CAPÍTULO 8


<< En mi defensa puedo decir que él me sonrió primero >>

(POV Luffy)

Entonces entendí cosas. Entendí muchas, de hecho. Quizás era su forma de cerrar los ojos y dejarse llevar por la música. Puede que fueran los secretos que ocultaba su astuta mirada ambarina. O a lo mejor era la forma en que sus labios se amoldaban al vaso de tequila.

Quizás era mucho más que eso, pero el chocolate no me supo tan dulce cuando lo escuché tocar aquella tarde. 

Era hipnótico verlo inclinarse sobre aquel piano que una vez bautizaste tuyo. Pero también jodidamente doloroso. Y yo solo podía postrarme ante el acontecimiento de los hechos.

Tenías razón: no era tan bueno como tú. Era mucho mejor. Más profundo. Más apasionado. Menos triste. Se bebía las partituras con los ojos y su música me besaba los oídos con el cariño de una madre.

Lloré. Fue poco, pero lloré. Parecía que aquella pieza estuviera hecha para mí y mi corazón ultrajado. 

<< Eres bueno >> lo felicité cuando hubo acabado.

Ya me daba igual. Quería demostrarme que a Law era capaz de olvidarlo.

Kid me lanzó una mirada curiosa sin apartar las manos del teclado.

<< Tú tampoco pareces un mal tipo >> su respuesta me desencajó un tanto. << ¿Por qué llora un chico con tu encanto? >>

Los arreboles acudieron a mis mejillas y yo volví a secarme los ojos con prisa. Él, por su parte, se llevó el vaso a los labios para disimular una tierna sonrisa.

<< La música me lo dio y me lo quitó todo >> conseguí confesar, roto.

El pelirrojo no parecía compartir mi argumento, y se puso en pie y bajó la tarima para plantarse frente a mí, resuelto.

<< Sí, a veces es muy hija de puta >> declaró con soltura, << pero también regala cosas maravillosas. De eso no tengas duda >>

Lo miré extrañado, pero no pude ver más allá de la fina sonrisa que se dibujaba en sus labios.

<< Gracias a ella conocí al amor de mi vida >> continuó, y yo sentí que se me disparaban las pulsaciones del corazón. << Con suerte, quizás tú también encuentres el tuyo >>

Quise huir del peso de aquellas palabras, extender mis alas rotas y volar hacia un lugar donde el dolor solo fuera un cuento para asustar a los niños. Quise llorar, pero no lo hice. Quise desaparecer, pero no me moví del sitio. Y solo Kid, de entre todos los clientes del café, fue testigo de la tormenta que encerraban mis ojos y de cómo las barreras que tanto me había costado construir comenzaban a desmoronarse.

Él frunció levemente el ceño y me acompañó hasta la barra, pagó por los dos y me invitó a otro chocolate para animarme un poco. Me habló de él, de sus amigos y de su utópico sueño de convertirse en el mejor músico de nuestro tiempo. 

Me contagió la risa y el buen humor, me dio dos entradas para el concierto orquestal del sábado y me dijo que sonriese más a menudo.

<< Venga, voy a llevarte a casa >> sentenció cuando vacié la taza, y yo sentí cierta familiaridad en sus palabras.

Ay, Law...

Entonces entendí cosas. Entendí por qué no te gustaba hablar de él. Y por qué te esforzabas tanto en mejorar tu habilidad con el piano. Entendí por qué tu mejor y verdadera amante era la música y por qué nos remplazaste.

Entonces entendí cosas. Entendí muchas, de hecho. Quizás, simplemente, no podías olvidarlo.

Quizás, simplemente, te habías enamorado de él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top