𝑰𝑰𝑰 ━ fears + quidditch = homesick





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Capítulo III
miedos + quidditch = nostalgia
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—Hogwarts—

1993


—¡Laia, Laia! —esas voces penetraron dentro de su sueño lo bastante placentero para no querer despertar: estaba teniendo el mejor momento de su vida en un gran concierto saltando y gritando el nombre de su banda favorita del momento; Las Brujas de Macbeth.

—¿Qué? —gruñó volteándose al lado contrario de la cama para ver de quién se trataba; era Polaris quien tenía una sonrisa peculiarmente entusiasmada.

—¡Levántate! ¡En una hora comienza el partido! —dijo mientras se colocaba su capa.

—Ugh, pensé que había entrado un trol... —resopló mientras se levantaba.

—¡Estoy muy emocionada por ver cómo aplastarán a Gryffindor! —exclamó su amiga ignorando su comentario.

Laia aún soñolienta, se sentó al pie de la cama y miró a la ventana; ese día estaba más gris que el día anterior e inmensas gotas chocaban con el cristal. Seguramente sería un desafío para los equipos jugar en esas condiciones.

Se colocó su ropa, su capa y bufanda, además de la lluvia había un terrible frío.

Fueron juntas a los baños de las niñas y para su sorpresa estaban bastante solitarios. Polaris no tardó en ponerse frente del espejo y hacer muecas desagradables hacia sus rojeces y de sus apenas visibles pecas. Laia se lavó el rostro y cepilló sus dientes. Polaris ya estaba en el proceso de arreglar su cabellera; acomodaba su sedoso cabello castaño de mechones negros que rosaban sus hombros con cada pasada del cepillo. Laia se pasó unas cuantas veces el cepillo sobre el suyo, de puntas a raíz que llegaba hasta su cintura baja. Se miró al espejo y quedó conforme con ponerse un broche en el cabello y ponerse algo de bálsamo labial.

Ese día sus ojos se veían más disparejos que de costumbre; se veía uno muy oscuro y el otro brillando en un azul casi gris claro. Siempre había personas que le preguntaban si estaba ciega de un ojo, pero para su suerte su vista era muy buena y a pesar de los comentarios hacia sus ojos no la acomplejaban.

Por otro lado...

—¡Maldita sea! —exclamó Polaris dejando caer sus brazos con brusquedad. Laia la observó con extrañez. —¿Sabes qué hacer con estos dos estúpidos mechones? Ojalá pudiera ocultarlos o al menos cambiarlos de color.

Polaris, quien era muy hermosa, tenía rasgos que ella llamaba "cosas fuera de contexto": tenía unas cuantas pecas en sus mejillas y nariz que nunca le gustaron, unos hermosos ojos verdes como cristales esmeraldas que relucían con el uniforme y dos curiosos mechones negros que colgaban del centro de su cabeza uno en cada lado. Ella siempre decía que los tenía desde pequeña, jamás desaparecían y eso le provocaba un poco de conflicto de vez en cuando porque no eran del mismo color que su cabello castaño.

—Ya te dije que hicieras lo que Rachel me dijo: utiliza el encantamiento de cambio de color.

—Pero no me sale ese hechizo y a ti no te va tan mal en Transformaciones, házmelo tú.

—No. No quiero ser la responsable de que te quedes calva. —replicó Laia con desdén. Iba tomar paso para la salida pero se detuvo sintiéndose un poco culpable. Suspiró y fue con su amiga; tomó sus mechones e intentó ocultarlos entre su cabellera, pero estos destacaban demasiado que era imposible ocultarlos por completo. —Lo intenté.

—Qué te quitaba intentar con usar el encantamiento... —masculló nada contenta. —Ojalá fuera como tú o Rachel, están impecables. Si tan sólo me llevara bien con tu hermana para que ella me ayudara.

—Hmm, Rachel sería buena contigo si tú también lo fueras. —replicó pensativa caminando hacia la salida. —¿Vamos a desayunar? Por favor.

