𝟭𝟲. ━ 𝐸𝐶𝐿𝐼𝑃𝑆𝐸


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En los bajos pueblos de Corona, se cuenta la leyenda del príncipe perdido. Aquel hijo de los Reyes.

Se desconoce exactamente la historia verdadera, lo único que se sabe con exactitud, es el color azul de los ojos del pequeño.

Aquellos ojos azules que te hipnotizaba ante su fuerte color, esos ojos caídos de la luna que lo identifican.

También se dice, que después de doce años se crearía un eclipse que reuniría a aquellos que perdieron su mitad, eclipse que juntaría la luz y la oscuridad, como siempre debió ser.

Pero para ello, tendrían que pelear en un último obstáculo para poder reunirse para siempre.











La luna estaba a punto de tapar por completo al sol, el cielo estaba casi por oscurecer. Y mientras que Hans dejaba a la chica en casa de Gothel.

Esta miraba a la chica inconsciente en su sillón, preparándose para lo que haría. Solo necesitando su sangre, aunque sea una gota de la princesa.

Sabia que uno de los efectos del eclipse sera la debilitamiento de la barrera, una buena oportunidad para recuperar algo de poder para los seres sobrenaturales.

Pero para Gothel, solo quería la caída de la familia real, qué mejor forma de empezar por la rubia. Ya se imaginaba la desesperación que Rapunzel tendría en ese momento al no saber el paradero de sus hijos.

Salió de sus pensamientos en cuanto miro a la chica levantarse—. Ten cuidado.

—¿Qué pasó?—preguntó Helena, confundida mientras se encontraba con la mujer—¿Donde estoy?

—. En mi hogar, te encontré inconsciente y no sería bueno dejarte por ahí, no aquí en la isla—respondió Gothel, pasándole una taza con un líquido extraño—. Tomalo, es un té calmante.

Helena asintió y antes de que pudiera darle un sorbo a la taza, la puerta fue abierta, llamando la atención de ambas mujeres.

—. Mamá ya estoy en casa—gritó Aleksander, entrando a su casa, buscando a la mujer con la mirada.

—. Hola cariño—respondió Gothel, sonriendo, volteando—. Creo que ya conoces a mi hijo.

Aleksander frunció su ceño, su cuerpo se tensó al mirar a la rubia junto a su madre.

Helena sonrió levemente—. Hola Alek.

Aleksander asintió—. Es bueno verte Lena, mamá..

—. Me encontré a tu amiga y ambas estuvimos hablando mientras te esperábamos—dijo Gothel, levantándose del sillón.

—. Lena, acompáñame—susurró Aleksander llevándo a Helena hacia su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Gothel miró a ambos chicos alejarse, apretando sus puños del enojo que guardaba en su interior, su plan había sido arruinado y tenia que encontrar otra forma.

Dejo que ambos chicos se fueran hacia la habitación de Aleksander, corriendo hacia la de ella.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué mierda estás aquí?—cuestióno hacia la rubia.

—. Te estaba buscando, me encontré con un hombre y después de unas preguntas extrañas y de haber caído inconsciente, termine aqui en tu casa con ayuda de ella—explicó la chica, sentándose en la cama.

El chico pasó su mano por su cabello, intentando pensar una manera de salir de ahí sin que su madre los detenga.

—. Ella no nos dejará salir—musito el chico, sentándose a lado de ella.

Ambos se quedaron en silencio, tratando de buscar algo de qué hablar o de pensar una manera de irse.

La rubia miró de reojo al chico a lado de ella, cabello azabache y ojos azules, piel pálida y pequeños tatuajes en su cuello y manos.

Notó un pequeño lunar en la esquina de su labio, uno que recordaba haber visto en alguien más, en Marcos, él también tenía un lunar en el mismo lugar.

También se encontró con una pequeña marca de luna en el dorso de la mano izquierda del chico.

—. Esa marca..—susurró, obteniendo la atención de Aleksander.

—¿Qué tiene?—preguntó Aleksander, mirando como Helena sostenía entre sus manos y miraba de cerca la marca.

—. Yo tengo una igual—respondió la rubia—. Pero es de un sol— dejando la mano de Aleksander sobre sus muslos y mostrándole el dorso de su mano derecha.

El chico examinó la marca de sol que la chica tenía, ambos sin saber qué decir mientras miraban la marca del otro.

Flor que da fulgor

Con tu brillo fiel

—. Debe solo ser una coincidencia—Aleksander intentó alejar su mano de la chica, pero Helena no lo dejó.

