2.18

────❛Por siempre y para siempre❜

ESTHER LLEVÓ con fuerza sus manos a su costilla y se clavó el filo. Bella gritó, llevando sus manos horrorizada a su rostro oara tratar de no ver eso. Kol la atrajo hacia él y la abrazó, queriendo evitar también que sus ojos aprecien como la bruja original se lastima a así misma con el objetivo de que esas heridas recaigan en Casandra.

—¡Por favor, basta! —Le pidió, Rebekah. —¿Qué es lo que quieres? ¡Solo déjala en paz!

—¡Lo que quiero es que ustedes arreglen todo el daño que cometieron pero es tarde! —recriminó —Niklaus ha acabado con miles, y ustedes no se quedan atrás. Lo único que debían hacer era dejar que yo vuelva todo a la normalidad. Pero no. Tuvieron que interponerse y ahora Casandra solo será otro de sus daños colaterales.

Stefan y Damon se dieron una mirada, no podían imaginar un futuro sin la chica que se había convertido en una fuerte mujer que solo cuidaba de su bebé. La habían visto cometer locuras por amor. Locuras que pocos serían capaces de hacer. Trataron de acercarse al círculo para entrar, pero como si una barrera invisible estuviera allí, sus manos ejercieron fuerza y comenzaban a quemarse como si hundieran sus brazos en verbena. Sin aguantar, retrocedieron quejándose.

—es inútil. —Esther les dijo —La única forma de que lo arreglen es que cada uno deje caer su sangre en una punta de la estrella en el suelo y me dejen volver a vincularlos. Traerme a Finn, y finalmente caerán juntos. Todos... Cómo familia. —Esther les sonrió.

—No. —negó firmemente, Elijah. —no te daremos esa satisfacción.

El fuego cobró más fuerza y Bella sollozó, comenzando a lagrimear y aferrando sus blancas manos a la camiseta de Kol que contuvo su iracunda respiración. Sabiendo que eso era una amenaza silenciosa de Esther sobre que cada vez canalizaba más a Castiel.

—Entonces me llevaré a Casandra y Castiel conmigo. Casandra se irá en una nube y jamás volverá... —miró a los ojos de los impotentes vampiros. —Pero Castiel y yo iremos al otro lado y me encargaré de que ese niño se arrepienta de haberse cruzado con ustedes...

Caroline sollozó creyendo que en serio estaban perdidos, buscó una señal, una ayuda, lo que fuese, pero solo se encontró con la preocupación de Stefan que tomó su mano para calmarla. Se sentían perdidos.

Casandra había llegado a ellos en el momento más inesperado y más justo, con su sonrisa angelical y su alborotada personalidad, junto a sus malos chistes y sin temor a devolverles la ayuda cuando se lo pidiesen, aún siendo una madre adolescente que tuvo la desdicha de conocer el mundo sobrenatural. Y aún así, todos estaban más que seguros que ella no se arrepentía de la adrenalina y felicidad que eso le causó, porque la conocían, era transparente. Casandra era simplemente... Su loca y dulce Cass.

—esta bien.

Voltearon a ver a Rebekah, confundidos. La rubia tenía sus impotentes ojitos llenos de lágrimas, abriendo y cerrando la palma de sus manos y respirando agitada. En su cabeza solo se reproducía la risa de Casandra cuando fueron a comprar las cosas para Castiel, cuando fue su primera amiga en un milenio de desconfianza.

—Usa mi sangre, mátame. Hazme mortal, pero, por favor... No metas a los Swan —dió un paso al frente y Elijah trató de detenerla pero ella se safó y avanzó, viendo fijamente a su madre —Lo hago solo por ellos. Porque jamas podré ser mamá, pero Cass lo es y es mucho mejor de lo que tú fuiste jamas. Y quiero verla feliz.

Avanzó hasta extender su mano, Esther la miró con ojos entrecerrados, dutativa. Ante eso, Rebekah se puso en una esquina del pentagrama, en una punta de las cinco estrellas y a si misma se mordió. Dejando caer la sangre allí.

—Bex —negó Kol. Ella no lo miró.

—Siempre buscando la felicidad de Niklaus —Su mamá la vió compasiva.

—le hice una promesa. Por siempre y para siempre.

Kol bajó la vista a Bella, sintiendo su sádico corazón hirviendo en enojo y besó su frente. Eso descolocó a la humana que perdió el contacto del original cuando él se alejó para ir a otra punta. Bajo sus ojos se contuvieron las venas vampiricas y se mordio a si mismo la mano, para luego apretarla en puño y que las gotas caigan sobre la sal. Bella lo miró sorprendida, conmovida.

Luego, los hermanos miraron a Elijah que suspiró. Siempre había hecho hasta lo imposible por su hermano menor, por todos sus hermanitos, y la mayor cosa que vió reflejada en Casandra fue un espejismo de ello.

