3.06

────❛ Kol robador de besos ❜


CASANDRA SE alejó y dejó que entren, abriendo y cerrando sus manos para cesar el cosquilleo que estas tenían. Viendo sin cesar a las dos humanas y al pequeño hibrido. Quería abrazarlos hasta estrujarlos, pero no podía. No quería lastimarlos. Su mente no paraba de pensar en la idea de no controlar su fuerza y eso pareció comer su interior en unos instantes de tan solo rozar su piel contra las suyas.

Entraron y Elena se giró, viendo con una sonrisa a Casandra, llorando en silencio. Cass quiso abrazarla, quiso decirle que lamentaba todo lo que la hizo pasar, que no se imaginaba lo que debió pasar. Pero solo se imaginó su enojo, si tan solo ella supiera lo que le hizo a Matt.

Elena se lanzó a abrazarla, interrumpiendo sus tormentos, como si un solo abrazo no bastara. Cass miró a Bella que dejó a Castiel en el suelo y el infante se puso de pie, sonriendo y caminando a medio trastabillar, lentamente sus piecitos lo guiaron a donde ella estaba y al final corrió hasta abrazar su pierna. Cass soltó una risita mezclada con sollozo y Elena se alejó de igual manera, dejando que Cass tome a su bebé.

—¿extrañaste a mamá? —susurró teniéndolo de frente.

Lo acercó a su rostro y mesio su nariz contra la suya, chocandolas suavemente de lado a lado. Las pequeñas manos del infante la tomaron de las mejillas.

—si, si, si, si —repitió una y otra vez, de forma tierna y Cass lo miró atontada. —mamá 'e vue'ta.

—ya sabe decir muchas cosas —Bella dijo pero se le quebró la voz de la emoción —lo siento...

Casandra la atrajo y besó su frente. Bella se quebró y la volvió a abrazar. Así que Cass apoyó su mejilla contra su cabello, después de todo, era su otra mitad, habían compartido todo, desde el espacio en el vientre.

—esta bien, Bells, ya estoy aquí. Con todos. —acarició su cabello.

Sintió el aroma de Bella, potente y cálido, su garganta se cerró y su paladar comenzó a gotear saliva. Trató de creer que era la conmoción, pero Elena debió notarlo ya que debajo de sus lágrimas se asomó la sorpresa, para luego darle paso al miedo.

—Cass. —la llamó, susurrando. Casandra miró en la pared.

El pequeño espejo que estaba colgado, mostró a Bella de espaldas, a Castiel mirando con la boca un poco abierta a su mamá y a ella. Debajo de sus ojos se asomaron las oscuras líneas vampíricas y contuvo un lagrimeo. Temió por su apetito, por su incontrol. Tanto que pudo ver de soslayo a los demás acercarse con duda, preparándose para que ella cometa un ansiado error. Se sintió como un animal enjaulado. Aterrada por herir a su hermanita.

Pero sintió una pequeña y suave mano y dio un respingo. Notó por el reflejo del vidrio a Castiel acariciando sus mejillas, sus ríos negros delineando sus pómulos, y volteó a verlo. Sus pequeños ojitos brillaban, viendo con ternura aquella faceta que jamás había visto en su mamá. Luego, sonrió, mostrando sus pequeños dientes. Casandra lo miró estupefacta, hasta que también sonrió y su rostro volvió a la normalidad.

Bella se alejó, sin percatarse del suspiro que soltaron todos al unísono.

—Estaba tan preocupada... no sabía cómo decirle a papá, a Ángela... —Bella susurró y Casandra asintió, apenada. Ella jamás quiso provocar todo eso.

—es lo último que falta por resolver —susurró antes de voltear al resto, que habían bajado las defensas. Ella tenía autocontrol. Al menos por el momento. —pero aún no sé cómo. Supongo que puedo decirle a Ángela que suavice las cosas.

Bella suspiró.

