Pt. 2 Encuentro inesperado

(2/2)

El dueño de este hotel es mi mejor amigo, Renjun.

El pelirosa intentó no verse afectado ante eso, pero Chenle pudo notar perfectamente su sorpresa. Y también el temor que empezó a invadirlo. 

Chenle sólo pensó que Renjun se veía tan precioso sin tener idea de qué hacer ahora sabiendo eso.

Y Renjun estaba recordando cómo había estado a punto de confesar la verdadera razón por la que no se fue al ver la escena del elevador, y la misma por la que terminó subiendo a este cuando Jaemin se lo indicó.

¡Y ahora resultaba que Chenle era su mejor amigo! Joder, de lo que se había salvado Renjun. Si se hubiera permitido ser un boca suelta, estaría con ganas de morirse en ese momento. Pero afortunadamente sabía controlarse.

—Bueno, le dices la razón por la que no me fui. Estaba verdaderamente sorprendido. —Renjun le dijo lo más rápido que pudo, intentando esconder el descontrol de su mente y cuerpo—. Gracias.

—No me digas gracias, no le diré nada. Más bien deberíamos ir, te presento ante él y todos nuestros amigos, y entonces tú mismo le dices. No tanto Jaemin, pero sus hermanos, son algo curiosos y seguramente han hablado ya como mil veces del chico que los espió. Tal vez hasta sacando conclusiones nada cerca de la realidad, como que fue excitante para ti verlos —Chenle se carcajeó, burlón—. Pero no fue eso, ¿verdad?

—Fue inesperado, sólo eso. —Renjun frunció el ceño, molestándose notoriamente—. No tengo problema en ir y aclararlo yo mismo, pero no me siento interesado en conocerlos.

—No puede ser aburrido, vamos. Son buenos tipos —insistió Chenle—. Hemos terminado de comer ya, así que luego de saludarlos sólo queda irnos... Los dos solos.

Renjun sonrió un poco, recordando que todo valdría la pena al final de la noche, cuando tuviera a ese hombre en la cama.

—Bien, vamos. Pero que sea rápido. —aceptó Renjun.

Luego de pagar la cuenta mitad y mitad, Chenle y Renjun se acercaron a la mesa del dueño del hotel y sus amigos, ambos confiados como si hubiesen sido invitados a ir.

Renjun estaba nervioso, sí. Pero no pensaba mostrarlo y sólo se acercó al lugar moviendo sus caderas elegantemente al caminar.

Entonces llegaron junto a ellos y los notaron enseguida, todas las miradas cayendo en Renjun y haciéndolo sentir el impulso de bajar la mirada y encogerse, pues todas eran intensas, oscuras y directas. Pero Renjun resistió y le devolvió la mirada a cada uno, manteniendo su mentón en alto de manera desafiante. No sabía por qué estaba a la defensiva, pero lo estaba y no sentía que su cuerpo le permitiera calmarse, por lo que cuando su mirada encontró la de Jaemin y vio cómo y este sonreía levemente, casi en una ladeada mueca que pasaba desapercibida, Renjun sólo le respondió frunciendo el ceño.

—¿Cómo va todo, Zhong? —Jaemin fue el primero en hablar, pero aunque se dirigía a Chenle, no apartó sus ojos de Renjun—. ¿Qué tal va la noche?

Finalmente llevó sus ojos a Chenle, permitiendo a Renjun relajar un poco el cuerpo.

—Tengo buena compañía, estoy bien. —Chenle le respondió, apoyando su mano en la espalda de Renjun para señalarlo con la cabeza.

Pero ante ser tan observado por todos, Renjun se alejó rápidamente de la mano de Chenle, sintiéndose cómo un trofeo que el mayor presumía.

—Tú eres mi compañía. No yo la tuya. —aclaró Renjun.

—¿No es lo mismo? —se carcajeó Chenle.

Renjun lo miró, sonriendo burlón pero de manera forzada.

—No para mí. —se encogió de hombros—. Y es cómo yo lo decida o no vuelves hoy conmigo a mi habitación.

Chenle rió ante eso, complacido.

Entonces Renjun borró su sonrisa al sentir una risa ronca que venía de otra persona, un sonido que le erizó la piel.

Miró en dirección a Jaemin y lo vio riendo.

—Sí hablas —comentó Jaemin—. En el elevador apenas alzaste la voz o la mirada, mon amour.

Renjun se enfureció sin razón alguna, pero el punto es que la rabia creció dentro suyo al tener los ojos de Jaemin encima, como nunca antes.

—Je ne suis l'amour de personne —le respondió en francés, refiriéndose al apodo que usó Jaemin con él, ladeando una sonrisa amortiguada—. En el elevador no podía hablar o empezaría a reír.

Renjun simplemente tomó asiento en la silla vacía junto a uno de los chicos, un rubio con bonitos hoyuelos que lo miraba de manera agradable, al parecer pasando un buen rato con su presencia.

Chenle sonreía casi igual, también yendo a sentarse.

—¿Reír? —preguntó a su izquierda uno de los hermanos de Jaemin, pero no con quién había hecho contacto visual, sino aquel de labios gruesos al que no había notado del todo—. Pero si tenías cara de que te morías de la perturbación. —arqueando una ceja, él le habló con cierta burla y maldad en sus ojos.

