━A TRADITION

"and i know make the same mistakes everytime, bridges burn, i never learn, at least i did one thing right,
idid one thing right"


call it what you want | taylor swift

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TODO EL PALACIO Y ERATHOR se revolucionó completamente cuando la noticia de que su rey desaparecido había regresado llegó a oídos públicos. Las calles se tiñeron de banderas y adornos de los colores de la nación en símbolo de alegría por aquel gran acontecimiento.

Una gran celebración— como las que habían estado ocurriendo últimamente—iba a darse a cabo aquella noche para honrar a Borg por su regreso. Además por el éxito que su misión había tenido.

Los preparativos ya estaban alocando a todo el castillo y se podían ver sirvientes corriendo por todos lados. Era un evento demasiado importante.

Astrid sonrió al ver aquello mientras caminaba por el jardín— pero no en forma de burla— sino porque admiraba la dedicación que la gente le ponía a su trabajo y la emoción que sentían ante la nueva noticia.

—Al parecer tendremos una hermosa fiesta— dijo su abuela a su lado al notar que ella observaba todo.

—Así veo— se volteó a verla— Aún no puedo dejar de emocionarme por el hecho de haber encontrado a mi padre—ambas se detuvieron— No lo podía creer y ahora...Está en casa.

Ordea sonrió y besó la cabeza de su nieta— Mi hijo está en casa gracias a ti, Magna. Una vez más demostraste lo asombrosa que eres.

Las dos sonrieron y siguieron caminando hasta llegar a su destino: La habitación de la princesa.

Una vez allí una estresada y despeinada Fidina las volteó a ver con los brazos extendidos.

—¡Ahí están!— hizo su reverencia, aunque fue un poco desarmada debido a su cansancio— Las he estado esperando por varios minutos

—Lamentamos la tardanza Fidina— dijo la mayor tomando asiento en un banquito— Los jardines estaban espectaculares hoy. Es temporada de la flor de Arfes y están bellísimas.

—Eso...— dijo Astrid tomando asiento en la orilla de su cama— Y yo necesitaba aire— se acomodó el cinturón de su vestido— ¿En serio debo usar estos todo el día? No es que no me gusten...Pero me aprietan un poco— trató de soltarlo pero no hubo caso.

—Sí, sí debe princesa— ella puso los ojos en blanco— Y además debo preparar su vestido para esta noche— miró a su alrededor— Por eso el desorden, lo lamento mucho.

Ella hizo una seña con la mano restándole importancia— No hay cuidado.

—Azul, yo digo que azul— habló rápidamente la sastre tomando unas telas— Queda hermoso con su tono de piel.

—Me gusta— respondió la castaña haciendo una mueca de aprobación— Y que no sea tan...Formal. Amé lo que hiciste con el vestido de la fiesta luego de la pelea en el Firb— hizo un gesto conocido como beso de cocinero— Magnífico.

Fidina soltó una risa—La amo, la amo—dijo a Ordea señalando a la princesa— Sí que tiene buenos gustos...— siguió buscando telas— Entonces a trabajar.

Mientras la sastre Real buscaba sus materiales una nueva presencia ingresó a la habitación. Y al notar que no pidió permiso previo supieron de inmediato quién era.

—Con permiso...— Eir ingresó sonriente
—Veo que están ocupadas.

Fidina hizo una reverencia— Majestad...

—Sí, la verdad es que nos divertimos entre telas— dijo Magna siendo rodeada por la sastre y sus mediciones.

—Me alegra que todo esté tomando forma para la celebración— suspiró y se sentó junto a su suegra— Deseo que sea una noche realmente especial.

Las otras mujeres restantes se miraron con miradas cómplices.

—Uh, madre— le sonrió— Te veo muy feliz.

La sastre y la consejera soltaron risas algo disimuladas.

—Creo que el regreso del rey la tiene por las nubes— le dijo Fidina guiñando un ojo.

Nuevamente rieron.

Eir negó divertida— ¿Me van a culpar por tener a mi esposo de vuelta y no alegrarme por eso?— alzó las manos.