—si, eso creo.







































































































                          CASANDRA ESTABA recostada sobre su cama, de lado, con su brazo debajo de su rostro para usarlo de almohada. Viendo con una sonrisa a Castiel dormir a su lado. Se veía tan grande, como de un año y tanto. Su pequeño pecho subía y bajaba, su corazón latía muy bajo, lo qué hacía que ella deba concentrarse demasiado en poder deleitar sus oídos al escucharlo. Su pequeña boca estaba un poco abierta y respiraba tranquilo.

Subió su mano hasta poner su dedo índice debajo de su nariz, sin tocarlo, pero sintiendo el pequeño aire que él exhalaba golpear contra su índice. Sonrió aún más, maravillada por la simple idea de que su hijo esté allí, respirando. Alegrando su vida con solo existir.

Sus ojos captaron una figura detrás y alejó su mano, viendo a Stefan apoyado en el marco de la puerta. Viendo aquello. La vampiro soltó una risita llevando su dedo índice a sus labios, para pedirle silencio, y luego señaló el espacio libre al otro lado de Castiel, pidiéndole que vaya a recostarse allí. Cosa que hizo lentamente. Se semirecostó de lado, usando de soporte su brazo.

—se siente distinto... —susurró la vampiro, sus ojos brillantes veían el respirar de su hijo —se siente más... íntimo.

—ahora puedes sentir su magia —afirmó en un murmullo igual de bajo —y su unión. Su vínculo tan fuerte se intensifica diferente a todo lo demás, es externo e interno, es como si pudieran sentir todo del otro. Es la sangre.

—¿así te sientes con Damon? —preguntó viéndolo y él asintió, muy a su pesar. —así lo siento con Bella.

—casi pierdes el control con ella. —lamentó y Cass volteó a ver de nuevo a su hijo. Su cabello cobrizo y sus pecas. —pero te controlaste.

—Mi niño lo hizo. —negó, oliendo su aroma. Podía disfrutarlo más. Castiel tenía un aroma a leche, algodón y shampoo de bebé. —me trajo de vuelta.

—como un ancla. —terminó por ella el vampiro y lo miró descubierta. Asintió dándole la razón y él sonrió. Genuinamente. —yo tenía una. Lexi. Me traía a la realidad cuando me rendía y me recordaba quien era yo cuando me perdía. —luego la observó —me recuerdas a ella. Te pareces mucho.

Casandra notó la tristeza en su voz. Había oído historias de la asombrosa Lexi Brandon, la mejor amiga de Stefan. Creyó incluso verla una vez, si no mal recordaba, el día en que el Otro Lado se debilitó y los fantasmas fueron visibles al ojo humano. Al menos dos le dijo Elena.

—tal vez ella me envió —dijo para reconfortarlo y Stefan exhaló divertido ante la idea. Lexi sería capaz de eso. —para regresar tu humanidad... —estiró su dedo para darle un toque en el pecho a Stefan, burlona. —que no había conocido y, por cierto, me agrada.

—¿así que no te parezco un llorón? Todos prefieren a Stefan sin humanidad. —se mofó al recordar a Rebekah, Klaus y Damon decir constantemente que era más divertido así.

—no, ese Stefan era bueno pero este... este eres tu. —tenía razón. Stefan era leal y amable, más que cualquiera que haya conocido. Con un alto fuerte sentido de la moral y ética. Tanto que dudaba que fuera la misma persona que ella conoció —eres tal y como me dijeron que eras cuando a penas llegue.

—¿te hablaban de mi? —alzó las cejas.

—¡por supuesto! Caroline parloteaba por horas sobre tu inmenso cabello de súper héroe... —él blanqueó los ojos y ella rió —y de tus músculos de niño de diecisiete años...

—tu te acabas de quedar trabada en los dieciocho. —bufó al oírla referirse a él como un niño.

—sigo siendo mayor, no me hables con ese tono, pequeño. —lo regañó y él se indignó. —o te acusare con Caroline.

