no quería destruir su hogar en algún error de cálculo.

-- Sí -- hizo una pequeña mueca de incomodidad -- el capitán siempre halagas de tus habilidades mágicas... por lo que creí que una pócima para hacerme más pequeña no sería más difícil para ti.

La realidad era que de nuevo aquella chica tenía esas inseguridades que no la dejaban dormir, todavía recordaba con cada detalle los insultos y comentarios hacia su persona por ser lo que era, una Gigante.

-- De que podría, podría... pero, sinceramente no quiero hacerlo -- se sinceró con su amiga quien la mirada estupefacta -- al menos no por la razón que tú quieres.

-- ¿La razón?

-- Quieres huir de tus problemas... eso no es correcto Diane -- deja su libro en uno de los estantes y sale por la ventana hasta que estuvieron cara a cara -- sé que nuevamente algunos Caballeros te han molestado por tu altura, además que me contaron que pasaste un mal rato por una señora que pensó que querías llevarte a su hijo.

Diane bajo la mirada con las mejillas sonrojadas por la vergüenza, sus ojos morados brillaban por las lágrimas, estaba cansada por seguir sufriendo ese trato a pesar de ser por ellos que pelea en todas las misiones.

-- Yo... ya no quiero ser Gigante -- confeso soltando un par de lágrimas.

-- Oh, Diane -- se acercó e intento limpiar alguna lágrima -- no puedes decir eso.

-- Pero es la verdad... ya no quiero ser una Gigante.

-- Eso es como decir que ya no quieres ser Diane... -- acaricio su mejilla -- ser Gigante es parte de ti, es como yo siendo humana o King un hada, está en nuestra sangre.

-- Pero...

-- Diane... -- toco la mejilla de ella para llamar su atención -- amiga querida, las opiniones son algo que tenemos todos, pero lo importante es que solo escuches las opiniones de las personas que te quiere, que te entiendes... ¿O acaso alguna vez me escuchaste decir algo sobre tu altura o por hecho de que seas Gigante?

La contraria negó con la cabeza.

-- N-No~... nunca.

-- Ahí esta -- asiente -- yo siempre he dicho que eres hermosa tal y como eres, esa es una opinión que deberías escuchar, no esas opiniones que al fin y acabo son de personas que solo buscan sentirse mejor con ellas mismas... Tú eres hermosa Diane, no dejes que nada te haga pensar lo contrario.

Pequeños sollozos contenidos comenzaron a escucharse hasta que un llanto lleno de sentimiento se escuchó por todo el lugar, era el llanto de una jovencita que se liberaba de ese miedo por ser ella misma.

-- Lo sabes, ella es diferente a cualquier otra persona, ¿Verdad?

Elizabeth después de todo ese tiempo, pudo asentir a esa pregunta, ella lo habia vivido, Isabelle la habia recibido con los brazos abiertos desde que se conocieron y la trata con tanto cariño, como si fuera una hermana mayor o una madre, aún recuerda la primera caricia que recibió de ella, un rose que le habia hecho sentir tan feliz y tranquila.

-- No soy pequeña y linda como tú, pequeña princesa. No puedo entrar en una casa, así que ni siquiera puedo cuidar del Capitán o consolar a la Capitana como tantas veces hizo conmigo... Lo único que puedo hacer es pelear. Eso es todo.

Ante esas palabras la princesa bajo la mirada y llevo su puño a su pecho.

-- Quiero la fuerza para pelear con los Caballeros Sagrados. Quiero ser capaz de proteger a quienes son queridos para mí...

-- Yo... desearía ser más pequeña -- murmura -- quisiera poder abrazar a la Capitana siquiera una vez.

-- Diane - sama... -- en eso escuchan un peculiar sonido dirigiéndose hacia ellos -- Eso es...

En lo alto de esa ciudad, en una de las Torres más altas estaban cierta figura observando todo, incluso la escena que habían armado la pecado de la Envidia y la Princesa Elizabeth.

-- Al parecer ya va a comenzar...

Los habitantes de esa ciudad miraban con extrañeza aquella extraña nube negra que se dirigía hacia ellos.