—Por siempre y para siempre fue el juramento que les hice a ellos —explicó rodeando lentamente el sacrificio —Un lema familiar que no compartimos con nadie que no sea familia. Tu vas a romper eso, madre. Ese será tu único cometido porque jamás podrás remediar todo lo que hicimos. Ahora yo te hago un juramento a ti... —se colocó en su lugar y se mordió la mano, viendo su propia sangre brotar —Pagaras por esto.

Elijah giró su mano en camara lenta, su herida se iba cerrando al compas que las gotas de sangre se deslizaban por la gravedad hacia abajo, delineado de escarlata su recorrido hasta caer. Las gotas rojas descendieron por el aire e impactaron en la sal, el polvo blanco absorbió el líquido metálico y se manchó de rojo.

Al mismo tiempo, y contra todo pronóstico, sucedió.

Todos ellos veían fijamente a Esther con una inconsolable derrota brillando en sus iris. Lo único que quedaba, era llevar a Klaus y Finn para que los Swan salgan ilesos y que no haya más heridos. No obstante, un pequeño e inofensivo "click" llegó a sus oídos, el inconfundible sonido del quiebre de huesos.

El abatido corazón de Bella se detuvo por un segundo al ver cómo el rostro de Esther se giraba y sus ojos perdían su vitalidad en un segundo. Como si sus vértebras cervicales hubieran sido quebradas en ese mismo instante por un par de manos. Mas nadie estaba allí, nadie estaba frente a Esther, nadie pudo quebrarle el cuello. No a ella.

La matriarca Mikaelson se desplomó en el suelo y cayó, su rostro apuntó a Bella y el fuego cesó por una corriente de viento que se desparramó con su fuerza la sal y se llevó consigo toda la magia de la bruja original. La humana contuvo el aliento, pero con un doloroso susurro de la cruel vida, temió saber lo que había pasado.

—No... —negó comenzando a derramar apesadumbradas lágrimas —no, no...

Saliendo del shock, los demás vampiros se vieron entre ellos, hasta que los dolorosos y preocupados pensamientos de Bella llegaron a ellos y lo supieron, lo supieron cuando la vieron correr al bosque gritando sin cesar el nombre de su hermana.

En casa de Alaric, el hombre recobraba su compostura al ver que Castiel volvía a su color de piel normal y se apresuró a limpiar su sangre, abrazando al bebé y llorando de alivio mientras Bonnie sonreía cansada, con la sangre bajando por su nariz ante el esfuerzo de mantener con vida al inocente bebé que lloraba desconsolado. Lloraba estrepitosamente como si le doliera algo más allá de lo que ellos entendieran, no por el dolor físico, por un dolor emocional.

Se dice que los bebés pueden sentir más de lo que los adultos, que por eso viven en constante agobio y llanto, porque aún conservan su capacidad de sentir más elevada. Castiel sentía... Sentía la perdida que su tía Bella estaba por experimentar.

Bella corría por el bosque y sus gritos llegaban como eco a los oidos de Klaus. Él no quería que eso fuese real, no debía serlo, no podia serlo.

Sobre su regazo, con un pálido color descansaba el amor de su vida, una de las pocas mujeres de las que llegó a enamorarse y la única a la que llegó a amar. Su mejilla estaba sobre su frente, logrando que sus lágrimas recaigan en su rostro angelical e inerte. Klaus tenía enterrada una mano mitad en su cabello y mitad en su mejilla, acariciando su pómulo mientras soltaba incontenibles gemidos de dolor, un llanto que se esforzaba débilmente en contener. Con su otra mano, la sostenía, para no dejarla caer, como si al hacerlo se desvanecería de sus brazos y la perdería totalmente. Sin poder entender que ya no la recuperaría.

Cuándo Bella llegó, sus ojos notaron primero a Elena, con las rodillas contra su pecho, llorando y tapando sus oidos con fuerza mientras veía algo fijo. Al seguir su vista, pudo ver la mano delicada de Casandra sobre un charco rojo, sin movimiento, al subir, se encontró con la imagen de Klaus en su nube de sufrimiento y a Casandra sin vida entre sus brazos.

El grito de Bella fue tan escalofriante que los demás frenaron antes de llegar, sin poder tener la valentía de ver lo que sabían que había sucedido. El sonido de agobio insesante llegó a sus oídos, alejando sus almas de allí con sus corazones que casi se quebraban así mismos. Bella gritó tan fuerte... Tan duradero... Tan desgarrador que sabían que luego sería complicado que vuelva a poder hablar.

Kol fue el único que se atrevió a reaccionar, yendo a sostener a Bella que pataleaba y gritaba por su hermana melliza, por su otra mitad, pero no luchaba por ir, no podía siquiera acercarse a esa imagen. Klaus no pudo mirarla, solo veía su propia imagen en el reflejo del agua por la tormenta que no cesaba. Solo los acompañaba.