—Uh, que asustado estoy —se burlo y luego desvío la mirada, con un leve sonrojo ante el obvio emparejamiento de Casandra con él y Caroline.

—ay, ya te dio verguenzita que nombre a tu chikistrikis ¿no? —se mofó con tono meloso. —mira esa carita de niño enamorado.

Castiel se removió en la cama abruptamente y se callaron, viendo cómo él se giraba para dormir boca abajo, comenzando a babear la almohada. Luego suspiraron al unísono y se miraron.

—di lo que quieras pero yo en realidad creía que Caroline estaba enamorada de ti. —dijo luego de un rato y Casandra alzó las cejas, incrédula —vamos ¿no sabías? Se notaba a kilómetros.

—por favor, se le notaba que se moría por dentro por estar con el novio de su amiga y no sabía que hacer, no me vengas con esa —negó y Stefan aguantó la carcajada para no despertar al niño.

—si tengo que nombrar las cosas que hizo Caroline por ti, me quedo sin dedos. Ella estaba completamente enamorada de ti.

—no te creo —negó segura —pero en el caso de que así fuese, ya no siente nada por mi porque está perdida en la gloriosa tierra de San Stefan. ¿Cuando van a hacerlo oficial?

—ni siquiera nos besamos.

—aún.

Stefan negó divertido, escuchando los pasos de Damon subir las escaleras. Casandra sabía que probablemente iba a apresurarlos ya que debían ir a Forks, pero no estaba lista para ir, no quería despertar a Castiel... no quería volver a Forks.










































































                           EN FORKS, parecía acercarse un invierno más potente que cualquiera. Poco a poco, los días nublados en lugar de dejar caer agua, emanaban copos de nieve, manchando de escarcha los suelos. A penas se notaba y porque los charcos de agua se congelaban.

La casa Swan, a mitad de la calle, parecía más blanca por la noche. A penas una luz estaba encendida en la sala. Donde el patriarca estaba. Charlie se encontraba sentado en el sofá, con una lata cerveza que rodó de su mano hasta caer a sus pies cuando perdió fuerza en el agarre. La televisión mostraba un viejo partido de béisbol hasta que Jeremy se levantó para apagarla, volteando a ver divertido como su tutor se había dormido.

Junto la caja de pizza y las cosas repartidas para limpiar sin muchos ánimos, viendo la hora. Suspiró al ver que otro día había pasado y Charlie se dormía en la sala, esperando noticias sobre sus hijas. En especial sobre la mayor, a quien creyó perder en un accidente para que luego le digan que sobrevivió. No lo dejaban ir a Mystic Falls por una razón que desconocía y eso lo estaba matando de cansancio.

—Mas vale que se apresuren, Bells. —susurró para sí mismo, cuando escuchó un ruido en el segundo piso.

Confundido, miró hacia arriba.

El cuarto de Casandra había permanecido casi intacto desde que se fue de Forks, exceptuando porque ahora lo adornaban las cosas de Jeremy. Aún así, aún había cosas que a ella le pertenecían. Como una cámara vieja y pólvosa sobre un estante. Una que fue tomada con delicadeza por las manos femeninas de una morena que entró por la puerta abierta.

Klaus se había ganado muchísimos enemigos a lo largo de los años, tantos que era incapaz de recordarlos. Sedientos de venganza desde las sombras, buscando un mísero punto de debilidad. Lo único que a él le importaba, era igual de indestructible (sus hermanos, vampiros originales). Así que la idea de que su talón de Aquiles haya sido recientemente descubierto podría aterrarlo. No obstante, se descubrió.

Casandra Swan era solo una vampiro, aún que algunos aún creían que seguía siendo humana. Elena Gilbert era su fuente de híbridos. Castiel Swan, su pequeño hijo adoptivo, hibrido con parte humana. Y Bella Swan, su cuñada. De repente, el invencible tenía puntos en blanco en contra a los que podían atacar sin pensar. Sin medir las consecuencias. Por lo que debías ser muy idiota o muy listo para atreverte a hacerlo.

