━WHAT LOVE CAN FIX
❝ LO QUE EL AMOR
PUEDE ARREGLAR ❞
❝ how's one to know? i'd meet
you where the spirit meets the
bones, in a faith forgotten land ❞
ivy | taylor swift
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ASTRID QUEDÓ HELADA AL OÍR A SU MADRE DE UNA BUENA vez hablando la verdad por delante acorde a la historia mágica que le había contado. ¿Había ella encontrado a su Hitache? ¿Así de fuerte era todo aquel asunto? Lo entendería mejor si fuera un simple tema trivial de la Tierra, pero la reina estaba hablando de magia...De magia verdadera.
La situación fue más que ella y se vio obligada a ponerse de pie con cuidado y alejarse un poco.
—Eh...¿Estás segura de lo que estás diciendo? —comenzó a jugar con sus dedos nerviosa.
—Completamente —le miró con seriedad—. Tú eres la causante de la nueva chispa y eso significa que hay que cuidarla...Protegerla.
Una larga pausa sacudió la sala por un rato hasta que Eir se aclaró la garganta decidida y soltó sin pelos en la legua:
—Es el Capitán ¿No es así?
El cuerpo de la castaña se mantuvo totalmente estático e incluso sintió como un escalofrío recorría su columna. La frase resonaba una y otra vez en su mente obligando a su corazón a que tomara decisiones permanentes de una vez por todas. Todo lo que últimamente le había estado sucediendo la tenía más que estresada y eso se estaba mezclando con sus sentimientos.
—Sientes algo por él ¿No es así? —volvió hablar como si le hubiera leído la mente.
Oh, ella sentía más que algo, pero aún no era capaz se reconocerlo a viva voz.
Las palabras se atoraron en su garganta haciéndola permanecer otro momento más en silencio. Lo único que fue capaz de hacer fue girarse a ver a su progenitora y mirarla a los ojos con una mirada que lo decía todo.
Eir soltó un largo suspiro y se llevó las manos a la boca.
—Hija —se puso de pie para poder alcanzarla, poniendo sus brazos sobre los suyos—. Yo...
—No tienes que decir nada —puso una mano en frente y trató de sonreír. No obstante, sólo resultó una mueca—, en serio, no te preocupes.
La reina asintió y enmudeció por un rato al verse agotada de palabras para una situación como esa. En casi treinta años ella no había tenido la cercanía de una relación con la castaña y nunca se vio en la instancia de una conversación de esa índole. Se sentía bastante inexperta.
—No puedo creer que tú, mi hija, hayas encontrado tu Hitache —dijo mientras su cabeza trataba de maquinar una respuesta más acorde.
—Qué coincidencia ¿No? —frotó sus brazos con algo de nerviosismo.
—No es coincidencia... —negó con la cabeza—. Es el destino.
Aún pasmada por tanta revelación, la diosa de la vida sólo asintió mientras en su cabeza las cosas seguían desordenadas y con desesperación trataba de poner todo en su lugar.
—Me imagino que esto también fue de revelación para ti y que no sabes bien que decir o hacer —volvió a sentarse en la cama—. Así que...Cuéntame de él. ¿Cómo se conocieron? ¿Cuál es la historia?
—Mamá, no creo que sea necesario...
—Yo creo que sí —dijo con firmeza—. Los Hitaches no son un juego o una historia infantil...Son reales y son magia que debe ser preservada —palmeó el lugar a su lado para que ella tomara asiento—. Quiero oírte...A través de tus palabras quiero percibir lo que hay en tu corazón.
Completamente rendida y sin escapatoria la castaña dejó salir el aire que llevaba reteniendo en sus pulmones y se sentó junto a la mujer que esperaba ansiosa.
—En serio no creo que sea necesario. Soy una adulta, sé las cosas que hago —trató por última vez detener todo eso que igualmente era extraño para ella. Tampoco había tenido un lazo maternal así de cercano para hablar cosas que sentía. María Stark la amó, pero nunca hablaron de eso.
—Basta ya —su voz sonó autoritaria pero a ma vez suave—. Sólo haz lo que te pido...Por favor.
Astrid pasó por sus manos por su cara y se dignó a finalmente darle a su madre lo que quería.
—Lo conocí hace como dos años —frunció el ceño—, pero pasaron lento ya que parte de esos dos años yo los pasé lejos averiguando sobre mi procedencia. Ya sabes cómo terminó eso —se encogió de hombros—, conmigo aquí.
—Qué buen desenlace —sonrió—. Continúa.
