ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴜɴᴏ: ᴜɴ ɴᴜᴇᴠᴏ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ, ᴍɪsᴍᴏ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ.

...

P.O.V Narrador:

A la par de aquellos aterradores eventos que comenzaban a producirse en la residencia Carpenter, nos dirigimos esta vez a un par de chicas que viajaban dentro de una Pick Up roja en camino a aquel pueblo de Woodsboro, sus nombres eran Ophelia y Celia Maxwell, ambas eran hermanas, Celia era la mayor tan solo por tres años a Ophelia, y era la que conducia el auto en dirección a su nuevo destino en silencio, mientras que en la radio sonaba la melodia de "Sweet Caroline". Y por otro lado estaba Ophelia, la menor... era la que miraba aburrida y triste la ventanilla del asiento pasajero deseando que el trayecto acabara de una buena vez, para asi poder encerrarse en su vieja habitación y no ser vista por el resto de su lamentable dia, algo por lo cual que no pasó desapercibida por la mayor, quien la observo con cierta aflicción también, aunque tampoco tratando de ser optimista con ella.

Claro, no era para nada fácil y grato para ambas volver al mismo pueblo que  les costo salir años atrás, solo por que sus padres ya no se soportaban y su madre decidió que la mejor idea era que regresaran a vivir con ella y se quedára completamente con la custodia de ambas. Por estas cosas eran la que Ophelia deseaba cumplir finalmente la mayoria de edad, para asi emanciparse de su madre e sus reglas y tomar sus propias decisiones, lejos de ella y de aquel lugar que se dirigian ahora.

En cambio Celia, era la quien trataba de mantener la cabeza fria y calmada con todo este asunto, el volver a Woodsboro con su madre no sería un gran drama para ella a diferencia de Ophelia, por supuesto, si no tomaba en cuenta el hecho o más bien la razón por la que decidió irse y huir de aqui con su hermana la primera vez y a una corta edad, escuchar las tétricas historias sobre los asesinatos que se habian producido o se producian en aquel lugar, la habian hecho darse cuenta que era un sitio en donde no le gustaria vivir, ni mucho menos ver crecer ahi a Ophelia, ya era bastante horror tener que escuchar la discusiones de sus padres como para que un supuesto asesino loco suelto que reaparecia cada cierto tiempo lo empeorara.

— Ophelia, ¿que te he dicho de subir los pies ahi?.— reprochó la mayor al observar que las piernas de esta reposaban encima de la guantera, llenando de polvo esta.

— Uy, lo siento "Madre Número Dos".— respondió Ophelia con sarcasmo, volviendo a tomar una postura normal en su asiento, casi indiferente a los regaños de su hermana.

Que forma de romper el hielo pensó Celia a sus adentros, mientras negaba un poco sosteniendo mejor el volante, ya estaba bastante claro que nada mejoraria la actitud que tenia su hermana menor ahora.

— Hey, lo siento, se que estas enfadada por todo esto... tampoco estoy del todo feliz con esto ¿si? Pero ya sabes...mamá es mamá, y mientras que ese juez lo dicte, no tenemos de otra...— murmuró mientras suspiraba con pesadez.

— Oh, claro que lo tenemos, tú eres mayor de edad, fácilmente pudimos ignorar lo que un viejo de noventa años dijo y seguir viviendo con papá en Nueva York, ¡Maldita sea! ¡Tienes casi 20, no puedes seguir haciendo caso a lo que dice mamá!.—

— ¡Creeme que no soy yo! ¿Si?.— respondió de igual manera casi exaltada la mayor, sin desviar la vista en frente.— Era evidente que tarde o temprano pasaria esto, ella nos encontraria y tomaria replesalias, ¿qué esperabas? ¿Qué unas chicas como nosotras se salieran con la suya para siempre?.— volvió a dirigir la mirada a su hermana por unos segundos.

— Papá no hubiera permitido esto... ¿por qué no hizo nada para impedirlo?.— susurró Ophelia con cierto agobio, su labio temblando evidenciaba que trataba de llorar de la impotencia que sentia, pero se retenia.