-- Viene desde las Mazmorras Baste...

-- ¿Esas son... nubes de lluvia? -- pregunta la princesa no muy segura.

-- ¿Él de nuevo? -- el cerdo pregunta refiriéndose al Caballero Sagrado Gilthunder.

-- No... este sonido es de...

La ''nube'' se estaba hacia más grande y distorsionada mientras se acercaba.

-- No puede ser... ¡¿Insectos?!

-- No son solo insectos... -- murmura el animal con miedo -- ¡Es un enjambre de insectos venenosos!

Aquellos pequeños diminutos seres comenzaron a lanzar su veneno por todo el lugar, derritiendo cualquier cosa que llegara a tocar, los ciudadanos comenzaron a correr despavoridos al igual que la princesa y el Capitán de las Sobras.

-- ¡¿Es un ataque desde las Mazmorras Baste?!

-- ¡Eso significa que los Caballeros Sagrados están tras esto! ¡Diane, contamos contigo!

La Gigante se habia quedado estática mirando todo a su alrededor hasta que en un segundo comienza a chillar y escogerse en su sitio con lágrimas en los ojos como una niña pequeña.

-- ¡Odio a los insectos!

Ante aquella afirmación, Elizabeth y Hawk gritaron estáticos en su sitio mientras que a lo lejos la Caballero que habia lanzado el ataque movía su látigo de un lado al otro.

-- ¡Vamos, tengan una probada de mis adorables insectos - Rain Capriccio!

Elizabeth y Hawk se habían escondido debajo de un pequeño puente mientras que la ciudad seguía siendo destruida por esos pequeños bichos.

-- ¡Esto es malo! ¡A este ritmo, la ciudad entera será aniquilada! -- grita el animal con los nervios al tope.

La princesa no pudo evitar dirigir su mirada hacia el lugar donde los Capitanes estaban reposando.

-- Meliodas - sama... Isabelle - sama...

La de ojos azules y cabellera platinada se armó de valor para luego comenzar a correr hacia el edificio del Doctor.

-- ¡Elizabeth - chan~!

-- ¡Se van a derretir con la ciudad entera! -- exclama la Caballero dirigiendo varios de sus insectos hacia la princesa quien cerró los ojos por inercia.

La mano de Diane produjo un gran ruido al golpear el suelo.

-- Odio a los insectos, pero... ¡Haré esto por el bien de ellos! -- alzo su palma hacia el cielo y una gran cantidad de torres de tierra comenzaron a aparecer.

Todos los insectos terminaron siendo destruidos por los pilares de piedra que habia creado la Gigante en solo un par de segundos.

-- Este es... ¿El poder de Diane - sama?

-- ¡Los destruyo a todos! ¡Increíble! -- alago el cerdo viendo alrededor.

-- ¡Aplastaré a todos sus insectos!

La Caballero lejos de intimidarse, estaba extasiada por lo que acaba de ver, incluso hizo una ligera presión en su látigo.

-- Debería decir... Como esperaba, ¿Verdad?

-- Hey -- el cerdo se acercó a la Gigante -- enséñame el movimiento que acabas de usar...

Antes de terminar de hablar la Gigante dio un salto que la saco de la ciudad, la fuerza en sus piernas era impresionante.

-- ¡Les dejo a los Capitanes a ustedes! -- grita antes de comenzar a correr hacia las Mazmorras Baste.

Aquello último llamo la atención del Caballero Elias quien se extrañó ante esa frase, luego frunció el ceño ante el pensamiento que cruzo por su cabeza.

Elizabeth y Hawk no tardaron en entrar al edificio donde ambos pecados seguían igual a como los habían dejado, no habían movido ni un solo musculo, ni siquiera una ligera mueca tenían en sus rostros.

-- Ellos en verdad están descansando cómodamente a pesar de todo el alboroto de afuera.

El Doctor entra a pasos tranquilos hacia ellos.

-- ¿Cómo le van a los pacientes? -- pregunta recibiendo una pequeña sonrisa de la princesa.

-- Ellos están durmiendo profundamente, gracias a su medicina.