Uh...— dijeron las tres restantes en algo similar a un tono burlesco. A lo que la reina sólo se limitó a soltar una risa nasal.

—El amor abunda en Erathor, señores— continuó Fidina mientras medía la cintura de la princesa.

Ésta sólo se limitó a hacer una mueca.

—Sólo deseo que mi hija consiga un amor tan puro como el que yo tengo— dijo con sinceridad y la aludida sonrió de lado.

Si supieras por cuántos intentos he tenido—pensó la castaña.

En eso escucharon como alguien golpeaba la puerta y la reina ordenó que entrara.

Cuando se abrió el cuerpo de Alrek hizo ingreso acompañado de una reverencia.

—Majestades— se reincorporó.

—Alrek— Eir se puso de pie— ¿Hay algún problema?

—Para nada mi reina— una pequeña sonrisa trataba de escapar en el rostro del comandante— Resulta que estaba paseando por los jardines y encontré esto— extendió un par de zapatos— Y por lo que veo son de la princesa Magna.

La aludida abrió los ojos como platos y rápidamente su mirada se fue a sus pies. Allí pudo comprobar que, efectivamente, estaba descalza.

Su delicado rostro comenzó a tomar una tonalidad más cálida en la zona de sus mejillas y rió con nerviosismo.

—Qué vergüenza— se acercó al hombre— Es que el césped estaba tan fresco que...

—No pudiste evitar querer tener la sensación
de frescura en tus pies— rió suavemente y le extendió el calzado— No hay problema.

Ella los tomó y trató de no reír— Te lo agradezco.

—Cuando quieras— sonrió y luego hizo una reverencia— Con su permiso.

Y sin más que decir él se retiró.

La princesa rió por lo bajo para luego darse vuelta, en dónde se encontró con tres mujeres que la miraban con una sonrisa.

—¿Qué?— preguntó confundida pero no tuvo respuesta— ¿Qué?— repitió con insistencia.

—Nada— sonrió su madre— Qué amable fue Alrek— volvió a sentarse.

Ella soltó una risa nasal— Me alegró que fuera él y no otro oficial— gruñó levemente y volvió a tomar asiento— Qué humillante. En serio lo siento, no lo pude evitar.

—No te preocupes— respondió su madre— Por suerte el comandante estaba para ayudar
—frunció el ceño— ¿Te estaba tuteando?

Ella hizo una mueca— Eh...Sí, yo se lo pedí. Es que creo que nos volvimos cercanos y así me sentía algo más cómoda.

—Me encanta Arlek, siempre es un caballero con todos aquí.

—Sin duda— apoyó Ordea el comentario de Fidina.

En ese momento la habitación se llenó de leves elogios hacia el hombre, cosa que hizo que Stark se confundiera un poco.

—Alto— pidió y ellas se detuvieron— ¿Están enamoradas de él o qué?— rió sola— ¿Por qué tanto amor? ¿Están bien?

—El ambiente está lleno de amor hoy, princesa— dijo la sastre— No nos culpe.

Ella frunció el ceño—Hay algo que me dice que eso no es todo— parpadeó un par de veces— Lo siento en ustedes...Están...— contuvo el aire— Nerviosas.

En ese momento todas se dieron cuenta que los ojos de Magna tenían un pequeño destello dorado y temieron por sus vidas.

Ella las estaba sintiendo.

Al notar que el lugar se puso tenso, la princesa rió para alivianar el momento.

—Lo lamento, lo lamento. Eso sonó como de película— volvió a reír pero ellas no— Oigan ¿Por qué me ven como si hubiera descubierto su mayor secreto?

No hubo alegría en ellas, sólo nerviosismo y miradas serias, y esto produjo más desesperación en la castaña.

—¿Lo hice?— dijo sin poder creerlo, relacionado a su anterior pregunta.

La tensión comenzó a aumentar en el lugar y Ordea le echó una fugaz mirada a su nuera, como si con ella le dijera todo.

