𝟯𝟲. ━ 𝐷𝐸𝑉𝑈𝐸𝐿𝑇𝐴 𝐴 𝐸́𝐿

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Pasó nuevamente sus manos por su rostro, la lluvia no cesaba y eso los seguía teniendo encerrados en la casa de Evie.

Aunque agradecía a  Hugo, que pudo aprovechar para poder cocinar algo y así no quedar ninguno sin comer algo. Él junto con Uma y Gil, fueron los que repitieron el plato, y en vez de recibir alguna cara de burla por parte del moreno, este estaba contento de que su comida les gustara.

Evie también ayudó, dejándolos darse un baño y proporcionándoles algo de ropa que ella misma confeccionó, ignorando la sonrisa de complicidad que ella le dio en cuanto le extendió la ropa, la cual consiste de una ropa más formal pero sin dejar su estilo de la isla.

Su mirada pasó a Uma y Gil, que estaban dormidos a lado de él, decidiendo los tres dormir en la misma habitación y en la misma cama, ya estaba acostumbrado a esto, ya que no era la primera ni la última vez que dormía junto a ellos.

Desde niño, sus únicas amistades en la isla fueron Uma y Gil, ambos chicos pasando tiempo en el barco junto con él y su padre. Killian no se quejaba, disfrutaba que Harry tuviera amistades, así como Jeannette también las tenía.

Recordaba cómo intentó hacerse amigo de los VK 'S, pero desde que Mal insultó e ignoró a Uma, desecho toda idea de hacerse amigo de ellos. Prefiriendo sobretodo a Uma y a Gil.

La llegada de Helena a su vida, fue algo que nunca esperó pero que siempre anhelo. La primera vez que se encontró con ella en la estética de Lady Tremaine, fue el inicio de su interés. Siguiéndola a ella y a Mal, hasta la guardia de esta última.

Celebró para sí cuando pudo llevársela de ahí, el que ella haya querido escapar fue una ventaja para poder tomarla en brazos. Sonriendo orgullo al mirar las mejillas rojas de la chica después de la nalgada que le proporcionó.

Mientras hablaba afuera de la taberna con Uma, su oído estaba centrado en escuchar a la chica, emocionandose por su voz al cantar. Sintiendo celos al entrar y encontrarla rodeada de los brazos de otros marinos.

Por su mente pasó el matar a todo aquel que haya tocado con sus brazos sudorosos a la chica. Corriendo tras ella al notar como la ayudaban a escapar de ellos.

Al encontrarse con Aleksander, no sabía si era de buena o mala suerte, puesto que la amiga/novia de él, se llevó a su rubia. Teniendo que buscarla nuevamente.

Su mundo se paralizó al escuchar como Ivy, llegaba al barco en busca de su padre, escuchando como le pedía ayuda para localizar a Aleksander y con ello, a la chica.

Su cuerpo se movió inconscientemente por la isla, intentando buscar alguna señal de ellos. Importandole si mataba a uno que otro, entrando casi en automático con lo que hacia, ignorando las pequeñas marcas de color azul que aparecían en sus muñecas y cuello, o el azul de sus ojos se intensificaba.

En sus planes estaba matar a Gothel, al mirar como la rubia estaba atrapaba con cadenas, el escuchar su nombre salir de sus labios... era maravilloso, al igual que sentir como ella se aferraba a su cuerpo con sus brazos. El aroma a fresas de la chica llegó a su nariz, queriendo seguir abrazada a ella y no soltarla.

Pero no contaba con que Gothel intentara lastimarlos, así como el que Helena tomará su espada y matará a Gothel. Mirando como ella entraba en un estado de shock por lo que hizo.

Sacándola de ahí después de hablar con su padre, pensando en llevarla hacia el escondite que tenía, pero decidiendo finalmente irse al barco. Entrando a su habitación sin importarle que algún marinero le mirara, solo importandole en resguardar a la chica.

Pudo aprovechar y besar a la chica, pero no era tan mierda. Decidiendo dejarla descansar en sus brazos, intentando no dormirse pero el estar ahí con ella, abrazos en la misma cama sin segundas intenciones, no fue nada malo dormirse junto a ella, sonriendo para sí, al sentirla aferrarse a él.

¿Ella amaba estar cerca de él? ¿Lo sentía como un lugar seguro? ¿Se sentía segura a su lado?, eso ni él lo sabía, pero amaba como las acciones de ella le decían todo.

La primera vez que la beso, fue la mejor recompensa de todo, sus labios encajaban perfectamente así como sus brazos en su cintura, su cuerpo se sentía caliente al ella mover sus brazos, tocándolo y adorándolo con esos ojos verdes.

Queriendo encerrarla solo para él y así no se aleje de él. Ella se estaba convirtiendo en su mundo, un mundo en el que no le importaba dejar todo si ella estaba ahí.

Sus besos se volvían una necesidad para él, así como sentir su cuerpo, sus manos y sus pequeñas reacciones al demostrarle cuánto la amaba, la forma en que ella pedía más y él solo buscaba su comodidad.

