3.08

────❛ay mi buen Forks❜

INCÓMODA NOSTALGIA. Eso era lo que sentía la vampiro cuando estacionaron frente a la casa Swan. Sus manos se aferraron al volante, queriendo no aplicar la fuerza que seguro lo rompería. Suspiró temblorosamente, viendo la conocida calle y sus al rededores. Trató de no llorar ante la sensación, era como si hubiese vuelto el tiempo atrás y no quería eso.

No obstante, una pequeña mano se colocó sobre la suya.

—mamá.

Miró al pequeño Castiel que sonreía, sin darse cuenta de su tormento interior. El pequeño Niño de cuatro años parecía emocionado de conocer a su abuelo, tanto que a penas podía controlarse. Su cabello cambiaba de rojo a verde, luego a rubio y luego a negro. Haciéndola reír cuando noto que sus ojos eran color arcoíris. Era una maravilla de la naturaleza, ella lo había creado, era suyo. Su hijo.

—te amo tanto. —soltó desde lo profundo de su alma y acarició su cabello. Eso pareció relajarle ya que el pequeño automáticamente se detuvo, quedando con aquellas características que tomó de Klaus. Pecoso y cobrizo. —él te va a amar tanto y más.

Castiel sonrió satisfecho, y abrazó a su mamá que peinó su cabello y luego lo besó. Sintiendo tanto amor que podría apretujarlo hasta no dar más. La mano del infante fue a su estómago, donde estaba la pequeña vida que aparecería en un futuro.

Dentro de la casa, Charlie estaba en el sofá, con una mano sosteniendo hielo en su frente por la caída. Viendo a Jeremy que se acariciaba el cuello y a Ángela que sonreía culposa.

—lo siento. —repitió como la última hora desde que despertaron.

—entonces... —trató de comprender, ignorando su disculpa con un ademán. —brujas, vampiros, cazadores, lobos, híbridos... y todo. Todo. ¿El chupacabras?

—no, ese no. —Jeremy sonrió ladino. —solo los que te dijimos. Al menos esos son los que conocemos.

—¿y mi Cass es...? —preguntó preocupado.

No obstante, escucharon el sonido de los autos estacionando fuera. Ángela se asomó por la ventana para ver a sus amigos, y no amigos (Stefan y Damon), bajar de los autos. Sintió una punzada de molestia al ver que, de todos los que podían traer, debían ser los que asesinaron a su abuela.

Todavía recordaba el fuego al abrir la tumba de la iglesia, como su abuela se desplomó en sus brazos, como Bonnie se debilitó. Y luego, por la noche, como perdió a la mujer a su cargo, en la cama, durmiendo como si nada cuando no despertaría al rato siguiente. Todo por Damon, por su equivocación al buscar a Katherine. No entendía como es que lo perdonaron cuando después había veinte vampiros que mataron familias.

Sin contar todas las demás cosas que hizo. Que hicieron. Tanta gente que perdió la vida, su familia. Por el egoísmo de ellos de querer seguir juntos o vivos. Los detestaba, pero necesitaba que estén cerca, que ayuden a Charlie y a Cass, a Bella. Nada mas.

—llegaron. —le aviso a los demás dentro. —¿listos?

Charlie se pasó las manos por sus pantalones, sintiendo que sudaban, dejó el hielo en la mesa y Jeremy se puso de pie para ir a la entrada y abrir la puerta.

Primero fue Bella en acercarse que sonrió y abrazó a Jeremy que soltó un suspiro de alivio, abrazándola con fuerza hasta casi hacerle doler.

—mi marihuano rehabilitado favorito.

—mi torpe con malos gustos favorita.

Había sido su primer amigo en Mystic Falls hasta que lo alejaron, lo había extrañado.

Se alejó de él y abrazó a Ángela que se había asomado detrás. Sonriendo y recibiéndola a pesar de cómo habían terminado la última vez. Habían pasado tanto alejadas...

Hasta que, al final, notó a Charlie. Su padre. Este trato de sonreírle a Bella, pero terminó en una mueca acompañada de un suspiro tembloroso a causa del llanto que aguantaba. Su hija lo miró con pesar y corrió a abrazarlo, el mayor no tardó en apretarla y apoyar su mejilla en su cabello.

—perdón por los sustos, por no darte claridad. Ni siquiera nosotras entendíamos que estaba pasando.

—solo dime que no vuelas hachas, ni revives con un anillo. —le pidió pasando sus manos por sus brazos, tratando de sentir el calor de su niña. Bella negó riendo, sin saber la gravedad de lo que los otros dos idiotas le habían hecho ver.

Jeremy observaba la escena, sus orbes viajaron de ellos a Bonnie y los hermanos Salvatore y se acercó a saludarlos. Ángela esperó reacia en la puerta a que su hermanita vaya, no obstante, Stefan y Damon se acercaron tratando de no incomodarla pero siendo educados. Ella no los miró.