—De acuerdo...Yo al inicio podría decir que lo odiaba un poco. Es una larga historia pero resulta que mi padre Howard lo adoraba, y era tanto que no dejaba de hablar de él y se alejaba de nosotros por encontrarlo. Al final entendí que solamente estaba proyectando mi descontento con alguien más ya que no quería opacar el recuerdo de mis padres fallecidos —una pequeña sonrisa empezó a aparecer en sus labios—. Tenía una idea de como era él...Pero lo conocí...Y terminó siendo una persona completamente diferente a lo que yo pensaba.
—¿Diferente bueno o malo?
Su sonrisa se hizo notar más—Obvio que bueno. Me di cuenta de la asombrosa persona que es, y que yo estaba juzgando sin siquiera conocerlo...Eso cambió mi perspectiva y...Nos pudimos acercar.
—Suena a un buen inicio.
—Después las cosas simplemente se comenzaron a dar. Compartíamos mucho tiempo juntos, misiones, salidas...El proceso de descubrimiento de mis poderes y todo. Él fue un pilar fundamental en todo aquello; no imagino haber hecho todo eso sin él —hizo una pausa—. Y...A fin de cuentas simplemente no quería estar lejos de él.
La confesión cayó tanto como para Eir como para la misma Magna. Darse cuenta de lo que sentía después de haber sido dañanda tanto tiempo y de manera colosal era también una manera de sanar.
—Eso suena hermoso —con su mano puso un mechón de cabello de la castaña detrás de su oreja— ¿Te puedo hacer una pregunta? —ella asintió—. Hoy vi algo en la sala de curaciones que me dejó pensando...Y que de hecho fue el impulso que necesité para venir hablar de esto.
—¿Qué cosa?
—¿Alguna vez...Te has sentido consumida por tu propia mente o tu dolor y él te ha hecho salir de ahí? —la mente de Stark dio vueltas—. No sé como explicarlo pero es una especie de bucle en el que te sumerges por tanto poder pero...Aquella persona te saca de ahí...Te libera.
Al darse cuenta de la realidad la más joven se llevó una mano a la boca.
—Sí —reconoció sorprendida al darse cuenta de todas las ocasiones en las que eso había sucedido—, varias veces.
Todas aquellas instancias pasaron por su mente en un claro y vívido recuerdo. Por ejemplo, recordaba aquella vez que a medianoche se levantó por un dolor de cabeza horrible y sus pasos terminaron en la cocina. Justo en ese momento Steve llegó allí por insomnio y cuando las voces en su cabeza comenzaron a atacarla Rogers la ayudó...Su voz la trajo de vuelta.
Ese fue el día en que se besaron por primera vez.
—Varias veces —repitió Eir asombrada—. Impresionante...
—¿Por qué la pregunta?
—Porque a tu padre y a mí nos pasa la misma cosa —la castaña abrió los ojos como platos—, es un asunto Hitache...Es otra prueba de que lo encontraste hija —la tomó por los hombros verdaderamente feliz—. Lo hiciste...
La temerosa sonrisa que había comenzado a colorear el rostro de Astrid se desvaneció en cuestión de segundos cuando recordó algo importante.
—Pues...Nada de eso importa ahora —la reina se vio confundida—. Voy a casarme ¿No? Con Alrek; así son las leyes. Es la única manera para ascender al trono algún día.
Eir calló.
—No importa nada de lo que sienta...Tengo deberes.
La mente de la regente no dejó de dar vueltas y vueltas sintiéndose pésimo por haber hecho pasar a su hija por toda una preparación para un matrimonio con una persona desconocida siendo que ella se sentía cautivada por otra.
Pero...Era la reina, podía hacer algo pata ayudarla.
—No —la castaña se sorprendió—, ya no puedo hacerte eso.
Parpadeó un par de veces—¿Cómo dices que dijiste?
—Lamento haberte metido en todo esto sin darme cuenta que tu corazón pertenece a otra persona...Pero puedo ayudarte a cambiar las cosas —sonrió—. No vas a tener que casarte con Alrek.
El corazón de la princesa comenzó a latir con mucha más fuerza mientras que en las expresiones de su rostro se dejaba ver cuánto le había gustado la noticia.
—¿Qué...? ¿En serio? ¿En serio? Pero ¿Cómo?
—Pensaré en algo durante estos días para hablarlo con el Consejo. Pero cuando Lorleen esté vencida y todo en calma lo vamos a resolver. Tienes mi palabra de que hallaré una forma.
—No sabes cuánto te lo agradezco mamá —se le acercó para abrazarla con sincera felicidad que rebosaba su corazón—. Estaba tan afligida por esto, no tienes idea.
—Me imagino que sí —acarició su cabello—. Pero no te puedes casar con él siendo que eres un Hitache ahora. De eso depende ahora la magia que sostiene al Yggdrasil y...Tu corazón.
Se separó y la miró con una sonrisa—Gracias...No sabes la alegría que me da.
La rubia le acompañó en la sonrisa y acarició su mejilla, ya dándole término a aquella charla.