—. También creo eso, pero una muy extraña.. coincidencia—musito sosteniendo la mano del chico, extrañandose al notar un líquido mojar la chaqueta—. Estás sangrando.

Mueve el tiempo atrás

Volviendo a lo que fue

Helena movió la manga de la chaqueta de Aleksander, notando un corte en el antebrazo de este, el chico solo ignoró esto, estando confundido ante la evidente preocupación de ella.

—. Es solo un corte—objeto el chico, siseando cuando la rubia agarró un pequeño paño de su bolsito y lo apretó con su mano, tratando de parar el sangrado.

—. Debes llevar horas con el corte ¿Te sientes bien?—preguntó la chica, mirándolo un tanto preocupada.

Quita enfermedad

Y el destino cruel

—. El corte no es nada, estoy acostumbrado a recibirlos siempre—respondió Aleksander, sonriendo ante su dolor.

Helena lo fulmino, regañandolo con la mirada, aun apretando con su mano el paño en la herida.

Trae lo que perdí

Volviendo a lo que fue

El chico abrió sus labios para hablar ante el silencio de la chica, pero el cabello de Helena se iluminó, pasando por su cuerpo hasta su mano y llegando a la mano con el paño ensangrentado.

A lo que fue

—. Q-Que acaba de pasar—tartamudeo Helena, soltando el paño y alejando su mano.

—. Curaste mi herida, eso fue lo que pasó—respondió Aleksander, quitándose el paño y mostrando su antebrazo sin ninguna herida, solo la mancha de la sangre.

—. ¡¿Cómo sucedió eso?! ¡¿Yo lo hice?!—exclamó la rubia, levantándose de la cama y retrocediendo.

—. Oh mierda, se supone que ningún tipo de magia funciona aquí, pero acabo de hacer magia—murmuró la chica—. Y no cualquier tipo de magia, una magia que se supone que ya no existía.

—. Lena..—dijo Aleksander intentando detener los murmullos de la chica—¡Helena!

La chica saltó del susto—¿Cómo sabes mi nombre?

—. Está grabado en el paño—respondió el chico, alzando el paño con el nombre de ella grabado.

—. Escúchame, buscaremos respuestas sobre lo que acaba de pasar—Aleksander se acercó a ella, poniendo sus manos en los hombros de Helena—. Se que habrá alguna respuesta.

Azul y verde se encontraron, luz y oscuridad unidos por un corto tiempo, rodeados por una chispa que ninguno sabía explicar.

La barrera se debilitaba cada vez más y la luna estaba a punto de llegar a la cima, ambos jadearon ante el dolor repentino.

—. Tengo que sacarte de aquí, es lo primero que haré—añadió, sonriéndole levemente a la chica, intentando calmarla —. Solo, quédate aquí.

Helena miro la silueta de Aleksander salir, quedando la chica sola en la habitación, con un extraño sentimiento en su pecho.

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—. Lo sabía, la flor del sol sigue existiendo y en esa niña—habló para sí, alejándose del hueco de la pared donde observó todo, desde que entraron a la habitación hasta él cómo la magia en Helena curaba la herida de Aleksander con el cantó de Gothel.

Gothel pensó que el cantar no serviría de nada, pero recordo el eclipse, sonriendo para sí.

—. Debo tenerla nuevamente para mí, podré recuperar mi belleza nuevamente—hablo convencida, sonriendo de forma retorcida, planeando la forma correcta de quedarse con la chica—. Pero debo deshacerme de Aleksander primero.

Su cuerpo se movió inconscientemente, saliendo de la habitación y encontrando al chico en la puerta.

—. Madre, pensé que habías salido—dijo éste, tratando de ocultar un frasco detrás de el.

—. Estaba a punto de hacer eso—respondió Gothel, mirando el asentimiento de Aleksander y cómo él chico se daba la vuelta.

Gothel aprovechó esto, tomando un jarrón que tenía cerca, golpeándolo directamente en la cabeza.

—. Que… carajos..—jadeo, sosteniéndose la cabeza, perdiendo el equilibrio—. Mamá…

Gothel lo miró sin emociones—. Gracias por haberme demostrado que el poder del sol, todavía existe.

Dándole un último golpe al chico y dejando el jarrón a un lado, caminando hacia la habitación del chico, donde se encontraba Helena.

—¡Rapunzel, sal de donde estes!—Gothel, estando fuera de sus casillas, grito de forma demente, una sonrisa maliciosa en su rostro y la sangre escurriendo de sus manos, dejando huellas de sangre en el piso.

Esto esta cada vez mejor.
—Barbs.

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