2.09

────❛los peligros se van❜

EL SOL BAJABA mientras los vampiros subían hacia ellos, a Casandra le parecía poéticamente aterrador. Se quedó con Castiel en brazos en la sala, con las cortinas semicerradas, viendo a los dos chusmas de Bella y Damon pegar sus cabezas para ver por la pequeña abertura de las telas.

—Enzo —susurró Damon, viendo al vampiro a la derecha.

—¿quién es Enzo? —preguntó Bella, volteando a él.

—ah... Digamos que cuando dije que un enemigo mío no era el que acompañaba a Victoria... Me equivoqué —sonrió incómodo y luego borró su expresión, estresado.

—esto se puso interesante —Klaus rió yendo a la puerta —denme un minuto, en un segundo vuelvo a decir "se los dije". Voy a sacar la basura. —salió con su sonrisita ladina.

—cuando él vuelva, si es que no se le escapa uno y morimos, quiero saber quién es Enzo —pidió Casandra, yendo a ser la tercera cabeza asomada en la cortina para ver lo que sucedía. Castiel también se asomó, en brazos de su mamá.

Klaus salió por la puerta principal a la entrada de su costoso hogar, avanzando unos pasos con su porte amenazante y elegante unos metros. Con su usual y mortal tranquilidad, colocó sus manos juntas en su espalda y alzó las cejas a quienes frenaron a cierta distancia, cautelosos.

Las nubes cubrían el anochecer y la luna parecía llena de agua, borrosa, mostrando que pronto comenzaría una lluvia glamurosa. Victoria a penas brillaba gracias a eso.

—Victoria ¿cierto? —Klaus sonrió suavemente, cínico.

—Venimos a por la chica, no queremos nada más —habló ella, con su voz sensual y atrayente, necesitada de venganza.

—¿Y entonces por qué traer un batallón contigo? —inclinó su cabeza a un costado.

—por si aparecían los Cullen... O cualquier otro obstáculo.

—¿Eso fue una amenaza? —su rostro inexpresivo logró poner a la defensiva a los vampiros, Klaus rió —¿sabes quién soy?

—No y tampoco nos interesa, queremos a la chica —Habló ahora el castaño —tenemos otra misión luego, así que no estorbes.

Damon se relamio los labios y miró a Casandra que lo miró curiosa, Bella aplanó los labios. Eso estaba poniéndose tenso e incómodo.

El viento soplaba con más intensidad y las nubes se volvían cada vez más densas con el pasar de los segundos. Los rayos relucían en el suelo e instantes después se escuchaban los truenos, avisando de la tormenta que comenzaría en breve.

—Ustedes son los que estorban —Klaus tensó sus expresiones —La chica es mía, su hijo es mío, su hermana esta en mi lista de prioridades y no permitiré que les toquen un pelo... ¡Yo soy el híbrido! nadie toca lo que es mío.

Colocó una pierna detrás de la otra, se encorvó a la defensiva y extendió sus brazos con sus orbes comenzando a tomar el tono ámbar. Debajo de sus licántropos ojos oscuros y brillantes, bajaron como raíces negras las oscuras venas vampíricas.

Cómo si eso fuera una invitación a la pelea, Victoria le hizo una seña a sus vampiros que fueron corriendo contra Klaus, quien sonrió ladino.

El primero tuvo la mala suerte de que Klaus arranque su corazón sin problemas, y a velocidad sobrenatural se lo arrancó al siguiente. Algunos frenaron titubeantes al ver cómo él soltaba los dos órganos palpitantes y llevaba su pulgar ensangrentado a su boca, deleitándose. Él ensanchó su sonrisa y dejó que el siguiente trate de embestirlo, aún que solo perdió la cabeza en el intento.

Casandra suspiró al ver cómo sin esfuerzo Klaus acababa con ellos, evitando que tengan siquiera la intención de asomarse a verlos.

Damon buscó con la mirada a Enzo, pero no lo encontró, hasta que sintió un jalón de su camiseta y fue lanzado por el cuarto hasta estampar su espalda contra la otra pared. Las hermanas Swan voltearon al segundo asustadas, viendo al castaño que sonrió escalofriante.

—no se asusten, preciosas, ustedes son asunto de Victoria, no mío —caminó hasta tomar a Damon de la camisa que lo miró sonriendo nervioso —él es mi asunto.

—Hola, Enzo —saludó safandose de su agarre y sacudiendo su camisa. Enzo lo rodeó como una presa —tanto tiempo... ¿ahora haces equipo con una anciana resentida?

—no podemos hablar de edades —se burló mientras las hermanas se apegaban al sofá, Bella sacando la jeringa con verbena por si las moscas —le dije a Victoria que primero me deje torturarte y luego la ayudaba con su mal de amores... Pero ella es terca. Será mejor si el híbrido la mata, un peso menos para mí.