— Ophelia, ya hablamos de esto ¿de acuerdo? No es necesario hablar de algo otra vez que ya sabemos que es una jodida mierda...— comentó Celia pensativa.— Y aunque papá quisiera hacer algo, el no hubiera...— esta no tuvo el valor de terminar la frase y simplemente volvió a quedarse en silencio.— Olvidalo...—

— Si, ese es el maldito problema... que yo no puedo olvidar.— susurró Ophelia mientras se cruzaba de brazos exhalando profundamente.— Recuerdame una vez más por que hacemos esto... por que regresar a Woodsboro.—

Celia la miró por el rabillo del ojo, y volvió su vista al frente, pensando que podia responder en lo que un cartel con las palabras de "Woodsboro, a docientas millas adelante" aparecian en su rango de visión

— La verdad no lo sé...— fue lo que de su boca salió, mientras que su mente siguió divagando durante el último tramo del trayecto.

~•~

— Quedate aquí, no me tardo...y ni se te ocurra esconder las llaves otra vez.— comentó Celia, en lo que bajaba del auto y cerraba la puerta, habiendo hecho una parada en una de las gasolinerias de Modesto, un pueblo cercano a Woodsboro, le urgia fumar un cigarrilo a escondidas para liberarse de aquel dolor de cabeza que habia sido conducir durante 42 largas horas hasta acá, por lo cuál se encaminó al pequeño local, que curiosamente estaba a un lado de lo que parecía ser un sitio de bolos, y fuera del lugar ver a una hermosa chica de cabello negro sentada sola en aquel casi vacio lugar.

Quizás no estaria mal entablar algo de conversación con ella después de todo, de todas formas no perdia nada con intentarlo...

Vamos Celia, solo no actues como una idiota en frente de ella, se amable y no la hagas huir, ¿quieres?... se dijo la mayor a sus adentros, desviando su anterior camino hacia esa chica, que parecia estar algo ocupada al intentar abrir un frasco de pastillas o algo asi.

— Ahm... h-hola.— Celia saludó de manera cordial, pero pareció no servie de mucho ya que habia sobresaltado un poco a la chica con eso.— ¡Oh! Lo siento... no queria espantarte...—

— No descuida, esta bien...— respondió la pelinegra recuperandose de aquel susto, para concentrar nuevamente su feustración en aquel frasco de plástico que parecia reusarse en abrir.— Mierda...—

— Uhm... ¿puedo ayudarte con eso?.— Celia lo intentó una vez más, captando esta vez la atención de la castaña, quien dudando simplemente rendida le ofreció el frasco a la rubia junto suyo.— De acuerdo...— y en un simple esfuerzo, el aquel frasco habia sido abierto, y entregado nuevamente hacia las manos de la ojicafé.

— Gracias... — susurró la otra, haciendo una pequeña pausa para trarar de adivinar el nombre de su "heroina" en aquel momento.

— Me llamo Celia, Celia Maxwell, un gusto.— respondió la rubia captando rapidamente mientras ofrecia su mano esta vez oara estrecharla a modo de un saludo.

— Sam Carpenter, el gusto es mio...— respondió la de cabellos oscuros aceptando su saludo para luego sacar algunas pildoras del frasco y tomarlas de golpe, algo que intrigó a Celia, pero prefirió no indagar mucho en eso.—

— ¿Tú trabajas en este lugar?.— habló nuevamente la rubia en lo que señalaba por detrás de su hombro el nombre del lugar "Cardinal Lanes".

— A veces lo hago, cuando hay clientes...— bromeó un poco la chica, acomodandose mejor aunque siguiendo sentada en el suelo.— ¿Tú eres de por aqui?.—

— Podria decirse que si... en realidad solo bajé aqui para comprar cigarros, pero como te vi aqui sola, asi que me dije: "Por que no solo... "—

— ¿Interrumpo en algo?.— de pronto un chico hizo presencia cerca donde estaban ambas chicas, tenia el mismo uniforme que esa tal Sam llevaba, por lo cual Celia intuyó que se trataba de solo un compañero de trabajo de ella... o peor para ella, que se tratase algo más.— ¿Quién es tu nueva amiga, preciosa?.—

— Ay Richie, no empieces...— la castaña rió un poco para segundos después compartir un breve beso con el chico, para desgracia y e incómodidad de Celia, quien se habia quedado observado todo hasta que el beso finalizó, y la atención se volvió a posar en ella.

Oh no...

Oh, n-no nadie importante, solo soy una chica que simplemente dió una mano.— comentó Celia avergonzada, algo a lo cuál lo hacia más humillante para ella.— Por cierto, creo que yo ya me iba....—

Y para hacer todavia su humillación mayor, el claxón de su Pick Up habia comenzado a sonar como loco detrás suyo, ¿la causa? La maldita e inoportuna paciencia de su querida hermana ahora le jugaba en contra frente a esos dos tórtolos.