La figura caminó con tranquilidad por el cuarto, viendo con una mueca todo, tomando entre sus manos la cámara y comenzando a ver las fotos. Hizo una mueca de asco al ver a la niña allí.

—así que eras fea de niña, Casandra. —susurró antes de dejarla en otro lado.

Sus botas de cuero a penas sonaban al pasearse sobre la madera, su campera de cuero se ajustó a sus brazos cuando ella los estiró para tomar un atrapasueños sobre la cama.

—ay, niño Gilbert, ¿aún sigues con pesadillas?

Pero una mano pálida y fuerte la agarró de la muñeca. Por reflejo, ella la tomó de vuelta y la torció. Pero el otro intruso la volteó y a velocidad sobrenatural la empujó. Quedando ambos contra la pared.

—Te dije que no vinieras si estaba Charlie en la casa.

Katherine sonrió al sentir la pared contra su espalda y la mano fuerte y pálida contra su cuello, presionándola. Abultó su labio inferior con falso remordimiento.

—no ataque al de bigote chistoso, tranquilo. Sé controlarme —luego llevo sus manos sobre las suyas —y, por más que sea excitante, te recomiendo que me sueltes en dos segundos si no quieres perder tus extremidades, pequeño Eddie.

Edward la soltó con brusquedad y se giró a ver el cuarto de Casandra. Ya no tenía el aroma a alfajor de chocolate y perfume de lavanda, en esos momentos, solo estaba el aroma a Jeremy, colonia masculina, madera y verbena. Le daba molestias en la nariz de solo estar allí.

—solo vine a conocer mas a tu novia, pero el niño Gilbert ocupó todo. —se quejó, comenzando a caminar por allí.

—ya te dije lo que necesitas saber de ella ¿qué más quieres? —murmuró, jugando con sus manos mientras la veía como un tigre de cacería.

—todo. Lo quiero todo. —se acosto sobre su cama, estirándose allí como si fuese una reina. Disfrutando. Edward corrió la mirada. —Quiero saber que tiene de importante como para que Klaus se haya fijado en ella y no la desgarrara en cuanto se enteró que siquiera me dirigió la palabra. Quiero saber por qué la aman tanto como para desesperarse porque no salga herida... o recuperarla. —se sentó, viendo divertida a Edward.

—ella es única. —Dijo seguro y Katherine bufó. —¿estás celosa de ella?

—¿yo? ¿Celosa de una niña que se embarazó cuando en su época existe la ESI? —Se levantó riendo —por favor... no me hagas dejarte en esto solo. Estoy aquí porque me necesitas más de lo que yo te necesito a ti. Lo único valioso que puedes tener es que eres carnada fresca para Klaus. Te odia tanto como me odia a mi.

Cuando Edward visitó a Casandra luego de lo que Victoria y Enzo habían hecho, Katherine merodeaba por allí. Queriendo creer que Victoria había podido matar a Casandra y que lastimaría a Klaus. Se había equivocado, ni siquiera llegó a hacerle un rasguño. Había gastado saliva en ella, debió verlo venir, la mujer estaba demasiado cegada en su resentimiento como para hacerle caso en sus advertencias sobre el hibrido original.

No obstante, luego vio a otro posible aliado, lo suficientemente involucrado con Casandra como para ayudarla. Entonces lo emboscó a la salida del castillo Volturi, ofreciéndose a ser partícipe del plan.

—lo quiero muerto tanto como tú y más. —pico su pecho con su dedo índice —¿tu hermana encontró en Mystic Falls lo que buscaba sobre el árbol?

—no, no hay rastro de roble blanco. —revoleo sus ojos dorados y Katherine chasqueó su lengua.

—nace cada cien años bajo la luna rosa, ¿Por qué les cuesta tanto? —estiró sus brazos exhausta.