-- En realidad más parecen muertos.

-- ¡Hawk - chan! -- regaño la princesa -- ¡No digas cosas aterradoras como esa!

El Doctor no habia hecho ningún comentario en ese momento, miraba con detenimiento a ambos pacientes que se habían tan relajados.

-- Bueno... en realidad uno de ellos lo está...

Aquella confesión logro poner en miedo y alerta a los dos, que ya era claro que algo estaba sucediendo.

-- Dr. Dana, gracias por el arduo trabajo -- se escucha otra voz alrededor de la habitación -- Cumpliste debidamente con tu parte del trato.

Esa voz logro asustarlos.

-- ¿Q-Qué fue eso?

-- ¿Quién está ahí?

-- Acónito, mora mortal, cantaridina y hojas de beleño -- enumero el Doctor los ingredientes que habia usado con anterioridad -- Un veneno mortal especialmente mezclado. El muchacho nunca abrirá sus ojos de nuevo.

Eso alarmo a Elizabeth que volteo a encarar al hombre.

-- ¿Qué hay de Isabelle - sama? ¿Que no era medicina para curar sus heridas?

-- Tengo ordenes claras de no hacerle ningún tipo de daño a la Pecado de la Tristeza -- se volvió a escuchar aquella voz -- Además que ni siquiera nosotros saldríamos ilesos en una batalla contra los legendarios Ocho Pecados Capitales. Y si queremos que el reino logre sus metas, tenemos que tomar medidas drásticas.

-- ¿Quién eres? ¡Muéstrate! -- exigió la princesa.

Entre ellos apareció el Caballero Sagrado Golgius quien a pesar de su cobarde movimiento contra los Pecados tenía su mano derecha en el pecho en señal de respeto.

-- Permítame presentarme. Soy el Caballero Sagrado Golgius del Weird Fangs.

-- Caballero Sagrado... -- repitió la fémina.

-- ¿De dónde salió?

-- Princesa Elizabeth, he venido a recogerla -- hizo una leve inclinación hacia ella.

Todo se estaba tornando oscuro para los pecados capitales, Diane no tenía idea sobre el peligro que estaban corriendo Elizabeth y los Capitanes del Grupo, sin contar que habia otro personaje que estaba ansioso para atacar.

{...} En las Mazmorras Baste.

-- Hey -- comenzó a hablar uno de los guardias -- ¿Quieres apostar quién ganará? -- su compañero hace un sonido de confusión -- ¡Entre los Weird Fangs y los Ocho Pecados Capitales!

-- Ellos están luchando en la ciudad, ¿Verdad? Ni siquiera vale la pena apostar por eso. Los Ocho Pecados Capitales solo tiene a sus capitanes y a otro, ¿Verdad? Y no debemos olvidar que el Caballero Sagrado Elias sigue aquí, no tienen oportunidad contra...

Antes de terminar de hablar se escucha otra voz cantarina.

-- ¡Suena bien~! -- la voz provenía dentro de la celda -- Eso es muy interesante~.

Ambos soldados voltearon hacia la puerta antes de asustarse al ver un pie marcado en la puerta de metal y caerse ante sus ojos.

-- ¡G-Gh!

-- ¡N-No puede ser!

Los Caballeros vieron aterrados como el prisionero salía como si nada con varios agujeros alrededor de su cuerpo.

-- Es agradable salir a dar un paseo de vez en cuando~.

-- ¡De los Ocho Pecados Capitales, Pecado de la Avaricia del Zorro, Ban!

-- Tú... -- ambos soldados sujetaron la empuñadora de sus espadas -- ¡¿Cómo le hiciste para tirar la puerta?!

-- ¿Por qué ahora?

-- Pueden saberlo solo con verlo~ -- se quitó una de las estacas que se habían quedado en su pierna -- Patee la puerta -- comenzó a quitarse otro que se habia quedado en su antebrazo -- Es porque ustedes estaban teniendo una conversación interesante. ¿Así que están vivos? Los Capi~... -- ante la mención de los Pecados lideres frunce el ceño y su voz se habia vuelto más grave asustando a los soldados.