Sin tener más remedio que conformarse con su apariencia del día, Polaris y Laia fueron corriendo hasta el gran comedor para ir por un desayuno rápido. Había pocos alumnos allí aún, al lado de Laia pasaron dos chicos mayores de Hufflepuff que vestían sus uniformes de Quidditch y sus capuchas; iban con prisa saliendo del gran corredor y alcanzó a oírlos decir: «Apresúrate, Cedric nos está esperando. Nos matará si llegamos un minuto más tarde

Mientras que comían al extremo de la mesa, Laia disfrutaba pacíficamente su hotcake de avena y arándanos que no se había percatado que su amiga masticaba con pesadez y tenía una mirada tan envenenada que le pareció que estaría casi lanzándole un maleficio a alguien.

—¿Por qué esa cara? —preguntó ella.

—¿Por qué la tuya? —bufó y negó con la cabeza. Laia le dedicó una mirada fulminante —Lo siento, es que esa boba de allá se las lleva conmigo.

Laia intentó seguir con la vista a la dirección que apuntó su amiga con su cabeza. De los pocos alumnos que había en el Gran Comedor era claro a quienes se refería Polaris; a dos mesas de distancia se encontraba la chica rubia de Hufflepuff de su mismo curso que había llegado a la clase de Encantamientos para recoger a Leto, el chico negro de primer año de Gryffindor. Se le veía muy preocupada por el chico: cargaba un semblante más triste que la ultima vez que lo vio y se veía bastante incómodo. Ella intentaba que comiera de su plato, pero era evidente que no tenía ni el menor ánimo de hacerlo.

Sabía que él era muy molestado por Silas y por otros Slytherin. Lo comprendía de cierta forma porque ella también recibía comentarios de ese tipo, pero estaba fuera de su conocimiento qué tan mal la pasaba para que no quisiera comer. Además, la chica parecía ser muy cercana a él, se veía que se conocían desde hace un tiempo.

—¿Qué pasa con ella? —le preguntó a Polaris mientras tomaba de su jugo.

—Pues que en Aritmancia comenzó a murmurar sobre mí con Ernie Macmillan. —gruñó clavando su tenedor tan fuerte en su comida que hizo sacudir la mesa y terminando con su último bocado —Idiotas, creen que no me di cuenta.

—Bueno, eso no me extraña de él pero ¿Era algo muy malo lo que decían de ti? —ambas se levantaron de la mesa caminando a dirección a la salida del Gran Comedor sin despegarle la mirada a la chica de Hufflepuff. —¿Cómo se llama?

—Harah Stilgar, y pues... ya sabes, decían lo mismo sobre mi apellido y los rumores que circulan. —masculló apartando la vista de ella y se colocó la capucha de su túnica. —Juro que si oigo algo más de ese mismo grupo de Hufflepuff me salgo de Aritmancia. Total que los números no me aman.

—¿Por qué crees que tomé Runas Antiguas? —exclamó Laia con obviedad.

Sin duda, el clima estaba fatal ese día; llovía como si el cielo estuviera en pena porque el sol se hubiera escapado con la luna dejándolo plantado con unas nubes muy lloronas. No tuvieron de otra que ponerse la capucha y aguantarse el frío para no perderse el partido del día: Hufflepuff se enfrentaría a Gryffindor finalmente. Tuvieron que pasar por el campo con las cabezas agachadas por el potente viento que arrancaba los paraguas de las manos. Polaris ya no escondía su emoción, por alguna razón, le fascinaba dar caña a los aficionados de la casa rival más de lo que le podría gustar ver el partido. Laia a veces ponía de su parte para ayudar a quedar bien a su casa pero ese día no le inspiraba nada de eso, quería estar tumbada en su cama y dormir por horas, pero tenía una razón por la cuál estar allí: buscar a Jae. Sin embargo, la curiosidad la mataba como un gato al querer ver que sería de Hufflepuff y en especial a Cedric, quien era el ágil buscador, pero era el nuevo capitán de su equipo que lo dirigiría por primera vez para enfrentar a un fuerte Gryffindor que tenía a un Oliver Wood experimentado y a un dotado, pero novato cazador Harry Potter.