—¿Matarme? ¿Es así como saludas a un viejo amigo? —Damon ironizó.

—yo no dije matarte, dije torturarte —Negó él, tomando un vaso y sirviéndose bourbon —Así como yo fui torturado por casi setenta años —miró ahora a las hermanas que parecieron sorprendidas, y bajó sus ojos a Castiel que era cubierto por los brazos de su mamá —que bueno que hay espectadores, he esperado mucho tiempo para contar mi historia y los de afuera parecen ocupados... Aún que dudo que el pequeñin entienda. Imagino que no saben de mi.

—no tuve el tiempo de aturdirlas con cuentos de terror —miró preocupado a los tres Swan, viendo por las cortinas a Klaus pelear con siete vampiros a la vez.

—Soy Lorenzo, bueno, Enzo para mis amigos... Aún que Damon es mi único amigo... O lo era —bebió bourbon —en los años cincuenta, una organización llamada Augustine me secuestró, luego a Damon. Nos torturaron, experimentaban con nosotros, nos daban una ración de sangre a la semana para que no nos disequemos... —observó melancólico su vaso —nos sacaban los ojos, los órganos... Esperaban a que nos vuelvan a salir y luego de nuevo, cientos de veces metieron sus manos en mí cuerpo, torturas lentas y agonizantes...

Casandra se giró a ver a Klaus que mordió a un vampiro y luego a Enzo que le lanzó su vaso a Damon, quien de agachó a tiempo para no recibir daño.

—¡Por un año...! Le di mis raciones de sangre a Damon para que tenga energías, ya que un día al año nos sacaban para exhibirnos en una fiesta Augustine... Asi podríamos huir, era nuestro boleto de salida —Caminó furioso hacía él —pero esa noche... Solo Damon escapó y me dejó allí.

—Yo quise salvarte.

—quisiste pero no lo hiciste, en cambio, solo apagaste tus emociones y te fuiste sin mirar atrás —lo tomó del cuello y lo estampó contra la pared.

—¡Tuve que apagarlo porque no podía con la idea de dejarte, Enzo! —gritó con complejo, Casandra tapó los ojos de Castiel —¡Eras mí mejor amigo!

—¡Pero lo hiciste, me dejaste y jamás volviste! —sus ojos se cristalizaron en dolor y Casandra no pudo evitar sentir compasión por él.

—Creí que habías muerto...

—¡no, no me morí! —enterró su mano en el pecho de Damon que ahogó una exclamación de dolor.

Casandra jamás pensó que vería eso, su corazón dio un vuelco cuando pensó que podría ver cómo le arrancaban el corazón a su amigo delante de ella.

—¡suéltalo! —Bella lo apuntó y Enzo la miró de soslayo.

—Ojalá hubiera muerto... Solo tuve más torturas, más y más... ¿recuerdas esto, Damon? El sentimiento de alguien tomando... —la ignoró, como si no le importara que ella pudiera matarlo. Bella se apresuró a él y en un movimiento hábil, clavó la jeringa con verbena en su cuello. Enzo sintió el piquete y la miró de soslayo, quitándose con su mano libre la aguja —no debiste hacer eso... —amenazo molesto.

Abruptamente, Klaus apareció y quebró el cuello de Enzo que cayó al suelo.

—lamento interrumpir tu discusión con tu viejo novio —el híbrido miró a Damon, manchado de sangre y agitado —de nada —ironizó, dispuesto a sacarle el corazón a Enzo.

Casandra sentía que el aire volvía a su cuerpo. Miró a Enzo en el suelo.

—¡no! —Damon le pidió, apresurado, con su camisa agujereada en la zona del corazón —no lo mates.

Lo vieron extrañados, pero Damon apartó a Klaus y tomó a Enzo para sentarlo en el sofá, inconciente y lo miró melancólico.

—lo siento, amigo —susurró triste.

—¿qué pasó? —Casandra volvió a ver hacia atrás, notando su jardín lleno de partes de vampiros y sangre —ay, no...

—lo arreglé, como te lo dije —sonrió encantador con sus hoyuelos marcados, pero tétrico ante su apariencia —casi se escapa la pelirroja pero la atrapé —fue a la entrada, en busca de la cabeza de Victoria. Casandra tapó rápidamente los ojos de Castiel y de Bella —volveré a unir sus partes, la traeré a la vida y le esperan horas de tortura.

—¿estas demente? —preguntó Casandra incrédula.

—aburrido es la palabra correcta —tiró la cabeza de Victoria a un costado y miró a Damon y Enzo —ahora me debes una.