-- ¿Cuál es la conmoción? -- pregunta la pequeña Jericho dirigiéndose a paso confiado a toda la escena.

-- ¡Jericho - sama!

-- ¿Huh? -- Ban se extraña al ver ese pequeño Caballero.

-- De los Ocho Pecados Capitales, Ban... -- menciona al verlo -- No sé cómo saliste de tu celda, pero será mejor que vuelvas adentro.

-- Hey, mocosa~. Esa no es manera de hablarle a un héroe, ¿Verdad~?

-- Te atreves a dirigirte a un aprendiz a Caballero Sagrado como ''mocosa'', ¿Huh? -- habla con altanería -- Para un criminal medio muerto, seguro tienes una boca floja -- gira su mirada hacia los soldados que seguían frente al pecado -- ¡Envíen un mensaje a Golgius - sama y Elias - sama! Un preso se escapó de su celda y se resistió, por lo que Jericho no tuvo más remedio que matarlo.

-- ¡Sí, Señora! -- ambos soldados dejaron solos a ambos guerreros.

Jericho tomo la empuñadora de su espada y en una corta cuenta regresiva salto con velocidad hacia su enemigo atacando en distintas direcciones al mismo tiempo logrando un grito por parte del pecado.

Guardo su espada pensando que habia logrado su cometido pero al parecer Ban no habia hecho más que fingir todo ese tiempo.

-- Me pregunto si esto es muy corto~ -- dice refiriéndose a su nuevo corte.

-- ¿Huh? -- la aprendiz se dio cuenta que se habia aprovechado de su ataque para cortar su cabello, que indignante -- Bueno, se siente refrescante. Supongo que bastará -- volteo a ver a la chica y la apunto -- Tienes talento, sabes... como peluquera.

-- ¿Esquivaste mi espada a pesar de tener heridas en todo el cuerpo? -- pregunta sorprendida.

-- ¿Heridas? ¿Cuáles heridas? -- mueve sus brazos de arriba a abajo mostrando que no habia heridas.

-- De ninguna manera... -- la Caballero estaba estupefacta -- Tenías estacas de acero martilladas en tus extremidades. 

-- Recuerda esto, mocosa... Esto es a lo que se llama una herida, ¿Entiendes? -- señala esa larga cicatriz que tenía al lado izquierdo de su cuello -- A pesar de que la herida que él me dio... es a lo que uno llamaría un caso especial.

Mas de 11000 palabras 100 % real no fake :v 

Buenas noches, mis hermosos ángeles, ¿Que tal están?¿Bien? ¿Mal?

Yo acabo de quitarme un peso de encima terminando finalmente este capitulo, me quedo larguísimo~, ¿Cuándo se demoraron para llegar hasta aquí? Me da curiosidad saber que tan rápido leen.

Una pequeña aclaración, lo que le paso a Isabelle es como muchos están pensando, una maldición. Me inspire en la enfermedad de las flores, esa en la que cuando tienes un amor no correspondido vomitas flores y sangre, bueno yo lo hice a la inversa o algo así, espero que lo hayan entendido o si no, no se preocupen que mas adelante se hablara de la maldición de Isa - chan.

También quise plasmar lo mejor posible la relación de Diane e Isabelle, no quise cambiar la parte de Meliodas, porque a mi en cierto sentido me pareció bonito lo que hizo por nuestra Gigante Favorita y creo que así es como hubiera actuado Diane en esa situación, no es celosa al nivel telenovela pero si tenia sus momentitos.

Ahora hablemos de Annette y Elias, se hicieron mención en el capitulo anterior, son niños huérfanos que fueron adoptados por Isa debido a cierto motivo... :)

Bueno seguramente muchos dirán que Elias es estúpido por pensar que nuestra Isa asesino a su hija adoptiva, pero todo a su tiempo mis hermosas y hermosos :3

Bueno, creo que ya eso es todo, ¿Que comentarios tienen sobre este capitulo? Estaré atenta de sus comentarios y nos vemos en el siguiente capitulo o en otro libro.

Bye bye~


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