Estando en las bancas para disfrutar del partido, Polaris ya había escogido a sus primeras víctimas para hacerles el partido amargo; un grupito de Hufflepuff que por una extraña razón se encontraban en las bancas de Slytherin, entre ellos se encontraba Hannah Abbott; una chica rubia de coletas muy amiga de Justin Finch Fletchley y Ernie Macmillan.

—¡Laia! ¿Hueles eso? Algo apesta. —exclamó en medio del torrente y los truenos mientras abría su paraguas para cubrir a ambas. Laia detuvo su búsqueda por Jae y entendió a dónde iba esto limitándose a observar a su amiga. —Sí... huele a rata gigante de madriguera.

El grupo claramente había logrado escuchar, unos no se atrevieron a levantar la voz para defenderse hasta que Hannah tuvo el valor.

—¡Pues te quedará el ojo cuadrado cuando veas que Hufflepuff ganará! —replicó con voz titubeante pero fuerte observando a sus acompañantes esperando su apoyo a lo que ellos asentían sin cesar —¡Y cuando lleguen a la Final, ustedes serán las lombrices come tierra cuando los derrotemos!

—Si es que llegan. —gritó Polaris mientras se volvía al grupo enfrentándolos —Pero descuiden, amigos topos. Nos conviene que gane Hufflepuff este partido, mantengan las ilusiones de ganar hasta que lleguen a enfrentar Slytherin, si es que llegan. Los harán trizas.

—Como no... su especialidad es el juego sucio. —exclamó otro chico del grupo.

—Conste que ustedes aceptaron que son unos debiluchos al no poder con el juego de Slytherin. —replicó la castaña dándoles la espalda con una sonrisa satisfactoria. Laia observóa Polaris con el ceño fruncido susurrándole «Cállate tonta, queremos que ganen,no conseguir más enemigos» para luego detenerse a observarlos; querían responder, pero tuvieron que retener su lengua al ver que más Slytherin llegaban a las bancas. Se levantaron con afán nada contentos, ella se ganó una mirada asesina de Hannah Abbott antes de que se fueran.

«¿Y yo qué hice?» se preguntó.

Cepheus y el resto de sus amigos se sentaron en la banca donde habían estado los de Hufflepuff, se les veía muy entusiasmados y hambre de derrota por parte de Gryffindor. Draco, Crabbe, Goyle y Pansy con sus paraguas se sentaron muy cerca de ellas quedando Pansy a su lado.

—Por cierto ¿a quién buscabas? —le preguntó Polaris.

No creyó que se hubiera dado cuenta, pero no le pareció importante decirle sobre Jae.

—A nadie...

—¡Que empiece ya! —bramó Pansy con emoción interrumpiéndolas entre el ruido de la lluvia. No era la única que se sentía así, se percibía la alta expectativa del partido y la emoción que provocaba en la afición, pero secretamente Slytherin sabía que les convenía la victoria de Hufflepuff y tenían que tragarse su orgullo y apoyar al aceite de su agua.

Por su parte, volteaba para ambos lados en el campo para ver si podía ver a Jae por algún lado, pero no había señales de él.

Lee Jordan era el comentarista del Colegio en los partidos de Quidditch. Pertenecía a Gryffindor y muchas veces era muy imparcial; hacía favorables comentarios a su casa (por obvias razones) y a veces tiraba arena a los equipos contrarios, en especial a Slytherin, ganándose la mala sangre de parte de ellos. A Laia simplemente le parecía un fanfarrón con sentido del humor.

No tardaron en verse ambos equipos salir de sus carpas para centrase en el campo; se les veía que hacían un gran esfuerzo por caminar entre ese viento abrazador, esa densa lluvia y el espeso barro del campo. Ambos capitanes se saludaron; Oliver no parecía simpatizar con el nuevo capital de Hufflepuff, pero fue cortés y breve al saludarlo. Por parte de Cedric, a pesar de la lluvia éste le dedicó una sonrisa sutil con un fuerte apretón de manos. La profesora Hooch les dio la señal para poder elevarse en el aire para esperar el momento. Por el fuerte viento oscilaron un poco las escobas para luego todos colocarse en sus respectivos lugares. El pitido del silbato resonó con dificultad en el campo y empezó el partido.