— ¡Hey, muero de hambre, regresa aquí! ¡No me hagas bajar del auto, mueve ese trasero casanova y comprame algo para comer... AHORA!.— gritó la menor, mientras volvia a tocar el claxón como desquisiada, la otra rubia podia jurar que si se viera en un espejo en ese instante, su rostro estaría mucho más rojo que el color de su auto.

— Por lo veo, si que tienes prisa de irte...— respondió Sam con cierta gracia al mirarla fijamente, por un demonio, lo que faltaba, que su hermana la hiciera quedar en ridiculo con su fallida conquista y con el novio de ella.

— Espero... verlos después.— y dicho esto, Celia se dispuso a alejarse hasta casi correr hacia el auto donde aguardaba su desesperante hermana, en el fondo comenzaba a maldecir a Ophelia en diezmil idiomas diferentes mientras que entredientes se acercaba a la Pick Up a paso veloz.

"¿Espero verlos después?... ¿QUÉ PUTA IDIOTEZ FUE ESA?.

Okey, eso si que fue raro...— respondió el chico extrañado, observando de manera atenta como aquella rubia de alejaba, no le producia mucha confianza por alguna extraña razón el que se acercara a su novia.

— Y gracioso.— sonrió divertida Sam, quien a su vez el móvil de esta comenzó a vibrar en su bolsillo, lo que tanto ella como Celia no sabian es que aquella llamada las iba a conectar pronto en algo en común.

Tal vez lo dicho por aquella Maxwell si sería un hecho...

A la par de aquello, Celia finalmente habia subido al auto cerrando la puerta de golpe y manteniendo su vista al volante llena de vergüenza, tanta era la humillación que ya ni siquiera se molestó en comprar los cigarrillos, sino que solo encendió el auto sin más y lo puso rápidamente en marcha nuevamente, tratando de ignorar lo patética que de seguro se habia visto anteriormente y la mirada curiosa e interrogatoria de su hermana, que solo la hacia sentir imbécil de lo que ya era al hablarle a esa chica en primer lugar para tratar de invitarla a salir y de un segundo a otro ver com ella y su novio casi se comian la boca frente a ella ¡Que horror!.

— Entonces... ¿quién era tu nueva conquista?.— finalmente pregunto su hermana, con algo de duda y burla, al menos ver aquella expresión en la cara de la mayor compensaba la falta de alimento y el tedioso viaje que habia tenido desde que subió a esa gran camioneta.

— No quiero que menciones una palabra de esto, o juro que te dejo a la mitad de la nada Ophelia, y hablo enserio.— respondió esta, sin dignarse a mirarla, solo queriendo mantener su vista en el camino por la próxima media hora que quedaba de viaje, al menos se agradecia que ya se habian alejado lo bastante de aquel lugar.

— Como digas... pero para la próxima hermanita te aconsejaria que si vas a cortejar a una chica para asi "aparearte" con ella después, al menos asegurate de que no tenga novio antes de quedar como una completa idiota....a ver si aprendes por si eso te llega a suceder otra vez.—

— ¡Voy a matarte!.— Celia gritó de repente, casi a punto de abalanzarse a su hermana de manera infantil casi desviando el auto de su camino mientras que gritos y quejas comenzaban a oirse nuevamente dentro de aquella Pick Up.

Definitivamente esta seria la media hora más larga en las vidas de ambas Maxwell....

~•~

Bien, finalmente llegamos.— El auto finalmente habia sido aparcado frente a una gran casa blanca en los humildes suburbios de Woodsboro, por supuerto, todas las casas de ahi en su mayoria era blancas, pero a comparación de esta, esta al menos seguia manteniendo lo suyo.

Hogar dulce infierno...— susurró Ophelia, a lo cual finalmente se resigno en bajar del auto de su hermana para finalmente poner un pie frente a su antigua residencia, o prisión como veia ella.

No era secreto para Celia que desde que se marcharon, fue Ophelia que con el paso del tiempo comenzó a generar cierto odio en lo que antes habian considerado su hogar, un pueblo con el que se habian acostumbrado a vivir a pesar de cada historia que oian...pero que ahora, cierta casa ahora le parecia una casa más insignificante, y un pueblo más cualquiera que solo vive de la fama en base a sus tragedias.

Una tragedia tras otra...

Y como si no fuera suficiente, una voz familiar, les dió finalmente la bienvenida a ambas hermanas, palabras que podian no parecer nada a simple vista pero que serian solo el principio del caos y de los problemas que vendria por delante, y que apena solo empezaba...

Bienvenidas a casa, mis hijas.—

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