4. Encuentro inesperado
Renjun nunca llegó a tener pensamientos de que la vida lo odiara, pues nunca tuvo problemas en reconocer sus privilegios y que estaba mejor que otras personas en muchos sentidos, incluso durante todo el proceso de su separación con Jaehyun. Sabía que tenía una vida más feliz que muchas de sus amigas y amigos, pero inevitablemente por primera vez en toda su vida, en aquella cena que estaba teniendo con Zhong Chenle, el pensamiento de "la vida me odia, joder", llegó a su cabeza sin vuelta atrás.
La razón por la que pensaba así, era porque se le había hecho imposible sentirse cómodo en aquella cena, sin importar lo atento y encantador que fuera Zhong Chenle, pues los ruidosos ocupantes de la mesa junto a la suya, no lo dejaban respirar sin escuchar sus escandalosas risas y cómo chocaban sus copas en un brindis.
Y es que el dueño del hotel y sus hermanos, estaban teniendo una animada cena junto a otros dos hombres más, que Renjun supuso que eran amigos de ellos.
La presencia de los hombres de aquella mesa, era el centro de atención de aquel restaurante. Sus voces graves mientras estaban sumergidos en diferentes temas de conversación y lo bien que lucían en sus costosas ropas, Renjun simplemente no podía ignorarlos o poner su mente en otro lado, porque ya esa casualidad parecía una maldita mala broma del destino.
Además, Na Jaemin, que esta vez tenía sus cabellos negros y largos amarrados en una cola alta, no paraba de mirar en dirección a Renjun de manera seria e inexpresiva, pero con algo brillando en sus ojos y su maldita mandíbula apretada por la que Renjun pasaba los ojos sin siquiera darse cuenta.
Y ahí estaba él, teniendo a Chenle conversando agradablemente con él, mientras que él apenas lo escuchaba y no dejaba de intercambiar largas e intensas miradas con Jaemin.
Entonces, sin quitarle los ojos de encima en ningún momento, Jaemin se dobló las mangas de su camisa, haciendo que la imagen de cuando lo había hecho en el elevador, llegara a Renjun sin que pudiera evitarlo. Y al parecer Jaemin notó de alguna manera que Renjun viajaba en sus recuerdos, porque al ver cómo Renjun fijaba la mirada en cómo se alzaba las mangas, una muy pequeña sonrisa burlona tiró de uno de los extremos de su labio, haciendo que ladeara aquella leve sonrisa y que cuando Renjun alzara los ojos a su rostro nuevamente, se tensara y tragara saliva con fuerza, intentando disimularlo lo mejor que pudiera.
La tensión sólo subía en el ambiente.
Renjun contuvo la respiración porque esta vez Jaemin lo miró permanentemente, ahora sin molestarse en disimular.
Ahora era un mensaje directo. Una manera en la que se miraban sin ocultarse o poner restricciones.
Renjun vio a Na tomar una botella de la mesa, para destapar y servir vino en su copa de manera elegante, aún mirándolo.
Renjun se dijo a sí mismo que debía ser el primero en apartar la mirada, pero se sentía hipnotizado.
Entonces, todo a su alrededor era inentendible y sólo era capaz de procesar la mirada de Na.
Hasta que fue Chenle quién cortó el momento lleno de tensión y un poco de magia, la cual Renjun jamás admitiría que estaba ahí.
—Disculpa, muñeco —le llamó la atención Chenle—. ¿Los de esa mesa te están molestando o algo? He notado que no dejas de mirar y luego ponerte a fruncir el ceño, ¿pasa algo? —con una leve sonrisa atenta, Chenle volteó a ver hacia donde Renjun estaba mirando, y entonces encontró a Jaemin mirando hacia su mesa con aquellos ojos oscuros suyos—. Ya entiendo.
Renjun parpadeó para recuperarse.
Tomó su copa de la mesa y la acercó a su boca, bebiendo todo el alcohol de ella de un solo golpe para luego proceder a servirse más.
Chenle lo miró sorprendido.
—Buen bebedor —Chenle sonrió divertido, apoyando sus codos en la mesa para acercar su rostro al de Renjun—. ¿O sólo intentas evadir mi pregunta?
—Ambas cosas —respondió Renjun con sinceridad, riendo con picardía—. ¿Realmente importa una mierda?
