[ Capítulo 1 ]

Una semana había ocurrido desde aquel encuentro.

Ninguno se atrevió a buscar del otro. A pesar de saber algunos datos que podrían ayudarlos.

Sin embargo, esos recuerdos quedaron en la mente de ambos.











—¡Joel!

—¡Janneth!

A lo lejos, Janneth pudo distinguir a un antiguo compañero, lo cual le sorprendió muchísimo. Él era uno de los descendientes de la familia más prestigiosa de Alemania, por ende, lo reconoció al verlo.

El joven Coulson estaba de maravilla.
La última vez que se vieron fue hace 4 años, cuando Joel decidió irse a otro país para "mejorar su futuro".

—Estas hermosa.

—Siempre lo he estado.

El chico sonrío, pues era una actitud normal de ella.

—¿Cómo has estado? —Preguntó ella—.

—Pues... Entre viaje y viaje, puede decirse que pude estar peor.

—¿A qué te refieres?

—Un caso.

—¿Por eso volviste? —Preguntó con mucha duda, pues le parecía un poco extraño verlo de vuelta—.

—Si... Y no.

—Me confundes demasiado.

—¿Que te parece si mejor compramos un helado? —Dijo el joven tratando de distraerla, pues tenía prohibido hablar sobre sus casos—.

—Doble chocolate.

—Tu favorito.

Ambos caminaron a la heladería más cercana, y aunque hacía un poco de frío, era la escusa perfecta para entablar una conversación.

Tomaron asiento en su lugar favorito.
Muchos recuerdos invadieron la mente de Joel.
Pero la mente de Janneth estaba en otro lado.
O más bien, en alguien.

—Sigues pensativa —se burló el sujeto—, no te has dignado siquiera en comerte las fresas.

—No es nada... Sólo...

—Problemas con tu padre.

Janneth asintió, pero sintió un poco de culpa al tener que mentirle.
Hace 4 años eran muy buenos amigos.
O eso creían todos, ya que a escondidas mantuvieron una relación amorosa, la cuál duró hasta que él salió del país.

—Es difícil tener que vivir con el recuerdo vivo de tu ex mujer —dijo suspirando—. Todos los días la recuerda al verme.

—Y eso te incomoda.

—Ese es el problema —Tomó una cucharada de su helado—. No soy igual a ella.

Janneth levantó la mirada para apreciar a su acompañante.
Chocó con sus bellos ojos azules.
Ni tan eléctricos, ni tan celestes.
Era la combinación perfecta para reflejar el cuerpo de los anocheceres.

—¿Y por qué simplemente no cuentas tus sentimientos?

—Créeme, lo he intentado, pero todo me resulta en vano.

Ambos hablaron toda la tarde sobre sus vidas, lo que habían hecho y cómo planeaban su futuro.

Lo que Janneth no sabía, es que su futuro ya estaba decidido.

___________

Si había algo que las hermanas Ivanova odiaban, eran las veces que su padre se emborrachaba.

No paraba de decir incoherencias, reclamaba a sus empleados por su "mal trabajo" y comparaba a su hija mayor con su esposa.

Pero esta noche, sería distinto.

No le bastó 3 semanas de la llegada de Joel para realizar sus planes.

—¡Salud! —Gritó Derek levantando su copa de champagne—.

—¡Salud!

Los invitados de esa noche eran los familiares y amigos más íntimos de la familia.

La abuela de Janneth, Romina, no paraba de dar gritos a su yerno.

Y es que este señor tenía cansadas a todas las mujeres de esa familia.

—Tal vez es hora es dormir —dijo Janneth tratando de llevar a su padre a su habitación— Has tomado demasiado.

—¡¿No es hermosa?! —Gritó para que todos los vieran, y tomó otro trago— Pero esta noche... Les voy a dar un anuncio.

—El único anuncio que darás es que te irás a la cama —le susurró Lauren mientras hacía una sonrisa al resto de invitados.

—No, Lauren...

—Debemos darnos prisa.

Ambas hermanas tomaron un brazo de su padre, y empezaron a jalar de él.
Quizás todo habría resultado, de no ser porque Derek recordó el por qué había hecho esta reunión.

Así que se soltó de ellas y caminó lo más rápido que pudo a la tarima, mientras en el camino trataba de evitar chocar con algún mesero.

—¡Mi hija se casará!

Ni siquiera hubo necesidad de prender el micrófono, porque lo había gritado.

Las hermanas, que estaban a punto de bajarlo, se quedaron cómo estatuas ante el comentario.

—Estas ebrio...

—Los reuní a todos para darles esta maravillosa noticia —Levantó una nueva copa—. Mi hija mayor, Janneth Ivanova, se casará con nada más y nada menos que...

—¡No voy a casarme con nadie! —Gritó la chica con enojo— Vamos, hora de irnos.