—ihiri mí dibis ini —repitió molesto, levantándose —¿Qué vas a pedirme para saldar la deuda? ¿traerte tus ataúdes?

—pensaba más en que no juzgues si quiero estar con Casandra —Lo miró totalmente honesto, Damon entrecerró sus ojos asqueado ante la sola idea y Casandra aguantó la sonrisa que amenazaba con escapar.

¿En serio elegía ese momento para una declaración? ¿Esa era su forma de aclamar la gloria y victoria de acabar con la inminente amenaza que a ella la siguió desde Forks?

—sobre mí cadáver.

—¡hecho! —Sonrió encantador y dispuesto a matarlo, pero Casandra se aclaró la garganta y se detuvo.

—dime por favor que no esta detrás de ti —Damon miró suplicante a Casandra —no después de todo lo que él hizo.

—te acaba de salvar la vida porque quiso —Bella obvió incredula.

—¡Prefiero morir entonces!

—Ya hablaremos luego de eso —Casandra pidió blanqueando los ojos —solo... Encargate de Enzo. Nosotras de lo demás.

—esta charla aún no termina —Damon señaló a Klaus, levantando sobre su hombro como una bolsa a Enzo.

—adiós, basurita—Klaus le sonrió, viendo cómo él pasaba a su lado.

Casandra suspiró y se volteó a ver al ensangrentado híbrido, se acercó a dejar a Castiel en brazos de Bella y le hizo una seña para que lo lleve a dormir y fue hacia Klaus.

Él, había hecho de algo que no la dejaba dormir a algo que ya no le molestaba. Resolvió en problema en dos segundos. ¿Debía sentirse bien por eso? Él había acabado con vidas por ella, por su hermana y su bebé, pero también había perdonado. De todos modos, Victoria ya no la molestaría. Ya no había nada detrás de ella.

—yo te preparo la ducha y tu limpias ¿quieres? —pidió limpiando con un pañuelo su rostro y dejando un casto beso. Gracias a su embarazo, la sangre ya no era molestia para ella.

—Elijah se retuerce en su sueño eterno al ver qué limpio mis propios desastres —sonrió acercándose a darle otro beso.

—es mí desastre, desastre que resolviste. Ya nuestras vidas no tienen amenazas en contra, gracias, Klaus.

Casandra dejó un suave beso en él, delicado, que fue una muestra de gratitud, diferente al resto de besos. Klaus sonrió con un sentimiento cálido en el pecho y ella pasó a su lado, dejándolo a él unos instantes en esa pose.

Era la primera vez que le agradecían por solucionar un problema con una masacre. Usualmente, lo regañaban por ensuciar sus manos. Esa vez fue diferente.


























































































































































EL TIMBRE SONÓ y Casandra estaba cambiando el pañal de Castiel. Bella había ido a ver la situación de Damon con Enzo y solo quedaba Klaus libre en la planta baja. El híbrido soltó un quejido, mientras dejaba los dardos con verbena a un costado e iba abrir.

Una vez sus ojos enfocaron fuera, pudo ver a un vampiro que logró hacer que blanquee los ojos.

—¿Cómo osas aparecer en mí puerta? —Gruñó amenazante.

—solo vine a ver si Casandra está bien —Pidió con sus ojos negros azabache, sin una pizca de dorado.

—esta bien igual que Castiel, en mí cuarto ¿te preocupaste por él o te olvidaste de su existencia? Oh, espera, cierto que para ti es fácil olvidar... Aún que la existencia más insignificante es la tuya —iba a cerrar pero él estampó su mano contra la puerta y Klaus solo se enfureció.

—¿Edward?

Casandra bajó las escaleras, confundida, viendo al cobrizo que la miró. Ella vestía un camisón de seda blanco, descalza y con su cabello peinado en un rodete desarreglado, se veía como una reina en su casa, sosteniendo en brazos a Castiel que parecía tener siete meses.

—Alice tuvo una visión sobre Victoria, me preocupé —pasó a un lado de Klaus que soltó una risa nasal.

Se encontraron a mitad de pasillo, y voltearon a ver a Klaus que volvía a la sala donde había corrido los muebles. Él tomó un dardo de juego, lo sumergió en el vaso con verbena y miró a Edward.

—Ahora mismo, eres el príncipe Encantador llegando luego de que Fiona se fue con Shrek —le dijo, girándose sobre sus talones y a punto de lanzar el dardo.

Al lanzar el objeto filoso y goteante en veneno, escucharon un grito.

Edward caminó lentamente dentro de la lujosa casa, asomando su cabeza con cierto temor a la siguiente habitación, y sus ojos giraron rápido a ver el blanco de Klaus.