—La situación me dio risa, ¿quieres que te mienta y diga otra cosa? —rodó los ojos Renjun, divertido—. Fue inesperado.

—Yo diría más bien que... —desde el otro extremo de la mesa, le habló el castaño de piel dorada con el que había hecho contacto visual en el elevador—. Te veías asustado de nosotros.

—Quería reír de ustedes —insistió Renjun en decirlo—. Y su complejo absurdo, pasado de moda y patético de dominante azotador, porque me parece gracioso que se veían tan llenos de satisfacción al tener el sentimiento de que son poderosos, pero no lo son.

Entonces Renjun lo dijo con voz alta, clara y fuerte. Pícaro, burlón y despiadado.

Pero no hubieron más risas o sonrisas.

El silencio cayó totalmente en la mesa.

Renjun observó a Jaemin y este lo miró de regreso con un destello intenso en sus ojos oscuros, su cuerpo adoptando agresividad cuando se mordió el labio inferior a la vez que fruncía el ceño.

Entonces Renjun se dio cuenta de que lo llenaba de satisfacción provocarlo así, por lo que aún con la mirada penetrante que le dedicó Jaemin, Renjun siguió sonriendo victorioso.

Entonces Jaemin suspiró.

—¿Quieres quedarte para otra botella más? —Jaemin le preguntó con una leve sonrisa—. Mi nombre seguramente ya lo sabes, mon amour.

—Por supuesto, Petit loup —lo retó Renjun con la mirada al también ponerle un apodo—. Yo soy Renjun. Huang Renjun. ¿Y ustedes qué? ¿No se van a presentar? Ya quiten esa mala cara, eh. Pareciera que alguien les hubiera metido un palo justo en el culo.

Renjun miró a su alrededor, hacia los otros hombres.

El hermano de Jaemin que estaba a su izquierda, parecía intentar tener paciencia con él. A Renjun se le hizo divertido.

—Mi nombre es Na Jeno. —se presentó cortamente.

Entonces Renjun pasó su mirada al siguiente.

—Soy Na Jisung —dijo el castaño, sonriendo mientras enfocaba atentamente sus ojos en los de Renjun—. Eres lindo, Renjun.

—¿Sólo lindo? Soy más que eso. —respondió Renjun, juguetón.

—Sí, tienes razón. Pero tampoco es como que pueda describir lo que eres. —le siguió el juego Jisung, juguetón.

Ambos se observaron a los ojos de manera coqueta.

—No existen palabras, ¿verdad? —presumió Renjun.

—Eres perfecto. Y tal vez perfecto sólo está cerca de lo que realmente eres. —esta vez le habló de manera susurrante, y Renjun sintió un apretón en su pecho con sus ojos llenándose de emoción.

—Yo soy Donghyuck —habló el que estaba junto a Jisung, golpeándolo en la nuca para que dejara de mirar hacia la cita de Chenle como si estuviera a punto de babear—. Lee Donghyuck.

Renjun esta vez lo miró, sonriendo y asintiendo.

Ahora miró al chico de hoyuelos, que llevaba unos lentes que lo hacían lucir malditamente sexy. Renjun no sabía si su vista los necesitaba de verdad o no, pero de cualquier forma le quedaban increíble.

—¿Y tú eres...?

—Soy Mark Lee y es un placer conocerte. —riendo de manera agradable, Mark extendió su mano hacia Renjun.

Sonriendo encantado, Renjun le estrechó la mano.

—Igualmente. —Renjun respondió al sentir el apretón de Mark en su mano.

—Sólo para saber, ¿qué es lo que pasó en el elevador? Me perdí desde ese punto de la conversación. —admitió, soltando una pequeña risa.

—Eres adorable —admitió Renjun, sintiéndose más tranquilo por tenerlo ahí—. Puedo contarles si quieren, a Donghyuck y a ti. A Chenle ya le conté.

Entonces Renjun lanzó una mirada llena de complicidad hacia Chenle, y este sonrió.

Luego Renjun miró hacia Jaemin, quién tenía una muy grande y amplia sonrisa al estarlo observando, con un brillo en los ojos.

Pero en cuanto vio que Renjun lo miraba, se puso serio enseguida.

—No me importa que cuentes. —aclaró Na.

—Para nada le molesta —se rió Jisung—. Lo puso cachondo saber que una preciosura como tú lo miraba en tal momento.

—Deja de decir cosas como esas a Renjun, Jisung. —lo reprendió Jaemin.

—Estamos en confianza. —rió nuevamente Jisung.

—No.

—Que sí, a él no le importa.

—Pero le estás contando una mentira, yo también me sorprendí de verlo. —dijo Jaemin, enterrando su mirada en Renjun sin pausa alguna.

Renjun sintió que Jaemin se arrastraba dentro suyo a través de esa mirada, colándose en sus huesos y haciéndose dueño de cada vez que respiraba.

—No eres decente siquiera, mentiroso. —rodó los ojos Jisung.

Renjun se permitió sonreír, sosteniendo la mirada de Na.

Si antes quería irse, ahora no. Ahora encontraba aquella situación como algo realmente interesante.

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