—Con el gran amigo de la familia, el investigador Joel Coulson.

Ese fue un balde de agua fría para la chica.

¿Encerio había arreglado un matrimonio?
¿No sé supone que eso ya no existía?

—No.

—Joel... ¡Joel!

Derek reía, pero los invitados no lo hacían.

¿La razón?
Todos sabían cómo reaccionaría Janneth ante la noticia.

—No está... Bueno...

—¡Qué mierdas has hecho!

Y por fin, Janneth había explotado de rabia.

—Yo he escuchado muchas cosas de ti, querida... Aunque me he hecho de la vista sorda... —Levantó sus manos en señal de inocencia, pero el trago casi se derrama — Y lo mejor en estos momentos es un matrimonio... Con una de las familias más prestigiosas del mundo, los Coulson.

—¡Y no pudimos hablarlo primero!

No se sabía qué era más rojo, si el cabello de la muchacha, o su rostro.

—Janneth...

—¡Silencio, Lauren! Esto no es contigo...

Miró a los invitados, quienes ya estaban murmurando entre ellos.

—¡Todos! ¡Largo de mi casa!

Su voz estaba quebrada.
No era por tristeza, era porque había confiado en su padre, y él solo la usó de objeto.

Aunque en el fondo, sabía que tarde o temprano haría algo parecido.

Cada persona fue abandonando el lugar.
Derek se había quedado dormido en el peor momento, alterando aún más a la chica.

—¿A dónde vas? —Preguntó Lauren—.

—A embriagarme.

La pelirroja salió dando un portazo, haciendo despertar al pobre de su padre.

Tomó el auto y volvió a huir de casa.
Se dirigió al mismo bar de esa noche, tomó un antifaz blanco y se adentró al lugar.

—Quiero el trago más fuerte que tengas.

El cantinero obedeció preocupado, dando lo que la chica quería.

...

Dos botellas se había terminado, y las palabras de su padre seguían en su mente.

Joel no era una mala persona, pero sus sentimientos habían cambiado mucho.
Se alejó de la toxicidad de la gente para refugiarse en su propio mundo, pero casarse con él... Sería volver a ese ciclo que una vez creyó parte de su pasado.
Volvería a ser juzgada.

—Janneth.

La voz del sujeto de ojos negros había sonado en su costado.

—Alexander.

—¿Mal día?

—El peor de mi vida —Se empuñó el vaso de un solo trago, causando asombro al sujeto—.

—Quiero el mismo trago que ella.

El hombre tomó asiento a su lado, mientras ella se debatía si realmente debería estar allí.

Alexander era la tentación en persona.

Lucía jodidamente bien con ese traje vino tinto, y sus anillos hicieron sonido al tocar el vaso.

—Por una vida de mierda —Levantó su copa—.

—Por una boda arreglada.

El hombre levantó una ceja, pero ella ignoró el hecho de su confusión.

—¡Salud!

__________________

Janneth no recordaba nada de lo ocurrido aquella noche.

Sólo apareció en su habitación.

Se levantó con un terrible dolor de cabeza, es más, ni siquiera sabía cómo había llegado al baño.

Decidió que lo mejor era darse una ducha, tal vez con eso le pasaría la resaca.

Pero no contó con el hecho de que tendría pequeños Flashback de anoche.

Las manos del enmascarado volvían a recorrer sus muslos.
Sus labios estaban rotos.
Pero lo peor fue darse cuenta del chupón que tenía en el cuello.

—¡Joder!

La puerta sonó en ese instante, así que tomó la primera prenda que tenía en el armario.
Un suéter amarillo, que por suerte, tenía un "cuello de tortuga".

—Janneth, ¿Estás bien?

Alisó su cabello con sus manos para verse más "presentable".

Si así se le puede decir a eso.

—Lauren, puedes pasar.

Su hermana menor le hizo caso.
Le había traído el desayuno, el cual depositó en la pequeña mesa.

—Anoche... ¿Cómo llegué aquí?

—Eso mismo quería preguntarte yo a ti —Levantó la sábana— La empleada dijo que un hombre te trajo en tu auto.

—¿Qué hombre?

—No lo sé, a esa hora estaba en mi quinto sueño.

La mayor soltó una risa al recordar que ella tenía un sueño bastante pesado.
Literalmente el mundo podría explotar, sin embargo, Lauren seguiría dormida.

—Para el dolor de cabeza.

Janneth tomó la pastilla, y luego de desayunar, volvió a acostarse.

De pronto, un nuevo Flashback invadió su mente.

Vió unas manos dejar el volante, para luego posicionarse en sus muslos.
El asiento estaba para atrás, dando una mejor comodidad para ambos.

Los movimientos eran bruscos, ya que hacían que el auto se moviera con ellos.
Los gemidos no cesaron esa noche, y como prueba del calor del momento, los vidrios estaban empañados.