Eir comenzó a ponerse de pie lentamente y se acercó a su hija, la cual comenzó a temblar como si fuera gelatina. Sus oscuros y profundos ojos conectados con los claros y misteriosos de su madre, en una lucha de destinos que pronto averiguarían si tenía fin.

—Hija...— se agachó junto a ella— Primero que nada quiero decirte que iba a decirte esto pronto.

El corazón de la princesa comenzó a latir con frenesí, tanto así que comenzó a marearse. Todo a su alrededor no importaba, sólo su madre y la horrible sensación de inseguridad que eso le causaba.

Ella quiso ponerse de pie bruscamente pero su madre lo impidió, poniendo sus manos en sus hombros.

—No puedo creerlo...— susurró la castaña con la voz un poco temblorosa ante la incertidumbre de esa situación.

—Magna...Magna...— tomó las manos de su hija y notó como temblaba— Tú...Eres lo más preciado que tengo...— la aludida cerró los ojos— Y lo único que deseo es que tu vida sea plena y tranquila...Que puedas— suspiró— Ser feliz.

—Al grano...Madre— pidió ella con voz titubeante y mandíbula apretada.

Ella tomó aire. No quería que aquella conversación tuviera que darse así, y de manera tan abrupta. La reina quería hablarlo con tiempo, con calma y de la mejor manera posible, pero se dio cuenta que le jugó en contra.

—Erathor tiene una tradición...— frotaba las manos de su hija, como si así pudiera apaciguar la bestia que ella tenía adentro y que su poder no se desbordara por eso— Y...Nunca ha cambiado, siempre ha sido así— ahora su voz fue la que salió temblorosa— Cuando una mujer...Debe asumir el trono, cosa que siempre ha sido así, siempre hemos sido mujeres...— suspiró— Debe...Debe...Casarse.

Astrid sintió como si le dieran un fuerte golpe en el pecho. Todo su interior se desmoronó y un nudo se formó en su garganta, sin dejar de apretarle.

Ella quería impedirlo pero una rebelde lágrima se salió de su control y resbaló lentamente por su mejilla.

Eir estaba lista para decir algo pero la castaña se puso de pie con brusquedad; esta vez sin lograr ser detenida. Avanzó sólo un par de pasos hasta que quedó congelada en su posición, aún asimilando la noticia que había recibido.

—No...— susurró.

—Si bien es cierto es una ley...— continuó su madre poniéndose de pie— Nunca hemos podido abolirla. Ni mi madre, ni yo...— tragó saliva— Ni tú.

—Parece normal ¿No es así? Casarme— sonrió Astrid sarcásticamente. El dolor la tenía así— Yo podría hacerlo...— se acercó peligrosamente a la rubia— Deja de evadirlo; por favor, y dime lo que quieres que sepa.

Eir se sintió un tanto intimidada ya que sabía de lo que si hija era capaz. Su cambio de ánimo había sido tan brusco como lo podían ser sus inminentes acciones.

—Debes de casarte con un hombre de palacio—la voz de la reina sonó casi en un susurro mientras la miraba a los ojos— No con cualquiera...— negó— Y...El consejo y yo ya hemos tomado una decisión— la mirada autoritaria de Stark esperaba la respuesta con un dolor en el corazón— Y es Alrek.

Nuevamente Astrid sintió que se desmoronaba. Que atacaban sus sentimientos con un cuchillo una y otra y otra vez.

Simplemente no lo podía creer.

Desde que llegó sabía que no todo sería color de rosas; sin embargo, por un tiempo dejó esos pensamientos de lado para gozar del estar en casa. Y ahora, se estaba enfrentado a lo que temía.

—¿Por qué?— dijo en un hilo de voz.

—Porque es una tradición erat. Una ley— trató de alcanzar sus manos pero ella las alejó— No podemos desobedecerla. Van a pasar los años y tú tendrás que asumir el trono en algún momento— eso sacudió a Magna— Y para eso tendrás que casarte...Tener un hombre a tu lado.

—¡No necesito un hombre para gobernar!