Atada a una cama de pie, Victoria no podía mover una sola parte de su cuerpo, sus muñecas ardían por las cadenas bañadas en verbena, estaba llena de grietas en su cuerpo por las partes que habían sido separadas y vueltas a unir, tenía un dardo en su ojo y otro en su frente. Se escuchó la risa de Klaus, que caminó a sacarle los dos dardos y retroceder para seguir jugando.

—Klaus, te dije que lo hagas en el sótano —Pidió Casandra, evitando ver a Victoria.

—ese es un lugar reservado, amor, para los ataúdes de mi familia cuando Stefan decida devolverlos. Hasta entonces, tendré que jugar aquí —mojó los dardos de nuevo en verbena —¿gustas tirar antes de irte, cabello de estropajo? —le ofreció a Edward que siseó enojado —digo, ya ves que la amenaza está resuelta así que ¿qué haces aún aqui?

—le daré de comer a mí hijo —interrumpió Casandra, alejandose en la dirección contraria

—También es mi hijo. —Edward habló, yendo detrás de ella.

—Pues el niño está registrado con mi apellido, no el tuyo. —Klaus habló, lanzando con más fuerza el dardo a Victoria que rugió.

—El niño tiene mi apellido, no el de ustedes —debatió Casandra, frenando su paso.

—Pero lo vamos a registrar como un Mikaelson. —Klaus la miró encantador —todo rey necesita un heredero, amor.

—No si lo impido.

Ante la idea de discusión de Edward, Klaus apareció a velocidad natural delante de él y ambos se pusieron frente a frente listos para pelear.

—apuesto a qué Victoria está deseosa de cambiar de lugar contigo, niño. No me tientes a hacerlo.

—no te tengo miedo.

—entonces eres más estupido de lo que creí —lo tomó de la mandíbula con fuerza, Edward trató de safarse pero ni en siete vidas sería capaz —si viniste solo a hacerte el valiente y fracasar será mejor de que te vayas o colgaré tu cabeza en la sala.

—Papá.

Los dos se giraron a ver a Castiel que extendía sus brazos hacia allá.

Casandra suspiró.

Edward iba a acercarse, pero Castiel tornó su cabello y sus ojos de los tonos de Klaus, y sus ojitos lo enfocaban única y claramente a él. Klaus sonrió por aquella maravillosa anomalía que hacía el infante y se acercó a tomarlo en brazos.

—Hablemos en la cocina —le pidió Casandra a Edward, observando el brillo deprimente en su mirada.

Edward fue detrás suya, y Casandra comenzó a hacer la comida para su hijo.

—¿Lo llama papá?

—comenzó a hacerlo, si, y no voy a sacarle ese privilegio porque a penas me dejaste, Klaus llegó... Y él salvó mí vida —murmuró sin verlo —puedes ser parte de su vida si lo quieres, pero es decisión tuya.

—Casandra... Somos compañeros, yo te amo.

—quien ama, no lástima y mucho menos huye, Edward.

El cobrizo se quedó unos instantes en silencio, viendo a Casandra moverse en la cocina como si su presencia no fuera de importancia, y escuchando a Klaus provocar la risa de Castiel en alguna parte de la casa.

—no puedo vivir sin ti —negó abatido, Casandra volteó a verlo al fin, notando sus ojos empañados en lágrimas estancadas.

—Tendras que hacerlo si quieres entrar en la vida de Castiel —murmuró frunciendo las cejas —o estás por él o no estás, porque conmigo ya no estarás jamás.

Edward tragó saliva y no supo que hacer, jamás se había preparado para esa situación, ni se la había imaginado, solo sabía que dolía, dolía como nunca antes nada le había dolido. El rechazo del amor de su vida.

—si te matas... Trata de al menos, esta vez, despedirte de tu familia —susurró —porque otra vez no iré a salvarte. —No quería ser cruel, le dolía serlo, en especial frente a los ojos desamparados de su antiguo amor, pero ella no quería ceder porque sabría que sería para peor. Solo estaba haciendo lo que él hizo —Ya sabes dónde está la puerta, dile a los Cullen que no se acerquen a nosotros... Adiós, Edward.

Pasó a su lado para ir con Klaus y Castiel.

Y Edward sintió que su vida ya no tenía propósito alguno.

Casandra freno en la sala y miró la comida que había preparado para Castiel. Sin creer que había rechazado a Edward, luego de todo lo que pasaron, ella pudo darle fin. En verdad logro hacerlo. Ya no sentía mariposas. Había luchado contra el destino y había ganado. Dudo de sí misma incluso, creyéndose incapaz de eso. Pero no. Lo había logrado.

Casandra no necesitaba a Edward.

Pero él si la necesitaba a ella.

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