—Pero ahora es mejor que descanses. Fue un día muy pesado y aún te tienes que recomponer.
—Sí —asintió—, lo haré.
La soberana se puso de pie no sin antes besar a cabeza de su unigénita y luego caminar hacia la puerta.
—Perdóname por todo lo que he hecho —murmuró antes de salir— . A penas encontré a mi hija y...Lo he estropeado.
—No digas eso —negó—. Todos nos equivocamos pero lo importante es que arreglemos nuestros errores.
La reina sonrió y asintió alegrándose porque la estaba entendiendo. Todo finalizó con la diosa de la sabiduría cerrando la puerta detrás de sí y dejando a su hija sola mientras soltaba todo el aire contenido en sus pulmones.
Se sentía libre.
Posteriormente —y con una sonrisa de oreja a oreja— la mujer tomó un baño para limpiarse la suciedad del día y aprovechar aquel momento de tranquilidad para pensar y pensar y pensar sobre todo lo que había sucedido recientemente. Era como un carrusel emocional que la llevaba de un lado a otro en infinitas direcciones sentimentales.
Sin embargo, todas las direcciones terminaban en el mismo lugar: Steve.
Su cabeza no dejaba de girar en torno al rubio después de la charla con su madre y se veía ahora en la necesidad de verle. Por eso, después del baño, tomó un trozo de papel y una pluma para escribir una corta pero útil frase que podía cumplir su cometido antes de que perdiera la cabeza.
Ya vestida caminó con cautela hacia la puerta para abrirla y en exclamaciones en forma de susurro soltó:
—Idna —miró a todos lados—, Idna...¡Idna!
Rápidamente una mujer de la servidumbre —una de su confianza— apareció frente a ella a trote rápido.
—Majestad ¿Necesita algo?
Sonrió—Sí...Necesito que me hagas un favor muy grande.
—Claro, lo que pida.
Rápidamente la tomó de las manos—Pero es algo confidencial...Hablo en serio.
La joven pelirroja se vio un poco nerviosa pero asintió decidida—Sí, puede confiar en mí. ¿Pasó algo malo, alteza?
Suspiró agradecida—Para nada, para nada...Sólo necesito que busques a Steve Rogers y le entregues esto.
La princesa le extendió el trozo de papel que recientemente había garabateado mientras la sirvienta analizaba todo un poco confundida.
—Yo...
—Por favor no me hagas preguntas, sólo llévalo...Te lo pido —suplicó con la mirada.
—Claro princesa, lo que usted ordene —estaba dispuesta a irse.
—Espera —la volvió a tomar—, nadie se puede enterar de esto ¿Sí? Prométemelo; ahora eres mi confidente.
Idna sonrió con sinceridad y asintió—Tiene mi palabra...Iré de inmediato.
Suspiró—No sabes cuánto te lo agradezco.
Una calma mezclada con emoción invadió su corazón cuando vio a Idna irse a paso rápido a cumplir el designio mientras ella se preparaba para hacer lo mismo.
Casi a la velocidad de la luz cubrió sus hombros con una tela de lino fino y dirigió sus pasos hacia uno de los jardines del palacio. Allí trató de hacerle pelea al frío de la noche a pesar de estar usando un vestido color azul y unos zapatos no tan abrigadores que se usaban en Erathor. Miró a todos lados asegurándose de que ningún soldado o sirviente la viera escondiéndose detrás de un árbol y en medio de la oscuridad, donde la única luz provenía de la enorme luna llena.
Por un segundo pensó: ¿Y si su idea no había funcionando? ¿Y si quería dormir? ¿Y si...No llegaba?
—¿Astrid?
El alma le volvió al cuerpo cuando escuchó su voz.
Inmediatamente se volteó y una sonrisa apareció en su rostro al verle—Steve.
Por suerte Idna cumplió la labor de manera exitosa y encontró la habitación donde el Capitán se estaba hospedando. Simplemente diciendo "La princesa me dijo que le diera esto" la sirvienta entregó el papel y se retiró antes de que alguien la viera. Rogers, un poco consternado, leyó la nota dándose cuenta de que se trataba de una simple frase que aceleró todos sus sentidos:
Búscame en el jardín a la entrada del palacio, te estaré esperando.
No se dio el tiempo de cuestionarse las razones, se trataba de una petición de la castaña y eso era todo lo que necesitaba para ir.
Y ahí estaba.
La sonrisa le fue contagiada pero aún se veía confundido—Hola —se acercó y enseñó el papel que aún llevaba en la mano—. Recibí tu mensaje.
Rió suavemente—Me alegro mucho.
—¿Está todo en orden? ¿Tu pierna está bien? —se vio preocupado.