—Lo sé, lo sé y estoy segura que es así— la rubia alcanzó su rostro con sus manos— Pero no hay alternativa...Son las reglas.

—¿Qué hay de ti y papá? Ustedes estaban enamorados.

Ella alejó las manos e hizo una mueca— Tuvimos suerte, nada más que eso. Borg y yo estábamos enamorados mucho antes que anunciaran quién sería mi esposo.

Magna maldijo por lo bajo al no tener aquella misma fortuna.

Iba a tener que enfrentar aquello aunque le doliera.

—No lo puedo creer.

—Alrek es un buen hombre...

—¡¿Y eso qué?!— exclamó a su abuela haciendo que se sobresaltara— ¡No lo amo!— se señaló— ¡No pienso casarme con un hombre que no amo! ¡Así no funcionan las cosas!

—Quizás con el tiempo...

—¿El tiempo? ¡¿El tiempo?!— interrumpió con cinismo a la reina— No sé cómo demonios ha estado viviendo Erathor así. Una persona debería casarse con otra porque se aman— remarcó— Eso es lo que siempre he querido y no voy a...— tomó aire y limpió una lágrima— No voy a sacrificar mi felicidad por una estúpida tradición. Debe haber alguna manera...

—No la hay— interrumpió Eir— Así las cosas deben ser.

—No puedo creer que tú y el Consejo se tomen la libertad de elegir sobre mi futuro— se señaló— No voy a casarme con Alrek, lo siento mucho. Me niego a vivir al lado de un hombre del que no estoy enamorada.

—Hija, hija— trató de detenerla— Si no eres tú la que asume el trono a su tiempo...El reino caerá en las manos del Consejo.

—Y eso sería la destrucción de Erathor...— susurró Fidina.

Aquello removió el interior de la castaña haciendo que guardara silencio.

—Y si quieres que te dé un aspecto positivo...—siguió la rubia— Aún no es el tiempo de que asumas como reina, créeme no aún— ella le miró al oír aquello con lágrimas en su rostro—
Lo que te da tiempo para...

—¿Para enamorarme de Alrek?— la reina calló—¿Para poder realmente llegar a amarlo y vivir un reinado feliz en el futuro?— rió sarcástica— Tienes suerte de que a ti no te tocara vivir esto...— sorbió su nariz— Pero así no funcionan las cosas.

Le echó una última mirada a las mujeres y pegó media vuelta para irse de ahí. No le importó nada, sólo salió de la habitación cerrando la puerta con un portazo.

Astrid caminó por los pasillos con sus ojos llorosos y trató de limpiarlos para que nadie la viera así. Sin embargo, su caminar y su rostro no indicaban para nada que ella estaba bien.

Sus pies se movieron inconscientes, sin llevar un rumbo fijo. Lo único que deseaba era estar lejos de su madre.

De pronto, paró en seco al darse cuenta que seguía descalza; sus zapatos quedaron en la habitación. Soltó un gruñido con la cabeza hacia arriba y siguió su trayecto hasta que llegó a un barandal de piedra, el cual daba vista al jardín donde ella había estado rato antes.

Una vez allí trató de calmar su respiración con aquel tranquilo y hermoso paisaje. Pero el término calmarse era imposible de cumplir en ese momento.

Ya no aguantó más y llevó sus manos a su rostro cuando comenzó a llorar.

Se odió a sí misma por no poder ser capaz de impedir eso, de tener que afrontarlo y vivir con ese dolor.

Astrid quizás era muchas cosas. Una persona madura, ruda y sarcástica, pero si había algo que ella siempre había respetado era el amor.

Sus experiencias no habían sido las mejores, la había pasado pésimo pero siempre mantuvo a arriba la esperanza de que un día sería realmente feliz.

¿Y ahora? Se encontraba encerrada en una escena como de película o de realidad antigua, dónde debería casarse con un hombre que a penas conocía para algún día ser reina.

Agradeció el tiempo que su madre le dio; eso sí, pero no para enamorarse del comandante, sino para empezar a cranear su plan para librarse de eso.