El amor fue mutuo, así como las palabras de afirmación también. Ella lo amaba, su amor era correspondido, prometiéndole ser su lugar seguro. Un lugar donde ella podría dejar de lado su estatus como princesa y ser solamente una chica de 18 años años, amante de las aventuras y del arte.

Su mirada se alzo hacia la ventana al escuchar un pequeño ruido, encontrandose con una pequeña llama de color verde, la cual parecia que le estaba hablando.

Volteó hacia Uma y Gil que seguian dormidos, decidiendo tomar su espada y dejando a Flyn en la almohada esperando que ni a Uma ni a Gil se les ocurra aplastarlo mientras duermen.

Salió de la habitación en silencio, buscando la manera de salir de la cabaña y que ninguno de los demás se de cuenta. Soltando el aire retenido al poder abrir una de las puertas y cerrarla detrás de sí.

Dirigiéndose hacia la pequeña llama, notando como esta se alejaba a cada paso y lo hacía adentrarse al bosque.

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—. Deben tener algo que los una al otro mundo, una persona por ejemplo—mencionó Irvette, mirando a ambos hermanos adentrarse en el pequeño lago, el mismo por donde llegó Aleksander.

La mujer tenía en sus manos uno de sus libros, recitando en griego algunas palabras, el lago se iluminó, haciendo funcionar al hechizo.

—¿Ya la tienen?—preguntó, los mellizos asintieron—. Ahora piensen en el mejor recuerdo con esa persona, debe ser uno muy importante para que la transportación funcione.

—¿Lista?—preguntó Aleksander hacia su hermana.

—. Siempre—respondió Helena, sonriendo hacia su hermano.

—. Deberán nadar hasta el fondo del lago, hasta llegar a la luz—dijo por último Irvette—. Cuidare por este lado, después dependerá de ustedes, mucha suerte chicos.

Ambos miraron a la mujer por última vez, Helena apretó en sus manos el collar que Irvette le entregó.

Sumergiéndose después de Aleksander, nadaron hasta el fondo del lago, intentando alcanzar la luz que Irvette le mencionó.

Pasando por lo que parecía ser una barrera, su mente se empezó a llenar de todos los recuerdos que tenía con Harry, las pequeñas citas improvisadas que este le hacía con ayuda de Gil, sus besos, las historias que este le contaba.

Dejándose llevar por los recuerdos hasta sentir cómo las gotas de lluvia caían en su rostro.






Corrió bajo la lluvia, importandole poco si llego a despertar a alguno de los chicos, en sus sueños apareció un lago junto con la silueta de Aleksander, el cual reconoció mientras buscaba junto a Klaus.

Aleksander siempre le mencionó que si él aparecía en sus sueños sin ayuda de su poder, significaba que algo le había pasado.

Su pulso era acelerado, resbalando varias veces en la tierra mojada, llegando hasta el lago que miró en sus sueños.

Adentrandose a este, intentando buscar alguna señal del chico, la lluvia ni la oscuridad de la noche ayudaban.

La desesperación incrementaba, así como las lágrimas—¡Aleksander!

Gritó su nombre bastantes veces, sintiendo su garganta doler por el esfuerzo.

Gritó al sentir como unos brazos la tomaban de la cintura, volteandose y antes de que pudiera reaccionar, alguien la beso.

Sus ojos se cerraron de la sorpresa, pero eran unos labios y manos que reconocía muy bien. Pasó sus manos por el cuello de Aleksander, acercándolo más a ella y rodeando su cintura con sus piernas, dejando que él sea quien mantenga sus cuerpos a flote en el lago.

Se separo de sus labios después de unos segundos, encontrándose con esa mirada azulada que tanto amaba, riendo al tocar su rostro con sus manos.

—. Me encontraste corazón—dijo este, tomando su mano y dejando un beso en esta.

—. Siempre lo haré príncipe—respondió Ivy, volviendo a unir sus labios con los de él.

Aleksander los llevó a ambos a la orilla, volviéndola a abrazar—. Lamento haberme alejado.

—. No lo vuelvas a hacer, por favor—pidió Ivy, acariciando su mejilla.

Aleksander asintió, alzando su rostro en cuanto la lluvia paró y el sol salió, sonriendo—. Mi hermana ya debe estar aquí, hay que buscarla.

Ivy asintió—. Tienes que contarme todo.

—. Y lo haré corazón, pero primero debemos detener a una loca.

—¿No es mi imaginación? ¿No estoy soñando?—preguntó Harry en un susurró, acercándose a Helena, la cuál negó, dejando que Harry tocara su rostro con sus manos.

La temperatura de la chica era fría, pero esta no parecía inmutarse por eso. Harry decidió quitarse la chaqueta y pasarla por los hombros de esta.

Helena alzó su mirada, recargando su rostro en la mano del chico, mirando los ojos del chico llenarse de lágrimas para luego sentir como este la rodeaba con sus brazos.

El rostro del chico quedó enterrado en su cuello, amortiguando los sollozos que el chico dejaba escapar, Helena acariciando su espalda y dejándolo que soltara todo.

