自由➤ Un platillo más! ‹ ⋆
La pareja se encontraba en la habitación arreglándose para salir, Mikey le había diseñado un vestido a su dama para esta noche era de color blanco con escote y abierto en la espalda. Era precioso hacía lucir la bella piel de la pelinegra.
Adorno su vestido con un hermoso collar de perlas que mikey eligió para ella, cada prenda que llevaba puesta fue elegida por el, al parecer sabía que le vendría bien a su dama.
— ¿Puedes acomodarme la corbata?, no puedo ajustarla. — pidió el peliblanco peleando con la prenda.
Alaska se acercó a él agarrando la corbata negra ajustándola perfectamente, luego la acomodo dentro del sacó. Mikey solo la veía atentamente.
— Estás hermosa. — su voz sonaba suave.
Ella no sabía cómo reaccionar, así que solo agachó la cabeza.
— Gracias. — soltó casi inaudible.
El silencio se rompió cuando la puerta volvió a sonar, está se abrió dejando ver a la pequeña infante con el vestido desarreglado al igual que su cabello.
— Mami ¿Me acomodas?. — sus ojos brillaban buscando la aprobación de la mayor.
Alaska sonrió haciendo un gesto con su mano indicandole que se acerque, la niña mostró una sonrisa de oreja a oreja dando brincos hacia su madre.
La pelinegra la paro sobre la cama acomodándola por completó, ya sea su vestido, cabello y accesorios. Mikey se sentó alado de la niña viendo cómo su dama la terminaba de arreglar, al final, Alaska le puso un broche de rosas en el cabello de Selina.
La familia ya estaba lista.
Mikey alzó a la menor con un brazo y con el otro lo paso alrededor de la cintura de Alaska sujetándola. El las guío fuera de la mansión hacia un vehículo lujoso bastante caro, ambas mujeres se subieron pero Manjiro se sentó en medio de las dos para luego agarrar a Selina y sentarla en sus piernas.
— ¿A dónde iremos a comer papá?.
— Reserve un restaurante solo para nosotros tres.
Alaska solo permaneció en silencio se sentía feliz por poder estar con su hija pero le inquietaba que Mikey estuviera ahí, por su cabeza pasaban muchas cosas negativas.
— Debes tranquilizarte Alaska, solo van a comer ¿Qué podría salir mal?. — se decía así misma en su mente.
Quien diría que sus palabras estaban equivocadas.
Al llegar al restaurante la pequeña familia descendió del lujoso vehículo adentrándose al restaurante de 5 estrellas por su elegancia y buen servicio al cliente. Se sentaron en una mesa redonda muy lujosa. Todo llamaba la atención allí dentro.
— Es hermoso papá. — Exclamaba la niña viendo el techo donde avía pintado bellos angeles.
— Por esa razón elegí venir aquí hija. — el acarició la hermosa cabellera rubia de la menor.
La cena había llegado, era la típica comida elegante que la gente con dinero era digna de comer, y está sería la primera ves que Selina y Alaska serían digna de hacerlo.
Mikey en casi toda la cena observaba Alaska poniéndola incómoda, detallaba absolutamente todo de ella hasta su forma de tragar.
Para el era perfecto.
Selina debes en cuando se ensuciaba sin darse cuenta, el padre tomo una servilleta dejándola en el regazo de la menor y con otra servilleta limpiaba sus mejillas, eso hizo sonreír a su madre.
Al terminar Mikey miró a su hija quien ya tenía el plato vacío.
— Sabes, hay un cuarto de juegos aquí alado. — a la niña le brillaron los ojos. — Puedes ir a jugar, te llamaré cuando llegue el postre.
Ella asintió despidiéndose de su madre y luego de su padre, los dejo completamente solos en ese incómodo silencio que ponía nerviosa a la pelinegra. Agachó sus cabeza tratando de esconderse, sus manos sudaban y sus piernas temblaban por el simple hecho de que la mirada de Manjiro no se despegaba de ella.
El se acercó hasta ponerse a su lado agarrandola de la mano y del mentón obligandola a levantar la mirada.
— La mirada siempre hacia arriba, serás una futura Sano debes comportarte.
"Sano" como si ella quisiera llevar ese apellido por el momento, se disculpaba por su difunta amiga pero no llevaría ese apellido por Mikey, se negaba aceptarlo pero como siempre no lo demostraba por miedo.
El comenzó acariciar la mejilla de Alaska con suavidad, con su otra mano fue bajando hasta su vientre acariciandolo.
— Aquí estará el segundo. — señaló con su dedo índice mientras hacía círculos en el vientre.
La femenina quedo atónita por sus palabras ¿No estará esperando otro bebé, no?. Ella no podía hacer nada, se quedaba inmobil cada ves que Manjiro la tocaba, era una acción que no podía evitar aunque en su mente se insulte así misma torturandose.
Su cuerpos comenzó a temblar con cada toque haciendo sentir ansioso a Mikey.
El paro cuando un mesero se acercó a dejar el postre sobre la mesa para luego llevarse los platos sucios, antes de retirarse Mikey le dedicó una mirada a lo cual el mesero asintió y finalmente se retiró. La femenina no entendía a lo que se refería, el miedo se apoderó de ella.
Mikey llamo a su hija quien llegó corriendo a su asiento.