Abruptamente, por la puerta abierta del cuarto, una flecha salió disparada y Katherine se giró para tomarla, milímetros antes de que impacte contra su cabello. La bajó y exhaló con exhasperacion al ver a Jeremy con una ballesta, viendo incrédulo la dupla vampírica.

—Aprendiste a ser sigiloso, eso me gusta más —quebró la flecha.

—Katherine... —se quejó y luego miró a Edward —sabía que eras un idiota pero no creí que a ese nivel. —negó antes de ver de nuevo a la doppelganger —váyanse ahora.

—¿o qué? —desafió divertida —bebés verbena, pero puedo desangrarte hasta matarte... —luego observó su mano —aún que despertarías de igual manera.

—Ángela me puso un hechizo. No bebo verbena, mi sangre es verbena. Así que no va a darte picor, va a ser ácido puro para ti —siseo burlón —y este anillo está ligado a mi. Así que no puedes sacármelo.

Katherine apretó la mandíbula y desapareció en un parpadeo. Siendo lo último que escuchó de ella un "ya veremos". Edward quedó donde estaba, sus ojos dorados veían fijamente a Jeremy que no dejó de apuntarlo.

—¿por qué Katherine pudo pasar? —Le preguntó molesto. —le pongo verbena al café de Charlie todas las mañanas.

—no lo cuidas cuando está en la estación de policía. —dijo con pesar, retrocediendo. —no quiero hacerte daño... pero Casandra está en peligro con Klaus.

—a mi no me agrada que esté con él. Mató a mi tía. —admitió aferrando su agarre al gatillo —pero para estar en nuestro círculo cercano debemos hacer cosas. No sabes lo que hemos pasado. Y Bella es mi mejor amiga, así que si tocas a su hermana, o a quien sea que conozca, yo te juro por amor al diablo que cortaré la cabeza.

Edward le dio una mirada de pena, como si Jeremy estuviera lo suficientemente cegado para no darse cuenta de todo lo que sucedía, y desapareció de igual manera que Katherine. Con una corriente de aire que sacudió las cortinas de la ventana abierta. Jeremy se apresuró a ir a las ventanas y las cerro, corriendo escaleras abajo para ver que Charlie esté bien.

























































































                          BELLA ACOMODÓ las cosas en la parte trasera de la PickUp, cerrando la lona y suspirando. Pasando sus manos nerviosa por su pantalón para alivianar el cosquilleo que sentían al pensar en volver a Forks después de tanto. Comenzó a caminar para ir a la puerta de piloto pero tropezó. Sus manos no llegarían a tiempo a amortiguar su caída, por lo que terminaría de cara en el piso y con un gran raspón si no fuese por unas manos que la sostuvieron. Alzó la mirada confundida, mientras tomaba de los brazos a su héroe y notando que era Kol que la sostenía de la cintura.

—cuidado por donde caminas, cariño. —le advirtió subiendo su mano para picar su mejilla y ella blanqueó los ojos soltándolo, con una pequeña sonrisa —¿emocionada de volver a casa?

—Si... eso creo. No sé cómo reaccione Charlie cuando vea a Castiel y Casandra. —Admitió nerviosa, jugando con sus manos. —ni siquiera sé cómo va a reaccionar ahora Klaus cuando le digamos que no viene.

—se va a enojar mucho y yo voy a reírme —sonrió burlón y ella asintió, acomodando un mechón de su cabello rebelde. —no las dejará ir solas con Ángela y los hermanos Salvavidas. Va a ir aún así sea lo último que haga.

—si ve a los Cullen temo que los haga reliquias.

—hey, no es mala idea. Me gustaría tener una de sus cabezas en mi repisa. —se apoyó en la camioneta y Bella lo miró, con regaño. —¿qué? No me vas a decir que aún les tienes aprecio en el fondo de tu frío corazon.

—mi corazón no es frío...

—¡conmigo si lo es! —dramatizó viendo cómo revoloteaba sus pestañas —apuesto a que ese pulgas Jacobo Negro lo tuvo más fácil.