—A mí sí. Mi cita no deja de mirar a otro hombre. Alguien que no soy yo. —le contestó Chenle fingiendo molestia, bromeando con él.
Renjun se rió, porque notó el tono de juego que manejaba Chenle en ese momento.
—Yo no le pertenezco a uno solo ni a ninguno, ni siquiera por una noche. —Renjun le siguió el juego, atrevido.
—¿Ah, sí? —lo desafio Chenle—. ¿Y qué me dices de tu cuerpo?
—¿A qué te refieres? —Renjun arqueó una ceja, ahora mirándolo más interesado.
—Ya sabes, a veces el cuerpo de uno siente cierto tipo de pertenencia hacia alguien. No como algo posesivo, tóxico y horrible, sino más bien como que... —lamiendo sus labios, Chenle ladeó su cabeza—... Está dentro de ti aquel sentimiento de sólo querer ser tocado por alguien en especifico y entonces, en tus adentros, aunque nadie lo sepa, no puedes hacer nada más que no sea pertenecer. Y te sientes genial por eso. Aunque no sabes por qué, pero así es.
Y aunque seguía hablando divertido, Renjun se tensó completamente.
Entonces Chenle rió ante su cambio de expresión.
Pero Renjun supo recuperarse rápido, casi enseguida. Riendo con burla y tomando más vino.
Se acabó todo lo de su copa nuevamente y esta vez un poco de liquido se deslizo por su labio inferior, así que cuando apartó la copa, pasó su dedo pulgar por su labio, presionándolo a la vez que ladeaba una sonrisa burlona para limpiar aquella gota de vino.
—Nunca me he sentido así —contestó, soltando una divertida risilla cuando miró a Chenle alzando ambas cejas—. Pero parece que tú conoces muy bien el sentimiento.
—Sí, vale. Soy versátil y una vez tuve un dominante al que fue increíble pertenecerle dentro de mis sentimientos. —le confió Chenle, dándole una pequeña sonrisa agradable.
Renjun no se sorprendió, sólo le dedicó una sonrisa más suave a Chenle, agradeciendo en silencio por haber compartido eso con él.
Si era sincero, Renjun a veces gustaba ser un poco dominante en la cama a pesar de siempre recibir, mandar a su activo de ese día y hacerle hacer todo tipo de cosas le ponía un montón. Y eso planeaba hacer con Chenle ese día.
Además, Chenle le estaba cayendo demasiado bien. En unas pocas horas habían desarrollado una complicidad exquisita.
Renjun hasta pensaba que sería agradable ser su amigo luego de su noche juntos.
—Entonces, ahora que te dije algo sobre mí... Estaría bien si me dices qué te traes con el cara amargada de la otra mesa. —lo animó Chenle, riendo por lo bajo.
Renjun decidió confiar en decirle algo. Un error, pero hasta ese momento él no tenía idea.
—Bien, ese es el dueño de este hotel... —comenzó a decir Renjun.
—¿De verdad? —fingió Chenle no saber, tragándose una risa llena de burla.
—Sí. —Renjun suspiró pesadamente.
—¿Te pone caliente el dueño del hotel?
—Lo vi en una situación en el elevador —ignorando la pregunta de Chenle, Renjun contó—. Estaba golpeando a un chico con un cinturón, con sus dos hermanos mirando y ese chico lo disfrutaba —soltó las palabras con la escena recreándose en su mente, apretando con fuerza la copa que tenía en su mano—. Debí irme enseguida, pero no pude.
—¿Y por qué no pudiste?
Por él.
Porque la manera en la que habló, despertó algo en mí. Aunque le hablara a otro, también lo sentí.
Eso pensó, pero despertó de su ensoñación enseguida, dándose cuenta de que no podía confiar eso ni a su propia mente.
Mucho menos decirlo en voz alta, ni siquiera estando solo y menos acompañado de alguien, fuera quién fuera.
—Porque me sorprendí mucho —dijo Renjun en lugar de lo que tenía en mente, aclarando su garganta—. Me incómoda lo que él pueda estar pensando de mí, porque en aquel momento no mostró ninguna reacción al saber que vi todo y sinceramente me da ansiedad no saber cómo la gente reacciona a cosas que tengan que ver conmigo. Es irritante.
—Ya veo —sin creerle, Chenle asintió—. Oye, Renjun.
—¿Qué?
—El dueño de este hotel es mi mejor amigo.
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