PRÓLOGO
(POV Luffy)
Envidiaba la soledad que te acompañaba a todas partes. Porque, según tú, era la única que te había sido fiel y se había encargado de calentar el lado vacío de tu cama.
Envidiaba la facilidad con la que la música podía hacerte sonreír. Porque ni mi cara más estúpida era capaz de dibujar esa curva tan exquisita de tus labios.
Envidiaba las camisas que cubrían los tatuajes de tu piel. Porque solo ellas podían acariciar el dolor que tanto te esforzabas por ocultar de los ojos de los demás. Y yo solo quería llorar tus lágrimas y descubrir el sabor de tus labios.
Amenazabas con hacerme daño, pero yo sabía que esa era tu forma de pedir ayuda. Y es que te retorcías de la agonía y la impotencia.
Te enseñé a darme la mano, a caminar a mi izquierda y a tocar mi música favorita. Nos besamos. Nos corrimos. Nos amamos.
Tenías el corazón roto; yo uno de repuesto. Y aunque nunca lo aceptaste, sé que te morías por volver a sentir los latidos en tu pecho.
Tenías prisa por dejarme atrás, pero acabaste por esperarme y yo me acostumbré al ritmo de tu boca.
Te recordé cómo batir las alas, sonreíste y me dijiste que las tuyas ya estaban demasiado atrofiadas para reemprender el vuelo. Te presté las mías, sonreíste y me diste la espalda.
Te giraste una última vez para decir algo, pero yo te puse un dedo en los labios:
<<No me digas adónde vas, vuelve>>.
(POV Sanji)
No. Ahórrate los lloriqueos y tus falsas disculpas, porque a este corazón no le vas a hacer más daño. Que ya hace tiempo que escribí los subtítulos de mi despedida porque no supiste interpretarla. Y lo que es peor: fuiste incapaz de asimilarla.
Porque yo jamás he ahogado mis penas en alcohol y no ibas a ser tú la persona por la que haría la excepción. Siempre he usado las puertas como salidas de emergencia, pero me he dado cuenta de que puedo utilizar las llaves en mi beneficio. Y voy a cerrarte el paso.
Te felicito por haber sabido romperme el corazón. Pero no seas egoísta y devuélveme el pedazo que me falta. Que de mil, solo he encontrado novecientos noventa y nueve.
Y no te voy a engañar: voy a seguir queriéndote por muchas veces que me mire al espejo y mi reflejo me escupa en la cara por no saber olvidarte.
Un brindis por las palabras que me partieron en dos:
<<Perdóname, pero es que ya no te quiero tanto>>.
Que tocabas las mejores melodías del mundo, pero nunca supiste cantarlas. Venías corriendo, me rogabas y yo te hacía un hueco entre mis sábanas.
Un brindis por las palabras que no te atreviste a decir en voz alta:
<<Te quiero>>.
Porque si yo era capaz de aprender a esquivarte, tú podías cambiar de estrategia y volver a encerrarme en la prisión de tus labios.
Un brindis por la locura que me tiene borracho de ganas.
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