—¿Astrid?

Su cuerpo se tensó y su temblor regresó al oír una voz a sus espaldas. Removió sus manos de su rostro y tuvo que tomar mucho valor para darse vuelta.

Una vez realizado tuvo que encarar a Steve.

Al ver que el rostro de la castaña no era muy bueno, se preocupó y se acercó hacia ella.

—Hey...¿Está todo bien?

Ella no fue capaz de responder en ese momento debido al nudo que estrujaba su garganta.

—¿Astrid? ¿Por qué llorabas? ¿Pasó algo?

Ella sonrió pero pareció una mueca— Sí...Digo no— se quejó y se tomó la cabeza— Sí, sí, algo pasó.

El rubio se puso a su lado, apoyado en la baranda y mirándola con atención.

—¿Necesitas ayuda?

— su interior exclamó— Sácame de esta.

Pero él no podía...Nadie, de hecho.

—Eh...Es complicado.

Se debatió unos segundos hasta que se decidió. Iba a contarle a Steve lo que su madre le había dicho.

—Sabes que puedes contarme.

Ella sonrió. Siempre agradecía y admiraba la buena voluntad que el Capitán poseía.

—Cuando dije que es complicado, realmente digo que es complicado— rió sin gracia y el rubio le puso atención, indicando que podía continuar— Mi...Mi madre me dio una noticia del asco— limpió su nariz— Y en serio no estoy lista para enfrentarla.

Cada vez que se iba acercando al punto de todo el asunto más mal se sentía. Tenía una sensación horrible de lo que podía causar contar su nuevo destino, especialmente a Rogers.

—Podemos ayudarte, estoy seguro— dijo con seriedad.

Ella sonrió y llevó su mano a la mejilla del Primer Vengador. No obstante, la sacó a los dos segundos.

—No— negó en un susurró— Esta vez no.

Aquello preocupó mucho más al hombre y esperó que ella siguiera.

—Perdón si me tardo en decirlo, es que...— tomó aire— Realmente es complicado, es como sacado de una película y...

—Oye...— Steve; siempre el indicado para detener la verborrea verbal de Astrid— Calma, no te apresures. Sólo dime que sucede.

Ella sonrió levemente y agradeció que el rubio siempre lograra calmarla.

—Yo...Acabo de enterarme que Erathor tiene una tradición, una no muy agradable— apretó los labios— Y...— aquello estaba resultando más difícil de lo que pensó— Bueno, en algún momento yo tendré que tomar el trono, pero para eso...— miró a Steve a los ojos, como si estuviera buscando refugio en ellos— El consejo y mi madre buscan a alguien para que yo...—tragó saliva— Me case.

Aunque pudiera tratar de pasar desapercibido, el rostro de Rogers comenzó a cambiar.

—Steve...— luchó para poder sostener la mirada con el rubio— Debo casarme con Alrek.

Rogers no era una persona de expresiones faciales muy explícitas, tal y como lo era la castaña. Pero aún así, ella estaba notando como el tema no le había gustado.

Apartó la mirada de la princesa por unos segundos dirigiéndola al jardín.

—No tengo elección— siguió ella— Si no soy yo la que asume a su tiempo, el trono caerá en algún miembro del Consejo...— negó con la cabeza— Y eso sería horrible.

No importa que más dijera, Steve aún no estaba listo para hablar y responderle.

—Lo positivo...— rió sin gracia— Es que aún no es momento, lo que me da el tiempo de planear como salirme de esta.

El rubio levantó la mirada— ¿Estás segura? ¿De...Que podrás salir de eso?

Aquello sacudió el corazón de Stark.

—La verdad es que...— se encogió de hombros y su voz volvió a titubear— No lo sé...No sé si sea posible. Pero vale la pena intentarlo— trató de buscar la mirada del hombre frente a ella— Yo no...No puedo hacerlo— se acercó a él y finalmente Rogers la miró— Por más que lo intente no puedo enamorarme de alguien a quien...— suspiró— Simplemente no amo.