—Oh, tranquilo —negó—, está muchísimo mejor...Pero no era por eso que quería hablar contigo.
—¿Pasó otra cosa?
En su preocupación y en sus ojos que expresaban el mismo sentimiento Stark se perdió por unos instantes. Una ternura la llenó al saber que aún él no era conocedor de la noticia que portaba y que aquello era similar a un rayo de esperanza.
—Sí —sonrió—, pero es algo bueno —hizo una pausa para acercarse más a él—. Steve no me casaré con Alrek.
El rubio se tuvo que dar a sí mismo unos segundos para procesar la noticia.
—¿Qué...?
—Como lo oyes. He hablado con mi madre y vamos a buscar una forma de anular la ley y así no tener que casarme para algún día ser reina...Finalmente accedió.
Una pura sonrisa brilló en la boca del hombre—¿Estás hablando en serio? —ella asintió con frenesí—. Esa...Esa es una excelente noticia...Pero ¿Por qué?
El corazón le latió más rápido.
Puso sus manos sobre sus hombros—Es algo que quiero que hablemos otro día con más tiempo...No aquí escondiéndonos de la gente —rieron con suavidad—. Pero no podía irme a dormir sin antes decírtelo.
—Creo que ahora no voy a dormir después de saber esto —el código de silencio se fue a la basura cuando el comentario le sacó una sonora y melodiosa risa a la castaña. Tuvo que taparse la boca para detenerse—. ¿De verdad Eir dijo que ayudará?
—Sí, me lo prometió y de alguna manera vamos a cancelar todo esto —tomó aire para seguir—. Lo que te puedo decir ahora es que...En el fondo...Ella se dio cuenta de que no puedo casarme con un hombre que ni conozco y además porque...
En la pausa, la diosa admiró como los ojos de Steve parecían brillar. No sabía si era el reflejo de la luna o realmente lo estaban haciendo.
—...Porque se dio cuenta de que mi corazón pertenece a otro.
El rostro del Vengador pareció iluminarse cuando aquellas palabras aceleraron todo dentro de él y si prestaban la atención necesaria se podían oír los latidos de su corazón.
Todo porque...Sabía que él sentía igual.
—Astrid...
La diosa lo tomó por el cuello y antes de que pudiera decir otra cosa lo calló con un beso. Rogers no tardó en seguirle el ritmo y con sus brazos alrededor de su cintura quiso acercarla a él lo más que se podía; como si se estuviera negando a dejarla ir.
La ola de emociones que en aquel momento los estaba consumiendo no se comparaba a nada más en ese momento. La sensación de estar juntos, de sentir el roce de sus labios, sus manos sosteniendo sus cuerpos como si fueran a romperse si se soltaban y el sentir sus corazones latiendo marcadamente sobre el pecho del otro eran algo que los volvía locos.
—No, no —se separó Steve de repente interrumpiendo el beso—. No podemos hacer esto aquí, alguien nos puede ver y no quiero meterte en problemas.
—Da igual, no lo harán —negó ella sonriente y bastante segura de lo que decía. Luego le besó por un ínfimo segundo—. Da igual...Ahora todo da igual.
Rogers suspiró sobre su boca y la línea de su moral que lo separaba de la cordura y la rotunda caída a la tentación fue cruzada y tomó a la mujer de las mejillas para acercarla a él nuevamente y seguir sintiendo sus labios sobre los suyos. No había caso, no podía aguantar otro segundo lejos de ella, y la noticia de que no tendría que casarse con otro le brindaba un pequeño rayo de esperanza.
Al ver la iniciativa del rubio la diosa sonrió en medio del beso pero se negó rotundamente a cortar aquella conexión, fundiéndose más y más en aquel etéreo sentimiento de tener a Steve cerca de ella.
Magna ahora no debería desposar a Alrek y eso los hacía avanzar un poco más en lo que esforzadamente trataban de construir. Sólo les quedaba ser capaces de soltar a viva voz y de manera definitiva lo que querían...Y lo que sentían.
Aunque en sus corazones estaba más claro que el agua.
Aquel día el amor pudo arreglar las cosas que se creían acabadas. La pregunta ahora era...¿Por cuánto tiempo lo haría...?
BUENAS BUENAS APAREZCOOOO, QUE TAL TODOOOO
ok, sé que me tardé un poco pero los estudios me tiene AGOTADA. sin embargo, tenía muchas ganas de subir este cap ya que es muy lindo 😭
qué les pareció? los leo <3
yyyy, estaba sacando la cuenta para decir que no falta mucho para la batalla final AAAAAAAAAAA se vienen cositas ahq
les cuento que el siguiente capítulo lo tengo casi listo así que todo depende de ustedes 🤭🤭
45 votos para actualización <3
bueno gente bonita, espero tengan un hermoso día. nos vemoooos<3
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