Lentamente, los pasos de los demás llegaron y débilmente emitieron lagrimeos al ver lo mismo.

Casandra había hecho el más noble de los actos que una madre podía hacer, se había sacrificado por su pequeño bebé.




































































¿CÓMO LE explicarían a Castiel, a medida que él crecía, lo que Casandra había vivido por y para él? Cuándo en su cumpleaños pregunte por mamá, cuando en navidad pida por ella, cuando vea a su padre llorar en silencio cada cien años bajo la luna rosa.

Las manos de Klaus sostenían con desgana el vaso de bourbon, sentado en su estudio, viendo el cuadro que él había pintado de Casandra, el mismo que él desgarró cuando discutieron y jamás reparó. Bajo sus mejillas bajaban silenciosas lágrimas, escuchando en sus oidos las rotas promesas de Casandra.

"—Pero tu estás condenada a este mundo... A mí mundo. Acepta ahora. Acepta y se mí reina... —su rostro inexpresivo, su mejilla rozaba con la suya.

—ahora no —negó con su tono dulce —dame cinco años —se alejó para ver su rostro —cinco años y un hijo tuyo —sonrió lentamente.

—¿Un hijo mío? —susurró conteniendo el aliento.

—Oiste a Bonnie cuando le preguntamos. Tu lado licántropo tiene el gen humano que te permite tener hijos... Castiel es tu hijo, pero no quiero perderme la oportunidad de tener una familia biológica en cien años cuando sea una vampiro incapaz de tener hijos —Frunció las cejas, susurrando —Quiero darte tu familia.

Klaus la hizo dar una vuelta, la tomó por la cintura y se inclinó hacia adelante finalizando el baile, tomándola antes de que ella caiga. Besándola.

Sus manos apretaron inconscientemente el vaso y este estalló. Vidrios se incrustaron en su piel pero él apretó su puño manchado en bourbon y sangre sin importarle nada. ¿qué haría en los próximos cinco años sin ella y su plan? ¿Qué haría por el resto de la eternidad luego de que cruelmente la vida le había dado de probar una pizca de amor y después se lo arrebató? ¿Así se habían sentido sus hermanos cuando él múltiples veces se interpuso en el amor que sintieron por alguien?

Finalmente, aflojó el agarre y dejó caer su mano al lateral del posabrazos del sofá en el que estaba. Tomó al otro lado la botella de bourbon y bebió de allí, hundiéndose en el recuerdo de la risa de Casandra. Detrás suyo, se podía ver unos cuantos cadaveres acumulados a un lado, sin gota alguna de sangre y mirada de pánico inerte. Ya no tenía control, lo perdería.

En el cuarto de al lado, Bella vestía a Castiel. Debajo de sus ojos había potentes ojeras, su cuerpo temblaba ligeramente como estímulo común desde la noche anterior. Castiel la miraba curiosa, los ojos y cabello del hibrido estaban del color exacto de Casandra, como si esa fuera su forma de preguntar silenciosamente donde estaba su mamá. Su forma de extrañarla era reflejándose en ella. Bella comenzó a sollozar, como estuvo haciendo las últimas horas.

Caroline entró sonriendo con tristeza y tomó a Castiel para liberar a Bella que poco a poco perdió fuerza y se sentó en el suelo, apoyando su espalda contra la cuna y llorando. La rubia se giró a la ventana, llorando en silencio y acariciando a Castiel mientras besaba su cabello, queriendo calmarse de esa forma. Por el reflejo del vidrio, pudo ver cómo el resto llegaba, vestidos de negro y con los lagrimales explotados de llanto.

En el piso de abajo, en una habitación cerrada, Bonnie terminaba de preparar el cuerpo de Casandra, tratando de evitar que sus lágrimas caigan sobre ella. Le colocó su vestido favorito, de color rosado bebé, peinó su alborotado cabello, y acaricio su fría mejilla triste.

Bajo sus manos cuidadosamente y tomó las de Casandra, subiendolas hasta su estómago, colocando una sobre la otra. Sollozó débilmente y tragó saliva para contenerse.

Cuándo el dorso de su mano rozó con su vientre al alejarlas, Bonnie sintió algo extraño. Frunció sus cejas y miró la zona.

Acercó su mano, colocándola sobre la mano de Casandra.

Entonces, como una corriente electrica, erizando su vello, una mano delicada y cálida la tomó de la muñeca con firmeza. Apretando el agarre con fuerza, logrando que suelte un gemido de dolor. Su corazón se aceleró de golpe y gritó cuando sintió una mordida.

El grito de Bonnie alertó a todos allí. Caroline y Elena se miraron confundidas, los hermanos Salvatore que recién entraban se tensaron, los Mikaelson quienes terminaban de acomodar la sala se miraron preocupados. Finalmente, Elena fue a la sala donde Bonnie atendía el ataúd de Casandra.

—¿Bonnie? ¡Bonnie!

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