Era difícil poder identificar quién era quién en la posición que estaban, mucho menos era posible ver donde andaba la snitch. Laia se percató que uno del equipo de Gryffindor parecía tener dificultades en el campo, lucía como si anduviera a ciegas en la oscuridad, andando sin rumbo en medio del campo y no había sido la única en notarlo.

—¿Quién es ese que está atropellando a los demás? —preguntó Cepheus alzando su voz para que lo escucharan.

—¡No lo sé! —replicó Polaris apenas audible.

—¡JA! ¡Es Potter! —exclamó Draco.

En cabo de unos minutos, el débil pitido de la señora Hooch se escuchó entre un estridente trueno y los equipos descendieron. Varios curiosos se acercaron a la orilla para poder ver que era lo qué provocó para que se detuvieran. Laia alcanzó a ver que ambos equipos se apartaron para conversar. El equipo de Hufflepuff se reunieron, parecía que Cedric les daba indicaciones por los movimientos de sus manos, el equipo asentía acatando las indicaciones de su líder sin objeción. Los de Gryffindor aún no acababan su conversación, pero pasaron unos pocos minutos para que volviesen su atención al campo. Volvieron al juego y quien parecía ser Harry Potter ya no lucía tan desorientado, como si hubiera tomado energía de la tierra, se desplazó en el campo como un bólido. Gryffindor era quien llevaba la ventaja pero había muchas chances de que las cosas cambiaran.

Cedric se desplazaba constantemente en busca de la Snitch mientras su equipo hacía su parte. Relampagueó nuevamente y como si hubiera dejado un efecto secundario en el campo, nuevamente el buscador del equipo escarlata se quedó congelado en medio del campo al punto de descender varios metros. Ninguno de los equipos se había percatado, a excepción de los espectadores.

«¿Qué le está pasando?» se preguntó Laia.

Las cosas se dificultaban para los equipos. Todo fue tan rápido que era casi seguro que todos aguantaban la respiración; Cedric Diggory había aparecido del otro lado del campo a toda velocidad dirigiéndose a donde estaba Potter, era posible que había visto la snitch, Potter no tardó en reaccionar al ser casi envestido por el mayor e ir también tras la bolita con alas. Sin embargo, la situación se tornó aún peor que la lluvia; varios gritos de horror se oyeron entre el público, muchos se levantaron de sus asientos para ver lo que sucedía en el campo: unas figuras fantasmales como sombras aparecieron desde los extremos del campo elevándose hacia los jugadores, eran dementores. Laia pudo sentir como el frío se intensificó en el ambiente y tuvo impulsos de salir huyendo por alguna razón. Algunos jugadores se dieron cuenta de inmediato, pero otros no, como Cedric, quien estaba a punto de atrapar la snitch y Harry Potter quien se había convertido la presa de uno: estaba tan cerca de él y se podía ver a esa distancia como el dementor succionaba su alma.

Laia se levantó de su asiento apoderándose de ella un pánico que jamás había sentido; si a Potter lo estaba atacando, podrían atacar a Cedric, incluso llegar hasta ella. Contuvo la respiración viendo cómo el pobre chico colapsaba de su escoba a varios metros de altura y esta salió disparada a otra dirección sin control, pero algo hizo que redujera la velocidad de su caída hasta el suelo. Buscó con su vista a Cedric y para su suerte estaba fuera de peligro y parecía que había atrapado algo.

El campo estaba lleno de murmullos y gritos asustados, pero la voz de Lee Jordan lo rompió cuando anunció que Cedric Diggory había atrapado la snitch llevándose la victoria Hufflepuff.

Una voz resonó con potencia y con tono furioso en el centro del campo; era el profesor Dumbledore quien había descendido al campo, agitó su varita y brotó de ella una luz plateada que hizo que los dementores huyeran de allí de forma instantánea. Colocó el cuerpo desmayado o, en el peor de los casos, inerte, del chico en una camilla y se lo llevó flotando.

Acabo de unos segundos, Cedric —quien aún no se había percatado de la presencia de los dementores— festejó la victoria de su equipo, pero duró muy poco; cuando se dio la vuelta por la resplandeciente luz que salió de la varita del director y entendió lo que había sucedido, no dudó en descender rápidamente acercándose a Oliver Wood para hablar.