—Jacob Black. —lo corrigió —y no lo tuvo fácil... y no soy fría contigo. Solo que... —se sonrojó sin saber qué hacer o decir y Kol inclinó su cabeza de lado, juguetón. —aveces eres intenso.

—harás que te bese, Bella Bellita —Se mofó, fingiendo estar enternecido.

—no, por favor. —susurró corriendo la mirada y su corazón dando un pequeño y disimulado vuelco que él tuvo el lujo de oír por ser vampiro.

Kol sonrió y a velocidad sobrenatural le dio un pequeño y rápido beso antes de reír, retrocediendo de espaldas. Bella sintió el aleteo de las mariposas en su interior y lo miró helada.

—Lo hice de todos modos. Adoro romper reglas, cariño. —río retrocediendo. Viendo cómo ella enrojecía como tomate gracias a su pálida piel. —llama si puedo ir a patear traseros pulgosos de la reserva quileute, estoy seguro que no soy bienvenido y me encantaría ir.

Entró a la casa y Bella apoyó su frente contra la camioneta, negando avergonzada y llevando sus manos a su boca. Reviviendo el roce del pequeño y casto beso robado de Kol.

Hasta que escuchó a Klaus gritar y vio como Damon y Stefan salían de la casa con sonrisas suficientes, mientras Bonnie salía con Castiel durmiendo en brazos. Casandra se quedó en la puerta, girándose a ver al lobo.

—¿en serio creíste que no iría? —Klaus le recriminó —acabas de volver de entre los muertos, amor, no pienso dejar que vayas a los brazos de esos cadaveres a un reencuentro.

—tu también estás medio muerto. —se quejó, pasando las manos por su rostro. —Klaus, quiero hablarlo bien con mi padre. Que estés ahí, solo va a asustarlo más. Además, los Cullen aún no notaron que... no estoy viva. Quiero que siga así.

—¡ellos no estarán vivos si se acercan un solo centímetro! —rugió molesto.

—Que celoso. —Damon susurró yendo a su auto con Bonnie y Stefan.

—eres mía. —Klaus susurró, sus ojos casi se volvían licántropos. Casandra puso sus manos en sus mejillas, para verlo fijamente.

—¿dije celoso? Quise decir posesivo. —Damon se corrigió, escuchando con sus oídos vampíricos.

—Toda tuya. —Casandra le dijo, para calmarlo. Algo que logró notablemente. —pero necesito hacer esto sola. Por favor... al menos hasta mañana. Puedes ir por la tarde mañana, pero déjame darle la noticia primero. Se lo merece. Lento y seguro.

—mañana a las seis estaré allí. Si no, quemaré Forks con los Cullen encerrados en esa patética escuela a la que asisten. —Siseo y ella sonrió antes de darle un corto beso.

—gracias. —susurró cerca de sus labios al separarse. —te veo mañana. No me extrañes. —Se alejó pero Klaus la tomó de los brazos para atraerla. Iba a recriminarle pero el original se agachó y besó su vientre, provocándole cosquillas. Revoloteó los ojos divertidos. —¿al bebé no le haces drama por irse a la hora de despedirse?

—ella no me deja y se va con sus amigos. La obligan a irse. La arrastran. —sonrió sarcástico.

—¿cómo sabes que es una ella? —alzó las cejas.

—tu sabías que Castiel era un niño. Amor, yo sé que mi cachorro es una cachorra. —se cruzó de brazos y Casandra río, yéndose y haciendo un ademán.

—ya lo veremos.

Klaus gruñó y ella se alejó, sonriendo, antes de ir a su camioneta, viendo de soslayo a Bonnie ir con los Salvatore y llevar durmiendo en brazos a Castiel. Se alejaron de la casa, observando al resto de los Mikaelson salir a la puerta para saludarlos.

Después de todo, volver a Forks no era algo que esperaban.

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