—Charlie, ellos son Stefan y Damon. —Bella los presentó para que estrechen manos. —te hable de ellos por teléfono.

—si, es un placer. Gracias por cuidar a mis hijas. —le dijo mas a Damon sabiendo que era el mayor. Pero a Stefan igual, cuantas veces había oído a Casandra al teléfono decir que amaba a Stefan y era su mejor amigo.

—son insoportables pero les agarramos cariño. —Damon hizo un ademán. —como a los perros de la calle.

Rieron pero notaron la inquietud de Charlie, sus ojos buscaban la presencia faltante.

Escucharon la puerta de la PickUp y se movieron para dejarle la vista libre. Casandra bajo, hablando en susurros con aquel pequeño niño. Hasta que se agachó delante suya y arregló su ropa, pellizcando su mejilla para hacerlo sonreír y luego miraron a Charlie que comenzó a derramar las lágrimas que había estado conteniendo desde el abrazo con Bella.

Trastabilló los escalones hasta pararse delante de Casandra que se reincorporó, sin soltar a Castiel.

—Hola, papá. —le sonrió, compasiva. Admiro la tristeza mezclada con alivio en su expresión y sintió su corazón quebrarse. Estiró la mano para limpiar sus lágrimas y Charlie se acurrucó en la piel suave de ella. La veía diferente. No sabía qué, pero no era la misma. —él es Castiel.

Castiel estaba casi escondido detrás suya, pero asomó la cabeza y saludó con la pequeña mano, antes de extenderla y hacer puño. Charlie no entendió, hasta que estiró su puño y lo chocó, Castiel imitó una explosión por reflejo, casi tímida, haciéndolos reír.

—es un placer, Castiel. —hizo explosión también y él sonrió.

Casandra le sonrió enternecida y luego abrazó a su papá que la apretó.

—me explicaron que esta pasando pero estoy tan confundido. —susurró asustado.

Otro pedazo de su corazón cayó ante eso y ella sollozo, abrazándolo más fuerte. Pidiendo perdón en silencio por todo.

—te lo explicaré bien, lo prometo. —murmuró, sus uñas se aferraban a su camisa.

Stefan admiró la escena y luego miró a los lados, corroborando que no haya molestias. Se aclaró la garganta y le hizo una seña a Jeremy y Damon para que guarden las cosas de los vehículos y evitar que los vean allí.

Estaban en Forks, oficialmente.





















































LA MUECA de Charlie era cómica. Parecía tener un tic en el ojo derecho, su vena en la frente resaltaba más. Sus manos sudadas se aferraban a sus rodillas y miraba fijamente a Casandra que no supo hacer nada más que morder su alfajor, sonriendo con migajas en sus mejillas.

—yo lo mato. —se levantó para ir a buscar a Edward.

—papá. —Bella se quejó.

—yo te acompaño. —Damon amagó seguirlo pero Stefan le puso la mano en el pecho.

—nadie matará a nadie. —Stefan se puso delante de Charlie que miró al adolescente vampiro. —No si no tienes verbena. —se sacó del bolsillo una bolsa de papel con verbena dentro para ofrecerle.

—Steff. —se quejó ahora Casandra y suspiró viendo cómo querían ir a buscar a los Cullen.

Recordar lo que le hicieron con tal lujo de detalle provocaba que les resurga las ansias de matarlos.

—ya está, ya está solucionado. Klaus lo arregló. —Se levantó para ir hacia ellos, Charlie bufó y guardó la verbena en su bolsillo.

—Ay, Klaus. Hombre que resuelve. —Damon imitó su voz.

—Dile a mi yerno que gracias pero yo me encargo.

No sabía que le sorprendía más, si el hecho que le dijo yerno tan facil cuando a Edward jamás lo acepto así, o que en serio planeaba cazar vampiros a pesar de que a penas había descubierto su existencia.

—papá. —volvió a pedir, con la comisura de sus labios levemente arriba —no vine por Edward, por sus problemas, ni más discusiones. No ahora. Vine por ti, vine porque quiero verte.

Los ojos azabaches del mayor fueron a ella, observando su cuerpo, su rostro, su pecho subir y bajar. Luego miró a Castiel, quien, como si hubiera reflejado su admiración en aquellos orbes oscuros y quisiera demostrarle que era real, que era idéntico, que era su igual y su amado nieto, completamente vivo, cambió sus ojos al color negro que él poseía. Una respiración inestable escapó de él al ver eso y se relajó.

—aún... sigo sin... —'acostumbrarme'. Balbuceó. Viendo a ambos y a Bella.

—ahora que lo sabes, todo será más fácil. —Casandra se acercó. —vinimos hasta que lo asimiles, lo comprendas, y luego veremos qué hacer.

—¿'que hacer'? —repitió confundido. Dejando caer sus hombros.