El público expectante, sorprendido y temeroso de lo que ocurrió se había quedado mudo y solo los truenos y relámpagos eran los que hacían fiesta. Después de varios minutos discutiendo, la señora Hooch dio señal positiva a la cabina y Lee Jordan anunció con tono amargo que Hufflepuff se había llevado la justa victoria. Oliver Wood abandonó cabizbajo el campo antes que todos con su equipo pisándole los talones. El equipo de Hufflepuff lucía contento ante su victoria, pero todo lo que había pasado les dejaba una victoria muy amarga teniendo una mueca de felicidad y miedo en sus rostros. La profesora McGonagall ordenó a todos que se retiraran a sus salas comunes y que permanecieran allí.

—Qué partido tan inesperado. —comentó Polaris tomando el brazo de Laia con fuerza. —No imaginé que los dementores se llevaran el protagonismo. Dumbledore se veía muy molesto al respecto.

—Sí... ojalá Potter esté bien. —respondió algo ausente. —¿Estarán buscando a Black?

—O alimento...

Cuando estuvieron en el suelo del campo caminando hacia el castillo, Laia ya no estaba buscando a Jae, buscaba a Cedric. Era extraño, pero sentía la necesidad de preguntarle si se encontraba bien. En medio de la multitud a penas podía ver, era como estar buscando una aguja en un pajar.

—¿A quién buscas? —le preguntó Polaris. —¿A tu hermana?

Estaba tan sumergida en sus propios pensamientos que no la había escuchado.

—¿Laia? —la llamó nuevamente su amiga.

—¡Laia! —esa vez, era la voz era diferente pero familiar; era Rachel. Logró sacarla de su búsqueda, vio que ella se hacía camino entre la gente con otra chica que desconocía. Parecía estar preocupada, pero se olvidó de ella cuando finalmente había encontrado lo que buscaba: a unos pocos metros estaba Cedric, la figura alta de su viejo amigo destacó entre la gente. Soltándose del agarre de su amiga, caminó entre la multitud lo más rápido que pudo hasta llegar hasta él. Sin pensarlo, tiró de su túnica empapada e inmediatamente él se detuvo volviéndose a su dirección.

—Cedric. —lo llamó cuando éste se volteó. Estaba acompañado de sus compañeros de equipo, pero no se habían dado cuenta que Cedric detuvo el paso y siguieron de largo hacia el castillo. Laia se dio cuenta que estaba cubierto de barro por todas partes, su oscuro cabello estaba aplastado y muy empapado pegado a su frente. Parecía conmocionado y algo fuera de sí. Se sorprendió cuando reconoció a quién tenía enfrente.

—¿Laia? —respondió. —Por Merlín, casi no te reconocí.

Ojalá pudiera decir lo mismo. Pensó ella.

—¿Podemos hablar un momento? —le pidió. Como si aún estuviera esforzándose por volver en sí, Cedric asintió. Caminaron hasta la entrada del castillo deteniéndose al lado de la puerta sin estorbar el paso para los alumnos.

—¿Qué sucede? —Le preguntó Cedric bastante intrigado.

—Lo que pasó en el campo... —se sentía como una tonta hablándole sin siquiera haber empezado con un «Hola» —¿Estás bien?

Cedric parpadeó un par de veces desconcertado, titubeó antes de responder.

—¡Ah! Sí, sí. No me ha sucedido nada. —respondió esbozando una sonrisita apenada. —Si no hubiera sido por el profesor Dumbledore seguramente estaría en la enfermería con Potter, o peor... ojalá se encuentre bien.

Laia estuvo de acuerdo, le había resultado bastante sorprendente que no se hubiera dado cuenta de los dementores. Esa respuesta la alivió, pero no le quitaba lo extraño e incómodo de estar hablando con él nuevamente.

Se percató que Polaris aguardaba por ella al final de las escaleras junto con su hermana y su compañía.

—Me alegra escuchar eso. —dijo haciendo un esfuerzo por ocultar su incomodidad. —Supongo que tienes que irte, ya no te detengo.