Pequeña lágrimas salieron de sus ojos, sin poder evitar ponerse sentimental. Todo lo que había pasado no le gusto, ni quería recordarlo. Sintiéndose plena al sentir los brazos de Harry abrazarla.

Como pudo, tomó el rostro de Harry entre sus manos, limpiando las lágrimas que se escondían entre las gotas de lluvia

—. Soy real, estoy aquí y ahora. Solo contigo Harry, tú eres la razón por la cual pude regresar—sonrió levemente, dejando que sus labios se unieran con los de él en un beso con muchos sentimientos de por medio.

Soltó un jadeo al sentir las manos de Harry apretar su cintura así como el beso se intensificó.

Rió al sentir los labios de Harry por todo su rostro, abrazándolo mientras este daba vueltas con ella.

—. Pensé que te volvería a perder—Harry admitió.

—. No me perderás, ni yo te perderé a ti—mencionó, dejando un último beso—. Ahora, debemos ir en busca de mi hermano.

—¿No podemos quedarnos más tiempo aquí?—preguntó Harry con una sonrisa—. Está bien, vamos.

Helena sonrió, tomándolo de la mano y avanzando en busca de un camino que los lleve con Aleksander, mirando de reojo como el Sol salía y la lluvia paraba.

Agradeció dentro de sí a Irvette, ahora solo tendría que buscar la manera de poder sacarla a ella del medallón.




















Una pequeña de cabellos rubios corría entre las flores del prado, perdiéndose entre estas y riendo al sentir como las flores le hacían cosquillas.

Mientras corría al perseguir una mariposa, chocó contra el cuerpo de alguien más, al poder abrir sus ojos.

Se encontró con la mano extendida de un niño, el cual tenía unos ojos azules que no la dejaban de mirar.

—¿Estás bien?—preguntó este, ayudándola a levantarse.

—¡La mariposa!—exclamó Helena, señalando a la mariposa e intentando alcanzarla, el niño la detuvo, causando que ella mostrara un puchero en sus labios.

—¿Cuál es tu nombre? Eres muy bonita—dijo este, sonriendo e intentando limpiar la tierra de su ropa.

Su padre mencionaba constantemente que para poder impresionar a una chica, su vestimenta debe estar impecable.

Aunque ni él creía eso, ya que Killian siempre tenía sus camisetas arrugadas.

—. Helena ¿Cuál es el tuyo?—preguntó la pequeña, ignorando el cumplido que el pequeño le dijo.

—. Harry, ¿quieres venir conmigo? Mi mamá hizo hamburguesas—comentó el pequeño, tomándola de la mano y avanzando con ella.

—¿Es una cita?—Helena miró al niño, recordando como su Tía Lottie le mencionaba que si un chico la invita a un lugar, era una cita.

—¿Quieres que sea una cita? ¡Espera aquí!—exclamó este, soltandola y corriendo hacia las flores.

La pequeña lo miró extrañada, quedándose quieta y esperando a que el niño regresara.

Harry regresó con algunas flores que estaba agarrando, intentando hacer un pequeño ramo así como el que siempre veía que su padre le traía a su madre.

—. Para ti—mencionó al llegar con ella entregandole las flores.

La pequeña chillo emocionada, tomando las flores y dejando un beso en la mejilla del niño, Harry se quedó paralizado ante el beso y sus mejillas se pusieron rojas.

—¡Helena! ¡Caramelito!—exclamó Eugene, buscando a la pequeña.

—¡Harry!—exclamó Irvette.

Ambos padres llegaron hasta donde estaban los pequeños estaban, encontrándose con la escena de Helena mirando sus flores y Harry todavía procesando el beso.

—¡Mira papi!—Helena se acercó a Eugene, mostrándole las flores—¡Harry las consiguió para mi!

Eugene sonrió con celos de padre al mirar las flores y luego pasar su mirada hacia el pequeño.

—¿Verdad que están bonitas?—Helena le jalo de su pantalón, sacandolo de su trance.

Irvette tosió para disimular la risa, acercándose e hincándose a la altura de Harry.

—. Ella es bonita—musitó el pequeño, sonriendo.

—. Mamá ¿Crees que ella quiera una cita conmigo?—preguntó Harry en susurró, dejándose tomar en brazos por su madre.

La mujer asintió—. Ella te aceptara muchas citas cariño.

—. Es hora de despedirte pequeño, papá y Jean nos esperan—musitó está después de unos segundos.

Harry iba a protestar, pero escuchó como Eugene le decía lo mismo a la pequeña y asintió a lo que dijo su madre.

Ambos pequeños se despidieron pero no queriendo hacerlo, mientras que Eugene y Irvette se daban una última mirada.

Al parecer el plan había salido mejor de lo esperado.

Amo a Harry y se que eso se nota mucho.

Espero les guste el capitulo de hoy!!

¿Les gusto el momento Ivy x Alek?

¿Les gusto el recuerdo de Helena y Harry de Bebes?

Los quiero, muak !!

—Barbs.

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