—no quiero que estés lejos. —asintió, tomando sus manos. —no de mi, no de Bella, ni de Castiel. Estos días... pude haberlo perdido todo, y no puedo con la idea de pasar otro día lejos de mi padre. Lejos de una pequeña parte de la poca familia que tengo. Te quiero en mi vida, en la de tu nieto. Quiero que veas todo el panorama completo, día a día.

Jamás había estado tan involucrado en sus vidas, no cuando eso lo ponía en constante riesgo. Ahora lo tenía todo y lo querían en eso. Lo quería. Era su padre. ¿Cómo no hacerlo?

—ven a Mystic Falls con nosotros.

Su susurro logró descolocarlo, tragó saliva. Jamás había estado fuera de Forks, era su zona de confort, pero también era melancolía y el recuerdo fantasma de una vida familiar que jamás llegó a tener completa. Forks era gris para él. Y tal vez quería el color de Mystic Falls, el lugar que había llenado de vida a sus hijas.

Y siendo sincero, le aterraba otra vez perderlas de vista.

—solo piénsalo. —le sonrió y apretó sus manos reconfortante. —mientras tanto, quiero unos días de paz contigo.

—¡y yo! —Castiel se quejó, queriendo que lo integre en la conversación y rieron.

—y Castiel. —Casandra se corrigió.

Damon se aclaró la garganta.

—y todos en el cuarto. —bufó corrigiendo otra vez y rieron. —paz. Solo paz unos días.

—son todos bienvenidos. —Charlie sonrió y la abrazo.

Ellos imitaron su gesto y suspiraron.

Charlie ahora era parte.



















































SUS MANOS se aferraban al alfajor de chocolate, subiendo para morderlo, llenar sus labios de migajas y luego bajarlo. Sucesivamente hasta devorarlo y tomar otro del paquete a su lado. Estaba sentada en el porche de su casa, viendo el nocturno y nublado Forks. La vieja sensación de frío calando sus huesos, ahora, agradable. Casi insensible ante ello.

—cuando tenías seis... —Casandra sonrió al oír la voz de su papá, habiendo escuchado sus pasos. La madera rechinó con cada uno, la puerta de cerro y el hombre se sentó a su lado en los escalones. Él mucho más abrigado que ella. —cuando venías seguido. Cuando eras pequeña... las hermanas mayores de Jacob te cuidaban a ti, a Bella y a Jake... la mayor, fue de vacaciones a Argentina y cuando volvió trajo alfajores. Ahí los descubriste y amaste. —pegó su brazo al suyo. —no sé si fue lo mejor o peor que pudo hacer.

Ambos rieron.

—y son tan difíciles de conseguir que todos se sorprenden de que tenga tantos —comentó ella y ambos se sonrieron. —Castiel los ama también.

—si, eso note. —Suspiró pensando en el niño pelirrojo y pecoso. —es un gran niño.

—es el mejor. —lo miró convencida. —me ayudó demasiado. Dormir abrazada a él, siendo mi soporte mientras él solo babeaba y roncaba y sin la mínima idea de cuánto ayudaba a mi necesidad de bienestar. Escuchar su risa cuando Klaus lo alza y lo gira. Oírlo estornudar como un gatito y que Damon le haga burla para que luego Castiel lo muerda en venganza. Como todos lo aman...estoy segura de que lo amaras.

—ya lo hago. —la interrumpió. Sus ojos azabaches brillando de cariño y orgullo. —lo hice desde que lo vi. Es el amor a primera vista de un abuelo. Sentí lo mismo que cuando te tuve a ti y a tu hermana en mis manos por primera vez.

Casandra sonrió ante el amor incondicional e incuestionable de su papá. Sentía que le debía tanto y que se merecía aún más. Envolvió sus brazos al rededor de él, sintiéndose nuevamente una pequeña niña en su refugio favorito: papá.

—lo amo, te amo a ti y a tu hermana... —acarició su cabello. —y estoy seguro de que querré más a Klaus que a Edward. —gruñó y la hizo reír.

—Te caerá muy bien. Es algo... loquito, pero es parte de su encanto. —apoyó su oreja en su pecho para oír los latidos de su corazón. —me da el mismo amor que me das.

Eso calmo tanto a Charlie. Lo único que quería era que alguien ame a sus hijas tanto como él. Que les dé el amor que se merecen. Que él hubiera querido darle a niveles descomunales si su madre no se las hubiera llevado y arrebatado de su lado. Se estremecía al recordar eso.

—eso espero. —la abrazó más.

A ambos los rodeó el frío, mientras oían la brisa sacudir los árboles. Forks no era su hogar pero Charlie si. Amaba a Charlie. Amaba a su papá. Y entre sus anhelos estaba que Castiel tenga ese mismo cariño por Klaus.

Todo se trataba al final del amor y la familia.

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