Astrid se sumergió en los infinitos orbes azules del Capitán y pudo sentir no solamente su preocupación...Sino que también su angustia.

—Pero es una ley...— susurró él haciendo que el corazón de la castaña volviera a revolverse.

Cerró los ojos— Lo es— asintió— Pero no quiero hacerlo...— sentía el rostro de Steve demasiado cerca de ella— No puedo.

Como nunca antes, Rogers sintió el deseo de poder abrazarla, de poder besarla y decirle que todo iba a estar bien.

Pero no pudo.

No solamente porque su interior se lo impidió, sino también porque sintieron una voz a sus espaldas.

—Magna— la aludida se alejó de Steve al oír la voz de Alrek. El rubio imitó su acción y se apartó.

Ahora más que nunca nadie podía verlos juntos de esa manera.

Ella limpió sus lágrimas y rostro— Alrek...— se giró a verle con una sonrisa fingida.

—Eh...— el comandante se sintió incómodo al presenciar aquella escena—¿Podemos hablar?

Ella asintió lentamente y luego miró a Steve. Éste hizo una mueca y se dispuso a irse.

—Te veo más tarde— susurró y se retiró. Stark no fue capaz de responderle, solamente lo miró hasta desaparecer.

Alrek pudo sentir en parte la tensión del ambiente así que con cuidado se acercó a la princesa en la misma posición donde antes había estado Steve.

—Eh...Yo...

—¿Tú lo sabías?— preguntó ella interrumpiéndole.

Él negó—No hasta esta mañana...Por lo que veo al igual que tú— ella bufó— En verdad lo siento.

—Yo lo siento— se adelantó— Realmente no puedo hacerlo. No creo que al amor funcione así y yo...— cerró los ojos y suspiró— No te amo.

Este pareció analizar sus palabras, pero con una mirada bastante serena.

—La verdad es que yo tampoco.

Ella parpadeó un par de veces; le costó creer lo que había oído. Pareció como si se hubiera quedado congelada por unos segundos.

—¿Primera vez?— preguntó el hombre relacionado a lo que me había respondido.

—La verdad es que sí.

Era cierto, nunca le había tocado oír esa frase, normalmente ella la decía.

Alrek suspiró— Da igual lo que nosotros pensemos, es el futuro de Erathor— ella le miró atento— Yo sabía que mi padre quería que me casara con alguien de palacio. Pero...— se encogió de hombros— Nunca imaginé que serías tú.

—Mi padre lo único que me dijo sobre eso fue que no me enamorara de un músico de banda rockera— murmuró casi para sí misma.

—En serio lamento que las cosas tengan que darse así...Pero...— la miró— Quién sabe lo que puede suceder con el tiempo.

—Alrek— lo detuvo— Yo no creo en eso. No importa cuanto me fuercen, para mí el amor no funciona así— agachó la cabeza y susurró para sí misma:— No puedo hacerlo.

—No tenemos elección.

—O quizás sí— le miró— Te prometo que trataré de hallar una forma— puso su mano sobre la suya que estaba apoyada en la baranda de piedra— Porque sé que ambos lo necesitamos.




















La noche llegó mucho antes de lo que esperaron y la celebración por el regreso del rey Borg ya había dado inicio.

Todos celebraban, reían, bebían y bailaban como si no hubiera un mañana. Los días de fiestas eran algo casi sagrado que debía aprovecharse al máximo.

Los regentes de Erathor estaban más felices que nunca al ver a su familia completa.

Astrid estaba ahí, pero tuvo que fingir una sonrisa la mayoría del tiempo.

Hasta que se aburrió de eso.

Fueron cerca de dos horas en las que resistió el sonreír a las autoridades, saludar al pueblo, bailar con los que la invitaban y charlar con dignatarios. La noticia de aquella mañana la había destrozado tanto que toda su emoción se fue al suelo.

¿Y cuál siempre era su mejor plan para pasar las angustias? Beber.

En ese momento le importó bien poco ser una princesa; una autoridad y que cualquiera pudiera verle y murmurar.