—¡Hey! ¡Espera, espera! —la detuvo antes de que diera un paso para irse. Sin saber cómo reaccionar, Laia se quedó congelada en su lugar. —No me diste la oportunidad de preguntarte cómo estás. ¿Tú estás bien?

—Sí, lo estoy. —respondió. Cedric rio ante su respuesta, no entendió qué le había causado gracia.

—Puede que hayas crecido pero algunas cosas nunca cambian. —Dijo sonriendo, pudo sentir un aire de nostalgia entre ambos. —Tú jamás has sido de muchas palabras.

—Tú también has crecido y has cambiado mucho. —dijo en casi un susurro, pero Cedric pudo escucharlo. Vio cómo su cuerpo se había tensado. Laia sonrió al recordar lo bien que se llevaban, pero había algo extraño entre ellos que seguía siendo una barrera como para volver a hablar como antes. —Me esperan allá atrás, quizá hablamos otra ocasión.

Él miró sobre su hombro y vio que las tres muchachas aguardaban por ella.

—De acuerdo... —dijo con un tono extraño ¿culpa? —Saluda a tu hermana de mi parte ¿sí?

Ella asintió y se dio la vuelta sintiéndose algo apenada por dejarlo así. Se encontró con Polaris, su hermana y la chica que la acompañaba.

—Veo que ya se hablan de nuevo tú y Cedric —comentó Rachel. —¿Estás bien? Los dementores me provocaron escalofríos, tenía que asegurarme de que estabas bien.

—No te preocupes, estoy bien ¿Tú lo estás? —Su hermana asintió. Las cuatro entraron al castillo dirigiéndose a sus respectivas salas comunes. —Por cierto, te manda saludos.

—¿Él? —señaló a la dirección donde se había ido Cedric —¡Oh! Seguramente porque acabamos de tener nuestra primera reunión de Prefectos del curso. Él me pidió consejos para llegar a ser un buen prefecto ese día. —comentó. —Se ve que quiere hacer las cosas bien.

Extrañamente la insignia de prefecto de su hermana lanzó un destello reluciente.

Polaris en el trayecto se había limitado a quedarse callada mientras estuviera Rachel con ellas, no quería que tuvieran una disputa por un mal comentario por parte suya. Su hermana le había presentado a la chica de Ravenclaw que andaba con ella: su nombre era Cho Chang. Se había presentado muy amistosamente, parecía ser una chica muy amable e inteligente. Su hermana comentó que era muy popular en su curso y en algunos avanzados, eso hizo sonrojar bastante a la chica. Rachel explicó que Cho estaba en cuarto curso y que pertenecía en el equipo de Quidditch mucho antes que ella siendo una buscadora muy buena, tan buena que cometían el error de subestimarla. Laia había quedado fascinada, Cho le había parecido muy genial. Además, era bastante hermosa de aspecto y estaba segura de que a más de alguien le robaba los suspiros.

Rachel y Cho la acompañaron hasta el pasillo que daba a la mazmorra donde estaba ubicada la casa de Slytherin, Laia sabía que su hermana se estaba asegurando que fuera directamente a su sala común y no a buscar a Jae porque eso implicaba que podría toparse con un dementor, según ella.

—Bien, hasta aquí podemos llegar. Vayan a su sala común y no salgan ¿okay? —ordenó Rachel. Polaris abrió los ojos como plato al ver que también se dirigía a ella.

—Fue un gusto conocerlas —dijo Cho con una sonrisa. —Espero verte en las bancas apoyando a Ravenclaw en el próximo partido, Laia. —se dirigió a Polaris —Por supuesto que tú también si lo deseas.

Polaris se contuvo a responder y esbozó una sonrisa demasiado falsa hacia ella.

—Claro. —respondió Laia no tan convencida. Intentó no ser tan transparente para no mostrar su desaprobación. No era que le desagradara Ravenclaw, pero prefería apoyar a su casa.

—Bien, nos vemos luego. —dijo Rachel —¡Ah! No olvides decirle a McGonagall que no pasaremos la Navidad acá, mamá me envió una carta.