—Lau llamando a Jann.

La pelirroja mayor reaccionó de golpe.

—Te preguntaba si recuerdas al sujeto.

—Yo... No lo recuerdo...

—Hace un momento parecía que sí.

—¡Qué tonterías dices! —Trató de sonar indignada—.

—Te conozco Jann, puedo jurar incluso que traes una tanga negra.

—No traigo una tanga negra.

—¿Segura?

—Bueno, si la cargo... —Dijo al levantar un poco el short que tenía puesto—. Pero ese no es el punto.

Su hermana reía, mientras Janneth tuvo que volver a la realidad.

—¿Dónde está Derek?

Sin embargo, ella no respondió.

—¿Dónde está?

—Jann...

—Lauren, cuento hasta 3, y si no me dices dónde está...

—Abajo —Dijo casi en un susurro—.

Janneth se levantó casi corriendo, estaba dispuesta a encararlo, y no le importaba si tenía resaca.

—¡Está en una reunión con Joel!

Una vez más, su cuerpo se paralizó.

—No me jodas...

Se tomó el cabello con desesperación, y bajó las escaleras para encarar a ambos.

No fue necesario recorrer toda la casa, pues ambos tomaban café en el comedor.

—Retirense —Demandó a los empleados—. Tú también, Lauren.

Cerró la puerta tras ella y miró a ambos con enojo.

Derek se mantenía neutro, a la vez que escondía con rapidez un sobre amarillo en su traje.

Por su parte, Joel le sonrió.

—Buenos días...

—¡La puta madre que los parió! —Gritó enojada—. Se puede saber por qué toman decisiones sin consultarme.

—Hija...

—No me llames hija.

—Pero hija...

—Quiero una justificación válida.

Ambos se quedaron callados.

—Por eso viniste —Encaró a su "prometido"—, mi padre te dijo que...

—Yo tampoco sabía de esta unión.

Si algo había aprendido Janneth, era a identificar si una persona mentía o no, con tan sólo mirar sus ojos podía predecir sus acciones.

—Joel vino por asuntos de trabajo, pero el otro día los ví y...

—Y no se te ocurrió otra idea, más que unirme con él.

—Es de buena familia...

—¡Pero yo no soy un maldito juguete! —Golpeó la mesa, haciendo retumbar los vasos—. Soy una mujer con derechos, no un desecho que ambos pueden tomar cada vez que se les da la gana.

Caminó haciendo sonar sus zapatos (a pesar de que no eran tacones).

—Mi respuesta es no.

—La decisión está tomada...

—Me vale tus decisiones, padre.

—Janneth...

—Cierra la boca Joel, y mantente alejado de esto.

—Eres una mal agradecida...

—Y tú un inútil.

Esas palabras fueron suficientes para que Derek le diera una cachetada a su hija.

Joel trató de acercarse, pero ella sólo se alejó.

—Rossi... Janneth...

—Mantente lejos de mi hermana —Le apuntó—. Si algún día llego a ver qué le pasa lo mismo... Ese día arderás en fuego.

La pelirroja salió de la habitación, ignorando la llamada de un desconocido en su celular.

—Podemos hablar...

—Ya todo está dicho.

—No quiero que pienses...

—No sé qué pensar, Joel —volteó su rostro para mirarlo—.

Quería volver 4 años atrás, dónde esos ojos azules le daban tranquilidad.

Pero ahora, necesitaba de aquellos ojos negros, la sed de deseo... Sus manos alrededor de su cuello...

—Piénsalo. Podríamos ser un gran dúo.
Yo, el mejor investigador, y tú... La más hermosa mujer...

—No soy un objeto Joel, eso debes aceptarlo.

Miró a su hermana, quién en ese momento hablaba con una empleada.

—Tal vez... El día que aceptes que lo nuestro es parte del pasado... Ese día hablemos.

Janneth caminó segura de sí misma hacia su hermana, dejando al hombre con una especie de trago sin sabor en su boca.

Después de todo, ella sabía que él mentía.

—Monica, ¿Podrías traerme una limonada? Por favor.

—Si, señorita.

La pelinegra caminó en busca de la bebida, mientras las hermanas se miraron.

Janneth vió por el rabillo del ojo como Joel se devolvía a la sala.

—¿Qué harás ahora?

—Nada...

—¿De verdad?

—No quiero más problemas Lauren, y siento que... Si me caso... Tal vez sea libre por fin.

—¿Qué pasó con la chica fuerte? La chica guerrera, la que desafío a nuestro padre para que me dejase bailar, quién con 13 años le pateó las bolas a un tipo que quiso besarme, dónde está...

—Vale, ya entendí —Sonrió—.

—Tienes un plan... ¿No es cierto? —Susurró Lauren solo para ambas—.

—Efectivamente, hermanita.




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