Su dolor estaba sobre todo ahora.

Se había ido a una parte algo privada del palacio dónde sólo transitaban algunos dignatarios y allí, apoyada en algo similar a una barra, estuvo bebiendo algo que escuchó llamarse licor de Berhent, que según el cantinero, era eficiente para olvidar.

Se consideraba ya una experta en esa área así que trató de disimular lo mejor que pudo su sensación y su casi ebriedad que ya estaba teniendo.

Hasta que a lo largo del pasillo vio como una cabellera rubia caminaba en dirección contraria.

—¡Hey!— le llamó alzando la mano algo torpe.

Steve frunció el ceño y se giró a la dirección en que había oído la voz. Al darse cuenta de que se trataba de Stark comenzó a caminar hacia ella.

Cuando trató de cruzar el umbral del salón, dos hombres le impidieron la entrada.

—Oigan, oigan, alto— les dijo la castaña desde su posición— Es mi invitado— ellos se voltearon a verla— ¿Saben quién soy? Soy su, su, su...Princesa, así que déjenlo pasar o los enviaré al calabozo— se miraron asustados— Es broma, sólo déjenlo.

Sin esperar otra advertencia ellos se hicieron a un lado para que el rubio caminara hacia Astrid. Una vez que llegó la miró negando con la cabeza.

—Y yo que pensé que te alejarías del alcohol— se apoyó en la barra.

—Dije que iba a cambiar mi mal carácter, no que iba a dejar de beber— le dio un sorbo a su copa— Además así me siento mejor, porque esta mañana me sentía del asco ¿Te dije que me sentía del asco?— el asintió algo confundido— Pues sí, es...Algo terrible—arrastró las palabras.

—Astrid— se inclinó hacia ella— Si tus padres te ven te van a matar.

—¿Qué? No— bufó— Lo tengo todo perfectamente controlado, no tienes que preocuparte— rió apretando el vaso en su mano pero este terminó rompiéndose. Aquello sobresaltó a ambos—Oh, olvidé que mi fuerza está cambiando— rió mientras un hombre le pasaba otra copa llena— Muchas gracias.

—Estoy hablando en serio. Esto ya no es una fiesta en Nueva York, es Erathor y tú eres de la realeza.

—Uh, déjate de tantas reglas por un segundo— se balanceó sobre sus talones— Así me siento mejor y me olvido de...— frunció el ceño, como si tratara de recordar algo— ¿Te dije que me voy a tener que casar?

Volver a oír aquello sacudió a Rogers en su interior.

—Sí— apretó los labios— Lo hiciste.

Eso pareció desanimarla— Oh...Perdón—bebió y se apoyó en la barra, algo más cerca del rubio— Es que no...No me gustó saberlo, hubiera preferido que no me lo dijeran.

—Son las tradiciones de tu nación— respondió con la atenta mirada de Stark sobre él— Hay cosas que simplemente no se pueden cambiar.

La expresión de la chica se tornó triste y Rogers sabía que no tenía control de ellas debido al alcohol. Luego ella levantó la mirada para conectar sus ojos con los suyos, como si no hubiera otra cosa que importara en el mundo.

—Es lo que tengo que hacer ¿Verdad?— preguntó angustiada y el rubio asintió con lentitud.

—Sí.

—Y...— tragó saliva— ¿Tú...Tú quieres que lo haga?

La pregunta revolvió el interior del Primer Vengador. Había olvidado lo directa y honesta que la castaña se ponía cuando estaba ebria y esta vez le había tocado a él recibir aquel impacto.

Lo pensó un poco, aunque la respuesta estuviera clara en su corazón, le costó poder tomar la valentía para decirla, a pesar de que tal vez Stark no la recordara al día siguiente.

Sin embargo, sólo la soltó:

—No.

Una torpe y leve sonrisa se formó en el rostro de la castaña. Al parecer eso eran lo que ella había deseado oír.

Aunque no pudiera hacer nada para cumplir aquel deseo que ambos tenían.