Laia asintió y, Rachel y Cho finalmente se fueron uniéndose a otro grupito de Ravenclaw bastante animados. En ese preciso momento, no tardó en aparecer Jae con una canasta en mano acompañado de una alumna del colegio que estaba muy apegada a él. Repartían a cada uno de los estudiantes algo por los pasillos.

—¿Ese no es tu amigo? —preguntó Polaris. —¿Desde cuándo trabaja en Hogwarts?

—No trabaja acá. —respondió. —Está aquí para ayudar a Dumbledore a mantener a raya a los dementores.

Ambas guardaron silencio cuando observaron que el mayor y la alumna se acercaron a ellas.

—Gracias a Merlín, aquí están ustedes dos. —exclamó Jae. —Fui a buscarte a la enfermería temiendo que les hubiera pasado algo. ¿Ambas están bien?

Las dos chicas asintieron.

—Alguien que finalmente me pregunta cómo estoy. —gruñó Polaris.

—Tomen. —la chica que estaba con Jae sacó algo de la canasta y se los entregó: era chocolate. —La señora Pomfrey y el profesor Lupin ordenan que lo coman completo.

—Que agradable maestro, me ha ganado más. —comentó Polaris observando su chocolate. Laia asintió con una sonrisa, pero se detuvo a observar a la chica que tenía enfrente.

Laia reconoció quién era ella por su voz; era la misma chica de Hufflepuff que estuvo en la biblioteca cuando se sintió mal, Beatrice Haywood.

—Entren a su sala común a comer el chocolate. —ordenó Jae.

—Jae, dame unos chocolates para repartirlos con los de Hufflepuff y tú ve con Ravenclaw, así cubriremos más.  —le dijo con un tono tan raro, como si fueran conocidos.

—Bien pensado, Bea. Luego ve conmigo para ir con Gryffindor. Anda con cuidado.

Ella asintió dedicándole una sonrisa bastante extraña y se fueron sin siquiera decirles adiós. Decidieron entrar a la Sala Común de Slytherin antes que de McGonagall o Snape las castigaran por andar afuera.

—¿Y esos dos qué se traen? —masculló su amiga quitándole la envoltura de su chocolate.

—Si lo supera te lo diría, Pol.

Atravesaron el pasillo con telarañas hasta finalmente estar en la excéntrica sala de Slytherin.

—Ajá y ¿desde cuándo tú y Diggory se hablan?

—¿Quién habla con Diggory? —apareció Cepheus sentándose en el sofá mientras comía de su barra de chocolate.

—Laia. —respondió Polaris con una sonrisa burlona.

—¿Tú le hablas a Diggory? No sabía que se conocían. —dijo sorprendido. —¿Desde cuándo se hablan?

—Desde hoy, supongo. —dijo sintiendo el calor en sus mejillas. Polaris era la única que sabía que había sido amiga de Cedric antes, pero nunca había tenido la confianza suficiente con Cepheus para hablarle sobre eso.

—¡Novedades! —exclamó Polaris sentándose en uno de los sillones. Ya varios chicos se encontraban acomodados hablando, seguramente de lo que había ocurrido. —¿Son amigos de nuevo?

—No. —replicó. Abrió su chocolate y le dio un mordisco intentando evadir la mirada de su amiga.

—Con que ya eran amigos antes ¿eh? —dijo Cepheus pensativo, pero con una sonrisa. Laia solamente pudo asentir.

—La ventaja de que sea tan alto es que puedes verle las expresiones —comentó la castaña dándole otra mordida a su barra. —Se veía bastante sorprendido al verte.

—Es que ni siquiera me reconoció al instante.

Polaris estalló en carcajadas al punto de caerse del sofá.

Laia solamente pensó en el momento en que a Polaris le pasara algo así de "bochornoso" como un gas así se burlaría de ella hasta llorar de la risa.





🫐 Nota de autora 🫐

Después de mucho actualizo, aaaay.

Tenía muchas ganas de actualizar este fanfic a pesar de tener mucha audiencia, pero es que le tengo tanto cariño que no la quiero tener abandonada. <3

Para los que la leen, gracias por su apoyo, si pudieran dejar su voto y más de algún comentarios se los agradecería mucho. <3

Nos vemos en la próxima que espero que sea muy pronto.

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