Cada uno comió su postre helado a su paso, la primera en terminar fue Selina, seguido de Mikey y por último Alaska. La niña sacaba temas de conversación a lo cual ambos padres le seguían dándole a entender a ella que eran una familia, pero la realidad era otra.
Ya era hora de irse la familia se subió al vehículo dirigiendose a casa pero algo andaba mal. La pelinegra sentía como si una ola de calor callera en su cuerpo de repente, se hacía abanico con su mano y Mikey lo noto, todo estaba saliendo como el esperaba.
En todo el viaje Alaska sentía su respiración ajitada y sus mejillas rojas, el calor en su cuerpo aumentaba, no se sentía bien pero lo disimulaba para no alertar a su hija.
Ya al llegar a la casa Alaska se despidió de su hija a quien le prometió pasar el día juntas mañana, Mikey llevó a la infante a su dormitorio sin antes poner una música de hambiente para que ella pueda caer profundamente dormida.
Se dirigió a su habitación encontrándose con su dama viéndose atraves del espejo, ella se dió vuelta viendolo con nervios. Estaba temblando, sudando y sus mejillas estaban rojas apenas podía ponerse de pie.
— ¿Q-que me hiciste?. — pequeñas lágrimas fueron adornando sus mejillas.
— Solo te droge. — se fue acercando a ella.
La muchacha daba pasos torpes hacia atrás chocandose con todo, percibía las intenciones del peliblanco con tan solo verlo a los ojos. Alaska choco contra la pared dándose cuenta que se acorraló así misma, Mikey la tomo por la cintura cargándola.
— M-mikey, por favor no...
El la llevo a la cama recostandola sobre ella mientras comenzaba a desnudarla y a desnudarse a si mismo quedando solo en boxer. Alaska comenzó a llorar sin parar mientras suplicaba, suplicaba no ser violada nuevamente. El comenzó a manosear cada parte de su cuerpo, su mano viajaba de su torso hasta su parte íntima, masajeaba su clítoris y los labios íntimos de su vagina.
Alaska se limitaba a morder sus labios evitando que todo tipo de gemidos salieran de este, trataba de no darle placer aunque su cuerpo pedía lo contrario. La droga que le había dado alteró sus hormonas y sabía que la única manera de calmarlas era atraves del acto sexual.
Mikey besaba los labios de la femenina buscando jugar con su lengua y intercambiar salibas, fue bajando dando besos y chupones por la zona se su cuello, grandes marcas le quedarían ahí por varios días.
Sus besos fueron bajando hasta llegar a sus pechos los cuales comenzó a llamar y morder sin piedad. El se masturbaba mientras cometia esos actos con el cuerpo de Alaska.
— Mikey... Ya por favor. — suplicaba entre lágrimas mientras temblaba.
— Shhh, está noche eres mía. — mordió fuerte uno de sus pechos provocando un grito por parte de la femenina.
Con su otra mano masajeaba y pellizcaba su otro pecho. Una ves que terminó se reincorporo en medio de las piernas de la pelinegra, ella se estaba tapando la cara con sus manos.
Mikey no le dió importancia y simplemente se quitó por completo el boxer dejando a la vista su miembro erecto con fluido seminal.
— Te va doler.
El introdujo todo de una sola estocada, el cuerpo de Alaska se retorció debajo suyo. No podía creer que volvería a presenciar ese horrible trauma.
Mikey comenzó a moverse de una manera brusca haciendo que su cuerpo con el de la femenina choquen fuertemente, los pechos de ella rebotaban con cada embestía violenta.
— ¡Para, para!. — comenzó a gritar sientiendo como todo su interior era llenado por él.
Alaska al ver que Mikey no respondía a su desesperada petición comenzó arañar su espalda, torso, cuello y brazos mientras seguía suplicando y rogando que paré. Pero eso solo lo hizo enojar.
Una fuerte bofetada se estrelló en la mejilla de la femenina dándole vuelta la cara, esto la dejo en shock. El golpe comenzó arder, se agarró de la mejilla y volteo la mirada hacia Mikey.
— Que no se vuelva a repetir. — hablo entre dientes. — Ahora abre bien las piernas, porque pienso tomar tu cuerpo cuando quiera.
Dicho esto comenzó a penetrar más fuerte que antes, la cama se azotaba contra la pared haciendo movimientos bruscos. Alaska tuvo que sostenerse de las sábanas porque sentía que saldría volando de alguna forma.
De su boca salían gritos en ves de gemidos, sus ojos y nariz estaban rojos de tanto llorar. Sentía como se derrumbaba poco a poco.
Dió una última estocada llegado a su climax y libero todo sus fluidos dentro de la pelinegra, no quitó su miembro hasta estar seguro que todo haya entrado en ella.
Al terminar, Mikey simplemente tomó sus cosas vistiendose nuevamente para luego abandonar la habitación dejando a la pobre mujer tendida en la cama en estado de shock.
Alaska se volvió a tapar su rostro lloroso con sus manos sudadas para luego tapar su cuerpo manchado con las sábanas sientiendose sucia.
Lo odia y se odiaba por no ponerle un freno. Se torturaba psicológicamente culpandose por todo lo que le estaba pasando.
Quedo en plena oscuridad en silencio liberando toda su tristeza y rabia con cada lagrima que salía de sus ojos hinchados y maltratados.
Miedo, odio, tristeza, desesperación era lo único que se presenciaba en el alma de Alaska, pero ya era tarde estaba condenada a vivir con el. En el próximo capítulo "Incluso te ves miserable".
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