Al igual que Steve horas antes, ahora era Magna quién deseaba poder besarlo, y de hecho, el licor en su interior le daba la valentía y la estupidez para poder llevar su cometido a cabo en ese momento.

Pero no podía.

Nadie podía verla así.

—Oh ¡Ahí estás! Yo...

Astrid cerró los ojos con frustración y tuvo que retener en su interior un: ¡Malnacido! ¿¡Tú otra vez!?

Lentamente se separó del rubio para girar su cabeza hacia Alrek, el cuál había venido en busca de la princesa pero había interrumpido un momento muy particular...Otra vez.

—¿Qué quieres?— arrastró las palabras.

Él se acercó al oírla hablar y la forma en la que lo estaba haciendo— ¿Estás...Estás ebria?

—No, estoy drogada— río sola ya que los hombres a su lado sólo la miraron con seriedad— De acuerdo, de acuerdo, tal vez sí un poquito.

Alrek se llevó una mano a la frente— Tus padres me enviaron a buscarte, quieren que bailamos juntos en la última pieza.

Ella soltó un quejido— Qué aburrido. No quiero ir, dile por favor que no quiero ir— dijo hacia Steve señalando al comandante.

Éste abrió la boca pero por los primeros segundos no salió nada. Luego vio pasar a un hombre con una bandeja llena de bocadillos.

Levantó un dedo al frente— Un segundo— tomó uno y lo analizó. Para su suerte se dio cuenta que tenía algo parecido al chocolate— Astrid, toma— ella accedió con el ceño fruncido— Comelo.

Esta no puso oposición cuando se trató de comer. En un segundo ya estuvo masticando el postre dentro de su boca y se sintió mejor.

—Listo, puedes llevártela— dijo hacia Alrek, el cuál le observó con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—No es mi primera vez— respondió señalando a Astrid en referencia a que ya había estado con ella en estado de ebriedad— Al menos está vez no fue por la razón de la última.

—¡Yo me acuerdo!— dijo ella sonriente—Fue por...Fue por...Porque terminé con mi novio Josh— frunció el ceño— Jake, Paul, ¡No! Adam. Eh...¡Jace! ¡Zack!

—Kyle— le ayudó Rogers.

—¡Kyle!— asintió— Eso dije.

—No, no fue así.

—Ay no me culpes— se quejó— Son tantos que pierdo la cuenta. Soy como Serena Van der Woodsen, pero castaña y con buena actitud.

—¿Quién es ella?— preguntó el comandante más confundido que nunca.

—¿Ella es la de esa serie...Gossip Girl?— preguntó Steve con el ceño fruncido.

—¡Sí!— le sonrío— Olvidé que te hice ver unos episodios conmigo— rió.

En ese momento, Alrek pudo notar aquella chispa que había entre los dos.

—Eh...— Steve notó la tensa mirada del hombre erat sobre ellos— Será mejor que se vayan— lentamente impulsó a Astrid hacia Alrek— En un rato se pondrá bien, créeme.

Éste asintió con una media sonrisa— Te lo agradezco.

Luego de una última mirada ambos comenzaron a retirarse para ir a cumplir sus labores. No sin antes presenciar el último acto de Astrid en ebriedad, la cuál se giró y movió su mano con torpeza hacia el rubio.

Éste solamente sonrió y observó como desaparecían.

Deseando que ella no se hubiera ido, que se hubiera quedado ahí con él, sin tener que marcharse con su prometido.

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VOLVI PERRAS

ahre ¿cómo andan? yo mucho mejor
uwu

éste ha sido uno de mis capítulos favoritos pq tenemos tristeza, alegría y risas.

astrid ebria >>>>>>

anyway, ando un poco apurada pero paso a decirles que TENGO UNA NUEVA FIC DE STEVE AAAAA

puede que esté un poco más activa por allá (capítulos todos los lunes) se llama RACKDOM y la pueden encontrar en mi perfil, ojalá le den una oportunidad ♡

tengan un hermoso díaaaaaa♡ gracias por estar aquí ♡

30 votos para nuevo capítulo.

les amooo

nat

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